Un fusil de paz

4 mayo, 2018

El Octavio Paz siempre susceptible a ser estudiado y criticado dada su polémica personalidad y deslumbrante obra, sirve de motivo a María de Guerra para presentar el descubrimiento, según su provocativa, investigada y fundamentada lectura, de un posible plagio del Nobel mexicano, ejercido en uno de sus poemas torales; Piedra de sol, -“búsqueda de un instante, evocativo de una figura femenina concreta,… muchacha de una escritura de fuego”, Pere Gimferrer dixit, en el ensayo Lecturas de Octavio Paz publicado también como prólogo en Prueba del nueve (Premio Anagrama VIII de Ensayo 1980)-.


El apretadísimo texto ensayístico de María de Guerra aquí expuesto, recorre el itinerario explorativo sobre el aludido poema, para poner en tela de juicio literario, las “fuentes de inspiración” del renombrado poeta, contenidas en el verso iniciático “un sauce de cristal, un chopo de agua” y tomadas de una “línea de un personaje incidental en el drama lorquiano Mariana Pineda”, guiada, según propias palabras, por obligación ética, ante el innegable “genio auténticamente poético” de uno de los grandes creadores y estudiosos de la poesía en nuestro tiempo.

“Un sauce de cristal, un chopo de agua” parecía ser un verso fundacional, se pensó que Piedra de sol, de Octavio Paz, había quedado establecido en 1957 casi como la primera piedra para una futura catedral de poesía mexicana. Mas ahora ha surgido la obligación ética de poner en duda la autoría de ese primer verso.

Claro está que el poema Piedra de sol es espléndido, rutilante; los endecasílabos son lanzados como rayos de distinta calidad de luz, como provenientes de un prisma. Pero más o menos pasada la mitad del poema (584 versos), un lector sensible comienza a presentir que se trata de una fórmula; que hay un engolosinamiento de un autor meramente cerebral. Esa intencionalidad de encandilar tal vez no pueda ser demostrada. Sin embargo, el hallazgo de las dos primeras imágenes del poema, tienen otro dueño, y se llama: Federico García Lorca.

“Un sauce de cristal, un chopo de agua” es un verso potente y sonoro. Octavio Paz logró una afortunada combinación al encabalgar dos metáforas que aumentan la idea de limpidez. Alcanza incluso la aparición de un segundo plano en el que se encuentra una sinestesia derivada de la fonética (o de la onomatopeya) –disculpar los términos técnicos–: en las sílabas cris-tal hay un sonido de algo que se estrella y la palabra chopo puede remitir al chapoteo en el agua. Y para explicar apenas un poco sobre la figura de la sinestesia en estos versos, digamos que lo visual, lo táctil y lo auditivo quedan mezclados en un sauce cristalizado y en un chopo líquido. No obstante todo lo anterior, el riesgo poético y la elasticidad mental que une a cada árbol con elementos minerales de distinta cualidad no son de Octavio Paz.

“Sauce de cristal” está en una línea de un personaje incidental en el drama lorquiano Mariana Pineda . En la escena VII, los conspiradores vienen de la lluvia con las capas mojadas, luego de saludar a la heroína y a don Pedro, de comentar sobre el frío y la dificultad del camino, Lorca escribe en la línea que ha de decir el Conspirador 2º: “(Melancólico.) La lluvia, como un sauce de cristal, sobre las casas de Granada cae.”

La unión entre chopo y agua también es una pirueta de Lorca, y aparece en sus Primeras canciones , libro publicado en 1922, en el primer texto titulado Remansos. A continuación, se transcribe el breve poema:

“Cipreses                          Mimbre
(Agua estancada.)          (Agua profunda.)
Chopo                               Corazón
(Agua cristalina.)           (Agua de pupila.)”

Aunque se pueda hablar de ideas concomitantes o de metáforas universales, relaciones obvias o marco cultural, no es el caso, y tampoco sería excusa, pues el trabajo del poeta es dar ese giro o agregar ese ingrediente fresco. Sí, los árboles echan sus raíces buscando los mantos freáticos, y hasta en México tenemos ahuehuetes: “viejos del agua”. Y también muchos poetas han comparado el color de la luna con el de los nardos, entre ellos Juan Ramón Jiménez, pues ese tono cremoso está en la flor y el cuerpo celeste. Sin embargo, la luna “con su polisón de nardos” de García Lorca gana en sentido lúdico.

