Karly Gaitán
Karly Gaitán

Sebastián Alegrett: Un teatro como emblema cultural de Nicaragua

28 enero, 2020

La presente es una sección fija de Carátula.net en la que se publican semblanzas, entrevistas y (o) perfiles sobre personajes del cine en Nicaragua. Se puede encontrar publicaciones no solo sobre personajes nacionales sino también extranjeros que de una u otra manera han contribuido al desarrollo de la cinematografía en este país. El orden es aleatorio, los protagonistas de la sección pertenecen a todos los tiempos del cine desde la existencia de este arte hasta la actualidad, por lo tanto la secuencia de los artículos no obedece a un orden cronológico.


Fotografía original de Ann Kroon. (Colección privada, cortesía de Ann Kroon)

Sebastián Alegrett, ciudadano venezolano, llegó a Nicaragua en el segundo semestre de 1910 con el objetivo de radicarse en la capital e invertir una pequeña fortuna que poseía como resultado de la liquidación de su vida económica en su país. Sus metas fueron cumplidas y en Managua vivió treinta años e hizo historia como empresario emprendedor; él y su familia llegaron a ser personajes influyentes en la sociedad capitalina de los años veinte y treinta, y sus hijos e hijas ampliaron la inserción al casarse con nicaragüenses y formar familias.

Su primer proyecto lo inició en la época navideña de 1910 con una incipiente incursión al negocio del espectáculo, la apertura del Teatro Alegrett. El salón de exhibición lo instaló en la parte frontal de su casa en el barrio San Sebastián de Managua, pensando en crear con ese modesto espacio el proyecto semilla de un imperio del cine y de las artes escénicas en el país. Pero su experimento fracasó muy pronto en ese intento porque en marzo de 1911 su teatro ya no existía y en la misma sala ambientada con cortinas negras y alfombras de estampados persas instaló una librería y papelería en 1912, a la que bautizó Librería París.

Nacido en Puerto Cabello, Venezuela, el 13 de septiembre de 1870 y bautizado como Juan Felipe Eulogio Sebastián Alegrett Codecido, tenía cuarenta años cuando salió huyendo de la dictadura de Juan Vicente Gómez en su país y luego de una escala de un mes en Panamá había llegado al puerto de Corinto en Nicaragua en una fecha indefinida entre octubre y noviembre de 1910. Venía con su familia: su esposa María Varela Mendoza, de veinticinco años, también venezolana, que había nacido el 8 de enero de 1885 en Santa Ana, y dos niños pequeños, María Esperanza y José Raúl Alegrett Varela, nacidos el 16 de marzo de 1909 y el 1 de julio de 1910, respectivamente.

En Nicaragua nacieron tres hijos más del matrimonio: Luis Sebastián, apodado “Chano”, el 26 de octubre de 1911, Margot el 22 de enero de 1913 y José Antonio el 8 de febrero de 1918. De sus cuatro nombres de nacimiento prefirió quedarse con el último porque era el mismo de su padre, Sebastián Martí Alegrett, casado con su madre Rosa Amalia Codecido, ambos venezolanos.

De la familia que formó trascenderían a la historia su propio nombre, por ser uno de los principales impulsores del cine y quien inauguró uno de los teatros que estaría entre los tres más famosos e importantes del siglo veinte en Nicaragua, y el nombre de su hija Margot, que sería exaltado y recordado por generaciones. Hay un tercer nombre que adquirió fama con el tiempo. En 1930, después de veinte años de matrimonio, se separó de su esposa María y se casó con Alicia Amalia Pérez y de ellos nació el 1 de mayo de 1931 José Iván Alegrett Pérez, apodado “Pepe”, quien ya adulto decidió ser integrante de la Guardia Nacional y fue un militar muy conocido en la época de la dictadura somocista, llegó a ser general y el jefe de la inteligencia de la Guardia. Murió en un famoso atentado en un avión militar el 9 de septiembre de 1978, hecho que ha sido considerado uno de los misterios jamás resueltos en la historia nacional porque nunca fue esclarecido si se trató de un complot, una falla mecánica o un efecto del mal clima.

