Dos visiones del «Estrecho dudoso»: España y América

1 febrero, 2023

(Ángel Martínez Baigorry y Ernesto Cardenal)1

Este artículo fue originalmente publicado en la Revista de Filología Hispánica en 1994


Al hablar de El Estrecho dudoso,2 nos estamos refiriendo a un sueño, que lo fue ya desde los primeros años de la conquista. Este sueño se situó durante varios siglos en la zona del río San Juan, en Nicaragua. Y curiosamente, la posibilidad del canal nunca llevada a cabo, ha marcado en gran medida la historia de este país desde 1502 hasta nuestros días.

En su condición de posible país canalero se encierra una de las claves de la historia de Nicaragua. Los lagos atraviesan prác­ticamente su territorio de costa a costa. El más importante de ellos, el lago Nicaragua, tiene una extensión de más de 8000 kms2. Fue llamado por los conquistadores la Mar Dulce. En este lago nace el río San Juan -navegable-, y hasta hace un siglo, una importante vía de comunicación para toda América. El río San Juan es la gran arteria vital del país, y su eje histó­rico. Desemboca en el Atlántico y en el delta se sitúa la ciudad nicaragüense de San Juan del Norte (Greytown para los ingleses que durante años ocuparon la zona). A orillas del Pacífico, tan solo 20 kms. de tierra llana separan el gran Lago de San Juan del Sur. El hombre sólo tendría que perforar esos escasos kilómetros para obtener un canal transoceánico.

Pero lo que era una aspiración lógica y una posibilidad desde 1502, se convirtió, con el avance de la historia, en un sueño imposible. Los españoles no pudieron hacerlo, y cuando los americanos lo intentaron en 1849, los ingleses se opusieron, temerosos del creciente poderío Norteamericano. Más tarde, los nicaragüenses no quisieron ceder su soberanía nacional a cambio del canal, y cuando se construyó el de Panamá, Nicaragua pasó a segundo plano y el río perdió su importancia como vía de comunicación interoceánica. Las consecuencias económicas fueron importantes: con la decadencia del comercio, llegó la de algunas ciudades, y finalmente la de todo el país.

Con todo ello nació el gran sueño frustrado de los nicaragüenses, y el mito que hizo posible convertir esta posibilidad truncada en símbolo y compendio de todos las aspiraciones y frustraciones del país. Todo esto se interpretó como una lucha por salvaguardar la cultura y la soberanía nacionales frente a la presión y el imperialismo de los Estados Unidos. Y poco a poco, el canal inexistente, el Estrecho dudoso de los conquistadores, pasó a formar parte de la epopeya nacional nicaragüense.

No se pretende aquí, presentar el problema en toda su complejidad histórica y política. Tan sólo intento explicarme la presencia de este tema en la poesía de Ángel Martínez3 y en la de Ernesto Cardenal. No deja de ser chocante que aparezca en ambos autores. Y creo que no se puede atribuir a una influencia de Angel Martínez en Cardenal, ya que en ellos se da una curiosa coincidencia en el tratamiento de algunos hechos y personajes históricos, pero no cabe duda que el punto de vista es diferente. La coincidencia se justifica por el rango de epopeya nacional que el problema tenía en aquel momento, con sus lugares comunes. Su divergencia está en la dimensión épica que adquiere en Cardenal y que no alcanza en Ángel Martínez.

Ángel Martínez llegó a Nicaragua en el año 1936. Ese mismo año, se produjo el golpe de estado del general Somoza. A lo largo de los diez años que pasó en el Colegio Centroamérica de Granada, tuvo oportunidad de conocer el país, su situación en aquel momento, su cultura, su historia. Ya en 1939 escribe un romance dedicado a Ernesto Cardenal sobre la ciudad de Granada, en el que se habla de su decadencia, y se insinúa que la causa es la falta de salida al mar.4

En 1943, parte en viaje misional hasta la desembocadura del río San Juan -San Juan del Norte-. Este viaje dio origen a una trilogía sobre el río en la que va describiendo los lugares que atravesó navegando. El poema no se reduce a una mera descripción física de esas tierras o del propio río. Pronto se convierte en imagen del viaje por la vida, de la existencia humana. Cada situación y cada lugar adquieren un nuevo sentido simbólico.

