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El fuego y el agua: las relaciones de género y lo político en “El país de las mujeres” de Gioconda Belli.

27 noviembre, 2014

Jared List

El fuego y el agua—dos estados contrarios que cuando se mezclan, se hacen daño; el calor del fuego evapora el agua y el agua asfixia el fuego.  A veces gana el agua y otras veces, el fuego.  Lo cierto es que cuando los dos se mezclan, rara vez ambos sobreviven.  Uno tiene que morir para asegurar la existencia del otro.  En este sentido, son enemigos mortales.  No obstante, los encontramos mezclados en la novela de Gioconda Belli El país de las mujeres.


“Faguas era un país descalabrado donde la realidad constantemente desafiaba la imaginación.”
Gioconda Belli, El país de las mujeres

 “Hacerlo es una cuestión de poder.  Quién tiene el poder pone las reglas del juego,
crea las razones que justifican un determinado modo de organización.” 

Gioconda Belli, El país de las mujeres

 El nombre del país ficticio es Faguas—fuego más aguas—algo Belli revela en una entrevista con El Nuevo Diario en 2010.  Para ella, Faguas puede representar cualquier país latinoamericano, pero dice que “de alguna manera es una metáfora para Nicaragua” (El Nuevo Diario).  A pesar de la historia ficticia, hasta cierto punto la obra se basa en las experiencias personales de Belli, particularmente las de la Revolución Sandinista—otra cosa que ella revela, esta vez en los agradecimientos al final de la novela.  Tome, por ejemplo, el Partido de la Izquierda Erótica (PIE) cuya presencia en la novela establece el hilo conductor.  En realidad, era el nombre del grupo que Belli y sus compañeras habían formado en ese momento de la historia nicaragüense y, como lectores, podemos empezar a imaginar la trayectoria de tal partido, según la visión belliana.

La trama empieza durante la presidencia de Viviana Sansón.  En su segundo año como encargada del país pequeño, la primera escena pinta uno de sus deberes presidenciales: conmemorar y celebrar días festivos.  Rodeada por sus compañeras ya hechas funcionarias políticas del PIE, Sansón acaba de dar un discurso para honrar la inauguración del Día de la Igualdad En Todo Sentido.  Para comprobar tal declaración, ella rompe las normas de conducta de los funcionarios del gobierno.  “Con su estilo de rockera en concierto –toda de negro y con botas– había roto la tradición de los políticos machos de antaño, siempre protegidos tras mesas y parapetos” (Belli 14).  Formaba un círculo con su pueblo; se abrazaban.  “El círculo era un abrazo, había declarado, y la palabra mágica de su administración era contacto; todos en contacto: tocarse, sentirse.  El círculo era la igualdad, la participación, el vientre materno, femenino” (Belli 14).  Tal descripción suena utópica, ¿no?  ¿Cómo logró ser un país tan pacífico, tan igualitario, tan diferente de otros estados? Seguramente habría sucedido una revolución violenta…  Pero, no fue así.

Aprendemos que un desastre natural efectuó un drástico cambio social en el país.  La erupción del volcán Mitre les produjo una alteración biológica a los hombres de Faguas.  Se les bajó el nivel de la testosterona hasta una fracción del índice normal.  “…[L]os gases del volcán eran responsables del efecto que inesperadamente bendecía a Faguas con una mansedumbre masculina nunca vista. […] Y es que, entre la dulcificación de los hombres y las estupideces del gobierno, el Partido de la Izquierda Erótica se colocó a la cabeza de las encuestas” (Belli 39).  Tras las elecciones, el candidato presidencial del otro partido no podía creer los resultados.  Las mujeres le habían ganado, transformando el estado de ese país pequeño en un estado ginocrático.  Luego del triunfo del PIE, los miembros (todas mujeres) de la Asamblea empezaron a promulgar leyes que buscaban liberar a la mujer de su posición relegada bajo las antiguas administraciones.  Tome, por ejemplo, los requisitos para ser funcionaria.  “Viviana propuso un estado ginocrático, ni un solo hombre en las dependencias de los ministerios, los entes autónomos, los órganos de poder, al menos por seis meses” (Belli 105).  Los hombres no podían ocupar ningún puesto político, efectivamente eliminando su capacidad de legislar y promulgar leyes.  Tal decisión no parece concordar bien con lo que podemos imaginar que celebra el Día de la Igualdad En Todo Sentido.  ¿No es cierto?