La Empresa Margot, además de manejar el teatro, se dedicaba a la importación de películas y a la publicación de una revista sobre cine y vida cultural. Publicado en el diario La Mañana el 14 de marzo de 1926. (Archivo Hemeroteca Nacional. Instituto Nicaragüense de Cultura. Digitalización y restauración de imagen Cinéma Éditions).

En 1917 Sebastián Alegrett decidió incursionar nuevamente en el espectáculo y abrió el Teatro Margot con una presentación teatral. Lo instaló en el local que sería después el número 24 de la cuarta calle noroeste, el lugar en que estuvo asentado a finales del siglo diecinueve el famoso Patio Uriarte, donde se montaban toros desde 1890. La sala fue bautizada con el nombre de su hija menor, Margot Alegrett. Según iba adquiriendo ganancias iba construyendo mejoras al edificio hasta que finalmente estuvo terminada la fachada blanca y celebró una pomposa fiesta de inauguración con la presentación de la compañía Alegría Enhart —a la que hizo venir desde México exclusivamente para ese evento— celebrada a las ocho de la noche del 8 de octubre de 1924.

Sobre el acontecimiento publicó el diario El Comercio el 10 de octubre, dos días después de la velada: “Teatro pleno, infinidad de bujías esmeriladas, luz difusa. Público distinguido y elegante. El maestro Bilbao dirigió la orquesta, que dicho sea de paso, no pudo escucharse muy bien por el susurro constante de las conversaciones […] Los números todos del programa gustaron mucho al público que aplaudió ruidosamente […] En síntesis podemos decir que la inauguración del teatro Margot constituyó un verdadero éxito, que de seguro colmó las aspiraciones de su empresario señor Alegrett”.

Esa primera construcción fue hecha especialmente para el cinematógrafo, pero la arquitectura del edificio permitía la presentación de teatro porque tenía tablas, telones, cortinas de trasluz, escalinatas internas, escalera de base, vestíbulo, luminotecnia y tramoya. La inversión de Sebastián para crear toda una sala especializada en teatro no se convirtió en pérdida, a pesar de dar espacio en ocasiones al teatro y a los conciertos. Fue su sala la que consolidó al cine como el espectáculo más popular por la calidad de sus servicios, la comodidad de los asientos, los amplios pasillos, la ventilación natural de los tragaluces, la instalación de una cafetería dentro del local y la apertura de tres boleterías que evitaban las filas para comprar los tiquetes.

Esas estrategias comerciales le generaron grandes ganancias económicas, las que invirtió en nuevas salas de cine en otras ciudades, nombradas casi todas Margot, excepto cuatro: el Teatro Lux fundado en 1919, el Teatro Trébol inaugurado el 6 de octubre de 1920, el Teatro El Otro en abril de 1921 y el Cine Darío en agosto de 1921, pero muy pronto cedió las administraciones de estas salas de exhibición a la Empresa Lacayo y otros socios para ocuparse él mismo solamente del Teatro Margot de Managua y recibir las rentas de los anteriores.

En su primer año el Teatro Margot presentaba artes escénicas en el horario de matiné los domingos a las diez de la mañana, con una compañía que había rentado el local para montar obras exclusivamente para niños. Las primeras obras de la Compañía de Teatro Infantil Luces de América fueron Caperucita roja en el camino, Las manchas de las vacas y El niño que no podía comer pan. En mayo de 1918 abrió sus horarios de sábados y domingo por la tarde, invitando a los habitantes de los departamentos a ver la repetición de las películas que habían presentado en las noches de jueves y domingo en los patios y pequeños salones o mercados de León, Chinandega, Matagalpa, Rivas, Granada y otras ciudades. Se lee en una nota en el diario El Comercio en junio de 1924 “No se ha perdido la magia del cinematógrafo, venga con su familia a ver otra vez sus cintas favoritas y además en un mejor local que donde las vio la primera vez”.