Ángel Martínez refleja en el poema la realidad histórica y presente del río San Juan, hace suya la añoranza del canal, y la preocupación por la decadencia del país. Una realidad de esperanzas truncadas, de decadencia social y económica. Por ejemplo, San Juan del Norte es una ciudad muerta, en la que se espera siempre el canal como única posibilidad de renacimiento para una zona siempre castigada por la naturaleza y la metereología:

Y no hay remedio, y no hay remedio, y no hay
                               remedio.
Hay un clamor en seco y va al vacío:
O torrentes de lluvia que convierten en mares las ciudades
o sequedad que ahoga el río y deja
sin sus vías de sangre, en aislamiento,
las ciudades tendidas sobre el cuerpo abrasado,
sin un puente de vida entre el mar y la tierra,
con el cuerpo deshecho del verano
en calcinados huesos esparcidos.5

Pero transforma el anhelo histórico de los nicaragüenses por convertir el río San Juan en un canal interoceánico en símbolo del anhelo de Dios. Así, el Desaguadero y la desembocadura del río San Juan, se convierte en símbolo de la muerte, que es paso a la vida eterna: el fin del río en el fin de la vida6.

Esto sucede en todo el poema; interioriza el río nacional nicaragüense -con el problema del canal-, y lo hace símbolo de su propia existencia. El río concreto se convierte en el río universal, símbolo del Río Trinitario, y la añoranza del mar en la añoranza de Dios. El paisaje fluvial se eleva, y el recorrido físico se convierte en un recorrido teológico hacia Dios.

Concepción Andueza interpreta este poema en ocasiones, como un canto político, ideológico. Sin embargo, esta interpretación no es muy aceptable, teniendo en cuenta que Ángel Martínez jamás se interesó por la política. Él era un hombre pacífico, pacifista. Tenía amigos de todas las ideologías. Nunca adoptó una postura concreta, ya que le parecía incompatible con su ser de poeta:

Pero, ¿por qué ya todos los poetas
Se han dado cita para
ser comunistas o anticomunistas
O ser esto y aquello
-en no poetas-?7

De hecho, el poeta salvadoreño René Acuña, que fue un tiempo su discípulo, se lo echa en cara en su libro Vuelo de la memoria:

Y sin embargo, más vale no ignorar que el gran Río jamás alzó la voz contra la injusticia del régimen somocista, no obstante correr sus aguas llenas de sangre y de lágrimas injustamente vertidas.8

En alguna ocasión, se ha hablado de Río hasta el fin como del poema nacional nicaragüense. Aunque generalmente no estoy de acuerdo con las afirmaciones /acusaciones -bastante venenosas-, que vierte René Acuña en el libro antes citado, pienso como él que de ninguna manera se puede considerar así. En un arrebato de amistad y de entusiasmo, Cardenal escribió del poema:

Caudaloso poema, Río hasta el fin, ha cantado casi en una epopeya el río San Juan. Desaguadero del lago, el San Juan es el eje de nuestra exigua nacionalidad, y con sus aguas corre toda nuestra historia, la conquista, la piratería, las invasiones extranjeras. Su canto al río es el canto a la historia de Nicaragua, la selva fabulosa, las ruinas heroicas, los remeros anónimos que apenas turban la quietud de las aguas, la civilización arrasada por la vegetación y las lluvias. Este cuantioso poema, hondamente nacional, es la más exacta expresión de la inquietud nicaragüense, la inquietud del canal. Desde el principio al fin, este canto descorazonado es una gran añoranza del mar.9

Ángel Martínez poetiza un espacio que supuso para él una intensa experiencia. Pero no puede considerarse realmente un poema nacional, ni el simbolismo del Desaguadero esconde ninguna implicación ideológica. Eso es justamente lo que le falta para convertirse en un auténtico poema épico y nacional. La alegoría política se transforma ineludiblemente en símbolo de una experiencia religiosa personal. En Río hasta el fin, la añoranza del mar se convierte en añoranza de Dios.