La visión de la presidenta es construir un estado que rompa el patriarcado y que deje florecer el poder femenino—algo novedoso en el país y el mundo, según Sansón.  ¿Cómo se ve un estado matriarcal?  Según lo que leemos, tenemos entendidos que dicho estado promueve leyes que rompen los papeles de género tradicionales, hasta invertirlos.  Es un estado que rechaza la impunidad masculina y busca superar el machismo en todas sus manifestaciones.  Tal estado valoriza tanto la afectividad como la razón.  Las emociones y los sentimientos ya no se descalifican; no llevan ninguna connotación negativa.  Los hombres se encargan del trabajo doméstico por seis meses.  Se convierten en amos de casa y aprenden a planchar, cocinar y lavar.  Su espacio ya es el hogar.  Conocen la dificultad y el aislamiento de estar encerrados en casa.  Para la presidenta, “los hombres necesitan vivir en carne propia lo que significa ser marginales, que el otro sexo decida por ellos.  Además de que es la única manera de que experimenten la vida doméstica como una realidad” (Belli 174).

Dicho estado elimina el ejército cuya herramienta es la violencia y lo reemplaza con “el ejército de la vida” cuya tropa es femenina camuflagada en rojo y encargada del bienestar juvenil y la educación sexual (Belli 123).  Rechaza el legado colonial de ignorar y superar las leyes por intereses propios de los líderes políticos y la aristocracia; incluye la normalización de nuevos símbolos nacionales, culturales y sociales, optando por símbolos maternales y femeninos tales como el tampón, la panza, cordones de embarazadas, uñas pintadas y el sexo femenino pintado en las paredes del barrio.  El sistema educativo empieza a fomentar una compartida responsabilidad familiar a través del requisito escolar que ambos los hombres y las mujeres tomen cursos de “maternidad” en los cuales los alumnos terminan sabiendo cuidar de y criar a los niños.  El trabajo doméstico se hace el trabajo de ambos sexos; el vínculo entre mujer-maternidad se rompe.  Puedo seguir enumerando más características del estado ginocrático, pero tenemos la idea.

No obstante, la idea de mantener y alimentar un estado matriarcal no era el plan de largo plazo del gobierno del PIE.  El objetivo principal era construir un estado, un país, una política que abogaba por la igualdad, no sólo en teoría sino también praxis.  Sansón “no aspiraba al matriarcado sino a una sociedad de iguales.  Y era posible.  Lo creía con todas sus hormonas y su materia gris” (Belli 198).  El matriarcado era el primer paso para desconstruir un injusto sistema colonial y patriarcal.  Para el PIE, invertir las relaciones de poder entre los géneros era la clave hacia un mundo más justo, cariñoso, generoso y amoroso, es decir, un mundo sin conflicto donde el arma preferida del ejército era el abrazo en lugar del rifle.

Los nuevos procedimientos del PIE buscaban una re-orientación política, una nueva definición de lo político, o por lo menos, su disolución.  Las mujeres ya no querían relaciones sociales, políticas y nacionales basadas en una diferencia jerarquizada, discriminatoria y violenta.  Por lo político, me refiero a la definición de Carl Schmitt.  Para él, lo político nace con la distinción ‘amigo/enemigo,’ y, al fondo, la posibilidad de matar o ser matado.  En la base de lo político queda esta distinción.  Mi objetivo en este ensayo corto es pensar lo político en el contexto de la novela de Belli.  ¿Propone ella una concepción de lo político diferente de la de Schmitt, una que se basa en la convivencia en lugar del antagonismo?  ¿O concibe un estado apolítico?  En la trama, ¿la harmonía puede dar paso a un estado igualitario, pacífico y benéfico?  Mi argumento es que el estado utópico/apolítico de Faguas nunca se realiza.  No puede superar o eliminar la distinción ‘amigo/enemigo’ a pesar de sus intentos.  El estado implica antagonismo y vemos dejos antagónicos en Faguas.  Habiendo planteado el postulado, nos vale seguir por explicar lo político según Schmitt.

