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El vitalismo de Alberto Masferrer

1 diciembre, 2011

Durante las décadas de 190 y 1930, el pensamiento del salvadoreño Alberto Masferrer influyó poderosamente en amplios sectores de la sociedad guatemalteca, en especial en los dedicados al sufragismo femenino, la educación y al periodismo. Después, las corrientes hegemónicas tanto liberales como marxistas y religiosas acabaron por ocultar la participación del Masferrer vitalista, los teósofos y espiritualistas en el proyecto político y social del presidente Lázaro Chacón. A juicio de la maestra Fuentes Oliva, rescatar el pensamiento de este salvadoreño es indispensable para la construcción de la historia intelectual del istmo centroamericano y que aporte luces actuales en la siempre pendiente construcción de las naciones centroamericanas.


En el ámbito de la historia intelectual de Centroamérica, Alberto Masferrer ocupa un lugar fundamental. Era el suyo un pensamiento bien fundamentado, claro y coherente. Su influencia en el pensamiento centroamericano fue grande y sorprende cómo en menos de cien años se haya convertido en un absoluto desconocido fuera de su país y que aún en él, su pensamiento haya sido poco comprendido.

La obra de Masferrer está influida por un pensamiento que sería difícil enmarcar en una única definición. Él se presentaba a sí mismo como «librepensador» y podemos decir, siguiendo a Marta Casaús, que su obra es una confluencia o combinación de varias corrientes:

el vitalismo de Tolstoi, el socialismo fabiano de Henry George, el anarquismo y socialismo libertario de Kropotkin y de Proudhon; las corrientes teosóficas e hinduistas de Krishnamurti, Jinarajadasa, Tagore o Gandhi; y el pensamiento unionista de Haya de la Torre, Rodó, Martí, Ugarte, Mistral, Vasconcelos, etc. Resulta difícil saber cuál de ellas primaba; me atrevería a pensar que el socialismo fabiano con tintes anarquizantes y el hispanoamericanismo constituyen el núcleo central de su pensamiento ético-político, influido además por Darío y Montalvo en su adaptación centroamericana.(1)

Esta combinación nos acerca un poco más a una comprensión más certera. Era, sin duda un hijo de su época, su propuesta es un socialismo adaptado a las necesidades de Centroamérica y América Latina.  Lecturas posteriores que se han hecho de su obra, han querido ubicarlo un tanto de manera forzada dentro de un pensamiento socialista marxista, pero invariablemente terminan encontrando numerosas contradicciones. Socialista sí, pero de un socialismo más cercano al socialismo utópico, fabiano o al anarquismo de Kropotkin y Proudhon.

Su trabajo fue desarrollándose, hasta que culminó con la obra que constituye la síntesis de su doctrina social: El mínimum vital.(2) En él se define lo que llamamos su «doctrina vitalista». Un «vitalismo» muy sui géneris, adaptado a la realidad centroamericana.  Cuando analizamos sus planteamientos queda claro por qué no podía encajar con el socialismo marxista que se convirtió en hegemónico en la Centroamérica del siglo XX. Era incompatible para los planteamientos vitalistas el enfrentamiento entre clases sociales, la lucha y la muerte. Masferrer no cuestionaba la existencia de clases sociales, ni de que hubiera ricos y pobres. Su planteamiento giraba más bien, en torno a la disminución de la brecha entre ambos y en que la riqueza de unos no abarcara la «vida» de los otros.

Por ello, cuando los marxistas lo leyeron vieron en sus planteamientos innumerables fallos, incongruencias e inconsistencias, porque no estaban tomando en cuenta el vitalismo que subyace en ellos.

En ese sentido es interesante el caso de la escritora salvadoreña Matilde Elena López, quien en 1954 escribe Masferrer, alto pensador de Centroamérica, libro cuyo contenido es objeto de una dura crítica por parte de Teresa Masferrer de Miranda, hermana de Masferrer. Ella le reclama llamarlo «pequeño burgués» y que llamara al Mínimum Vital “confusa mezcla de buenas intenciones […] arcaicas doctrinas orientales […] filosofías mal digeridas y que caen con singular gracia del idealismo al materialismo”.(3) López reclamaba a Masferrer no haber sido un buen político y “no haber asimilado el marxismo”. Esa sigue siendo hasta hoy la crítica de algunos intelectuales que analizan su trabajo,(4) y es a lo que le achacan el «fracaso» del proyecto.(5)

Teresa Masferrer respondió a las críticas de Matilde Elena López haciendo énfasis en que su hermano nunca fue marxista. Que, aunque conocía el pensamiento de Marx, no lo compartía, además que Masferrer nunca pretendió ser un líder político:

Masferrer sabía por experiencia que las ideas que se cristalizan en leyes escritas, pierden su vitalidad, su virtud vigente, se modifican en los archivos y no se cumplen, como las constituciones. Él prefería que el Mínimum Vital se transforme en hábitos, en costumbres, parte de una nueva moral. Él sabía que las reivindicaciones obreras en los programas políticos, son torta y pan pintados, precisamente porque no era político.(6)

Evidentemente durante la época de la hegemonía del pensamiento marxista en la historiografía centroamericana, el trasfondo vitalista, teosófico y espiritualista del pensamiento de Masferrer pasó desapercibido o fue intencionalmente ocultado. Por lo tanto, algunas de sus obras aparecían superficiales y cargadas de planteamientos ilusorios.

Otra de las limitaciones de la historiografía tradicional, es que sólo analiza los procesos más evidentes (historia económica, política, etc.) y descuida una visión microscópica de la sociedad que en ocasiones resulta fundamental para entender su funcionamiento en determinados aspectos. Es así como ha pasado por alto vínculos, relaciones y motivaciones importantes. Por ejemplo, el que nos explica el por qué de la enorme influencia que Alberto Masferrer ejerció en su generación, no sólo en El Salvador sino en Guatemala y en general en esa extensa red de pensadores latinoamericanos.