Concepción Andueza sostiene en su trabajo sobre este libro10 la misma teoría que Cardenal, con mucho más convencimiento y entusiasmo. Pero Ángel Martínez ve el problema del canal bajo el punto de vista de un español, por muy «re-nacido» nicaragüense que se considere. Es decir, desde una universalidad que le impedía considerarlo como algo propio tan solo de una nación:

Hay un río de sangre después de muchos siglos
que en el mar por el río desemboca.
No una ciudad, no una nación, no Nicaragua ni América:
es el mundo.11

Por otra parte, tampoco consideraba a Nicaragua como su «nación» exclusiva, en el sentido en que lo podía considerar un nativo.

Esto se aprecia muy claramente en el largo poema (unos 250 versos), titulado «Almirante de la Mar dulce»12. En él trata el tema del canal desde el punto de vista histórico. Ángel Martínez ya en 1943 intuyó la fuerza poética de la historia del Estrecho Dudoso y de los protagonistas de la conquista. Su poema es un canto a Gil González Dávila, Machuca y Calero, tres de los principales protagonistas de la conquista de Nicaragua y de la exploración de la zona del Desaguadero. Pero en el fondo, el poema no es sino un canto personal a un soñador fracasado.

Lo presenta como una larga carta personal a un amigo, al que le hablara sobre la muerte de otro amigo común:

Padre Pardinas:
               este nuevo canto
tiene una triste nueva que llevarle:
El caballero Gil González Dávila
se ha muerto en Ávila de los caballeros.
¿Se acuerda? Aquel hidalgo a quien le hizo
Caballero el Mar Dulce.
                               (Su Mar Dulce)13

La empresa de González Dávila aparece como una empresa de un castellano y para Castilla, no como el origen de la identidad nacional nicaragüense:

… En las velas presentes de un gran sueño
y en las futuras, blancas de tres barcos
una esperanza en su esperanza abierta
de dar, con el abrazo de este río a dos mares,
a su Castilla la unidad del mundo.14

Por lo tanto, el héroe es un castellano, no un hispano-americano. Esto ya de por sí nos da el punto de vista de la historia que él refleja: España. La afirmación de que es un poema nacional cae aquí por su base. No acepta la historia como verdad. La rechaza como «historias», como algo que no sabe llegar al fondo de las intenciones de los hombres:

… Dice la historia …
                (¡Historias!)
-Sí, es verdad, con las glorias, tantas veces
intrigas, ambiciones
y la amarilla desde ojos de oro
y la roja soberbia con entrañas secas
y ojos de imperio.
Pero la historia nunca sabe nada
de la más honda vida esencial
por la que se ambiciona
y se intriga y se muere.15

Y acaba siendo el poema un canto a la conquista y a los conquistadores:

De la anchura infinita de su tierra aprendieron
su insistencia de mar aquellos hombres.
Almas con horizontes.
Ojos que navegaban.
No sabían nadar y pasaban de vuelo
con los vientos de Dios los ríos y los mares.
En Estrechos Dudosos buscaron el abrazo
sólido de las tierras que el agua distanciaba.
Vencieron las montañas, domaron los torrentes,
se libraron del aire de la muerte que acecha.
Pero no de la vida que los mataba dentro:
No pudieron librarse de sí mismos
dando muerte a la muerte que en sí mismos
llevaban.16

A Ángel Martínez le interesa más el problema personal del sueño inalcanzable, perseguido con constancia por esos hombres del pasado, que los hechos históricos. Y esto le lleva una vez más a compararlo a su propia experiencia. La conquista aparece como una empresa realizada por grandes hombres, a pesar de sus pecados personales, que les llevaron en ocasiones a la muerte. Desautoriza la historia, porque no puede descubrir la conciencia más profunda de los hombres. Y el sueño inalcanzable del Estrecho Dudoso se convierte en paradigma de todos los sueños. A pesar de su frustración, siempre queda la esperanza en Dios. El espíritu de González Dávila es comparado al de Santa Teresa: la fuerza de Castilla llevó a estos hombres a emprender una gigantesca e increíble aventura.

En definitiva, para nada plantea todo esto bajo el prisma de la historia de Nicaragua, ni de las consecuencias que tuvo para este país.

