Dos fotografías de 1948 en La Habana

1 abril, 2023

Son dos fotografías. Una la hizo el fotógrafo cubano Jesse Fernández. La otra la hizo Elena, mi madre. Las dos son tomadas en 1948, en el Parque Central y sus alrededores, en La Habana. 

La de Jesse Fernández iba a ilustrar, treinta años después, la portada del libro “La Habana para un infante difunto”, de su amigo Guillermo Cabrera Infante. Tomada en algún punto del Parque Central, la imagen muestra un fotógrafo “de cajón”, ese personaje frecuente en las plazas y parques de nuestros pueblos y ciudades, que allí se sentaba en la base de un gran farol, a la espera de clientes que quisieran ser retratados. Este otro fotógrafo -más moderno y más libre para moverse por todas partes, que es Jesse Fernández- enfoca a su colega más viejo que vive siempre a la espera: con su sombrero, su camisa blanca y su cámara.

Muy cerca de allí, en el pequeño y recogido Parque de la Fraternidad, frente al Palacio Aldama hecho de piedra caliza, mi madre ha tomado la foto de mi abuelo sentado, conmigo muy cómoda sobre su pierna, su brazo izquierdo protegiéndome. Tengo algo más de un año, y el momento es cercano al de la otra imagen, la de Jesse Fernández en la portada de Cabrera Infante. Y también casi coinciden los espacios, porque el Parque de la Fraternidad está al final de la caminata por el Parque Central, dos lugares muy céntricos de la ciudad, espacios de una infancia de la que casi no tengo recuerdos pero sí fotografías, sitios de paseo ubicados a unas tres cuadras de la casa del abuelo -esa larga casona que hacía esquina, con sus mediopuntos, sus guardavecinos y sus guardacantones- entre Suárez y Corrales, muy cerca de la calle Monte, lugares por los que años después me iba a gustar tanto caminar cuando iba de vacaciones desde Caracas. 

Si no supiera que aquella foto con mi abuelo la tomó mi madre, podría acaso jugar a inventarme que la hizo Jesse Fernández el mismo día de su recorrido, cuando buscando escenas urbanas y personajes en la paz de los parques y las plazas, se topó antes o después con el fotógrafo de cajón y, a pocos pasos, con este abuelo con corbata y su pequeña nieta con gran lazo en la cabeza. Pero ya sé que no fue así, y en realidad a Jesse solo lo conocí treinta años después, en 1979, cuando vino a visitar a su amiga Antonia Palacios en Caracas y allí estaba yo, con mis compañeros, en una sesión del Taller Calicanto, esa cueva luminosa que la querida Antonia compartía con nosotros cada lunes por la noche en el sótano de su casa.

La autora con su abuelo Arturo, Plaza de la Fraternidad, La Habana 1948.

Caracas, 28-02-2022

Comparte en:

María Elena Ramos (1947, La Habana) Investigadora en artes visuales. Presidente del Museo de Bellas Artes (1989/2001). Miembro fundador de la Galería de Arte Nacional (1976). Licenciada en Comunicación Social, Universidad Católica Andrés Bello (1975). Estudios de maestría y doctorado, Filosofía, Universidad Simón Bolívar. Caracas. Curadora por Venezuela en Bienales internacionales: Venecia, Sao Paulo, Medellín, Cuenca. Algunas de sus publicaciones son Alejandro Otero, la dimensión del vuelo, Fundación Otero Pardo, 2020; El libro de la belleza, Turner, 2015; y El Ávila en la mirada de todos, Playco, 2014; entre otras.