Para él, el estado presupone lo político.  Es la entidad decisiva que tiene la capacidad de distinguir el enemigo del amigo y, como ya dije, la distinción ‘amigo/enemigo’ constituye lo político.  Según él, este antagonismo supera cualquier otro y es independiente de los otros (e.g. antagonismos religiosos, culturales, sociales, etc.) y su vigencia depende de la amenaza percibida de ser matado o matar para la auto-preservación.  “Los conceptos del amigo, enemigo y combate reciben su significado verdadero precisamente porque se refieren a la posibilidad real de un asesinato físico” (Schmitt 33).[i]  Schmitt nos dice que la dicotomía ‘amigo/enemigo’ puede existir dentro o fuera del estado, tanto en el caso de una guerra civil como en el de una guerra mundial.  En la novela el enemigo es interno.

Lo que no he dicho hasta ahora es que, en el primer capítulo del texto de Belli nos enteramos de que hubo un atentado contra la presidenta.  Durante uno de sus eventos públicos, alguien le había disparado y la bala se le quedó intacta incrustada en la cabeza.  Durante el transcurso de la trama, los lectores no saben si ella sobrevivirá.  Hay otras instancias en la novela donde aprendemos que todo no está bien en el país.  La visión idealista del PIE no corresponde con las realidades del país.  La disminución de los niveles de la testosterona era temporal, pero los índices se normalizaron dos años después de la erupción.  El regreso a índices normales implicaba un aumento de problemas sociales y violencia de género.  “El retorno de la testosterona no afectó a todos de la misma manera.  Hubo quienes reclamaron con violencia su lugar de amos y señores… Eva llevaba variosmeses preocupada por el aumento de los feminicidios, las violaciones y las disputas domésticas”  (Belli 45).  El camino hacia la paz y la igualdad se ponía en peligro.

El carácter polifónico de la novela nos revela el antagonismo que subyace al estado.  Un ejemplo debe ser suficiente.  Mientras la presidenta permanece en un estado de coma, la incertidumbre alrededor del futuro del gobierno intensifica el descontento con la administración actual, particularmente entre la población masculina del país.  Tras la decisión del gabinete ejecutivo de instalar a uno de sus miembros como presidenta temporal—una decisión que no tenía ninguna base constitucional—, el partido Machos Erectos Irredentos (MEI) organizó una serie de manifestaciones exigiendo elecciones presidenciales.  Los manifestantes empezaron a ponerse agresivos y lanzaban piedras a las ventanas de las oficinas gubernamentales.  Tal acción provocó una respuesta estatal.  “Un gran número de mujeres policías, con trajes y cascos antimotines bajaban de camionetas y jeeps, formando un semicírculo alrededor de los manifestantes.  Todas iban armadas de tasers. […] Ya varios hombres gritaban revolcándose bajo el efecto de las tasers” (Belli 245-246).  El estado fue decisivo; puso fin al antagonismo creciente.  Pacificó al enemigo a través de modos violentos.  En esta escena, lo político se revela; el estado apolítico no tiene sentido.

La novela termina con la recuperación de Sansón; ella sale del coma y vuelve a la presidencia.  No obstante, el júbilo de su retorno es breve, cortado por lo que la presidenta anuncia.  En un discurso televisado, anuncia su retiro, pero su decisión dura poco tiempo.  Vuelve a asumir la presidencia “por aclamación popular” y así se cierra el penúltimo capítulo (Belli 273).  Su indecisión sobre el retorno es significativo puesto que la interpretación de la novela depende de ello.  Si no regresa, la definición de lo político de Schmitt tiene toda la razón.  El experimento estatal que Viviana promovió muere con su abdicación de poder, pero la novela no va en esa dirección.  El retorno permite la posibilidad de otra forma de gobernar, otra forma de vivir, tal vez mejor dicho, convivir.  Mas, ¿podemos decir que el gobierno de Viviana exhibía una convivencia entre los ciudadanos del chiquito país?  Teniendo en cuenta los conflictos entre el MEI y el PIE, podemos contestar que todos los ciudadanos no convivían.  La convivencia era una meta no lograda, un ideal en lugar de la realidad.  Nos podemos preguntar: ¿por qué?

