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Retrato de quien espera un pájaro (selección)

31 julio, 2020

Gustavo Campos

El primer libro que publicó Gustavo Campos data de 2005. Pero desde hacía varios años sabíamos de sus intensas búsquedas. Hacer y deshacer versos. Borrar y escribir de nuevo. Afanes por encontrar su propio camino en un periplo que lo condujo al centro de sí mismo. Un duro esfuerzo para conquistarse como poeta, pero también como ser humano. El itinerario de esos afanes se transparenta en esta antología que dice de lo arduo de la lucha consigo mismo, pero también con las punzantes piedras del entorno. Con un hermoso canto de amor concluye esta antología, auténtica radiografía de un proceso de conquista de sí mismo que también equivale a la conquista de la difícil y esquiva palabra: penetrar al recinto privilegiado de la poesía, el intangible paraíso prometido. Gustavo Campos, gracias a su tenacidad, puede decir con pleno derecho, «mi tiempo no fue en vano».— Helen Umaña


Habla la poesía

Me alimento de poetas
que fracasaron en su vida,
de aquellos que prefieren un verso
a los labios de la mujer que aman.

De los que construyeron a la orilla del mar la fe,
como de la soledad su tumba. De aquellos a los que no dije:
las esperanzas son un laberinto disfrazado de atajo.

De a quienes les soplé una órbita de tristezas
y quedaron atrapados
en el centro del misterio, como dentro de un remolino.
De esos me alimento.

Soy bestia: lanzo pecados.
Derribé gigantes en la era de David.
Convertí en monstruos los molinos
y las piedras en pan.

Soy el sol que entra en los humanos,
y después, cuando ha recorrido su cielo,
les deja un monstruo por ocaso.

Escojo, al azar, poetas
y los convierto en tristes o exultantes.

Me alimento de poetas
porque ellos creyeron que me hacían cuando sólo fueron mi reflejo.

Atados a sus lágrimas

El patio del hospicio es como un banco.
Jacobo Fijman

Ellos murieron vagabundos, creyendo que los enfermos no
amaban.
En el lugar más alto todos son amigos de la muerte.
Rechazaron las estrellas, esos cadáveres altos, luminosos.
Dormían
con la sangre a mano
atados a sus lágrimas: la locura los abandonó.
Ahora podrán cortarse en pedacitos, arrancarse labios,
ensuciarse manos,
morderse como si cada uno fuera una manzana
y es amor, no matanza.

Retrato de quien espera un pájaro

Seguid vuestro camino
como yo sigo el mío.
Jacques Prévert

Nunca me conmovió el dolor de un desconocido.
Egoístamente
hice mis retratos de hombre atribulado;
había algo bello en desanimarme,
en ignorar,
¿pero qué es el bien?
¿cuál el egoísmo?
Nunca me conmovió el dolor de un desconocido.
Vi sueños borrándose en las calles, como pavimento cubierto
de tendidos cuerpos fríos y
destruidas cajas.
Caminé sin inmutarme, borracho,
pensando en mis fracasos,
esperando que uno de ellos reclamara mis entrañas,
mi sangre,
y se fuera sonriendo, amargo, como yo,
a esperar un pájaro, una llaga,
un llanto.

¿Habrá otra oportunidad para el brillo de unos ojos?

La última vez que les hablé
sería la última;
y no lo fue.
Fue devorado el cadáver de la alegría
por aves rapaces.

Esperé otra oportunidad,
una última vez para hablarles,
y como león seguí el rastro de sus pasos.

Fue herida el alba.
Y camino al manicomio, una tarde,
cuando el corazón de un sauce es un rayo,
hablamos por última muerte,
por instinto, frustración,
el lenguaje de la noche
en los jardines cerrados
donde nadie dejará la muerte.
Pregunto: ¿habrá otra oportunidad,
una última, para el brillo de unos ojos?

Quimera en el hospicio

Amigos, recordadme, y no sólo entre risas,
pues viví entre vosotros y un día me quisisteis.
Attila József

Desde el aroma del café huelo la esperanza.
Nunca sale, amigos.

Algún día volveré: almuerzo espaguetis con ustedes
y el jazz vence el miedo a que alguien rompa más los vidrios
que me hirieron, que dejé escondidos al pie del árbol.

Algún día, si sobrevivo a este ocaso,
podré estar sobre una silla, como aquellos zapatos,
dejando a las pláticas reanudar nuestro afecto.

