El Desvanecimiento Continuo: La Región Más Transparente, de Carlos Fuentes
1 agosto, 2008
El 7 de abril de 1958 Carlos Fuentes (1928) publicó una obra que habría de entusiasmar pero también de escandalizar a los lectores mexicanos –y en muy poco tiempo, a los lectores hispanoamericanos en general- por su audacia constructiva, su visión premonitoria de la prosperidad y la decadencia del México del siglo XX, su discurso narratológico contrapuntístico y su interiorización de la vida exterior.
La región más transparente (Alfaguara-Santillana Ediciones Generales. México, 2008. 554 pp.) constituye, junto a Rayuela de Julio Cortázar, La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa y Juantacadáveres de Juan Carlos Onetti, una de las tentativas más valerosas y logradas por abarcar, en una mirada de conjunto que no evita prestar atención a los rasgos individuales, todas las realidades y ficciones que hacen factible y no factible el ascenso meteórico de una sociedad de sino conservador hacia la cima del éxito capitalista.
Publicada en 1958, La región más transparente constituye una síntesis precisa, académica, concéntrica, al tiempo que abierta, arriesgada y poliédrica, de la evolución del pensamiento crítico y de la historia social de México, desde la independencia hasta la simbólica mitad del siglo XX. Jacobinos y monárquicos, burgueses y aristócratas, industriales y hacendados, prósperos y fracasados, hartos y hambrientos, todos se congregan y dispersan en las páginas de La región más transparente: los protagonistas y los antagonistas de la macrohistoria devenidos en la turbamulta de la microhistoria.
Para ciertos sectores de la crítica especializada la generación del boom, a la que pertenece Fuentes, aprovechó diversas circunstancias culturales, económicas, políticas, para posicionarse entre los consentidos de las editoriales a nivel mundial. También se insiste en que el boom no tuvo ideario colectivo, y que ni siquiera en sus encuentros – a los que siguieron varios desencuentros- llegaron a plantearse objetivos generacionales.
Si bien ambas observaciones son ciertas, no menos cierto es que los autores del boom tuvieron una formación literaria semejante, en la que destacan las lecturas de los grandes autores europeos del siglo XIX –pienso en Tolstoi, Dickens, Balzac, Flaubert, Pérez Galdós- y de la generación pérdida estadounidense –Steinbeck, Hemingway, Fitzgerald, por citar nombres-, generación, también ésta, sin ideario establecido. Es decir, compartieron en más de un sentido una formación intelectual.
Sin duda La región más transparente recibió influencia directa de la prosa de John Dos Passos y de William Faulkner. Manhattan Transfer y Pylon fluyen en sus páginas. En Manhattan Transfer Dos Passos refiere la epopeya de una ciudad que canibaliza a sus habitantes; en La región más transparente Fuentes refiere la etopeya de una ciudad canibalizada por sus habitantes.
La gran novela de Dos Passos refiere la tragedia de un país condenado al éxito, a ser cifra y suma de un sistema económico que lo engrandece pero que lo devora. Los protagonistas y los antagonistas de Manhattan Transfer son tránsfugas del fracaso, pero en el éxito económico encuentran la derrota moral, y en la conservación de un mínimo de dignidad humana no hallan sino el vacío anímico.
Pylon, otra novela sobre la civilización y el progreso triunfantes y exultantes, es también novela de fracasos morales y anímicos. Si Dos Passos canta con horror la arrogancia del dólar, Faulkner canta con horror la arrogancia de la tecnología, representada por el aeroplano, que se alza y ofrece a los seres humanos unos minutos de ilusa libertad absoluta, mientras los encadena a la tierra. Los pilotos se sienten plenos en el aire, pero tal plenitud se paga a precio de oro en las compañías e industrias que se benefician con la construcción de aeroplanos: Ícaro debe sonreír en su caída.
La región más transparente se beneficia de las lecturas de Manhattan Transfer y Pylon, y además las acrecienta, exacerba lo que ambas tienen de novelas desesperanzadas pero también de puesta en escena cinematográfica rayana en el vodevil, farsa que no rehuye la exageración mímica del cine mudo y el hiperrealismo guiñol del cine de gánsters.
Cinéfilo de vocación, Fuentes estructura La región más transparente como un ejercicio de montaje, con escenas alternas que combinan la grandilocuencia de Luchino Visconti con las filmaciones despojadas de Roberto Rosellini. En la década de 1950 en que se concibió y escribió la novela del mexicano, los directores neorrealistas italianos dominaban las pantallas de cine. Así como tiempo después Fuentes agregaría las tendencias absurdas del cine de Jean Luc Godard a su narrativa –recuérdese La cabeza de la hidra-, en La región más transparente es notable esta narrativa de la realidad que se descompone y se vuelve en su propia burla sin humor y sin risas, si acaso sólo con las risotadas angustiadas y vulgares que sustituyen a los gritos de desesperación.