No obstante, Sansón nos lo dice en el último capítulo que contiene sus reflexiones sobre el estado de Faguas.  Admite los costos en los primeros dos años de su cargo.  “No me arrepiento de la locura que fue mandar a los hombres a sus casas, sacarlos del Estado.  Admito que fue una medida extrema. […]  Pagué un precio” (Belli 276).  Quiero enfatizar la primera parte de la cita.  Sansón no se arrepienta de lo que hizo.  Reconoce que la exclusión masculina no tiene que suceder en otros países tal y como sucedió en Faguas, pero, según ella, “lo sí sé es que en mi país significó un cambio profundo que valió absolutamente la pena” (Belli 276).  Para Sansón, la exclusión masculina de puestos gubernamentales ha producido buenos resultados: una disminución de problemas de drogas y pandillas, una responsabilidad compartida de criar a los niños y las tareas domésticas entre hombres y mujeres, una economía próspera y creciente y el “felicismo,” este último siendo uno de los objetivos principales del gobierno de Sansón (Belli 110).   Entonces, según Sansón, los conflictos iniciales valieron la pena.  Ella concluye su reflexión así:

Somos más ricos, sobre todo, porque hemos eliminado la más antigua forma de explotación: la de nuestras mujeres, y así nadie la aprende desde la infancia.  Hay brotes, claro; no somos una sociedad perfecta.  La verdad es que reconocernos humanos es saber que siempre habrá luchas y retos, pero, bueno, avanzamos.  Un piel delante del otro. (Belli 276)

Ahora bien, no hemos tratado de entender lo político en el pensamiento de la presidenta de Faguas.  ¿Cómo podemos entender las temporales políticas exclusivistas del gobierno?  ¿Es un estado que distingue amigo de enemigo y, en este sentido, un estado que presupone lo político según Schmitt?  Yo mantengo que el estado de Faguas se establece sobre lo político.  Las prácticas del gobierno del PIE perpetúan las mismas acciones exclusivistas de marginar cierto grupo.  El cambio de poder no resulta ser un proceso pacífico; el atentado es la prueba.  “Tengo una bala alojada en el cráneo.  Estará conmigo el resto de mi vida.  La sé allí y saberla es una advertencia que no paso por alto” (Belli 275).  Las consecuencias son graves y el mensaje, complejo.  El estado del PIE excluye a los hombres de asumir algún tipo de poder o tener la capacidad de gobernar por el violento legado masculino del estado.  Se repite la misma exclusión del estado patriarcal, sólo que en reversa.  Tal práctica da paso a la violencia física: el atentado contra Sansón y los conflictos entre las fuerzas policíacas y el MEI.  Por una parte, Faguas es fuego y agua: incompatibles, violentos, enemigos internos.

Sin embargo, la historia no termina allí porque, por otra parte, Faguas es como su nombre indica: la combinación de ambas partes.  Las divisiones y la desigualdad entre los géneros empiezan a desvanecerse a través de las propuestas nuevas del PIE.  “Ningún hombre considera ya denigrante planchar, lavar, cocinar o cuidar de los niños.  Las nuevas familias de Faguas comparten las labores” (Belli 276).  En este sentido, Faguas se desvía de la estructura colonial de género, proponiendo un estado de igualdad de género como meta principal.  Por tan contrario suena, para Sansón, la exclusión temporal era el primer paso hacia la igualdad de género; dejó alterar la configuración del estado y dar chance a otra forma de gobernar.  A pesar de los cambios respecto a las relaciones de género, Sansón no imagina un estado más allá de lo político.  Su visión todavía lo presupone como las últimas líneas de la novela indica.  Vale la pena repetirlas otra vez. Sansón medita: “Hay brotes, claro; no somos una sociedad perfecta.  La verdad es que reconocernos humanos es saber que siempre habrá luchas y retos, pero, bueno, avanzamos.  Un piel delante del otro” (Belli 276).  En otras palabras, el futuro implica lo político.

