corea torres

Alfonsina Storni: Inquietud poética

16 julio, 2019

La retrospectiva sobre la figura de la poeta argentina Alfonsina Storni ofrecida por Corea Torres en esta entrega, permite un avistamiento más cercano a una obra cuyo contenido de intensidades expresadas en sentidos poemas, reabastece la tradición poética suramericana. Más allá del personaje, sus dramas y anécdotas, permanece hasta nuestros días, la literatura de esta creadora inobjetablemente talentosa.


Alfonsina Storni

El lugar común pregona e insiste en mostrar la imagen de una bella mujer que se adentra lenta, románticamente, a la muerte, internándose en el mar. Y la insistencia es aún más palpitante cuando nos dejamos llevar por esa sentida canción creada en homenaje póstumo a la poeta Alfonsina Storni, interpretada por Mercedes Sosa, otra artista como ella, sólo que ésta de la canción.

La atmósfera creada entonces en torno a ese siniestro episodio del suicidio, se ha convertido en piedra angular de la leyenda trágica del personaje Alfonsina Storni, pero ¿y la obra de ella dónde quedó? Acaso también desapareció en el mar y sólo quedó la canción. Yo esperaría que no, y que su poesía, sus poemas, sigan revelándonos el misterio profundo del decir, del nombrar las cosas, pero claro, eso depende necesariamente de su lectura, del descubrimiento de su expresión, para desde ahí asociar la persona con la artista y acometer las reflexiones que de tal experiencia se deriven

De eso se trata este acto de invitación a la lectura, de develar aunque sea en menor medida su personalidad, de ir un poco más allá de la canción y de explorar en el testimonio de su sensibilidad a través de las palabras convertidas en poemas que legó a la posteridad.

Debe asumirse, porque su permanencia es vigente pese a las arbitrariedades de los silencios en publicaciones actuales, dedicadas más a ensalzar lo fatuo y aquello necesariamente desechable y la falta de críticas inteligentes, que Alfonsina es una creadora de alta jerarquía poética, en tanto se continúa leyendo y conversando sobre sus escritos, en tanto existen reconocimientos como por ejemplo que una calle de un barrio periférico de la ciudad de Puebla: Balcones del Sur, en México, hace suyo el nombre y apellido de la poetisa, y a los cuales, este que escribe aquí y ostenta la Mediación de la lectura, aprovecho, precisamente para leerla y difundirla.

Bien lo sabemos, la poesía no es un pan que se come completo de una sola sentada, más bien sólo le damos unos minúsculos mordiscos, quizá porque no somos habituales a la lectura de poemas, como sí lo somos de los otros géneros literarios, novela, cuento, ensayo, en fin todo aquello contenido en el renglón de la prosa narrativa, quizá también porque no hemos sido capaces de transmitir el gusto, el placer de su disfrute, y eso se asocia invariablemente a que los detentadores de las actuales circunstancias nos están acostumbrando a leer textos ya prácticamente digeridos, carentes de profundidades tanto filosóficas como psicológicas, para así darle la vuelta a las complejidades inmersas en la Poesía –sin detrimento alguno de los otros géneros-, es decir, nos están orillando a leer textos sumamente simples con el inherente efecto de conducirnos a no pensar, a no reflexionar, cuyo perverso propósito es quitarnos el derecho a discernir, de ahí entonces cuando el lector se confronta con un texto que contiene cierta complejidad, en nuestro caso, un poema, mejor lo deja de lado porque dice no entenderlo, porque está difícil, le quita tiempo y no se arriesga a explorarlo, a tentarlo, a develar la música, a aprender palabras nuevas, a internarse en la psique del poeta en el intento de descifrar las sensaciones, emociones, sentimientos, reflexiones, que este trata de expresar y compartir mediante su escritura.

Es aquí donde se inserta la capacidad del autor para enseñarnos esa parte del mundo que le pertenece y que desea polinizar en sus congéneres. Es aquí donde se inserta el creador dotado del don poético para entregarnos las palabras hechas imágenes, envueltas en música para contar y cantar, para tornarnos subversivos, para perturbarnos. Es aquí justamente donde está Alfonsina Storni.

Yo sé, su poesía no es dos más dos igual a cuatro, más bien puede resultar cinco, o tres punto veinticuatro, acaso cero punto nueve, todo ello merced a su decir distinto, a su voz tan personal, es decir, Alfonsina entrega palabras cargadas de intenciones para provocar, para alebrestarnos, para despertar aunque sea en mínima cuota nuestra sensibilidad, y aunque a veces no la comprendamos a la primera, su poesía deja arañado el corazón y la herida abierta en el entendimiento, tal como lo manifestara algún poeta cuando definió Poesía: “aquello que todo mundo piensa que sabe que es pero no entiende”. Veamos este fragmento:

Mundo de siete pozos

Se balancea,
arriba, sobre el cuello,
el mundo de las siete puertas:
la humana cabeza…
Redonda como dos planetas:
arde en su centro
el núcleo primero.
O sea la corteza;
sobre ella el limo dérmico
sembrado
del bosque espeso de la cabellera.
Desde el núcleo
en mareas
absolutas y azules,
asciende al agua de la mirada
y abre las suaves puertas
de los ojos como mares en la tierra…

Inevitablemente después de hacer nuestro este poema, nos preguntamos: qué hay en su interior que nos conmueve; al parecer un halo misterioso lo nutre de tal manera que sus emanaciones alteran nuestras interioridades, confirmando el concepto ese al cual me referí antes: “aquello que todo mundo piensa que sabe que es pero no entiende”.

