De cine se aprende viendo. www.una cinemateca para todos.com

1 abril, 2011

Ante un cine influenciado por el lenguaje de las telenovelas, los reality shows y millonarios efectos especiales nosotros proponemos un cine, y video, que recupere los valores del arte y de la tradición cinematográfica. Los grandes maestros, antes de directores, fotógrafos, editores… fueron cinéfilos y se formaron viendo fotogramas en las cinematecas y cine clubs;  aprendizaje que a nosotros, de países remotos y épocas pragmáticas, nos ha sido negado pero que ahora podemos encontrar en la nueva cinemateca universal: la Web.


Hace algunos a años en las salas de cine de nuestros países  presentaban películas de estreno desde los días jueves a los lunes y en el resto de las semanas, tanto en las grandes salas como los cines de barrio, proyectaban películas de reestreno, o películas¨ viejas¨, como les decíamos, que eran copias que habían quedado enterradas en la bodega del distribuidor y que resucitaban, aunque rayadas y desteñidas, con su mismo resplandor de siempre.

No eran películas olvidadas, simplemente sobres explotadas, que descansaban unos años y las volvían a usar para rellenar los días muertos de las carteleras: martes, miércoles y jueves.  “Cine del recuerdo” lo llamaban en el teatro Gonzales; “ Los martes de recuerdo” en el Aguerri.

Así vimos películas como Shane el desconocido; Sed de vivir, Moulin Ruoge con José Ferrer recortado a la mitad para personificar a Toulouse-Lautrec; El tesoro de Barba Negra de Fritz Lang; Nido de ratas, Espartaco, Vértigo… No había un año sin que pasaran Lo que el viento se llevó, ni semana santa sin Los diez mandamientos de Cecil B. de Mille o Ben Hur y cerca de las navidades, en las vacaciones escolares, El mago de Oz, Fantasía, La bella durmiente.

Durante los años 70, pasando unas vacaciones en el puerto de Corinto, Nicaragua, escuche una barata anunciar: ¨Justine¨, película de traiciones, amor y sexo¨, que era la adaptación de George Cukor del primer libro del Cuarteto de Alejandría escrito por Lawrence Durell.

De cine se aprende viendo y aunque ya pasó la época en que las salas de cine eran refugios de enamorados, cinéfilos y cineros y pantallas tenían magia y no efectos especiales, los cineastas, armados de paciencia y computadoras, pueden bajar del web centenares de películas que, por haber nacido a destiempo, no pudieron ver en su momento.

No estoy hablando de las películas obligatorias como Ciudadano Kane Reglas del juego, sino también de cinema noir, del neorrealismo italiano, de la nueva ola del cine francés. Todos esos títulos que hicieron que el cine dejara de ser peep show para ser un arte, y que se fueron a pique junto con Titanic, de James Cameron.

En una pequeña sala de exhibición de la ave. De Messine, París, en un día de otoño de los años 40, viendo, probablemente, el Crimen de M. Lange, se encontraron tres jóvenes fanáticos: Jacques Rivette (1928), Francois Truffat (1932) y Jean Luc Godard (1930). Más tarde en la cafetería se sumaron a la discusión de la película Claude Chabrol  (1930) y Erick Rohmer (1920), el quinteto que diez años más tarde y después de visionar millones de fotogramas, serían los iniciadores de la Nueva ola del cine francés.

Esta transgresión en el lenguaje del cine se fraguó desde la revista Cahiers du cinema y bajo los auspicios teóricos de Alexandre Astruc y Andre Bazin. Sus enseñanzas enfatizaban el realismo moral y un concepto muy importante de Astruc que era la camera-stylo o cámara lápiz (cámara pincel me gusta más), que se refiere a” un cine en el cual el director crea con la cámara como un escritor con su lápiz o pluma;  la cámara es entonces fuente de obras de arte, igual que una pluma o una brocha. También descubrieron los cahieristas «autores» ocultos que nadie conocía, pero que imprimían en sus películas su propio estilo, su propia problemática vital, aun trabajando dentro del sistema de los grandes estudios: Sam Fuller, Edward G.Ulmer, Albert Lewin, Nicolas Ray, etc.”

Cahiers du Cinema, además de reunir a estos futuros maestros, sentaron las bases para la nueva cinematografía: primero el cine de autor (politiques des auteurs) cuyo concepto básico es que el director mantenga el control y la responsabilidad de su trabajo a pesar la contribución de otros y las limitantes de la industria, a través de la dirección, colaboración y supervisión del guión  y la puesta en escena y, segundo, la demarcación de los géneros cinematográficos.  Sin embargo para mí su contribución más importante fue la afición a la butaca, el ser cinéfilos además de cineros, lo cual, sin perder sus herejías, los insertaba en la tradición lingüística de este arte.