Después de la taza de café
me queda la ventana; veo hombres acorralados,
algunos por nostalgias, otros por demencia,
arbustos y jardines acorralados
por jardineros de sombras, mientras exijo
una granita que sí me traiga los recuerdos y rostros
y no una esperanza.

Extranjera

A una muchacha que supo todo Dante de memoria
B. Yeats

Una muchacha que supo todo Dante de memoria
camina del parque al cementerio
y va atenta por las calles,
con su cuello alto mira a todos lados.

Con eterna dulzura y destellos de ironía
llegó al alba,
con cuánta entrega no amó esta tierra.

La había esperado, tan angustioso, que
creí llegar a ella como el galés por los bares del Greenwich Village,
pero ella
llegó armoniosa
y cruzó las piernas en el más simbolista glamour de todo tiempo
y entregó una sonrisa a mi sombrío rostro.

Por ella voy de una página a otra, de verso en verso.
Peleamos para sobrevivir en epístolas electrónicas.
La poesía no me salvó, sino su admiración por la poesía.

Sigue caminando en los más tristes veranos,
en inviernos que juegan a treparla;
con el delicado arco de sus pies de mármol camina la desesperanza.

Por más libre que fuera el adiós, no quiso alejarse.

A ella le está permitido,
no a la poesía, seguir en la memoria de los hombres.

Cómo no amar sus momentos de alegre dulzura y de histérica.

La tristeza será dibujarla con el miedo, con la frialdad de la melancolía,
gritarla con el caos por pregunta
y la crueldad por respuesta.

Antes que un gallo desgarre la madrugada
la tendré en mis lágrimas.

su voz es el comienzo de nuestra historia
y Madeleine creció en mí como un rostro
hoy faltan quince años bajo un árbol sin retoño

un día vendrás
y será el comienzo de nuestra herencia

oh, Madeleine, no te reprocho a ti sino a Ofelia
disculpa si añoro el recuerdo de mis tristes miserias

un día vendrás
¿y qué será de las tristezas viejas?

un día vendrás
¡y no serás tan importante!

vendrás
y tu máscara compensará la ausencia

y si vienes cubre mi rostro
y si vienes crece en mí como un árbol sin retoño

Paisajes fracturados

Me asignaron ser el último heredero de la peste y respiré en lo más hondo,
en lo más hondo
de un sol caído. Suspiré la brisa en la miseria y me llamaron monstruo.
Monstruo porque donde hubo rostros imaginé el mío. Monstruo porque de mis suspiros cenizas recibieron. Jamás me interesó hablar de pobres.
Siempre oscurecí los nombres y me enternecieron los locos. Me eligieron yerro y pecado.
Fui capaz de corromper al hombre.
La corrupción del hombre borra la huella del fracaso.
Monstruo porque dejé la amapola en la piedra, la piedra en la sombra, su sombra en la luz.
Fui mi umbral de ruina y mis sobras la tierra
y mis lenguas la vida.
Monstruo al fin y al cabo porque ninguna estructura pudo acreditarme; porque jamás supliqué a la sombra no derramarse
en los párpados rojos
de un pueblo que sabía la hora exacta de su muerte. No dejé a un pueblo mirar por mis ojos.
La esperanza castiga los sueños opresores. Soñar es un obstáculo, no un principio.
Y destruí, porque ese era mi comienzo. Mi destino. Devolver
la belleza a la belleza despojándola de su silueta estilizada de pústulas y úlceras
de mármol de carne saludable.  Y la escuché gritar. Después gemir. La violación es un acto
de absoluta sinceridad.
El pensamiento es mi verdugo.
Grité un poema y nació la ciudad. Un valle de zorzales y ángeles zanates.
Me juzgaron despectivos…
…y me aislé.
Una variedad de voces fluyó y este acto fue su inicial argumento contra mí.
Hoy mis ojos sin vida miran sin regreso. Monstruo. ¿Para quién? Monstruo sin mayor explicación.
El implacable verdugo degolló el sentido.
Ningún silencio pudo. Ningún grito. Ningún cuerno pudo asemejársele.
La conciencia es un destino inevitable.
¿Quién en este mundo soplará el cuerno de la catástrofe?
¿El hombre? Pero sí él debe desaparecer sin llegar a alzarse. Aparecer dentro de la imagen.
Debe volver en otros ecos.
Ha sido el pensamiento… He sido. Me obligaron…
La confesión es invención del hombre. Y ese camino debe ser borrado.
Una vida ajena es un viaje anticipado. Algunos lo entendieron,
pero un hombre repitió las frases que debían olvidarse.
Las mismas de ataño. Y dijo, solemne, apocalíptico, angustiado, trágico:
Me asignaron ser el último heredero de la peste y respiré en lo más hondo,
en lo más hondo
de una orquídea, cuerno de luz y sangre…sol de un valle!

