Ulises Huete

Poemas

25 septiembre, 2019

Ulises Huete

Poemas de Ulises Huete, poeta, ensayista y periodista (Nicaragua, 1978).


Ulises Huete (foto: Daniel Mordzinski)

El inminente retorno de la luz

Las balas de las ametralladoras impactan
la barricada de adoquines,
fragmentos de concreto revuelan como una escarcha de la muerte.

Detrás de la pequeña muralla levantada por todos,
los pobladores se cohesionan como los brazos de un boxeador
que se protege del ataque del adversario.

Los defensores lanzan con morteros
bombas de pólvora artesanales
que repelen al enjambre de policías y paramilitares.

El escudo callejero resiste la embestida de ráfagas,
como se mantienen firmes
los vigorosos almendros, caobas y cedros,
del bosque de Indio Maíz, contra la furia de un huracán.

Adentro de una casa con puertas y ventanas cerradas,
adultos, niños y ancianos, sentados en el piso,
se estremecen con las detonaciones de las AK-47,
las consignas de la dictadura.

Varios observan en sus teléfonos celulares
la transmisión en vivo del asalto a su barrio.
Todos esperan el regreso sin heridas
de la hija que protege a la comunidad.

El resplandor de una veladora
cubre el rostro moreno de una mujer.
En sus pupilas absortas
en el semblante de la Virgen María,
la esperanza lucha contra el horror,
como una antorcha soportando los embates del viento,
en una extensa noche de pesadilla.

El agua de la fraternidad alivia el ardor
provocado por las bombas lacrimógenas del odio.
Se abren las entradas de los hogares
y abrazan a los jóvenes que huyen de las balas.
Para restaurar las energías de los autoconvocados,
el generoso pan y el íntimo café llegan a las barricadas.
Con hilos de compasión,
las brigadas médicas cierran las heridas.
Los brazos leales cargan a los amigos asesinados.

Como se retira la luz del atardecer detrás del horizonte
cuando las sombras se arrojan sobre las calles,
los protectores del barrio,
estudiantes, artesanos, obreros, comerciantes y profesionales,
se repliegan ante la acometida de los invasores.

Ahora Monimbó pareciera en reposo
como se percibe en calma el volcán Masaya.
Bajo sus imperturbables laderas,
tapizadas con piedra quemada y una ruda vegetación,
palpita la fuerza de la lava.
El cráter exhala humo, teñido de luz mineral,
rasgando la densa noche
como una señal del torrente que se agita en el fondo.

La oscuridad de la violencia cubre a Monimbó.
Pero el tizón de la resistencia permanece intacto
en la voluntad, los pensamientos y la imaginación
de las familias que defienden su barrio.
El sol no se extingue cuando se instala la noche,
solo espera el movimiento de la tierra para volver a alumbrar.

Líneas de resistencia

Por las calles de Masaya deambulan las caravanas de hombres armados.
Pero el cielo está despejado de nubes y luce intensamente azul.
Escucho las detonaciones de morteros que resuenan con júbilo desde Monimbó.
Porque aunque la amenaza de un ataque está latente,
La bandera de la libertad ya ondea en las conciencias.

Los hombres con armas bajo las órdenes del tirano
Han quitado barricadas de autodefensa en las ciudades insurrectas.
Mataron a muchos valientes, aterrorizaron a las familias.
Pero su afán por someter a la gente no tiene sentido.
Es como querer encerrar el resplandor de un relámpago,
Detener la entrada del invierno
O contener el caudal de un río que desborda el aguacero.

Volverán los niños a usar sus bicicletas
Sin temor en nuestras calles.
Las abuelas se sentarán en unas mecedoras en las aceras
a platicar con los vecinos antes de la telenovela.
Las detonaciones que se escuchen en lo alto
Ya no serán de balas asesinas, sino de los cohetes en las procesiones religiosas.
Caminaremos sin la vergüenza de estar consintiendo la opresión.
Y al regresar del trabajo al caer la tarde,
Nos detendremos en una esquina para comprar una repostería,
Posponiendo un poco la llegada a casa
Porque nos encontraremos con un amigo
Que tal vez nos invite a una cerveza.
Aminoraré el paso al ver de largo a la chavala que tanto amé en la secundaria,
Ahora convertida en mujer,
Y me embargará la nostalgia del descubrimiento del Amor,
Cuando la miraba pasar en bicicleta sin que ella me notara,
Llenándome de luz y ansiedad.

Aunque no lo sepan, los que atacan al pueblo ya están derrotados
Porque no tienen esperanza.
Sus acciones violentas los arrojan a la oscuridad.
Para ellos el agua se vuelve salada y el pan amargo.
Su odio los aparta de la vida verdadera.

Podrán quitar desesperadamente hasta la última barricada de las calles,
Pero no conseguirán remover de las conciencias el rechazo a la tiranía.

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Masaya, Nicaragua, 1978.
Poeta, ensayista y periodista. Ha publicado en las revistas El hilo azul (Nicaragua) e Hispamérica (Estados Unidos), y en las antologías Retrato de poeta con joven errante (2005), Poetas, pequeños Dioses (2006), Cruce de poesía (2006) y en La Nación Generosa: 111 rutas al lado del mar (2015), antología de poesía hispanoamericana, publicada por la revista española La Galla Ciencia. También ha publicado en Babelia, suplemento cultural de El País. Colabora para Carátula, revista cultural centroamericana. Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas (UNAN-Managua).