Narrativa neorrealista porque como en la corriente cinematográfica italiana en La región más transparente el escándalo, el festejo, la música, el sexo, la violencia, la furia, la mueca, los motores, los pasos, las comilonas, el hambre, no son más que intentos fallidos por acallar el insoportable ruido de la soledad y su silencio.
La aventura literaria de Carlos Fuentes comenzó con la desmesura: La muerte de Artemio Cruz y La región más transparente. De ahí en adelante, Fuentes se trazó itinerarios que no repitieran tales aventuras, que no saquearan tales hallazgos. Esa disposición representó a su vez una nueva desmesura, y no siempre el escritor mexicano ha salido bien librado, aunque sí ha obtenido su propósito: su obra literaria es de una originalidad y una intrepidez a toda prueba, que lo mismo se interna en el hiperrealismo que en el absurdo, de Cambio de piel a La cabeza de la hidra, en el surrealismo de Los días enmascarados y en la deconstrucción narrativa de La frontera de cristal.
La región más transparente representa en la labor literaria de Fuentes la incursión en la novela total. Si obras posteriores como Cristóbal Nonato o Terra nostra representan la incursión en el discurso logocéntrico y en la deconstrucción lingüística, es en La región más transparente donde el autor se arriesga por una narración que lo abarca todo, que es en apariencia desproporcionada y sin embargo nivelada, de múltiple interpretación y sin embargo críptica.
Novela del siglo XX, cinética y cinematográfica, masificada y solitaria, de furias sordas como la poesía nerudiana de Residencia en la tierra, distanciada como los relatos de Jorge Luis Borges y árida como las novelas de Hemingway, y sin embargo, como las obras de estos autores, también una novela lluviosa y soleada y sonora.
En el diseño de portada de Leonel Sahagón para esta edición conmemorativa de La región más transparente, la ciudad de México está metaforizada por la imagen de una torre encerrada en una esfera de cristal. Novela cinematográfica y cinética: la ciudad es el rosebud anhelado por el magnate Charles Foster Kane en el filme de Orson Welles. De las manos del moribundo multimillonario cae una esfera de cristal, una fantasía más en un mundo de fantasías. De las manos de los personajes de La región más transparente van cayendo sucesivas esferas de una realidad irrealizable.
“Acaso ella tenía razón y nadie tenía derecho a ser y la vida era un continuo desvanecerse en los deseos y actos de los demás…” Los habitantes de La región más transparente se desvanecen en deseos y actos ajenos a ellos, deseos y actos que los reducen y los anulan. El desvanecimiento continuo que me impide encontrarme conmigo, con mis siguientes pasos, con mis vidas posibles.
Como en los stills que realizara Gabriel Figueroa para Los olvidados de Luis Buñuel, en la novela de Fuentes el tiempo invalida al tiempo, con lo que quiero decir que lo que vemos en las fotografías, y lo que leemos en las páginas, es la cosa viva, la crueldad, la estupidez, el azoro, la sexualidad, la enajenación, la brutalidad, la belleza, el amor, la asimetría detenidas en instantes que parecieran contener una vida en sí mismos.
No asiste la belleza en Los olvidados, asiste la expresión cinematográfica, que no es agraciada ni malcarada sino viva y perceptible. La obsesión cinética por vivir que se corrompe en inmovilidad, acaece en el neorrealismo italiano o en Orson Welles, como acaece también en las páginas de La región más transparente, en la que no existe la belleza, sino una expresión literaria que es desvanecimiento y continuidad.
Es en esta audacia de llevar la narrativa un paso más allá, de liberarla de lo simple estético o de la retórica del compromiso social, para erigirla en un ser autónomo, independiente y fértil, donde se advierte a plenitud la diversidad de puntos de vista y revisiones que ofrece La región más transparente, su complejidad estructural y técnica, su vigencia y su incuestionable proyección a futuro.
Lee aquí el Capítulo I de La Región más transparente.
Managua, Nicaragua, 1972.
Poeta y ensayista nicaragüense . Licenciado en lengua y literaturas hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam). Ha colaborado en diversas revistas culturales de su país (Cultura de Paz, Decenio, El Pez y la Serpiente), así como de México (Diturna, Alforja de Poesía, Cuadernos Americanos). Publica artículos y ensayos de crítica literaria y de cine en el periódico El Nuevo Diario, de su país, y en la revista virtual Carátula, del escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Ha participado en el 4º Encuentro Internacional de Poesía Pacífico-Lázaro Cárdenas (2002), en Michoacán, en el Primer Encuentro Internacional de Escritores Salvatierra (Guanajuato, 2004), en el 8º Encuentro Internacional de Escritores Zamora (2004), en Michoacán, en el Libro Club de la Fábrica de Artes y Oficios de Oriente (2004), como invitado especial en el Tercer Encuentro Regional de Escritores Salvatierra (Guanajuato, 2004), y en el Segundo Encuentro Internacional de Escritores Salvatierra (Guanajuato, 2005). Radica en México, D.F.