Diez poemas de Jonathan Harrington

1 octubre, 2024

Versiones al español: Fer de la Cruz

De Aquí/Here (edición bilingüe, JK Publishing, 2011)

Baile

En el West Indian Club
a lo largo y profuso de la barra los jamaiquinos beben
botellas de Red Stripe y Dragon Stout.
Descascaran tu ropa con filosos ojos negros.
Se desata la banda y en la pista
las luces nos balean con fuego de metralla
en paredes que quizá hayan sido blancas.
Rozo apenas tu cuerpo giratorio
y me vuelvo un planeta en torno a tu lado oscuro
y me vuelvo
más aprisa de tanta cercanía
ante los corazones de sórdidos danzantes
cuya humedad agravan sus caderas
cuando el sudor libera
de la tela
y emergemos
en algún otro país
fuera de nuestros cuerpos,
danzantes contra la muerte,
contra la gravedad
al emprender el vuelo.
Giramos hasta que algo me abre el pecho,
este puño cerrado con la fuerza de todos estos años
se abre dedo por dedo.
Bailamos a través del cansancio de los otros,
de sus lívidas cervezas
y el primer parpadeo de la mañana
se inserta en las ventanas
para encender el humo en nuestros cuerpos.
Este viejo encorvado
va danzando también entre nosotros
como si no existiéramos
cuando barre colillas y trozos de botella.
Salimos a la urbe
de cláxones y mofles, de cuentas por pagar
de un auto que no arranca
el cual abandonamos
bajo alguna una palmera moribunda y caminamos
en cualquier dirección
hacia ningún futuro que sepamos
bajo el sol envolvente
del ahora.

Protesta*

Voy en contra de plantas que no florecen,
de luciérnagas débiles, siempre en falso contacto;
voy en contra de ruido, groserías,
basura y pilas gastadas,
motores que no arrancan,
de cerillos mojados, computadoras lentas;
en contra de las lágrimas y heridas,
del hambre y de la sed, insomnio, envidia…
—Pero señor, —dijeron—
—usted va en contra de todas esas cosas.
¿A qué partido apoya?
Pues yo soy, cien por ciento orgullosamente,
un miembro vitalicio del partido del Amor.

* Este poema fue escrito directamente en español por Jonathan Harrington y traducido al inglés por Fer de la Cruz.

Lluvia de bicicletas

Han caído los cambios la noche entera
pues las nubes se abrieron a los rayos
de las ruedas que caen por todo el mundo
junto con las cadenas, los engranes,
estribos y manubrios.
¿Ya cuándo va a amainar
esta desaforada lluvia de bicicletas?
Se ven los cuadros rotos y chuecos sobre el pasto
de patios y diamantes de beisbol.
También hay bicicletas
que cuelgan de los árboles
como frutos jamás imaginables.
Se amontonan en todas las aceras,
salpican cuando caen a las albercas,
se aporrean también en mi tejado,
y sobre mis bugambilias
al borde del jardín.
Me enferma tanta lluvia:
bicicletas a cántaros
sin frenos, día tras día,
bicicletas, bicicletas, bicicletas.

De: Lift Up the Stone/Al levantar la piedra (edición bilingüe, Ablucionistas, 2020)

Vuelo
Mateo 2: 13-15

Tomamos puras calles aledañas de Belén.
Maryam iba montada aquella noche, amamantando al niño,
al campaneo de mazos, sierras y cepillos en las alforjas
mientras yo tiraba firme del cabestro,
pizcando mis sandalias la arena a cada paso
entre valles minados, reflectores, cráteres de mortero…
Al llegar a Hebrón, nos detuvo una patrulla de soldados
con AK-47s apuntándonos al rostro.
Les expliqué que éramos judíos en camino hacia Egipto,
mientras un helicóptero zumbaba por el cielo de Belén.
Después de darles lástima dejaron que nos fuéramos.
Tras la muerte de Herodes, regresamos
a nuestra Nazaret de Galilea.
Por eso a mi muchacho lo llaman nazareno.

Apóstol 13
Mateo 26:17-35

Ningún perro fue bendito como yo
echado ante tus pies en lo que fue Tu última cena.
Te lamí las sandalias y rascaste mi barriga
con la tira de cuero detrás de tu talón,
mientras me dabas trozos de pan y carne.
Mas nadie me recuerda en ningún libro:
ni Marcos ni Mateo ni Lucas o ni siquiera Juan.
Quizá no habrán pensado que un perro tenga alma.
Pero estuve allí. Es más, pude olfatear
la culpa en los pies de Judas.
Incluso le ladré para advertirte
y entendiste, pero no me hiciste caso,
así que volví a echarme a disfrutar
tus pies acariciándome la panza.

