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El misterio de «La isla del doctor» Schubert de Karina Sainz Borgo

1 abril, 2023

«Hic sunt dracones» indican los cartógrafos antiguos al señalar los mares desconocidos. Aquí hay dragones que habitan en el fondo del mar, ondinas y lamias, sirenas y seres mitológicos que parecen humanos pero que se presentan con restos de naufragio, o se transfiguran con miembros y pedazos de animales y elementos. Todos parecen sacados de un sueño turbulento de Homero antes de escribir la Odisea. Y hay aventura y leyenda, pero la forma es la de un largo poema en prosa con párrafos y frases medidos como estrofas de endecasílabos. 

Que se llame novela corta o poema en prosa no es lo importante, y ni siquiera la trama, sino la hipnotizante cadencia de su ritmo, como el que contiene las leyendas de siempre. Olviden que la autora lo fue de La hija de la española o de El tercer país. Esto no tiene nada que ver. Puede que solo se trate de un paréntesis en su narrativa, pero esta obra rara, que alcanza un altura singular es un homenaje a la literatura. Imposible escribirla si no es bajo la alucinación que sucede al encuentro con algo insondable, o tras una catástrofe.  

Estamos ante un altar barroco, breve e inabarcable en una sola mirada, compuesto sobre todo de fragmentos preciosos: las descripciones del doctor Schubert y de la escritora de los diarios. Esta llegó a la isla después de un naufragio. «Las mareas de aquella travesía la cortaron en dos: la hicieron una sirena sin cola y una mujer sin rumbo. Una mensajera. Una copista. Una desgraciada». 

Su entrada es aparatosa. Resbala y se le caen cincuenta perlas que van a dar a los pies del doctor Schubert. Este se quedará con una de ellas, con la que jugará después bajo la lengua, mientras observa los avatares de su isla. Desde ese primer encuentro, la amanuense irá desgranando sus observaciones sobre Schubert. Pero hay otra voz desde fuera que describe y narra a la copista, cuyas descripciones compiten en belleza con las de la autora de los diarios de la isla. 

Este libro no se lee. Se escucha con una sintonía que queda revoloteando, como la visión de un sueño. Puede ser un canto de amor o de fascinación ante el misterio que representa Schubert, quien podría ser el capitán Trotta de la batalla de Solferino, una contienda que no solo dejó una gran novela sino una legión de héroes y hasta la fundación de la primera organización humanitaria, como fue la Cruz Roja.

La fascinación por Schubert es la que provocan los brillos en la oscuridad, o la presencia de los dragones que habitan el fondo del mar que rodea a la isla. Y nuevamente eso produce fragmentos poéticos. Podría decirse que es un viaje al corazón de las tinieblas. No sabemos bien por donde andamos, pero queremos que nos lleve la corriente de la palabra: 

Desprovista de sus perlas, que de nada servían para evitar una guerra declarada desde el inicio de los tiempos, la amanuense demoró el regreso a la isla del doctor Schubert. Prefirió el juego a la verdad. Retozó en el fondo de un mar con el que otros sufren pesadillas. Pero… ¿quién puede concentrarse en la caída cuando le ha sido concedido el espectáculo del abismo?

Muchas de las referencias literarias, algunas más evidentes que otras, homenajean a autores como Javier Marías, Borges, Pessoa, Conrad y una larga cartografía literaria que acompaña a la autora en la recreación de esa isla maravillosa, cuyo protector la defiende contra los turistas. 

Schubert podría ser una Moby Dick en tierra, por la atracción que ejerce a quienes se topan con él. Es como la anticipación de una tormenta, pero veremos que quien realmente la desata es la propia copista con el acto de la escritura. 

«Bien lo sabía el farero: a los seres rotos hay que temerlos por el tamaño de sus heridas». La isla está llena de seres que se lamen las heridas o se desvanecen al mirarse. Y por eso se encuentran en una isla, que «es el insomnio de quienes nadan dentro de alguien más. Y este es el centro de todo, el lugar de los sin lugar, de seres como ese Tristán que sirve al doctor Schubert, descrito así: 

El más longevo de los monstruos. Un saltamontes fruto de la cópula entre un cíclope y una mecedora vienesa, aunque los documentos oficiales lo identifican con un violinista atormentado tras perder los brazos y las piernas, que suplicó a un agente de seguros que lo convirtiera en insecto… En la isla se le conoce por los apodos que le atribuyeron: el Castrado, el Acoplado, el Pensionista, el Insecto. ‘El que no termina de irse ni acaba de llegar’, el Forastero.