Los demás argumentos posibles en defensa del genio auténticamente poético de Paz estarían cerca de las endebles réplicas a los vergonzosos escándalos o denuncias de plagio intelectual de los últimos siete años en México. Que es un homenaje al autor plagiado. ¿Y por qué no se usan itálicas, comillas y se expresa tal pleitesía? Que lo que importa es el resultado final o que son préstamos. Ahí queda manifestada la carencia del poeta (aunque se trate de un erudito). Otros barajan los versos de un compañero y en el nuevo acomodo encuentran su libro. Y hay quien arguye que su obra fue “parcialmente” publicada y que esto no se especifica en las bases de un concurso.

La defensa más contundente sólo puede estar en la belleza y la novedad del resto del poema que nos ocupa. Por ejemplo, recordar a “Filis que tenía dos hoyuelos donde bebían luz los gorriones”. Momento lleno de gracia. Y casi enseguida: “Por la Reforma Carmen me decía / ‘no pesa el aire, aquí siempre es octubre’ /…” Sencilla narración que se une a la irrupción de un nuevo personaje femenino en el poema, la idea de ligereza y de paseo es clara y deliciosa. O: “Yo vi tu atroz escama, / Melusina, brillar verdosa al alba, / dormías enroscada entre las sábanas, / y al despertar gritaste como un pájaro…” Lo fantástico, la minucia de pintar el brillo de una escama, lo monstruoso o lo animal que se manifiesta en lo femenino, en la cópula: Una genialidad. Aparentemente, una genialidad.

Entonces, la siguiente pregunta es acerca del talento y del talante artístico de Octavio Paz. ¿Hay entre todos sus versos la riqueza y la autenticidad suficiente para que su fusil sea un caso aislado, una desafortunada coincidencia? Cabe aquí una expresión de desánimo. Pues cabe también otro ejemplo de sus “fuentes de inspiración”. El poeta Gerardo Deniz publicó en 1994 en la revista Viceversa un texto titulado Salamandra (recogido en los libros En paños menores (Tusquets, 2008) y Red de agujeritos (Ficticia, 2012), sobre el poema primero así llamado de Octavio Paz. Ahí, con su prosa de estilo delicioso, Deniz da cuenta de que el tercer verso del poema es la tercera acepción de la palabra salamandra del Diccionario enciclopédico.

Dejemos ya las pruebas, para analizar el término fusil. Aunque para la mayoría en el medio literario o periodístico mexicano sea obvio, resulta pertinente explicar el título del presente texto. Según esa jerga, un fusil es una obra derivada de un plagio. Probablemente, la expresión nació como verbo: tal autor fusiló a tal otro; o bien, tal persona fusiló la obra de fulano, para decir con ello que se aniquiló moralmente al autor o que el plagiario destruyó la obra con su torpe copia. Pero, al correr del tiempo, se ha quedado el sustantivo fusil para designar a una pieza tramposamente autoatribuida, como metonimia o por efecto de una perezosa contracción.

Ahora bien, las piezas lorquianas son prueba de la anticipación del poeta español, pero sería casi imposible demostrar la alevosía del fusil de Paz. ¿Puede tratarse de un plagio involuntario como el de George Harrison con My Sweet Lord? Puede. Pero vale la pena ser suspicaces. Si se toman en cuenta la moral anglosajona y los rasgos de personalidad de Harrison, bien cabe la posibilidad de que aquel acto no fuese intencional. En cambio, el ámbito social y político mexicano de la posrevolución nos pone en el caso opuesto al británico. Luego habría que adentrarse en la personalidad de Paz.

Nos limitamos aquí a esbozar la personalidad literaria e intelectual del Nobel mexicano. Una personalidad literaria portentosa en el terreno del ensayo, una mente que incluso está excedida en bríos. En su poesía vemos mucho cálculo, una suerte de duda metódica, y las frecuentes paradojas contribuyen al ocultamiento del autor. Y como intelectual, en acciones y discurso, en general empleaba la erudición como escudo y como arma y no como remedio. En fin, nada de esto contribuye a eliminar las sospechas de plagio en los dos primeros versos de Piedra de sol.

Hemos hablado de la anticipación de Lorca. Hablemos de postergación de Octavio Paz. El mismo Paz da cuenta, antes de narrar su encuentro con Rafael Alberti, del tiempo en el que empezó a leer a Lorca y a otros poetas que lo nutrieron.