Última Cena
Mateo 26: 17-35

El riñón de un muchacho judío (Jonathan Jesner), muerto en una explosión suicida en Tel Aviv la semana pasada, le fue dado a una niña palestina (Yasmín Abu Rarmila). The Washington Times, sep./02

Toma este pan y cómelo —es mi cuerpo.
Toma esta copa y bebe —es mi sangre.
Este órgano de purificación
te pertenece ahora para que vivas más
pues morí por la acción de tus hermanos,
por todos los pecados de esta maldecida,
martirizada tierra de Belén,
Cúpula de la Roca, Monte del Templo…
Toma este pan y cómelo,
mi querida Yasmín, que ya es tu cuerpo.
Tu sangre musulmana se desliza por un riñón judío
—esta sangre que puede ser vertida de nuevo en Tel Aviv,
derramada en venganza por algún hermano mío.
Ofrezco mi cuerpo por la paz entre nosotros.
Y mi sangre que también es sangre tuya.

Fantasía de una esposa
Mateo 27: 19

Dijeron las noticias que le conté mis sueños a Pilato.
No es verdad. Sólo fue una fantasía. Cada vez que mi marido
pone sus dedos gordos sobre mí, suspiro y cierro los ojos.
Lo que él tal vez confunda con pasión
es mi escape: me imagino en los brazos de otro hombre
yo no en los de un burócrata seboso y flatulento.
Esa noche me tomó por sorpresa, como siempre,
como si fuera yo un caso cerrado por la corte, sin derecho a apelación.
Me montó con gruñidos que le son tan usuales, mientras yo me evadía
pensando en el judío bien barbado
de piel suave y cobriza, que anda sanando gente.
Fue cuando retozaba mi esposo a mis espaldas
que le dije: —Por favor, déjalo ir.
Tu muerte fue anunciada al día siguiente en las noticias de la tarde.

De: Yesterday, a Long Time Ago (Finishing Line Press, 2012)

La cucaracha imperial

A las 7:36 esta mañana,
aplasté de muerte a una cucaracha
con el tacón rotundo de mi bota derecha.
Aún me siento culpable.
Sin embargo, en este mismo instante,
Muchas otras personas
—unas 12.6 millones de almas, tal vez más—
estarán al ataque con golpes, zapatazos, rociadores,
en algún lugar del mundo
convaleciente.
La cucaracha ha cometido un solo crimen: existir.
Esta humilde criatura, de entre las más antiguas
antecedió por millones de años
a las mujeres Cro-Magnon
que con el pie descalzo las embarraron al piso
en resquicios profundos de sus cuevas.
La cucaracha, para hacer justicia,
debe pertenecer a la nobleza,
un distinguido príncipe en el reino animal,
a la altura y honor del cocodrilo
o de algún arcano microorganismo
que ha sobrevivido
por 350 millones de años.
Después, mucho después del exterminio
de todo aquí en la Tierra,
incluso de nosotros los humanos,
caminará imperiosa la cucaracha
por sobre nuestras tumbas.
Sus nerviosas antenas muy en alto
apuntarán al próximo milenio.

Rastro de papeles

“Los trozos de papel […] Se deslizaron al cielo el martes y cayeron a la tierra a kilómetros de distancia, en Brooklyn”. The New York Times, 14 de septiembre de 2001*

Lluvia de documentos:
memorandos, currículos, faxes y contratos,
mensajes telefónicos y reportes de gastos.
Entre ellos una hoja
desprendida del bloc entra volando
por la ventana abierta
de una casa Brownstone en Coral Gardens,
como epístola directa de los ángeles,
sobre la mesa de una anciana viuda.
Lo vira y lo coloca frente a ella,
entre sorbos de té:
un mensaje caído de los cielos,
envuelto en misticismo;
una nota rosada
de un bloc con el membrete
“Mientras estabas fuera”:
Para: Paul
Día: 11 de septiembre, 2001
Hora: 8:40 AM
La opción “Dejó mensaje telefónico”, marcada.
Dice:
Paul: Dan Llamó
cuando Ud. andaba arriba.
Va a llegar a las 10 porque tuvo que llevar
a su hija a la escuela.
Yolanda.
Cómo podría saber la viuda anciana,
por esta nota caída de las nubes,
el destino de estos cuatro personajes
en una obra de cuatro breves actos.
Cómo sería posible adivinar
que la voz de Yolanda ya estaba sepultada
en el silencio de la Torre Sur,
ya muerta, a diez minutos
de haber escrito su última palabra,
¿acaso fue su nombre?
¿Y Paul?
Se quedó arriba
atrapado en el piso 87.
Si su junta
hubiera sido abajo,
quizá caminaría hoy con nosotros.
La hija (el personaje
culpado al iniciar el primer acto
por hacer llegar tarde a su papá)
incluso fue elevada al papel de salvadora,
una inversión de roles tan abrupta
que los hará pensar el resto de sus vidas.
Ahora Dan,
¿quién es él?
Este hombre de entre miles
elegido a salvarse,
suertudo, Lucky Dan,
que llegó una hora tarde a su trabajo
en las Torres Gemelas.
Mas no nos olvidemos del público
de sólo una persona:
la viuda anciana, aún sin comprender
las profecías que lleva el memorándum.
Se asoma a la ventana,
ve hacia arriba,
y adentra la mirada en ese cielo
que le entregó el mensaje.
Suspira por el peso de sus propias memorias,
tan sola, tan cansada.