Después del transcurso de los años uno aprende que cada libro, cada obra, cada autor, le llega al lector de poesía a su debido tiempo y cuando le toca en turno decidirse por tal o cual poemario de determinado autor, lleva ya entre pecho y espalda un bagaje informativo que lo arroja a dicha aventura libre de prejuicios, a fin de entregarse pleno a las palabras puestas en el o los poemas, a las intenciones de cada imagen, a la musicalidad, a la propuesta estética, y dentro de ellas, claro, la expresión del yo poético ya impregnada con la temática de la preferencia del autor, después de ese proceso se opera en el lector, la decantación, el aprendizaje, la aceptación o no y la aprehensión del poema.

Personalmente en mi praxis lectora de poesía, por principio de cuentas busco la música, me dejo llevar por la cadencia de las palabras que conforman el texto, después trato de visualizar las imágenes, detectar metáforas y recursos literarios, mientras tanto la comprensión de las intenciones del autor se me va develando, revelando, sólo hasta ese momento arribo a su desentrañamiento y acaso a la confrontación con lo dicho: mi yo con el yo poético de enfrente.

Reflexionar, hablar del fenómeno poético siempre ha sido un ejercicio complejo, y no es para menos porque la Poesía resulta, acaso, el menos definible de los géneros literarios, pero esta suerte de anomalía, que así lo consideran algunos, se convierte precisamente en una de sus más atesoradas virtudes, porque de ahí proviene el misterio, la magia.

Para la escritura de Poesía no hay recetas, aquellos que poseen el don de crearla escriben a partir de su sensibilidad, con la voz propia que los hace únicos, irrepetibles, distintos. Y déjenme decirlo, ese don no lo consiguieron fácilmente en la tienda de Luchita de aquí a la vuelta, o les fue regalado por alguien a quien no le interesaba, o un Dios bienhechor se lo entregó por tener cara bonita. No, simplemente el misterio poético se hizo patente en su humanidad y lo hizo capaz de escribir algo así como esa: “rosa donde cantó Orfeo para que su instante se tornara eternidad”, como dijera, el poeta veracruzano Víctor Toledo.

A ese tipo de escritoras tocadas por el halo de la Poesía pertenece la Storni, quienes sin tanto aspaviento, sin grandes estudios, armadas de su intelecto y don literario, lograron trascender con su creación pese a todos los avatares impuestos, vinculados con el escaso reconocimiento, en su tiempo, por parte de la égida cultural masculina imperante. Me viene a la memoria Mary Shelley (Mary Wollstonecraft Godwin) con su enorme poema Frankenstein o el moderno Prometeo; también Emily Dickinson, la sencillísima ama de casa, elaboradora de tartas de manzana en su pueblito gringo de Amherst, Masschusetts, que dejó una poesía plena de sensibilidad, llana y profunda; la inglesa Jane Austen; Sor Juana Inés de la Cruz; Gabriela Mistral -por cierto admiradora de la obra de Storni; Safo; las Brönte; entre otras.

Abundando en esta tesitura encuentro que, en la biografía de Alfonsina Storni no existen pruebas indicativas de que haya cursado altos estudios de literatura, ni maestrías en Letras, mucho menos doctorados en construcción literaria. Sin embargo Alfonsina es una de las elegidas, un ser alumbrado por el talento poético. Ocupó todas las provocaciones que le fueron posibles, tanto externas e internas como fuente de inspiración, como estímulo en el desarrollo de su escritura para, desde esa posición, edificar una obra que conforma una especie de mapa, de cartografía significativa de su experiencia vivencial, íntima latitud donde nace su poesía y donde se aposentan sus ideas, inquietudes sociales, protestas ante el vasallaje masculino, sus temáticas amorosas y eróticas, el dolor, el miedo provocado por la enfermedad que padecía –padeció cáncer de mama-, su manera de ver la vida. Obra que se mantiene en ese estatus de consistente calidad, en la cual se respira literatura. Poesía, preñada de honestidad, con escasos altibajos, que tal vez si los tuvo, como cualquier creador literario, o díganme quien, que sea poeta, posee una obra perfecta: yo creo que nadie, porque la perfección, queridos amigos, así lo pienso, no existe.

Pero bueno eso es harina de otro costal y estamos hoy aquí con el propósito de abrir las ventanas, puertas, y todas las rendijas posibles de la casa poética de Alfonsina Storni.

Escuchemos este breve fragmento de Hombres de la ciudad, del poemario Mundo de siete pozos (1934):

“Arden los bosques del
horizonte;
esquivando llamas,
cruzan, veloces,
los gamos azules
del crepúsculo.”

