El arte como vínculo del pensamiento imaginario de una región
14 septiembre, 2021
Este año 2021 representa una fecha importante de reflexión para los países centroamericanos en ocasión de conmemorar el Bicentenario de la Independencia, razón suficiente para retomar ciertos acontecimientos e ideas libertarias que encaminaron a la región hacia dicho evento. Las colonias españolas en América fueron gobernadas durante más de 300 años por los reyes católicos, la iglesia católica, la casa de Austria y la casa de Borbón desde 1492 hasta 1821.
Francia ejerció una notable influencia en los intelectuales americanos mediante la propagación de las ideas de los pensadores de aquella nación. En efecto, la Revolución Francesa (1789) fue un hito en la historia de Occidente, al punto que dicho acontecimiento marcó el final definitivo del feudalismo y del absolutismo en varios países europeos y dio inicio a la contemporaneidad, al sentar las bases de la democracia moderna en el corazón del siglo XIX.
En el área centroamericana las ofertas y estudios sobre el tema del bicentenario están sobre la mesa; en Guatemala podemos partir de 1871, cuando se formó la médula de la oligarquía actual, heredera de los firmantes criollos que redactaron el acta de independencia.
El tema de la independencia debemos entenderlo como preocupación por la consolidación de una identidad regional. Por tres siglos la dominación española desvinculó la visión de los valores culturales comunes de una región, para mantener su régimen monárquico. Por lo que, rotos los lazos con esa vieja metrópoli, era necesario procurar la creación de esos valores culturales como un signo de unión.
Así podemos señalar como una luz en el túnel la primera exposición centroamericana en 1897 en Guatemala y la de 1935 en Costa Rica; en 1921 se llevó a cabo La exposición Centroamericana de Industrias y Artes en la finca La Aurora, para celebrar el centenario de independencia en Guatemala, invocando que ese año se reestablecía la democracia y la federación del Istmo, desde Costa Rica hasta nuestro país. Además, Guatemala festejaba el derrocamiento del tirano Manuel Estrada Cabrera.
En lo que concierne al arte centroamericano y su vinculación en la región, es bastante amplia, a pesar de las precariedades institucionales y los estados sumidos constantemente en vericuetos sobre contenidos acerca de la divulgación cultural. No fue sino hasta 1946 que se crea en Guatemala el primer Certamen permanente centroamericano 15 de septiembre, durante el gobierno del Dr. Juan José Arévalo. Dicho evento tuvo un gran apogeo porque los países centroamericanos acudieron a la convocatoria.
El certamen se gestionó a través de la Dirección General de Bellas Artes de Guatemala –que en aquel entonces era el motor de unión entre las artes del área, certamen que hoy en día está moribundo, únicamente manteniendo su nombre y sin más méritos que el de haber descartado lo más elemental, que son las artes visuales. La intención del certamen era unir lazos entre los países del istmo a través de las diferentes manifestaciones artísticas, conscientes de que han sido los artistas los proveedores de dichas manifestaciones y pensamientos. Pero finalmente, y como siempre, estos fueron relegados a un segundo plano en sus esfuerzos organizativos.
Sería anti elocuente decir que estos certámenes influyeron en el pensamiento y comportamiento de la unión regional como proceso cultural, ya que la historia reciente nos muestra los sucesos y tragedias en cada país, y hasta hoy día la incertidumbre continúa presente.
La creación de nuevos eventos que se extiendan por la región ha sido muy poca hasta la actualidad. Además del Certamen Centroamericano, surgieron otras propuestas público-privadas, como salones, bienales y exposiciones colectivas, que –aunque de muy corta duración- dieron un empuje a las propuestas artísticas regionales, apostando a una soñada integración centroamericana.
Estamos pues a las puertas del bicentenario de la independencia, en una época atípica, de inundaciones mediáticas que influyen de manera impresionante en nuestro comportamiento y en nuestras capacidades intelectuales. La era virtual llegó para quedarse y desarrollarse, paralelamente con el covid-19.
Museos, fundaciones, galerías de arte, artistas, gestores, tratan de nuevo ponerse de pie ante la magnitud de la catástrofe. En esta época, el arte resurge como una esperanza hacia un nuevo futuro en la región. Acá, es imperativo señalar el gran esfuerzo realizado por universidades, comités, patronatos, museos, fundaciones, galerías de arte, así como algunas instituciones público-privadas, que, a pesar de las circunstancias, han logrado dejar testimonio con una gran variedad de libros, catálogos, revistas, ediciones virtuales y esfuerzos colectivos e individuales que serán referencia histórica patrimonial.
Sobre lo más reciente en ediciones formales, en artes visuales podemos mencionar el libro 100 años de las artes visuales guatemaltecas, editado por el Museo Nacional de Arte Moderno Carlos Mérida, el cual no pretende ser una antología del arte guatemalteco, sino más bien una documentación de la colección que el museo atesora como patrimonio cultural; también el Modernismo en Centroamérica, editado por el coleccionista Mark Morgan Ford y la crítica de arte Suzanne Brooks Snider, una mirada al modernismo de la región como la gran corriente que aportó e impactó en una búsqueda de renovación y rompimiento de paradigmas establecidos, a través de una selección de algunos artistas representativos de cada país; o Entre siglos, editado por la Fundación Rozas Botrán, sobre el arte moderno y contemporáneo centroamericano hasta nuestros días.
Hoy aún tenemos la alternativa para creer en nuestro futuro y, para lograrlo, debemos mirarnos como individuos pensantes a la espera de un nuevo amanecer, en una nueva normalidad que será exigente y competitiva. Como un signo esperanzador surgen algunas luces en el horizonte, a través de acciones del pensamiento crítico sobre nuestra memoria social y cultural. Nadie conoce ni conocerá la historia de nuestra próxima aurora como civilización. La vida es tan corta comparándola con la longevidad del arte.
Guatemala, 1959. Es pintor y grabador. Radicó durante 15 años en Francia. Segundo Premio, Certamen Centroamericano de Grabado (1981), Mención, XXI Gran Premio Internacional de Montecarlo-Mónaco (1987), Orden de las Artes y Letras en Grado de Oficial, Ministerio de Cultura de Francia (2018), Orden Nacional del Patrimonio Cultural de Guatemala (2021). Actualmente es el director del Museo Nacional de Arte Moderno “Carlos Mérida”.