Ernesto Cardenal vuelve a tratar el mismo problema histórico del canal en un extenso poema titulado El Estrecho Dudoso, y publicado -paradójicamente- en España en 1966.17

Según Giuseppe Bellini, Ernesto Cardenal pertenece a la generación que reconoce en el grupo del Taller de San Lucas a sus maestros, y a la que pertenecen también Carlos Martínez Rivas, Ernesto Gutiérrez, Femando Silva etc… Ángel Martínez era, como José Coronel Urtecho, miembro del grupo.18

Como es sabido, Cardenal fue orientando su poesía desde el neorromanticismo hacia un mayor compromiso político, hasta convertirse en un «poeta militante de la teología de la liberación», si es que se le puede llamar así. En 1966, quizá no se hubiera producido todavía la ruptura de la amistad personal que existía entre Cardenal y Angel Martínez. Pero en lo poético y en lo ideológico, la ruptura era un hecho consumado.

El tema del Estrecho Dudoso ya había sido tratado. Pero Ernesto Cardenal aportó, al margen de una mayor complejidad, superior técnica e inspiración y una nueva intensidad: al hacerlo denuncia político-religiosa, lo convirtió en una auténtica epopeya.

Cardenal construye su poema a partir de crónicas de Indias, cartas, relaciones y otros documentos históricos, seleccionados y orientados para dar su particular visión de la historia. Lo que en Ángel Martínez es una visión personal, nostálgica pero esperanzada, se convierte en Cardenal en una visión apocalíptica.

Cardenal sale de su poema, y elimina todo subjetivismo declarado, porque quiere presentarlo como una epopeya, aunque sea negativa. No es una carta personal a un amigo, es un reportaje realizado con materiales históricos de «primera mano».

Y la conquista ya no aparece como una empresa heroica, sino como una locura o una pesadilla. Los hombres que la llevaron a cabo lo hicieron en condiciones infrahumanas, con una naturaleza siempre enemiga. Los móviles que impulsaron a aquellos hombres son el poder y el oro. La búsqueda del estrecho es una realidad, pero sólo para conseguir más riquezas, más poder.

Y el Estrecho Dudoso, es un sueño frustrado desde los primeros versos, en los que recoge la llegada de Colón a Veragua:

Halló el Estrecho en Veragua:
Veragua, en la provincia de Mango,
que limita con Catay…
Pero el Estrecho era de tierra,
no era de agua.19

Para acabar siendo una locura en la que sólo cree Da Juana la Loca, y que se realiza en el canal de Panamá:

Oh Doña Juana Doña Juana
¡El canal de Nicaragua!
…ymporta el descubrimiento a nuestro serbycio
por el dicho río arriba
puede
 aber nabegación para el Perú
y
 para la Especiería.

Oh Doña Juana Doña Juana
¡El Canal para la Especiería!
El canal de Panamá-
                     ¿En eso acabaron todos los sueños
de la Especiería?20

El deseo de oro de los conquistadores es insaciable. Toda esa etapa histórica es una pesadilla: la naturaleza, y la violencia de unos contra otros tiñen de sangre la historia.

Y los episodios, como documentales históricos, se van desarrollando con gran fuerza plástica y un final siempre trágico. Asesinatos, traiciones y desastres naturales se suceden en un conjunto dominado por los tonos sombríos y las fuerzas apocalípticas: la guerra, la enfermedad, el hambre, la muerte.

El Momotombo deja de ser símbolo de elevación hacia Dios, para convertirse en el «Dies Irae».21

Sólo Fray Bartolomé de las Casas y sus compañeros se salvan de la Ira de Dios. Las figuras de Gil González, Machuca y Calero son tratadas con más simpatía, pero la visión de la conquista es radicalmente negativa.

Y digo radicalmente, porque Cardenal apunta también hacia la trascendencia, aunque de modo diferente a Ángel Martínez. En efecto, este poema es en el fondo un canto de la alianza de Dios con los más débiles -con los amerindios- a través de la historia, que se manifiesta en una Naturaleza siempre adversa a los conquistadores. (El Momotombo acabará por anegar la ciudad de León Viejo, manchada por todos los crímenes sacrílegos y todas las violencias). Y por otro lado, es una promesa de salvación a estos pueblos amerindios, no a través de la Biblia, sino de las profecías de Chilam Balam.

Esta poetización de la historia encubre una fuerte denuncia política del régimen de Somoza. Pedrarias es un trasunto del dictador, y la ciudad de León, de donde era originario Somoza, la ciudad maldita, anegada por la ira de Dios:

La capital de Nicaragua está allí espectral
bajo el agua. Un borroso sueño… Un conquistador
degollado

Pedrarias enterrado con todas sus banderas.
Después un asesinato y un terremoto…
Un gobernador tirano y sus dos hijos (dos hermanos tiranos)
Y salta una mojarra.