La imagen es fuerte, de inmediato nos sitúa en un tiempo del día cuando declina. Lo potente está en la forma de la construcción, en el uso de la metáfora.

Por otro lado podemos decir que Alfonsina fue autora de una obra medianamente prolífica, pero que ella merced a su talento la dotó de sustancia, de arrestos, de vigor, que le permiten penetrar en las brechas donde imperan las normas del espíritu, orientándonos así hacia los alumbramientos, a la conmoción, que sólo unos pocos pueden lograr, y con la cual, merecidamente alcanzó a ser considerada como la gran poeta argentina del modernismo, oigamos:

“Oh, piedra dura, miserable piedra,
yo te golpeo, te golpeo en vano,
y es inútil la fuerza de mi mano,
oh, piedra dura, miserable piedra…”
(Fragmento del poema Piedra miserable, del poemario Irremediablemente, 1919).

Su gran escuela, para decirlo de algún modo, y así lo percibo mientras abrevo de su biografía, fue su experiencia personal, además, contribuyó en mucho el enorme influjo que Rubén Darío, el poeta nicaragüense, con su modernismo regó en esa generación, aunque claro el aprendizaje también pudo estar alimentado tal vez, a través de los vínculos que pudo establecer con otras escritoras y creadores de gran envergadura de la época, cito: Juana de Ibarbourou, uruguaya, a la vez una de sus mejores amigas (1892 – 1979); Gabriela Mistral, chilena (1889 – 1957); Delmira Agustini, uruguaya (1886 -1914, asesinada por su ex esposo); Horacio Quiroga, uruguayo (1878 – 1937, suicida, y con quien se dice mantuvo un romance, (pero eso mejor se lo dejamos al chisme cachetón); Leopoldo Lugones, argentino (1874 – 1938, suicida, tal vez uno de sus mejores amigos); Amado Nervo, mexicano (1870 – 1919, poeta modernista, gran amigo de Darío, recordar que Nervo murió en Uruguay y mientras permaneció en ese país constató la calidad escritural de la Storni); menciono además a Oliverio Girondo, argentino (1891 – 1967), entre otros no menos importantes y que, como puede observarse, conformaron una camada por demás magnífica de artistas que contribuyeron al engrandecimiento de la literatura latinoamericana, allí justamente estuvo Alfonsina Storni.

Me queda claro, la Poesía no es un género de multitudes, diré más bien, que se lee de manera selectiva por los aventurados de esa “inmensa minoría”, como diría Juan Ramón Jiménez. Ojalá pudiéramos revertir esta ecuación, sin menoscabo de los otros géneros, por supuesto.

Alfonsina entonces, se presenta ante nosotros en estos tiempos actuales, como uno de los motivos para acercarnos al fenómeno poético.

Leamos a Alfonsina Storni. Leamos Poesía. Así sea.


OBRA

– Dos farsas pirotécnicas. Teatro Buenos Aires: Cabaut.
– La inquietud del rosal. Poesía. Buenos Aires: Librería de La Facultad, 1916.
– El dulce daño. Poesía. Buenos Aires: Sociedad Cooperativa Edit. Limitada, 1918.
– Irremediablemente. Poesía. Buenos Aires: Sociedad Cooperativa Edit. Limitada, 1919.
– Poesías. (1920)
– Languidez. Poesía. Buenos Aires: Sociedad Cooperativa Edit. Limitada, 1920.
– Ocre. Poesía Buenos Aires: Babel, 1925.
– Poemas de amor. Poesía. Buenos Aires: Porter, 1926.
– Mundo de siete pozos. Poesía. Buenos Aires: Tor, 1934.
– Mascarilla y trébol. Poesía. Buenos Aires: Mercatali, Impr., 1938.
-Entre un par de maletas a medio abrir y Las manecillas. Buenos Aires: Edic. Católicas Argentinas, Tall. Graf. De, 1939. Discurso/Conferencia.
Teatro infantil. Buenos Aires: R.J. Roggero, 1950.
– Cinco cartas y una golondrina. Miscelánea. Buenos Aires: Inst. Amigos del Libro Argentino, 1959.
– Obra poética completa. Poesías completas. Buenos Aires: Sela, 1968.

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Chichigalpa, Nicaragua, 1953.
Poeta, escritor, crítico literario. Reside en Puebla, México, donde estudió Ing. Química (BUAP). Mediador de Lectura por la UAM y el Programa Nacional Salas de Lectura. Fue editor y colaborador sección de Crítica, de www.caratula.net. Es Mediador de la Sala de Lectura Germán List Arzubide. Ha publicado: Reconocer la lumbre (Poesía, 2023. Sec. de Cultura, Puebla). Ámbar: Espejo del instante (Poesía, 2020. 3 poetas. Ed. 7 días. Goyenario Azul (Narrativa, 2015, Managua, Nic.). ahora que ha llovido (Poesía, 2009. Centro Nicaragüense de Escritores CNE y Asociación Noruega de Escritores ANE). Miscelánea erótica (Poesía colectiva 2007, BUAP). Fue autor de la columna Libros de la revista MOMENTO en Puebla (1997- 2015).