La competencia era tan fuerte que se comenzaba a sentir agresiva, con el uso de las estrategias más tramposas o más ingeniosas para atraer al público. En las publicaciones periodísticas de la época se observan constantes quejas y noticias sobre casos de competencia desleal. Estos conflictos se daban principalmente entre Francisco Brockmann, dueño del Teatro Variedades —que era más grande y tenía mejores condiciones y mayor público que el Margot— y Alegrett. A pesar de estos ataques públicos entre ellos, sus familias se unieron muy pronto porque la hija mayor de Alegrett, María Esperanza, se casó en los años treinta con uno de los hijos de Brockmann.

Uno de esos conflictos se puede observar en octubre de 1927. El 7 de octubre se publicó una nota en el diario La Prensa en la que se anunciaba un estreno muy sonado: “La gran sensación del día, mañana en el Margot –Domingo: estreno más sentimental de la temporada La Michelena, al cual podrán asistir los niños mayores de 6 años. Fueron cobrados los dos premios del domingo pasado, uno por la señorita Teresita Mondragón, y el otro por la niñita Elsa Quintero”.

La película estaba abierta para todo público, incluso niños porque había sido promovida por los Hermanos Cristianos de La Salle y los asistentes especiales eran los alumnos de su colegio, pero mostraban escenas no aptas para niños. Eso atrajo a la crítica desde diferentes sectores y se publicaron en los diarios en esos días. Los articulistas quejosos señalaban de culpables a los jueces de espectáculos por haber permitido que una película como esa se dejara abierta. Uno de estos jueces de espectáculos y sensores de películas era el señor Miguel Bolaños, quien se defendió aludiendo que él no había visto la película Michelena, como se lee en la siguiente nota:

“La Prensa, 7 de octubre de 1927
El censor de películas, señor Bolaños dice que él no vio la película de Michelena.

Vino a nuestra oficina don Miguel Bolaños, uno de los jueces de censores de películas, a expresarnos que por el señor Alegrett estaba al tanto de que la película Michelena, exhibida antenoche en el Variedades no era de las que el Reglamento de Teatros autoriza para que puedan verla los niños.

Para claridad de los hechos — nos dijo el señor Bolaños— me parece oportuno hacer constar que en rigor de verdad la película no fue corrida en presencia de los censores antes de llevarse a la pantalla la noche del miércoles, sencillamente porque a la hora que se trató de la censura no había corriente eléctrica en el Variedades.

Nos conformamos ver la cinta sin el auxilio de la máquina de luz, y por lo que hace a mí, no le encontré nada que pudiera calificarse inmoral.

De igual manera nosotros los del diario, juzgamos que la película nada tiene que no pueda ser vista por los niños, pero no se trata precisamente de eso, sino de la contradicción en que incurren los censores, pues mientras al Margot se le exigen películas esencialmente para niños, de acuerdo con la ley, al Variedades se le permitió la exhibición de rollos en que hay asesinatos y robos”.

Alegrett tomó en sus manos la lucha contra Brockmann y como se culpaba del error a los integrantes de la censura de filmes, escribió una nota que mandó a publicar en el diario La Prensa para solicitar al Ministerio de Gobernación la sustitución de los jueces, porque estos estaban dejando exhibir películas no adecuadas para niños. Como se lee en la nota anterior, el problema radicaba en que los jueces eran duros con Alegrett al momento de clasificar películas, pero flexibles con Brockmann porque le permitían proyectar todo tipo de filmes sin mayores problemas.