El lago de León Viejo es el Lago de Managua.
¿Hay un nuevo León Viejo?
El mismo Momotombo retumba todavía.
… Y los ladridos de los perros de Pedrarias…

NON DEBE EL CORONISTA DEJAR FASCER SU OFICI022

Para Cardenal, la historia se repite. El oro y el afán de poder, siguen siendo los móviles de los dictadores y de los colonizadores contemporáneos. Para obtenerlo, se sigue esclavizando y despojando a los más débiles. Las violencias y las traiciones entre los poderosos son las causas de los cambios del poder. Y el poeta sustituye la esperanza en la otra vida por una profética visión del hundimiento de la antigua ciudad de León, que simboliza la caída de Somoza. Ángel Martínez transforma el sueño del canal en deseo de Dios. Cardenal lo transforma en profecía revolucionaria, que intenta bajar a la tierra la ciudad del Cielo.

 

Notas

1 Leído como comunicación en el congreso internacional, «El Encuentro: Literatura de dos Mundos», Murcia, noviembre. 1992.

2 Zona del río San Juan en Nicaragua, que da título a un libro de Ernesto Cardenal, El Estrecho Dudoso, Madrid, Ed. Cultura Hispánica, 1966.

3 Ángel Martínez Baigorri, poeta y jesuíta, nació en Lodosa (Navarra) en 1899. En 1936 fue destinado a Nicaragua. Fue profesor de literatura de poetas como Ernesto Cardenal, o Carlos Martínez Rivas. Sus obras más importantes son Río hasta eI fin, ÁngeI en el país del águila y Dios en blancura. Ha sido considerado el poeta místico en lengua española más importante del s. XX. Murió en Managua en 1971.

4  Dice que se está muriendo. / ¡Vamos a resucitarla! /…../Cuando hacia el lago mirabas, / Soñando en el mar cercano, / Te daba el sol en la cara: / Cuando por mirar a tierra / Vuelves al lago la espalda, / Se pone en la tierra el sol / Y en ti la noche, Granada.
Ernesto Cardenal tendría entonces unos catorce años.

5 Martínez Baigorri, Poesías completas. 1917-1971, Valladolid, 1981, 910.

6 Esto lo explico en profundidad en mi trabajo inédito, Los símbolos en la poesía de Ángel Martínez Baigorri, Pamplona, 1991.

7 Martínez Baigorri, op. cit., 895.

8 Acuña, Vuelo de la Memoria, México, UNAM, 1982, 24.

9 Martínez Baigorri, A. Ángel poseído. Barcelona, 1978, Ed. 29, p. 208.

10 Andueza, Poesía del Ángel, México, UNAM, 1973. (Tesis doctoral)

11 Martínez Baigorri, op. cit., 918.

12 Martínez Baigorri, op. cit., 946-953.

13 Martínez Baiaoni, op. cit.. 946.

14  Martínez Baiaoni, op. cit., 947.

15 Martínez Baigorri, op. cit., 950.

16 Martínez Baigorri, op. cit., 952.

17 Ernesto Cardenal, El Estrecho Dudoso, Madrid, Ed. Cultura Hispánica, 1966.

18 Los Cuadernos del Taller de San Lucas, (Granada, 1942-1944) eran fruto de la «Cofradía de escritores y artistas católicos» de la cual fueron miembros Pablo Antonio Cuadra (director y secretario), Ángel Martínez y José Coronel (consejeros).

19 Ernesto Cardenal, op. cit., 61.

20 Ernesto Cardenal, op. cit.,116.

21 Vid. Pilar Aizpún, Los símbolos en la poesía de Ángel Martínez Baigorri, Pamplona, 1991, 136.

22 Ernesto Cardenal, op. cit., 112.

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Especialista en la poesía de Ángel Martínez Baigorri. Ha publicado trabajos como Naturaleza y trascendencia. Los símbolos en la poesía de Ángel Martínez. Preparó la introducción a las obras completas de Martínez Baigorri publicadas por Gobierno de Navarra, Departamento de Educación y Cultura. Ha sido profesora de la Universidad de Navarra.