* La traducción de la cita del New York Times, hecha por Miguel Paco, fue tomada del portal “Libro de notas. Diario de los mejores contenidos en La Red en español”: <http://librodenotas.com/almacen/ilustracion/r_papeles.htm>.

Be Kind, Rewind

“fue como de película”, oí a menudo luego del ataque.

Pausa momentos antes; digamos que a las 8:44 AM.
Stop
y rebobina
para dejar que vaya caminando en reversa,
justo antes del momento en que el segundo avión se estrella.
Deja que me separe de la 6a. avenida hasta la 7a.
y que pase de espaldas por la puerta de vidrio de ese lobby,
llegando al edificio de oficinas,
y que el elevador me retroceda de vuelta a mi cubículo.
Deja que mis papeles
vuelen directo desde mi escritorio
hasta mi portafolio que salta hasta mis manos
y que sus cerraduras se aseguren cediendo a mis pulgares.
Y déjame volver sobre mis pasos,
de la calle a la estación: al andén A.
Que el tren vaya en reversa, que se dirija al Uptown,
adonde está mi hijo de cuatro años,
de mano humedecida tomada por la mía mientras retrocedemos,
alejándonos de aquél, su primer día de clase,
aquel horrible martes.
Deja que retrocedan esos jets
hasta sus terminales del aeropuerto en Boston
en tanto que mi hijo y yo volvemos otra vez sobre la calle
hasta llegar a casa.
Déjame desvestirlo, así en reversa,
quitarle los zapatos y esconderlos debajo de la cama.
Volveremos al baño, hacia atrás,
donde la orina subirá a su pene,
y luego a su vejiga,
allí parado, de cara adormilada,
allí, haciendo pipí,
justo una hora antes de que el mundo acabara.
Y de vuelta a su cuarto, en donde su piyama se avienta sobre él
y de regreso al sueño
apacible
el que todos tuvimos
cuando todos dormimos como niños
una mañana hermosa, en Manhattan,
antes de la caída de las torres.


Fer de la Cruz un poeta de Yucatán, México. Es autor de más de 20 títulos principalmente de poesía lírica, satírica y para la infancia, pero también de narrativa y traducción literaria. Es candidato a doctor en Español por la Universidad de California, Irvine.

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Estados Unidos, 1956. Máster en las Bellas Artes, de la Universidad de Iowa. Poeta, columnista, editor y autor de cinco exitosas novelas de misterio. Dos veces asistió a Semana Negra de Gijón, (España) como invitado de Paco Ignacio Taibo. Asistió como invitado de Festival Internacional de Poesía en Pachuca, Hidalgo, México y FIP, Tecoh, México. Asistió a la 16 Festival de Poesía en La Habana, Cuba. Sus libros de poesía incluyen: Al levantar la piedra: El evangelio según Jonathan (Ablucionistas editorial: editado por Jorge Contreras), Rastro de papeles, The Traffic of Our Lives, Aquí / Here (bilingüe), Yesterday, a Long Time Ago y Handcuffed to the Jukebox. Fue profesor de Creación Literaria en dos universidades estadounidenses. Ha colaborado en una variedad de medios, entre ellos, el New York Times y el Texas Review. En 1989 editó la antología de cuentos New Visions: Fiction by Florida Writers. Más tarde, sus colaboraciones en la revista Metro le ganaron el premio coveted Gold “Charlie” Award por mejor columna del año. En 1992, publicó una colección de estos ensayos en el libro Tropical Son: Essays on the Nature of Florida, con amplia aceptación de la crítica. Orgullosamente yucagringo, radica en la hacienda Xpakay, en el Yucatán rural, donde tradujo al inglés las obras de poetas como José Díaz Bolio y también poetas mayas contemporáneos: se trata de los poemarios Ti’ u billil in nook, de Briceida Cuevas Cob y Ukp´éel wayak´, de Feliciano Sánchez Chan. Su traducción del libro de Sánchez Chan fue nominado a ocho premios de traducción.