Puente nocturno

hundirme hundirme deshacer mis rasgos
Tomás Segovia
Al ver un águila ves una porción de genio.
Blake

cuando la tempestad no abre los sellos
y los brazos del sitio se mantienen cerrados
errar es el único sitio el río su único camino
que engaña a alguien ajeno ya ajeno
sumido en la oscuridad en las horas
un árbol de calamidad condena los ojos
alimenta las visiones y deshace los recuerdos
cuando se ha dicho amor
sólo para expulsarlo de las bocas
y dejarlo en soplo en palabras en lágrimas
a merced del tiempo de nada
esperando que caiga el árbol de una hoja
y roer la coherencia desde las garras del águila
muriendo a pesar de las voces
que surgen como el humo en la razón
y el relámpago es un puente que transitar de noche
la indiferencia es como un rostro y el mañana las piedras de tropiezo
la raza de diálogo de monstruos
fijará sus ojos alegremente solos
como Artaud antes que él
la demencia roe con sus dientes de acrimonia la esperanza
al hombre mismo a la palabra
hay que escucharlo de la misma manera
como hay que ver un rayo
y en la espera se deshacen los propios rasgos como se borra una huella

Ejercicios futuros para un fracasado

El verdadero enemigo del tiempo es el lenguaje.
Karl Kraus

por amor
bebí hasta fallarme
por ese amor cabizbajo e instrumento del rechazo…
por la vida
bebí hasta fallarme
por esa vida debajo de los huesos…
por experiencia y ejercicio aprendí a fallarme
por tormento
por amor a ellos y a sus voces
por amor a aquél que vendrá preguntando
por amor a quien vendrá sin vida
con un lenguaje enemigo del tiempo
a él dejo este ejercicio
¿querrá continuarlo?

Bajo el árbol de Madeleine

Habrá una grandísima peste…
Éxodo, 9,3.
en el décimo árbol sin hojas ya ni savia
que nadie sabe ya por qué está en pie en la tierra
M. Panero

bajo el árbol
habitaron
como grandísima peste
a los quince días Madeleine acercó su cuerpo
su cuerpo sin fuego
y dejó caer las piedras
y sació el misterio
de la vieja inocencia
a las quince piedras
bajo el cuarto árbol

 Del comienzo de los hombres

en los jardines crecen muchos árboles,
algunos hermosos
I. B.

En los jardines crecen muchos árboles, dije,
y los hombres comenzaron a creer y
decidieron conocerse;
en los jardines no todos son árboles, dije,
y los poetas comenzaron a creerse importantes;
en los jardines no todos son poetas, dije,
y escondieron las semillas y ramas y raíces
que otros hombres descubrieron;
no todos los poetas pescan peces vivos y sirenas,
algunos pescan resfriados y otros enfermedades venéreas,
otros hablan de Mairena y Molina y reconocen
la poesía como diálogo.
Hay árboles que nacen en bosques salvajes
y otros que con ser un árbol son bosques salvajes,
y estos se reconocen, como Bulnes;
otros crecen en las calles
y evaden la vida sólo cuando es demasiado sofocante;
en los cementerios crecen muchos árboles,
algunos nacen para abajo y se liberan de pasados,
dialogan con Pound, Eliot y Panero, o con el viejo Vallejo,
otros son hermosos, tan hermosos con su sombra
que sosiega y enternece y brillan oscuros en las noches.