A finales de los años 50, comienzos de los 60, en un periodo de prácticamente 12 meses (annus mirabilis lo llama James Monaco), se estrenaron en Francia una gran cantidad de películas que, a pesar de su diversidad, establecieron el estilo de la nueva ola: París nos pertenece, Jacques Rivette, 1960; El Bello Sergio, Claude Chabrol, 1959; Sin Aliento, Jean Luc Goddard, 1960; Los 400 golpes, Francois Truffat, 1959; Hiroshima mi amor, Alain Resnais, 1959.

Pero así como este movimiento no nació huérfano, también tuvo hermanos mayores y menores. En esos mismos años las pantallas de Roma presentaban La Aventura, de Antonioni; La Dolce Vita, de Fellini; Kapo, de Pontecorvo. En Suecia, El manantial de la doncella, de Bergman; En EEUU, Los inocentes salvajes, de Nicholas Ray; en México Nazarín, de Luis Buñuel y  Macario, de Roberto Gavaldón; aún en Brazil se egeneró el cinema novo brasileiro, con Nelson Pereira y Glauber Rocha (los que paradójicamente conocí en las alas de cine y ensayo en el extranjero..  Ver, aunque sea en DVD, estas y otras películas que no menciono para no hacer pretensiosas listas, son lecciones imprescindibles para cualquiera que aspire a ser cineasta.

Es importante destacar, como uno de los hermanos mayores o quizás tío paterno, al movimiento que aparece en Italia al final de la segunda guerra mundial: el neorrealismo italiano. Su acta de nacimiento es la película Roma cuidad abierta (1945), de Roberto Rossellini,  rodada con trozos de película vencida y sin presupuesto. Los tramas de esta corriente son ambientados en barrios pobres o en el campo y representan la vida cotidiana del individuo, usando actores no profesionales. Esta escuela critica  la crueldad de la autoridad y del colectivo frente a la miseria humana. Se destacan nombres ya tallados en mármol: Vittorio De Sica, El ladrón de bicicleta (1948); Luchino Viscontti, Obsesión (1943) y  más adelante las primeras películas de Fellinni y Michealangelo Antonioni, que luego generarían las innovaciones más importantes del cine del sigo veinte.
Hay que notar que también el neorrealismo  italiano nace de las discusiones de críticos y apasionados al cine agrupados en revistas y cineclubes.  Su deuda con Dziga Vertov y con el realismo poético francés es inmensa, pero sobre todo fue fundamental  el aporte de Cesare Zavattini, escritor y guionista, quien elaboró la teoría del seguimiento: filmar lo cotidiano yendo detrás de personajes comunes… la cámara va tras lo real para convertirlo en  historia cinematográfica.

Ahora en nuestras pantallas se estrenan películas de deslumbrantes efectos ópticos pero sin contenido, los títulos duran una eternidad en las carteleras y la programación raramente satisface a una mentalidad mayor de 13 años. Muchos corremos tras los DVD el los clubs de videos, pero estos solo traen los últimos estrenos o a la televisión por cable que de vez en cuando y a altas horas de la madrugada pasa alguna película clásica o un film noir; el resto leemos nostálgicos las reseñas de Franklin Caldera, de cuando el cine no eran telenovelas ni imposibles realty shows sino magia.

Pero ahora existe una red donde cineastas y cineros comparten sus cinetecas privadas en la web y con paciencia se pueden encontrar maravillas en youtube o en muchos sitios más. Hay relanzamientos en video de películas clásicas o importantes que valen menos de seis dólares, por lo que se nos están acabando las excusas para que los oficiantes del cine desconozcamos a los grandes maestros.

(Fuentes :The New Wave, James Monaco.Cahiers du Cinéma, editado por Jim Hillier. A New Guide to Italaian Cinema, Carlo Celli, Marga Cottino-Jones. Luces, Camara, Acción; Franklin Caldera).

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Estudia humanidades en la Universidad Centro Americana (UCA), Managua, y arquitectura en The Catholic University of America, Washington D.C.

Publica cuentos y poemas en suplementos literarios desde 1970. En la insurrección (1978-79) es integrante de la Brigada Cinematográfica que recoge, en cine y fotografía, la guerra contra Somoza.

Durante los 80’s es cofundador y director del Instituto Nicaragüense de Cine (INCINE), y miembro fundador de la Fundación del Nuevo Cine Latino Americano. Realiza documentales y películas de ficción que obtienen reconocimientos en festivales internacionales.

Ha publicado un libro de cuentos, Nadie de Importancia(1984), y su primera novela, Así en la tierra, es finalista del premio Ateneo de Sevilla 2007.

Es editor de Cine de Carátula.