La única conexión visible entre este libro y el resto de la obra de Sainz es el tema de fondo que persigue a la autora como una sombra: el desarraigo, la negación de los amarres que, a cambio, da como resultado esta maravilla: «A falta de lo propio, se puede vivir desterrado en el lenguaje o escondido dentro de las obras completas de San Agustín».

Esta es una creación sobre la creación, tan delirante y genial como inventarse que alguien le pida a Kafka que lo convierta en insecto. En todo momento se advierte que es una construcción literaria para adornar los efectos devastadores de un naufragio, como el que vive cualquiera que haya estado cerca de una belleza oscura. Una de las mejores descripciones de la personalidad de Schubert dice: 

Envuelto en el grueso paño de sus levitas, Schubert sorbe la vida, la aspira con fuerza para después contraerse como los seres de musculatura lenta. ‘Brilla guardándose del mundo´, registró la intérprete. ´Por eso quien lo escribe acaba pidiéndole a los cronómetros que la noche dure tres días más, y a las costuras de sus abrigos que lo sujeten, antes que decida marcharse de sus palabras´.

Hacia el final del libro, donde se describe una batalla contra los monstruos abisales y, al contrario de lo que podría esperarse, el vigor del ritmo se apacigua. Se puede leer en un solo tramo de noche y, aún así, seguiría pareciendo una obra que no puede concluir de ninguna manera porque es un canto con ecos.

Con otros ojos, desde otra lectura, alguien podría percibir que hay un riesgo en esta obra. Pudo ser un puro juego de artificio. Pudo ser verbo puesto a volar sin atarse a un hilo narrativo que permitiese degustar la historia. En ciertos momentos, el texto parece autocomplacerse en sus hallazgos simbólicos y en asociaciones poéticas. Otras veces, las referencias a autores y obras parecen un juego de acertijos, a veces obvio, que podría evitarse. Pero, aunque solo fuera un engendro verbal o acrobático, ya habría valido la pena. Por otro lado, hay personajes que daban más de sí, mucho más de sí, como el propio Tristán. Sin embargo, la extensión hubiera matado la poesía que es parte esencial en esta historia. No se sabe si este libro es un paréntesis fascinante en la trayectoria de Sainz Borgo, o si volverá a repetir esta prosa lírica que parece domar como en partitura. Lo que sí garantiza la obra es que se trata de la madurez de alguien que se «ha desterrado en el lenguaje» y reconoce su nuevo territorio. A veces, estas piezas raras, como un Principito, suceden en la obra de un autor, como si fueran menores y, después, o ahora, resulta que se quedan para siempre.

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Nacido en Andalucía, tiene la doble nacionalidad hispano-nicaragüense, países en los que ha trabajado en el mundo de la docencia, la cultura, el periodismo y la cooperación. Licenciado en Filología, y master en Periodismo y Derecho Internacional. Es consultor de comunicación y cooperación. Escritor, docente y colaborador en varios medios en España (como El País) y Latinoamérica (Gatopardo, La prensa, Confidencial, Etiqueta Negra, etc.) sobre temas literarios y de actualidad internacional, crisis, cooperación y desarrollo. Ha publicado, entre otros libros de antologías y colaboraciones, ensayos y relatos (Las cien Novelas para siempre del siglo XX y Si estuvieras aquí, de la editorial Icaria). Fundó con Sergio Ramírez la revista cultural Carátula www.caratula.net , de la que fue editor. Ha sido profesor de Comunicación y Humanidades, traductor y responsable de información de Médicos sin Fronteras. Ha conocido de primera mano numerosos conflictos y crisis humanitarias. Fue coordinador de la Campaña de Acceso a Medicamentos en América Latina. También ha coordinado proyectos que unen el mundo humanitario y el desarrollo con la Literatura como la serie Testigos del olvido de El País Semanal.