A mí me dijeron

a mí me dijeron que podía hacerlo
que sería grande
que escribiría verdaderos versos
versos de calidad innegable
versos arrancados del ser humano
y que saldría volando
que podía hacerlo
y me iniciaron
alcé vuelo y tropecé en las ramas
el sol me devolvió de una vida ensoñada
me usaron
se rieron
y decidí convertirme en un pequeñodioscobrasalarios
y me dijeron que podía hacerlo
que sería un gran obrero
pero que debía esforzarme
que olvidara a Baudelaire y lo que pensaba Bataille
que todo lo que se piensa es en balde
y no es nada
sólo sueños
hacé las de Rimbaud
y tampoco pude enraizar mis pies al ras del suelo
y decidí escribir y abandonar las frases ornadas
y el espejo de esas frases
me aburrieron los versos familiares
y esa tendencia tonta de integrarse a un canon
y pensé
a la poesía ya no le hace falta reinventarla
sus máscaras han sido agotadas
y abandoné los grandes edificios
y las sombras y pensé en Girondo
unos ingenuos vieron a la poesía como puta
e hicieron chillar las frases
el poeta debe abandonarse
inventar su historia
dejar las brumas gallos ríos y laderas descansando
para el tratado de flora y fauna
no hacerse el mártir
ni hacerse el erudito geólogo y teólogo
no hablar de mares ni de cosas diversas
no hablar de flores y aquello que se le parezca
dejar de torcerle el cuello al cisne al cuervo al gallo
y a la amada dejarla plena por fin sexuada
nada de versos románticos ni de llantos y alboradas
la poesía si es así es accesoria innecesaria
es nada cuando sólo está hecha de palabras
es nada cuando sólo es un tratado de gramática
es nada incluso cuando te la dan deshilachada
el desencanto es también tendencia herrumbrada
hablar de patrias y de amor a la patria
no hay que fingir tampoco ser el Papa
la poesía sólo sacia por segundos
de un libro de poemas sólo se recuerda un verso o una palabra
incurro en todos los defectos de esta fábrica mal remunerada
pero ya no importa
no tengo chamba
y celebro mi hambre
que vivan mis pequeñas alas de gigante

 De tigres y otros signos

pero yo conozco un tigre que se resignó a rugir frente al mar*
su gesto vencido de olas relamidas
desaparecía ante las piedras como el signo en la carencia
un hombre era el tigre y su ahogo el mar
he visto cómo cabalgan los hombres hechos de un trazo
los he visto en un vano intento subir la escalinata de sombras
y borrar egoístas su único rasgo
¿dónde está su fuerza, en la fatiga?
hombres que escalan el vacío se desarman
los he vito poner el pie sobre la oruga y transformarse
los he visto en la misma situación de un hombre que se masturba después del acto
sobre una hamaca o dentro de un cuadro abrazarse
crecerse
subir una colina hasta desintegrarse
el destino del hombre es desaparecer sin llegar a alzarse
en ambas direcciones divergirse
pero aparece un dedo dentro de la imagen
antes de disolverse aparece
le ha faltado el presente en su vida
no había llegado siquiera a conocerse
se ha fallado a sí mismo
a veces piensa que es hora de reponerse
hombres se retuercen en la imagen
dan señal desagradable
pero yo conozco un hombre azotado por el mar
y ese hombre azotado ante el rugido imperecedero
se decía a sí mismo:
para estar enamorado
sé lo que es estar vacío

Consejos a poetas de cómo construir sus casas

Escribo para mí, no para nadie, dijo un poeta,
y le lanzaron la primera piedra y con ella construyó su casa.
La poesía es una puta musa endulza egos, dijeron unos,
y otros replicaron: pero ya no vive Celestina en nuestro tiempo,
y les lanzaron muchas piedras y construyeron un imperio.
La poesía ya no está para esas mierdas, dijo un poeta,
y le lanzaron una piedra y con ella construyó su casa.
Otro movimiento poético dictó su manifiesto:
A como dé lugar quieren revivir a la poesía.
Otros prefieren vivir con su cadáver.
A los poetas les da asco comer ancas de rana
y vomitan al oír de un tal Santiago.
Les lanzaron muchas piedras y construyeron un imperio.
Otros rieron y dijeron: renovaremos la poesía, leímos a Barthes y a Panero,
comimos los bigotes de Dalí para el talento, y también ancas de rana.
Les lanzaron tantas piedras, que después de haber sanado, construyeron un imperio.
Otros dijeron: la poesía ha muerto,
y dejando el rezo bebieron yuscarán y no ajenjo.
Ya saben la historia, sí, construyeron un bar en lugar de imperio.
Pero cuando yo les dije: la poesía no está para esas mierdas,
nadie lanzó mi piedra; insistí y grité a los afamados cuatro vientos:
a la santa poesía de Calcuta no le gustan esas mierdas,
y no me lanzaron ni una piedra célebre,
por tercera y última vez grité:
a la poesía y a los lectores ya no les gustan esas mierdas,
nadie lanzó mi piedra y sin piedras, camarada casa, no te construiré.

Los poetas no miran atrás, están hechos de sal, dijo un poeta,
y le lanzaron una piedra que robé para construir mi casa.