Un mundo apolítico es el lugar donde la distinción ‘amigo/enemigo’ ya no tiene vigencia.  Schmitt nos dice que si la distinción desapareciera, lo político dejaría de existir y el mundo se volvería uno no politizado.  La novela no propone esto; reconoce las luchas que forman parte de nuestras realidades.  Pero, un mundo apolítico es el ideal, ¿no?  Podemos ver esto en la legislación y cambios gubernamentales.  El ejército de la vida es un ejemplo de eso.  Lo que la novela sí le propone al lector es que podemos empezar el camino largo de buscar ejes y espacios donde podemos cuestionar la explotación, la injusticia y la desigualdad que han acompañado la colonialidad por el último medio milenio y efectuar cambio hacia un mundo más igualitario y justo.  La historia de Faguas imagina un mundo diferente pero no niega o minimiza las realidades y costos de tales cambios.

Antes de concluir este ensayo, hay otro eje que no quiero descartar, la cuestión de masculinidades violentas.  Como yo ya había indicado, la transición de poder sucedió por vías pacíficas.  No hubo guerra, revolución o muertes debido al efecto biológico de la erupción volcánica.  La pacificación del país coincidió con el cambio hormonal masculino, es decir, la “dulcificación de los hombres” (Belli 39).  Cuando los niveles empezaron a volver al índice normal, el país vio un aumento en violencia a pesar de que “el retorno de la testosterona no afectó a todos de la misma manera.  Hubo quienes reclamaron con violencia su lugar de amos y señores…,” como había citado antes (Belli 45).  Para José de la Aritmética—un vendedor de raspados y ciudadano de Faguas—, luego del atentado contra Viviana, se pregunta si la violencia era innata a los hombres.  “Uno tenía que reconocer aunque no le gustara, pensó, que era verdad eso que decían las mujeres de que los hombres tenían la maña de la violencia.  ¿Qué necesidad había de pegarle un tiro a la Presidenta?” (Belli 17).  Los pensamientos de José de la Aritmética plantean la escencialización de la violencia masculina, pero la narración descarta tal suposición de inmediato.  Aprendemos que José de la Aritmética (como varón) no se inclinaba hacia la violencia.  “Sería que él tenía sangre de horchata, pero jamás habría pensado hacer una cosa así [el atentado].  Tal vez por haberse criado entre mujeres –fue el único varón entre nueve hermanos— él era medio feministo” (Belli 27).

El sueño del gobierno del PIE era desenredar la relación entre estado y masculinidad y, por ende, la violencia.  En otras palabras, quería romper la relación entre el poder y la masculinidad, algo que dice Viviana explícitamente: “El poder tiene signo masculino y los hombres necesitan vivir en carne propia lo que significa ser marginales, que el otro sexo decida por ellos” (Belli 174).  Por eso, la presidenta y su gabinete tomaron la decisión de excluir a los hombres de puestos gubernamentales y hacerles quedar en casa, siendo una reacción y un remedio al hecho de que “[n]ingún gobierno hasta entonces se había tomado en serio la nefasta violencia contra las mujeres” (Belli 203).  Para el PIE, la clave era una inversión de la relación estado-masculinidad: establecer un vínculo entre estado y feminidad.  Dicho ajuste produciría resultados positivos según la presidenta, como dice aquí: “Lo que tenemos que hacer es demostrar cómo esa manera de ser y actuar femenina puede cambiar no solo este país, sino el mundo entero […]” (Belli 101).  Y, como hemos visto, los resultados son diversos.  Por una parte, hubo transformaciones sociales.  Las del PIE “[l]ograron hacerles ver a muchos hombres que no era mala idea cuidar el país como si se tratara de la casa de cada quién” (Belli 45), pero, por otra parte,“obligar a los hombres a retirarse a sus casas fue una medida extrema para un país machista, lo habría sido para cualquier país” (Belli 162).  Los residuos machistas, es decir, el vínculo entre la masculinidad y la violencia, se hacen evidentes a través del atentado y se presentan como obstáculos contra los objetivos del PIE.  En este sentido, la distinción ‘amigo/enemigo’ todavía existe en algún nivel de la sociedad faguasiana.  A pesar de una re-orientación gubernamental y un modelo alternativo educativo que rompe las normas de género según el machismo y el marianismo, lo político nunca desaparece.

