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El EGO como herramienta de superación humana

25 septiembre, 2019

«El ego me mata…» Ensayo de Carlos morales, Editorial prisma, 2019.


“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Eso lo dijo el sabio griego Arquímedes, doscientos años antes de Cristo, como eslogan de su palanca, que permitió mover los objetos más pesados. Carlos Morales diría: ¡Dadme EGO y moveré el mundo”. Me gustan los libros que proponen una idea, una tesis concreta, y a partir de ahí, estructuran una teoría que respalda su fórmula. En resumen, este libro manifiesta que el EGO de los seres humanos es uno de los grandes motores de la ciencia, el arte, la historia y la cultura en general. Agrego yo que la voluntad y el talento son sus complementos indispensables, donde la ética direcciona sus resultados, algunos maravillosos y otros desastrosos.

Está formado por doce capítulos más prólogo y epílogo, cada uno precedido de una cita célebre que anticipa el tema por tratar. El EGO transita por todo el libro, mas se enfoca desde ángulos muy variados como para redondear una perspectiva amplia de tema escurridizo. Acude a ejemplos de personajes contemporáneos muy conocidos y cuando aplica el humor o la ironía, comienza por desnudar al propio autor. Lo cual parece muy sano.

El libro sale a la luz en los tiempos de Donald Trump, un EGO que pone los pelos de punta de todos los habitantes del planeta, pero que también ha mejorado algunos índices económicos de su país. El presidente de los Estados Unidos se ha tomado en serio eso de que su patria es “la cabeza” del mundo y como tal, él es la personalidad más destacada del orbe y debe actuar en consecuencia. Pues ese fenómeno histórico puede tener una explicación sicológica si se analiza desde el punto de vista del EGO en acción. Trump tiene que haber leído el famoso libro de Rollo May, “La necesidad del Mito”, donde se declaró sin rodeos el hambre de la sociedad por “héroes” de carne y hueso, ansiedad que a veces se paga muy cara. “El héroe es un mito en acción”, concluía May y ese “héroe”, regularmente, se mueve al compás de un EGO desmesurado.

Para equilibrar la balanza, me seduce la idea de traer a colación el EGO del ilustre nicaragüense Rubén Darío, quien con su pluma revolucionó la poesía hispanoamericana de finales del siglo XIX y principios del XX, haciendo que por primera vez España descendiera un peldaño ante la literatura latinoamericana. Durante los años sesenta del siglo XX el fenómeno se repitió con el famoso Boom de la novela de la región, pero para ello fue necesaria la convergencia de García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, Rulfo, Donoso, Carpentier, Fuentes y otros. Es decir, lo que hizo en solitario aquel indio nicaragüense, lo revalidó la generación de novelistas más talentosa de nuestra historia. El EGO “rubendariano” ya se atisbaba en su libro “Los Raros”, publicado en 1896, donde el poeta se suma disimuladamente a otros de su categoría como Poe, Verlaine, León Bloy, Ibsen, José Martí y el Conde de Lautréamont. El “Divino Rubén” reconocía que el alcohol era el combustible de su EGO: “Crear, crear y que bufe el eunuco”. Ese pudo ser su epitafio.

Eva María Duarte, más tarde conocida como Eva Perón, es uno de los EGOS más deslumbrantes de la historia. Nacida en 1919, en Los Toldos, sitio perdido en la provincia de Junín, Argentina, se levantó de la nada para llegar a Primera Dama de su país y líder de masas, al punto de convertirse en mito y en “santa” para algún sector de la población. Desde muy joven supo que tenía que volar, porque una fuerza interna la impulsaba a superar sus pobrezas y su condición de hija ilegítima. Cuando el cantante de moda, Agustín Magaldi, pasó por su ciudad, se acercó a él y según alguno de sus biógrafos, le ofreció su virginidad con tal de que la llevara a Buenos Aires. Ahí se hizo actriz, conoció a Juan Domingo Perón y el resto es historia. Cuentan que siendo Primera Dama hizo esperar toda una mañana al embajador de España; este, indignado, insistió por enésima vez ante la secretaria, a lo que Evita reaccionó con su EGO alterado: “¡Decile al gallego que se vaya para la mierda!” El embajador se puso de pie y contestó: “El gallego se va, la mierda se queda”.

En la pintura, los españoles Picasso y Salvador Dalí ofrecieron en bandeja un espectacular choque de EGOS, que al fin de cuentas, propició el florecimiento de uno de los períodos más ricos de la pintura universal. Picasso se creía intocable y lo probó durante los años cuarenta, cuando los Nazis ocuparon París y respetaron su obra y su integridad física. Mientras tanto, Dalí se había trasladado a Estados Unidos, desde donde lanzaba dardos venenosos a su paisano, como aquel famoso epigrama: “Picasso es español, yo también; Picasso es un genio, yo también; Picasso es comunista, yo tampoco”. Dalí se negó a la horizontalidad de cualquier ideología, porque socavaba su EGO; Picasso se afilió al Partido Comunista Francés pero nunca renunció a la originalidad de su trabajo. En 1966, en una entrevista con Alain Bosquet, Dalí dijo lo siguiente: “Picasso ha muerto en lo que a mí concierne: él se había convertido en mi padre y yo tenía por ambición subconsciente el deseo de engañar a mi padre, de matarlo”. Picasso falleció en abril de 1973, pero Dalí anticipó esa muerte porque dos EGOS tan grandes no podían compartir una misma época.

El libro de Carlos Morales abunda en ejemplos nacionales de actualidad, donde el EGO de algunos personajes bordea la risa, la reflexión y el desconcierto. El ensayo abre un espacio enorme para ampliar el análisis de la personalidad y obra de Juanito Mora en la épica, Clorito Picado en la ciencia, Chavela Vargas y Ray Tico en la música, Rafa Fernández en la pintura, Yolanda Oreamuno en la literatura, G. W. Villalobos en la política, las hermanas Poll en el deporte y muchos más. La riqueza de este libro no acaba en la página 181; por el contrario, sugiere la elaboración de otros textos donde el abordaje multiplique la explicación de nuestra identidad.

En esta época de memes y redes sociales, alguien lanzó una imagen fabulosa de un gato que se mira al espejo y este le devuelve la imagen de un león. Así, los seres humanos, cada mañana ante el espejo, veríamos la representación de nuestro EGO disparado hacia las alturas de lo sublime, midiendo fuerzas contra obstáculos y adversidades, con el convencimiento de que llevamos por dentro una herramienta valiosísima que peyorativamente llamamos EGO, pero que Carlos Morales nos invita a transformarla en coraje, ambición y crecimiento.

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