Hace un año sería el mejor año

todo cuanto ambicionas
debes olvidarlo
la codicia vuelve al hombre insensato
y el dinero no sirve sino para endeudarse
todo cuanto amas
debes olvidarlo
del amor no te aferres
sé feliz cuando puedas
el amor perdido desconsuela
y vuelve al hombre desgraciado
todo cuanto desees
debes olvidarlo
las ilusiones son las únicas que tienen aniversarios
y los deseos tienen como fin ser truncados
y cuando más esperes algo
una idea rodará cuesta abajo
todo cuanto ansíes
debes olvidarlo
abre los ojos, desesperado ábrelos
y vuelve a cerrarlos tan pronto
la sangre cubra tus brazos
a la noche la desuella la ruindad de la mañana
y a un hombre lo sana un mejor año
todo cuanto recuerdes
olvídalo
si amaste o no amaste o amaste demasiado
si odiaste o no odiaste y estás destrozado
olvida todo, no sea que un día llegues
a la ciudad con un zapato en la mano
vacía tu alma, sin sueños, y pensando
hace un año sería el mejor año

Q28

Atado a este lugar.
Atado a mi destino.
¿Viajar? Viajaré.
Pero mi corazón estará aquí.
Atado a lo que creo.
Atado a mis raíces.
Atado a lo que amé.

 Cambié de sitio

Cambié de ciudad,
pero el reflejo fue el mismo.

A cambio di los libros
que no cupieron en mi viaje.

Busqué la paz.
Y me dije,
Tú, que no sabes,
¿podrás?

Cuando quise abandonarme
junto al polvo,
ya no lo merecía…

A otros les habrá sido fácil.
A otros.

Cuando sonrío
¿Aún percibo mi sonrisa de niño?

A otros les habrá sido fácil.
Siempre a otros.

Y te llamo.
Pero ni cuando eres
pájaro herido
vuelves.

Y busco.
Incansablemente busco.

Adonde vaya ofrezco un hermoso sol.

Y tengo sed.
Busco en qué creer.

Pero esas migas de luz ¿Quién, de mí, las saca?

Adonde vaya un hermoso sol.
Adonde vaya un hermoso y único sol.

  • Actualidad

¿Y para qué poesía,
si hay violencia?

Decaído, apuesto
la esperanza
de quienes creyeron en mí.

Me marcho.

Guardo en mí una ciudad vieja,
aunque mis sueños
se hundan como semilla
en la tierra árida.

¿Podré despedirme
de quienes amo?

¿Podrá mi estrella rota
brotar de una nueva ostra?

¿Podré, acaso,
reflejar su brillo
en los ojos de quien espera algo?

Me marcho.

Una estrella amarilla
es mi gigante hormiga.

Con rencor y recelo
guardo el amor
contra quienes no lo agradecieron.

  • Q33

Había una habitación sorda en mi memoria,
pertenecía al olvido
y a la caverna de la noche;
luego de tocar las diez puertas
cerradas en mi torre,
mi corazón, el azul abierto abriéndose
como horizonte negro,
nació de nuevo;
comenzó a latir,
como quien vuelve de lo inerte,
bombeó la sangre a todo frío extremo
de mi cuerpo:
la alegría se volvió el envés de mis sueños,
esa alegría fría que nutrió en mí
desencanto y sufrimiento
había vuelto a mi pupila de niño,
adonde el brillo no es azar sino dicha e inocencia;
el amor confesó, una a una,
las metáforas que abrigaron, sombra a sombra,
mi ahogada primavera, cuando los últimos zorzales,
los que cantaban a la vida,
iban hundiéndose en mis escritos de arena;
por aquél entonces no dejaba a la aurora mi desdicha,
la guardaba para mí,
la atesoraba para mí,
la sufría y la tendía como una máscara en mi rostro,
y cuando escribí,
cuando entendí que al escribir podía ausentarme
de mi helada sombra
y de la sombra que en mí dejaban
mis ancestros y mis padres,
lo hice para que mi destino
me guiara y abrazara en uno de sus muchos brazos,
y recordé aquellos que despuntaron luces
y eran frágiles como la luz imperecedera del recuerdo,
esa llama que nacía como zarza ardiente
cuando en mí no hacía buen tiempo;
en 2102, habiendo destruido todos los cerrojos
y habiendo dispersado cada llave y cada acceso
a la agonía, a la agonía de estar vivo,
dejo a mi corazón fluir río arriba y río abajo
y río al este y al oeste fluyendo río y manantial,
fluyendo hacia la vida, luz,
fluyéndome de paz,
y me devuelvo desde adentro,
desde aquella habitación oscura y sorda,
desde ese hospicio aquejado de puertas,
me devuelvo y vuelvo hacia la vida.

