critica-smarais2

El último encuentro, del novelista Sándor Márais

1 octubre, 2010

En El último encuentro, obra  del escritor húngaro Sándor Márai, estamos ante una estructura novelística cuya solidez contiene la paciencia de un autor dedicado a dosificar sus elementos conforme el tiempo de la historia transcurre.


Inolvidable y transformador resulta el descubrimiento de la narrativa de Sándor Márai, un escritor que realmente tiene algo que contar, mostrándose como debe ser en un creador literario, con obra que conmueve y despierta las distintas capas de nuestros sentimientos.

Dos personas que sobreviven al amor, a la pasión oculta, a la traición. El último encuentro es justamente una reunión donde los secretos más herméticamente guardados emergen a la superficie para horadar la retícula que hermana una amistad entre dos hombres.

La profundidad psicológica de los personajes en una atmósfera intimista es detallada a más no poder por el escritor húngaro, quien demuestra con palabras cómo se puede llegar a retratar los sentires sin pecar de cursi, sin despeñarse en la profusión, y sobre todo con una sutileza difícil de mantener cuando la relación amistosa es entre hombres.

Sándor escogió a los protagonistas de este texto, quiero pensar, con exactitud de relojero, se percibe tal sensación cuando encontramos al general Henrik y a su amigo Konrad, los personajes principales, para establecer entre ellos la pugna en la búsqueda de una verdad que, se presiente, podría llevarlos hasta los terrenos del dolor.

Creo que todo lector de novelas estará de acuerdo conmigo en el asunto ese de considerar que, dentro de ella conviven varios elementos literarios (uso del tiempo, del espacio, engarce de acciones, lenguaje, tensión narrativa, organicidad, etc.), y que cada uno de ellos juega un rol único, lo cual dota a la historia de una finalidad específica, es decir la llevan hacia donde el autor quiere, para así conseguir ligar el hilo narrativo y demostrar la premisa que se ha propuesto. En el caso de El último encuentro pareciera que explorar el comportamiento ético de las acciones y quehaceres de los dos protagonistas, como una vía para alcanzar una verdad que desean, fuera el mecanismo de ignición de la maquinaria que pone a prueba su amistad.

Bastan unas cuantas cuartillas para darnos cuenta que, estamos ante una estructura novelística cuya solidez contiene la paciencia de un autor dedicado a dosificar sus elementos conforme el tiempo de la historia transcurre. Sándor Márai, con precisión de cirujano, saca de la chistera, por ejemplo, a la nana del general, encarnada en una anciana por quien los años no pasan, impregnándola de una suerte de eternidad cuya principal función es conocer vida, obra y gracia de Henrik, y, por supuesto, el misterio de un secreto que los susodichos amigos guardan desde hace cuarenta y un años.

Es necesario apelar a una lectura atenta, con el propósito de descubrir las delicadezas y rememoraciones de ambos sujetos, y por qué no agregarlo, de los personajes periféricos incluidos por Márai, a modo de penetrar el alma y la atmósfera que los envuelve.

Más allá de encontrarnos en el tiempo dedicado a la espera de Konrad por parte de Henrik, después de más de cuarenta años de no verse, está el entrometerse a la época de sus experiencias juveniles, a las fastuosas como esplendentes fiestas y reuniones cortesanas, a la manera de vivir del general primogénito, único hijo de un guardia imperial, casado con una condesa francesa que le enseñó los ritos y ceremonias de la aristocracia que llevaban en la sangre, es decir de cepa. Mientras tanto escudriñamos el otro lado de la moneda, la procedencia de Konrad, el amigo, descendiente de un funcionario del Estado de Galitzia y de una mujer de origen polaco, dedicados más que nada a cultivar y criar a Konrad con los modos de los ricos pero sin serlo, para que después, éste tuviera las armas suficientes de escalar posición social.

La amistad entre Konrad, pobre y con pretensiones inculcadas por sus padres, y el rico Henrik nos posiciona en esa etapa tan rica del imperio austrohúngaro, literariamente hablando, partiendo del momento en que ellos tendrán El último encuentro, justo esa es una de las virtudes de la novela: el manejo de esos momentos, cómo, Sándor Márai utiliza el tiempo para llevarnos y traernos a la infancia, juventud de los protagonistas, hasta la hora que ya son viejos, porque la reunión que llevarán a cabo la hacen cuando ya son un par de setentones atiborrados de recuerdos.

La casa donde se juntarán estos amigos es un castillo en las estribaciones de los Cárpatos. Sitio que el guardia imperial, padre de Henrik, ocupaba como centro de caza para sus amigos de la corte, entre ellos el Rey. Ahora ese castillo sólo alberga a Henrik, a su nodriza Nini y a los sirvientes.

Cuando se llega el instante del encuentro, los antes inseparables camaradas comienzan un diálogo en el que Sándor arrecia su talento, dosifica el suspenso, entrelaza la historia biográfica de ambos, penetra en su psique para dejarnos ver las posibilidades del alma humana, las traiciones y hasta donde nos podría llevar una pasión arrebatadora, y claro las derivaciones éticas de los comportamientos del individuo cuando se traicionan la confianza y la lealtad.

Quizá el lector llegue a extrañarse por la consistencia de la conversación entre Konrad y Henrik, que de pronto se torna casi monólogo de este último, y el por qué Márai la ocupa como vehículo para informarnos de la separación de ambos, el viaje de Konrad al Oriente en funciones militares, el matrimonio de Henrik con Kristina, quien se convierte en la tercera en discordia, sólo después que el autor nos ha llevado por los meandros de las relaciones.

El secreto, el misterio que los ha separado durante cuarenta y un años después de haber sido inseparables, comienza a cobrar vida, Sándor Márai he hecho una labor propiciatoria al develamiento, con una sorpresa que conmueve al espectador. Poco a poco la incertidumbre sembrada se resuelve luminosamente dejando en el espíritu lector, toda una gama de sentimientos encontrados, pero entrañables.

Prosa exacta a la vez que seductora, armado impecable de la trama, profundidad psicológica de los personajes, descripción puntual de sitios y ambientes, dan cuenta en esta novela El último encuentro, de una obra maestra de la narrativa contemporánea.

Creo que leerla es una aventura donde corremos el riesgo de sufrir un ataque de nostalgia, de enfrentarnos cara a cara con la figura de la lealtad, y por otra parte el hallazgo de nuestra soledad que cargamos, a pesar de estar acompañados. Quiero decir pues, que leer El último encuentro, de Sándor Márai, de algún modo nos enfrenta a nosotros mismos en la búsqueda de nuestras verdades cuando nos ponemos  a sopesar las virtudes de la amistad.

Comparte en:

Chichigalpa, Nicaragua, 1953.
Poeta, escritor, crítico literario. Reside en Puebla, México, donde estudió Ing. Química (BUAP). Mediador de Lectura por la UAM y el Programa Nacional Salas de Lectura. Fue editor y colaborador sección de Crítica, de www.caratula.net. Es Mediador de la Sala de Lectura Germán List Arzubide. Ha publicado: Reconocer la lumbre (Poesía, 2023. Sec. de Cultura, Puebla). Ámbar: Espejo del instante (Poesía, 2020. 3 poetas. Ed. 7 días. Goyenario Azul (Narrativa, 2015, Managua, Nic.). ahora que ha llovido (Poesía, 2009. Centro Nicaragüense de Escritores CNE y Asociación Noruega de Escritores ANE). Miscelánea erótica (Poesía colectiva 2007, BUAP). Fue autor de la columna Libros de la revista MOMENTO en Puebla (1997- 2015).