“La Prensa, 7 de octubre, 1927
Se le pide la sustitución de los Jueces de Teatros
por violación de ley

Sr. Ministro de Gobernación – P.
-Señor: Comunico a Ud. que en la película exhibida en el Variedades el miércoles por la noche; hay escenas de robos y asesinatos; no obstante lo cual obtuvo el pase de los señores Jueces de Teatros para su exhibición ante los niños de las escuelas, sacerdotes y Hermanos Cristianos, quienes también presenciaron los bailes sicalípticos de trío de Ba-Ta-Colon que actúan actualmente en dicho teatro.
Y como estos jueces han faltado a las prescripciones del Reglamento de teatros pido respetuosamente, en esa Superioridad, que sean sustituidos y enjuiciados, de acuerdo con la ley.
Respetuosamente,
S. Alegrett
Empresario del Margot”.

En los periódicos de los siguientes días y semanas no aparecen noticias sobre la resolución del caso.
Alegrett, para complementar sus exhibiciones en Granada, había organizado una orquesta con músicos de la localidad, los contrataba para tocar en las películas y les pagaba por noche. La orquesta llevaba el nombre del teatro, aunque estuviese organizada sin propietario de la marca ni representante económico. El director y sus músicos se reunían para tocar en eventos, noches de cine o en los parques durante los conciertos dominicales.

El músico Paco Cuadra coordinaba junto con Alegrett la agenda de las representaciones de cine. La Orquesta del Teatro Margot de Granada daba conciertos en el escenario de la sala los sábados por la tarde, los músicos a cargo del director maestro ensayaban las partituras con las que acompañarían las películas de la noche. La entrada a los conciertos de ensayo era gratuita y lo consideraban una obra social para aquellos que no podían pagar la entrada a un concierto real. En Managua la orquesta tuvo varios directores y los músicos iban cambiando con los años. Entre estos directores figuran personalidades como Luis Abraham Delgadillo, Gilberto Vega Miranda, Tucho Montealegre y Tomás Urroz.

Aunque la competencia era fuerte y el cine se perfeccionaba y se volvía más atractivo para el público, Alegrett hizo algunas incursiones que le ayudaron a perdurar a pesar de las modificaciones y nuevas restricciones que Hollywood imponía y otros obstáculos que se presentaban. Una de sus estrategias fue la publicidad excesiva.

En 1919 era el único exhibidor de cine que había contratado los servicios publicitarios de la imprenta de los hermanos Pérez para diseñar carteles de cine, que se colocaban cada semana en postes de energía eléctrica o de telégrafos, en las entradas de las tiendas en los mercados y se repartían casa por casa en los barrios de la capital. Rifaba boletos para parejas o familias, en épocas de celebraciones obsequiaba refrigerios para los niños, se organizaba con colegios para llevar clases completas a ver películas educativas; en ocasión de temporadas de teatros organizaba firma de autógrafos con los actores y actrices y en presentaciones de teatro español obsequiaba abanicos españoles de papel a las niñas y pañuelos a los niños. Usaba todas las estrategias de marketing que hoy día son comunes, pero no en los años veinte.

Publicación en el diario La Prensa el 7 de agosto de 1927. (Archivo Hemeroteca Nacional. Instituto Nicaragüense de Cultura. Digitalización y restauración de imagen Cinéma Éditions).

En 1925 comenzó a editar una revista que abordaba la temática de la farándula, el ocio, el entretenimiento y la cultura, además de notas sociales, poemas y artículos de colaboradores, la llamó Revista Margot y él mismo escribía los artículos centrales y publicaba la programación cultural del mes que se estaría exhibiendo en sus teatros. Ese mismo año también fue el primero que puso en pantalla una semana de cine de deportes, presentó películas de boxeo filmadas en el sur de los Estados Unidos, el béisbol en California y tomas de entrenamientos y partidos importantes; además programó un viernes cada mes conciertos de pianistas nicaragüenses.