“En 1930 ingresé a la Escuela Nacional Preparatoria […] Muy pronto, con mis amigos de entonces, casi todos aprendices como yo, comencé a leer a los nuevos poetas de España y de América. En unos pocos meses saltamos de los modernistas hispanoamericanos –Lugones, Herrera y Reissig, López Velarde– a la poesía moderna, propiamente dicha: Huidobro y Guillén, Borges y Pellicer, Vallejo y García Lorca. Los poetas españoles me deslumbraron […] Es difícil describir el estado de espíritu, a un tiempo exaltado y perplejo con el que leí Cántico [Revista literaria de Córdoba que empieza a publicarse en 1947], Romancero gitano [Lorca], Seguro azar [Pedro Salinas], Cal y canto [Alberti], La destrucción o el amor [Vicente Aleixandre]… Asombro, delicia, pasión, complicidad y, en fin, simpatía.”

Tenemos entonces que pasaron 27 o 25 años entre aquellas lecturas y la publicación definitiva de Piedra de sol (1957). Esto sí puede ser un elemento para argumentar un plagio involuntario. Como un dato pertinente, recordemos que la primera visita de Paz a España ocurrió en 1937. Un joven Octavio Paz, recién casado, llegó a Valencia lleno de entusiasmo para participar en el Congreso de Escritores en Defensa de la Cultura, luego más conocido como Congreso de Escritores Antifascistas. Según la página de la Universidad de Valencia, tras la inauguración oficial del Congreso, donde Paz y Elena Garro estuvieron presentes, se realiza una representación de Mariana Pineda en homenaje a García Lorca, “a las 10:30” . No sabemos si Paz asistió a la puesta en escena, pero sí que estuvieron en la paella que se organizó antes y que luego fueron conducidos por Arturo Serrano Plaja a la bienvenida , que presidió Juan Negrín en el Salón Consistorial del Ayuntamiento de Valencia.

Resulta trágico pensar que Octavio Paz estuviera en España dictando algunas conferencias justamente en la semana del primer aniversario luctuoso del poeta granadino ; ya no en el marco del Congreso, sino en la semana dedicada a México que patrocinó la Alianza de Intelectuales de Valencia, trabajos realizados entre el 17 y el 23 de agosto. El genio universal de Lorca había sido arteramente asesinado el 18 de agosto de 1936.

Al establecer todo lo aquí escrito no se puede juzgar la honestidad de Octavio Paz, no es ésta, ni remotamente, la intención. Lo que se quiere es analizar las formas de su insinceridad. Establecer que los versos que no provienen de la entraña, los que no son arrancados de la tierra con uñas o dientes, no pasarán algunas pruebas alquímicas que demuestren su pureza y no podrán perdurar en el tiempo. Que las proezas del intelecto son poéticas, pero no producen poesía.

Nota final y curiosísima: chopo además de ser un álamo, tiene una segunda acepción. “fusil: palabra de uso coloquial, derivada del italiano schioppo.”


NOTAS

[1] Octavio Paz, La centena (poemas: 1935-1968), pág. 97, Barral Editores, España, 1969
[2] Federico García Lorca; Mariana Pineda, La zapatera prodigiosa…Primeras canciones, Canciones. Pág. 43 Editorial Porrúa, “Sepan cuántos…” Núm. 255, México, 1995
[3] Íbid. Pág. 217
[4] Octavio Paz, Las palabras y los días Fondo de Cultura Económica /Conaculta México, 2008
[5] http://www.uv.es/republica/plano/cultura/cultura2.htm
[6] Jorge Volpi, “Octavio Paz en Valencia”,  Revista dela Universidad de México, N˚.51, Mayo, 2008, Pág. 16
[7] Íbid. Pág. 18

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Ciudad de México, México, 1970.
Escritora, editora y maestra. Es autora del libro de poemas Fervores (Conaculta, 2011). Muestras del mismo género han sido publicadas en revistas literarias como: La pájara pinta (de España), Carátula (de Nicaragua), Solar (de Chihuahua), o las editadas en la Ciudad de México: Alforja, El Perro y Tierra Adentro. También ha publicado reseñas, entrevistas y ensayos en Este País y Replicante. Resultó ganadora de los Juegos Florales de Lagos de Moreno, Jalisco, en la categoría de poesía, en su edición 2004. Paralelamente a su trabajo literario, realiza tareas de edición, redacción, corrección de estilo e investigación documental para particulares. Entre estos trabajos se destaca la encomienda del editor Fernando Fernández para transcripción de extensas entrevistas al escritor y erudito Gerardo Deniz. Actualmente dirige el taller Herramientas de escritura académica e imparte la materia de diseño de investigación en la universidad Westhill, y de redacción, en la Escuela de Escritores de México. En temas de literatura y pensamiento, se considera autodidacta permanente.