15

¿Hubo amigos? Cientos. Todos murieron.
Cada rostro de un amigo era el rostro de todos.
Cada muerte de un amigo era la muerte de todos.

  • Q16

Y no temas si las palabras no son las adecuadas.
Los escritores no cultivan el amor, sino el egocentrismo.
Se disgustarán contigo y su mirada será pesada,
mas no sufras si critican y confunden sencillez con ligereza.
Yo estaré contigo. Te defenderé de ellos.
Responderé por ti y crearé la muralla necesaria
para que nadie dé contigo.

 ¿Arte poética?

Aquí comienzo y aquí termino,
y encadeno el tiempo,
atando gusto y duda,
y me digo que jamás habrá poema que satisfaga el gusto,
lo pienso, y lo repienso,
sin la ilusión de renombrarlo nuevamente todo.
El asombro muere.
Los niños y las madres mueren en mi párpado.
El asombro es como un párpado que combate al enemigo.
Y no me asombra el genocidio diario.
Y no me asombra la naturaleza misma del diálogo.
En la médula de la palabra desconozco,
y una forzosa sombra oculta los versos de mis ojos.
Que un pájaro alado vuele en el aire o en el agua o en la nada,
y la mañana adore a ese pájaro símbolo de algo en el espacio…
mientras el aire suspire y se detenga,
mientras capte el vuelo ante la circunstancia,
no importará que una mujer de manos torpes
y tez cansada
vomite sangre sobre la acera
de una calle escheriana;
¡por Dios que no podría en mil vidas ser poeta!
Artaud, Michaux, József, Celan,
no me dieron las herramientas ni la llave
para ser un verdadero poeta de Latinoamérica.
Si no leo, es porque me arrepiento de leerlo.
Y cuando escribo, dudo de su trascendencia.
Crear es discurso opuesto.
De igual manera, me negaron herramientas.
La llave quedó oculta en mi otra casa.
Y mi casa es el cansancio, tu destino humano.
Cuando eliges ser espía,
eliges, también, ser lacayo.
Si es Dios quien te elige,
aprenderás de tu infinito desengaño.
El trabajo ahoga el hombre.
¡Tripalium!
¡Tripaliere!
(El latín es sectario.)
La miseria es el moderno engranaje de la ciudad urbana.
¿Pero cuándo comenzó su ritmo?
¿Cuándo ofreció algo más que balas?
Cuando esta ciudad te sentenció, tenía labios sonrojados
y un papel en movimiento
el humo violeta
que nace cuando
una familia ha sido despojada.
Pero todavía respirabas…
Y si te escondes como una palabra
en la intimidad del pensamiento,
no es don, sino pereza;
y la ciudad y el banco y el árbol que antes te inspiraban,
serán arrebatados.
¿Las has conocido en la intimidad del pensamiento?
Sendas ajenas a nuestras voluntades.
Construyen una historia, y otra historia, y una sombra,
y se destruyen y se cortan y recortan con sus tenazas de mantis
religiosas,
y las oigo, como una sombra que cae recortada su corteza,
y las oigo cuando ya no quiero oír nada,
son el aguijón de una abeja echando su veneno en mi cabeza,
y las persuado de que salgan, huyan, corran,
y se adentran, me entrañan, me atormentan,
un pensamiento se renueva,
se retuerce, truecan,
nuevas sendas, nuevas tramas, nueva nada,
donde yo comienzo, concluyen,
cuando comienzo a pronunciarlas,
otro pensamiento nace solo para denigrarlas,
se hurtan sus harapos como cualquier ser humano,
y en mi mente termina el mundo,
la vida como la conocemos no entra más,
todo lo que veo y disfruto,
cada sabor y cada textura desaparece en la palabra,
el vino, el helado y la manzana
mueren sin haberse trasmitido,
la sensación queda estática,
y la alegría y el abrazo
son como la sombra de un árbol
o como la brisa fresca de la montaña,
que mueren donde muero yo,
junto a la percepción muere la sensación
y muero yo como un Keats sudaca.
La agonía no es mayor sino terrible
para quien no es capaz de trasmitirle
al mundo
lo que otros poetas miran y descubren.
Sin embargo,
pese a mi torpeza,
una pesadilla se anuda en mi mente,
una pesadilla bicéfala:
mi fe se deshace como pan en la taza de café;
desconozco cuál es la segunda cabeza.
Mi espíritu y el verso son sendos témpanos.
La poesía es un iceberg que oculta el talento
bajo el cieno de Latinoamérica.
Y es como si sintiera náuseas por mí mismo,
como si por mis venas no corriera sangre,
como si no existiera mi mirada,
cual objeto limitado por mis percepciones.
Que admire a la poesía, la envidio.
Que admire a los poetas, los desprecio.
Que ame al hombre, me apena.
Un hombre que relata su poca inteligencia
y se estruja en su yo
es un necio obstinado en dejar que el agua corra
antes que su obra abra la bóveda de las interpretaciones.
Si me aceptara tal cual soy,
y prefiriera decir ya basta,
si dijera por fin lo que otros callan
diría:
si he sido amable y afectuoso
se debió a un trastorno;
nunca he dado amor, aunque haya sido mi mayor proyecto,
si lo he recibido, lo he incubado, masticado y escupido,
devolviéndolo al deseo de tener amor,
el amor no es más importante que el deseo del amor.
Como Wallace limpio la luz de la luna como si fuera lodo.
Un zancudo me distrae y olvido el apego del hombre a su fe.
Los poetas son como zancudos: enferman.
Tantos versos por destruir en mi cabeza.
Tanta pasión insana en los libros.
Vean el mundo y saboréenlo como yo lo muestro.
Ay, Poetas, debían arruinarlo,
anidarse en sus memorias y traumas,
disfrazarse de espejo,
saltar el muro,
coleccionar rastrillos y barrer las hojas muertas,
y ya muertas darles vida nuevamente
para recomenzar el ciclo.
El ritmo es una flor ennegrecida.
Un cuerpo tendido en una cama.
Ustedes que hicieron el cuerpo
e hicieron la nada,
que reinaron la historia de la sangre
con algunas palabras,
¿qué es la poesía sino la muerte de algo o alguien?
Antes que termine mi tiempo,
aquí comienzo,
aquí,
con una palabra que se destruye cuando pienso…