El boom del cine a nivel mundial se dio por la inserción del sonido y fue él el primero en llevar el cine sonoro a Nicaragua con la compra de esos aparatos en noviembre de 1929, según se informó en el diario El Chapulín del 1 de diciembre de ese año. Aunque hubo muchas exhibiciones previas durante los primeros cinco meses de 1930, promovidas por él y otros empresarios, en los medios de comunicación se le dio importancia y el estatus de primera vez a una exhibición de cine sonoro en el Teatro Margot de Managua ocurrida el viernes 30 de mayo de 1930. De ese acontecimiento la revista nicaragüense de cine editada en León, Cine Latino, hizo una publicación especial el domingo 1 de junio:

“Un lleno completo hubo antenoche en el Cine Margot, atraído por la fama de la película que se llevó a la pantalla y por la novedad del cine sincrónico y parlante que se exhibió con la notable cinta El ángel pecador.

El público salió contento y feliz, por lo que presenció y felicitó al señor Alegrett por el gran éxito obtenido, que en verdad fue como se dice, a la velada y a parte de la belleza de la película que se corrió la música de esta cuya combinación no podía ser más perfecta, resultó ser un ingestivo encanto. Los motivos que desarrolló se armonizaban perfectamente con las situaciones de la obra y no ocurrió el caso de que la acción no fuera de acuerdo con la música, a veces ocasionales, dulce, enérgica, otras frívolas y trágica en ocasiones. Managua entero que pasaba las localidades, solo tuvo aplausos para la magistral cinta que desde luego quiere ver reprisada”.

En otra nota en una página interna de la misma edición se refiere al mismo evento, se puede observar el asombro con el público recibió dicha cinta:

“¡Escuchamos a Nancy Canel!

Por cortés invitación de don Sebastián Alegrett, propietario del Circuito Margot, tuvimos el gusto de asistir anteanoche a la censura en el Teatro Margot de la soberbia producción sonora El ángel pecador, con Nancy Carrol, como primera estrella. ¡Y la escuchamos!

[En el documento original se escribe el apellido de la actriz de las dos maneras: Canel y Carrol. Es un error de la nota. El correcto es Carrol].”

También se incluyó en el mismo número la publicación que había hecho La Prensa sobre el acontecimiento:

“Dos acontecimientos llenaron el programa de atracciones del domingo, el concierto del Maestro Guido y la película del Margot. De ambos se ocupó el público con sincero entusiasmo. A los dos concurrió lo más destacado de la sociedad y todas las gentiles damas y las más bellas señoras hicieron su presencia.

Puede decirse que el público da respeto no solo al éxito del espectáculo, sino que por el contrario, la confianza que les inspira la Empresa Margot lo llevará hasta sus salones para admirar la más reciente obra del arte cinematográfico con nuevas firmas”.

No solamente el campo de la exhibición era el punto de negocios de Sebastián, también produjo algunas filmaciones privadas para ciertos clientes. En 1930, contratado por la Guardia Nacional, filmó lo que se considera el “último fusilamiento legal en Nicaragua”, ordenado como pena de muerte por un juez y ocurrido la mañana del 19 de septiembre de 1930. Semanas después el filme se proyectó en el Teatro Margot, pero muy pronto tuvo que sacarse de programación por las críticas a las escenas fuertes que contenía. Así filmó otros eventos del gobierno y militares.

Publicación en La Prensa el 8 de agosto de 1927. (Archivo Hemeroteca Nacional. Instituto Nicaragüense de Cultura. Digitalización y restauración de imagen Cinéma Éditions).

Después del terremoto de 1931 cuando con el acontecimiento se destruyeron y quemaron sus teatros en Managua, se le vio menos en los medios de comunicación, viajaba constantemente a Venezuela y comenzó a tener menores participaciones en negocios de cine, excepto los de su Teatro Margot instalado en una nueva construcción que ya administraban sus hijos mayores.