Entonces, ¿qué mensaje transmite la novela?  Es decir,  ¿es imposible superar lo político en el caso del estado?  Schmitt argumenta que sí, es imposible, y la novela parece estar de acuerdo con tal planeamiento.  Recordemos que, para Schmitt, el estado presupone lo político.  Tiene la capacidad de distinguir el enemigo, en otras palabras, el otro.  Esto amenaza al estado y su sobrevivencia.  En cuanto al enemigo, Schmitt nos dice:

El enemigo político no necesita ser malvado moralmente o feo estéticamente; no necesita aparecer como un competidor económico, y puede ser ventajoso para involucrarse en transacciones comerciales con él.  Pero él es, no obstante, el otro, el desconocido; y es suficiente para su carácter que él sea, de una manera especialmente intensa, existencialmente algo diferente y extraño, para que en el caso extremo los conflictos con él son posibles. (Schmitt 27)

En la novela, el otro es el que se opone a las iniciativas estatales para re-asentar la relación entre el poder y el género.  Al principio, el proyecto estatal se basa en la voz y visión femenina para reconfigurar la relación desde la del estado-poder-masculinidad hasta la del estado-poder-feminidad para llevar a cabo el objetivo final en el cual el poder no conlleva ningún género particular—un poder desgenerizado.

Para realizar dicha meta, el proyecto estatal imponía un ejercicio de poder generizado.  En este sentido, define el otro y lo excluye para proteger el estado.  Vemos esto a través de lo que dice uno de los miembros del gabinete ejecutivo, Martina Meléndez:

Nuestra fragilidad como gobierno era de otra naturaleza: se debía al espíritu de igualdad que nosotras queríamos imprimir al ejercicio del poder; un espíritu de igualdad que, según habíamos propuesto, requería de un momento inicial de terror y sorpresa—shock y awe, eso mismo dijo, como en los bombardeos a Irak— en que los hombres experimentaran la pérdida absoluta del poder. (Belli 235)

La alusión a la guerra destaca el carácter político del proyecto del PIE.  El gobierno de Faguas plantea la separación y exclusión de género como primer paso hacia la igualdad, pero el desenlace no propone un argumento claro que el estado ha logrado completamente su meta de igualdad, paz y felicismo.  En otras palabras, el sueño queda incompleto; en Faguas, el fuego y el agua todavía mantienen una relación tenue y conflictiva aunque se llevan mejor.

Podemos reconocer unas preguntas más amplias para el análisis de la novela de Gioconda Belli en el contexto de las nuevas direcciones teóricas.  En este sentido, esta conclusión no sirve su propósito.  En un momento donde nuevos marcos de pensamiento tales como el de la decolonialidad y el de la democratización epistemológica proponen una descentralización igualitaria de otros modos de vivir y pensar—marcos teóricos que resuenan con los fines políticos, sociales, culturales, éticos y morales del PIE—¿dónde permanece lo político en estas propuestas?  ¿Cómo podemos entender la inclusión y la exclusión dentro de estos proyectos?  En algún momento, ¿hay que hacer la distinción de amigo o enemigo, en particular, para entender los modos de vivir y pensar que se oponen a las metas de los proyectos?  Lo que la novela nos ayuda a ver es que debemos continuar reflexionando sobre lo político en cuanto a estas corrientes nuevas.


[i] Las traducciones de las citas que vienen de la obra de Carl Schmitt son mías.

Obras citadas

– Belli, Gioconda. El país de las mujeres. Bogotá: La otra orilla, 2010.
– Chamorro, Carlos. “El país de las mujeres: La última novela premiada de Gioconda Belli.” El Nuevo Diario. 20 sep 2010. Web.
– Schmitt, Carl. The Concept of the Political. Trans. George Schwab. Chicago: University of Chicago Press, 1996.

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Es profesor de español en Doane College en Nebraska (Estados Unidos). Obtuvo su B.A. de Augustana College (Illinois, Estados Unidos) en 2006 y su Ph.D. de la Universidad Estatal de Ohio en las literaturas y culturas latinoamericanas en 2013.

Su investigación y publicaciones incluyen temas acerca de los flujos globales de gente, productos y pensamiento que fluyen por, desde y sobre América Latina.

Su investigación actual examina las conexiones coloniales/ modernas entre América Latina y otras partes del mundo anteriormente colonizadas.

Sus áreas de especialización incluyen la colonialidad, la decolonialidad y los estudios subalternos.