SIGLO XXI

No soy más poeta, sino un hombre.
Seguid mi construcción entonces.
[…]
Escarabajo azul.
Las lágrimas son libres.
Y la sonrisa es tuya como un campo libre.
Y el amor es tuyo en este valle de muerte.
Escarabajo azul.
La poesía muere cuando muere alguien.
Las avenidas van y vienen.
En el tiempo convergen las calles.
A cien metros la cantina. A diez metros la muerte.
Escarabajo azul.
Es cierto, la poesía cuando no muere tiene guantes forenses.
El moderno edificio ¿Sabes dónde se esconde?
Diríase que en una ciudad se protege el misterio.
Como el tiempo que está sin tiempo.
Escarabajo azul. Escarabajo.
Las pestañas crujen como robles.
Escarabajo azul. Escarabajo.
Deja que los hombres conversen.
Un lirio desciende.
Y es mecido por su madre en el viento.
Bajo el sol yacen los cuerpos.
Bajo el sol se hunden.
Aquí sólo la noche florece.
¡Ah! ¡Las nuevas calles…!
Es preciso recordar que donde
un hombre muere,
estuvo la mano de otro hombre…
Las pestañas crujen como robles.
Un lirio es mecido por su madre en las afueras del valle.
Escarabajo azul. Escarabajo negro.
Una montaña nos vigila con sus árboles.
La noche se hunde en los bordes de la muerte.
Se hunde en lo profundo del instante.
Escarabajo azul. Escarabajo negro. Gris es el nombre.
Recordemos el abrazo sólo cuando es preciso recordarlo.
¿Nos bastan nuestros ojos para creer en el milagro?
¿Nos bastan para cargar un hombre?
Los lirios descienden en el valle.
Descienden. Escarabajo azul. Y más escarabajos.
Cruel es la poesía y cruel la cruz.
Las lágrimas son libres.
Pero tu sonrisa no.
Ya no es tuya como un campo libre.
La pérdida es la otra sombra que envuelve al hombre.
Como robles crujen.
Se rompen como robles. Se rompen las pestañas.
La ternura es un lago limpio y el viento ha sangrado.
Pero el tiempo tiene la otra mano de la muerte.
El sol muere y las hojas mueren al morir un pájaro.
El hombre es ausencia.
La corbata guía al hombre al automóvil y el timón lo guía hasta su casa.
Su casa es como la muerte.
Una gota se abalanza. Ya viene. Ya viene. Descansa.
Los escombros corren calle abajo.
Calle abajo está la muerte.
Las mujeres mueren a manos de un borracho.
La avaricia se cuece en la humedad.
Escarabajo azul. Escarabajo negro.
El edificio es más grande que la sombra, pero más débil.
Viene para abajo. Ya viene.
La sombra asola la música que se mezcla en las calles.
La madre camina con sus pies de mármol la desesperanza.
Y los lirios descienden. Caen.
Y el niño es mecido como un edificio que se cae.
Catástrofe. Azul escarabajo.
Es cierto, la poesía muere cuando muere alguien.
Pero por lo menos deja que los hombres conversen en las calles.
Sic. […]
Amo, creo y espero;
y poesía, no destrucción, necesita el hombre.