En 1934 se asoció con el empresario José Ignacio González y otros para administrar nuevos teatros. Las rentas por el alquiler y concesiones de sus teatros ubicados en las otras ciudades las recibían sus hijos. Sin embargo, al parecer el Circuito Margot había bajado su calidad de los años veinte. El 29 de noviembre de 1938 apareció en el diario Novedades un artículo firmado por un autor sin nombre, solo aparecía como Escobar Leal, que de forma directa hace un listado de las deficiencias en las administraciones de casi todos los teatros existentes en la capital. Al Teatro Margot se refiere: “El gerente de la Empresa, caballero don Leopoldo Pasos, no ve más allá de la pantalla, pero sí ve más allá de la taquilla y a eso le agregamos que el sujeto que le secunda, o sea, el Administrador, don Alfonso Morales, sí tiene algún sentido del punta de vista: mecánico. Es más el lustre que ha adquirido por la rutina conquistada por el tiempo que tiene de ser empleado del Margot, pero un hombre impreparado en todas las órdenes y en el asunto teatral son gente meramente obediente al sistema mecánico, incapaz de ensayar vuelos por los cielos del arte”.

Los hijos de Sebastián, José Raúl, María Esperanza y Margot invirtieron en el edificio del Margot de Managua entre 1940 y 1943 en la remodelación de la fachada y compra de nuevos asientos. En 1941 habían hecho una renovación de contrato para exhibir exclusivamente películas de la compañía 20th Century Fox, según el diario La Noticia del 18 de noviembre de ese año.

Sebastián Alegrett Codecido murió en Caracas, Venezuela un año después, el 19 de noviembre de 1942 a los setenta y dos años de edad. Su ex esposa María Varela murió el 10 de marzo de 1940 a los cincuenta y cinco años de edad también en Caracas. Sus hijos Alegrett Varela llegaron a alcanzar la tercera edad: María Esperanza falleció el 12 de marzo de 1995 a los ochenta y cinco años, José Raúl el 24 de mayo de 1989 a los setenta y ocho años, Luis Sebastián “Chano” el 11 de julio de 1986 a los setenta y cuatro, José Antonio el 17 de agosto de 2000 a los ochenta y dos años, y la más famosa de ellos, Margot murió el 24 de julio de 1984 a los setenta y uno.

Publicación en Diario Moderno el 3 de agosto de 1930. (Archivo Hemeroteca Nacional. Instituto Nicaragüense de Cultura. Digitalización y restauración de imagen Cinéma Éditions).

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Managua, 1980.
Comunicadora social con énfasis en prensa escrita y cuenta con postgrados en periodismo online y en marketing. Como periodista ha sido editora de revistas digitales e impresas como La investigación y Espacio Vital Magazine, jefa de sección literaria y de cultura de periódicos universitarios, articulista de suplementos culturales nicaragüenses como La Prensa Literaria, Nuevo Amanecer Cultural y la sección Voces del diario La Prensa.
Como escritora ha publicado poesía y narrativa breve. Ha recibido premios y reconocimientos interuniversitarios por su trabajo literario y un premio de fotografía. También se ha dedicado a la investigación histórica, la crítica y producción cinematográfica y a la gestión y desarrollo de proyectos y consultorías con organismos como Plan Internacional, CINEX, la UNESCO y el Instituto Nicaragüense de Cultura.

Es miembro de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE), del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE) y de la Junta Directiva de la Fundación para la Cinematografía y la Imagen (FUCINE).

En el año 2012 publicó su libro Cita con Sergio Ramírez. Entrevistas, Artículos, Crónicas (Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México) presentado durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en noviembre de 2012 con su presencia y la de Ramírez, y posteriormente presentado en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en Ciudad de México en marzo de 2013, y en la Feria Internacional del Libro de Miami de 2013. Además, la obra se encamina a una reedición con Uruk Editores en Costa Rica y traducciones al francés y alemán. Actualmente la autora prepara otros libros de periodismo, historia y narrativa para su pronta publicación.