  • Q29

si hallé la paz
mi tiempo no fue en vano
¿cuán fuerte fue mi corazón,
si resistió
los embates del destino
y amó y construyó un hogar
pese a demandas, yerros y tropiezos?
si hallé amor
mi tiempo no fue en vano
si hice amor
creé amor
si dije amor
creé amor
si mi fe no mermó y se aferró
adolorida
a mis demandas
y me resistí a creer que el destino propio
se construye en perjuicio
de mis semejantes
mi tiempo no fue en vano
y no lo fue

2

pero yo te habría construido el mismo muro
y te habría elegido y confinado
a errar del otro lado
yo lo habría construido
como un canto
altísimo
como este amor
te lo habría construido
de un alto telón de lluvias
de nuestra vida
diluida en el aire ciego
como el universo
te lo habría construido
o con tu propia indiferencia

 4       

porque sonríes siempre te amo tanto
porque sonríes siempre el cielo es joven y los días felices vuelven
y si viene el día, si por fin viene,
y los dos soles del este resplandecen en tus ojos
diles que no volverás
y si oyen tu voz como yo la oigo
diles que la voz que oigo no es la tuya
tuya como este día que acaba
en donde los ángeles pierden sus plumas
y los cisnes su brillo
y si aún sonríes
y vuelvo a verte
deja que te ame
y que anhele un cielo joven
y tu voz en mi memoria

16

trátala como a una mujer atardecente;
y en sus muslos
sé Aretino el lujurioso
y disfrázate de Bécquer,
a sus latidos dale un nombre,
y a su cuerpo hazlo tuyo
como has hecho tuyo el mundo;
agradece a Dios por su cuello de mujer
-o a Renoir, que es el otro-,
y por sus senos redondos y calientes,
deja que pase el río
y que el amor se esfume cuando el jadeo llegue

26 

Se tensa desde sus entrañas,
sus vellos se adhieren al aire,
tiemblan como el oro;
a la puesta del sol su cuerpo se abre,
abre y cierra la única puerta
donde, tendida en cama, se convierte en Casiopea.

27

cada mujer que besé era una ola devuelta de tus labios
y me obstiné en besarlas a todas
como si de verdad besara, y me sintiera amado,
y besé a todas las mujeres,
virtuosas y rameras,
pagano ante la debilidad,
en ellas el sabor de tus labios se había diluido,
a gotas besé tus labios, a micras los besé,
con cada mujer besada sentí más cerca tu presencia,
iba muy rápido, y amaba,
besaba a todas,
a las bocas pájaros que volaban,
a las bocas peces que me hundían,
a las bocas desamparadas,
y a las bocas agrias,
besé a madres milenarias,
y besé a tu ascendencia y descendencia,
a la mujer del este,
a la mujer del sur, tan cálida
como la del norte,
a la mujer oeste la besé cabalgando rápido
entre las llanuras del pasado,
pero también la besé en los prados
y en auto por las calles,
el futuro había llegado,
de beso en beso, había llegado,
las besé a todas,
y hubo bocas perezosas que
besé de día y de noche,
bajo el agua,
en la orquídea y en los campos bifurcados,
besé a las que parecían relámpagos,
a las que, eternas,
me mostraron una dosis de tus labios,
las besé,
y no sólo besé sus bocas,
también besé sus páginas,
sus huecos, sus moradas,
besé todas las partes donde Dios
se consagró en Dios,
las besé a todas, a manera de avalancha,
besé su ahogo, su espasmo y su espinazo,
besé sus ojos y olfateé sus párpados,
las besé en todas partes,
por momentos
tu cuerpo florecía en un instante,
pero seguí extraviándote,
y mi boca arrasó con cada cuerpo,
un Armagedón de besos
para hallar a la única mujer que no besé
y por quien besé a todas.

28

De borrador en borrador,
rescribiendo el mismo poema
durante años,
viéndolo cómo fluía y se escurría cada verso;
durante años lo forjé como un puente,
durante años lo forjé en guerra,
uniendo idea y forma,
pasado y presente,
uniéndolo como un canto de agua que pasa cuando pasa el Sena.

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