Fueron estas redes sociales de intelectuales vinculados al vitalismo y la teosofía, las que generaron nuevos espacios de sociabilidad y de debate en la opinión pública centroamericana, contribuyendo notablemente a poner en tela de juicio el paradigma positivista y el proyecto liberal decimonónico y sentaron las bases de la nueva legitimidad de la nación de las repúblicas y de la región centroamericana a través del unionismo y del hispanismo.(7)

En la última década ha sido sin duda Marta Casaús quien más ha profundizado en la obra de Masferrer y sobre todo analizado esa vertiente vitalista que se aleja visiblemente del vitalismo de Nietzsche y que aunque se acerca más al de Bergson, a quien leía y citaba, tiene características propias para la región y constituye lo que Casaús  llama «vitalismo teosófico».

el vitalismo teosófico centroamericano, fue una de las corrientes regeneracionistas más fuertes […]Alberto Masferrer fue el mejor exponente del vitalismo teosófico, además de su fundador y el intelectual que mejor difundió e influyó en el pensamiento centroamericano y que desembocó en un proyecto político como fue el Unionismo y la Unión Vitalista Americana.(8)

Veamos en qué consistía este vitalismo teosófico. Su objetivo era asegurar, a toda costa, la «vida», toda vida es importante pero la humana requiere que se garantice su existencia, reproducción y dignidad. Éste es el principal derecho que se adquiere por el sólo hecho de nacer. No se trata de una dádiva, de beneficencia pública sino de un deber:

el Mínimum Vital no es beneficencia, ni quiere oír hablar de ella, sino derecho, y derecho primario y absoluto. No es el Estado dando escuelas y otras cosas después de atender a la función principalísima de defender la soberanía, sino la nación organizada como una gran familia, en la que atiende a la función capital, primaria, de procurar vida a todos sus miembros.(9)

En El Mínimum Vital se hace una lista de nueve necesidades «mínimas» que deben ser cubiertas por derecho de nacimiento para cada ser humano, estas son: “trabajo, alimentación, vivienda, agua potable, vestido, salud, justicia, educación y recreación”.(10) Elementos mínimos que garantizan para él una vida «digna». En el desarrollo de su «doctrina vitalista» plantea una serie de principios en los que se perfilan las obligaciones que el Estado -una suerte de Estado de Bienestar- debería cumplir para la construcción de una nación propiamente dicha. Se prevé como obligación primaria del Estado la seguridad, para todos los ciudadanos, de cubrir sus «necesidades vitales». Dicho Estado debería procurar de manera gratuita la salud, justicia y educación y lo más cercano a la gratuidad la alimentación, el vestido, la vivienda y el agua.(11)

El vitalismo teosófico de Masferrer se desarrolló en una serie de artículos en donde se plantearon las funciones que deberían desempeñar también la familia, el sistema educativo, el ejército, etc. Para su ejecución, fundó en El Salvador y en Guatemala las sociedades vitalistas. En el acta de fundación de la Sociedad vitalista de Guatemala rezaba:

Los suscritos convencidos de que el «Mínimum Vital» propone una fórmula de vida más justa, y en consonancia con las realidades sociales y biológicas, capaz de resolver por su bondad y por la justicia que encierra, el pavoroso conflicto de clases, extinguiendo la causa del odio entre el capital y el trabajo, de la manera más libre, premeditada y etánea: nos adherimos a la causa Vitalista y hacemos el propósito firme de luchar por todos los medios a nuestro alcance, por la difusión y realización de estas ideas, y a fin de poner en práctica desde hoy nuestros anhelos, fundamos esta Sociedad que, con el nombre de: Sociedad Vitalista de Guatemala trabajará por nuestra causa.(12)

Estas sociedades establecieron reuniones dos veces por semana, su trabajo no era solamente la difusión teórica de la doctrina vitalista, sino tenían una fuerte orientación práctica. Entre sus principales proyectos de labor social podemos mencionar el establecimiento de una biblioteca pública,(13) la recaudación de dinero para crear un programa de desayunos escolares, la petición que hicieron ante la Asamblea Nacional Legislativa para regular la renta de las bebidas alcohólicas,(14) además de numerosas conferencias donde se discutía la doctrina del Mínimum Vital y sus aplicaciones prácticas a los asuntos más relevantes como la escuela, la vivienda, etc. Finalmente su objetivo era la creación de la «Unión Vitalista Hispanoamericana»

El proyecto vitalista de Masferrer se tradujo en su tierra natal en el Partido vitalista de El Salvador con el que esperaba poder llevar a la práctica su doctrina desde el Estado. Tuvo un intento fallido en el gobierno del Dr. Arturo Araujo a quien apoyó de manera decisiva en la campaña electoral que llevó a Araujo a la presidencia en 1931. Masferrer se sintió traicionado ya que sus proyectos y políticas no fueron aplicadas como habían convenido en la campaña y ya en la presidencia, Araujo relegó a Masferrer a un segundo plano y no le permitió intervenir en sus políticas.

El vitalismo teosófico tuvo una enorme influencia también en Guatemala. Masferrer tenía con este país un vínculo familiar. Su hermana Teresa estaba casada con el periodista guatemalteco José A. Miranda. El apoyo incondicional que los Miranda le brindaron fue capital. En el momento en que Masferrer inicia la difusión de su doctrina, ellos le abren las puertas de sus periódicos e imprentas. Especialmente el periódico Orientación que constituyó para Guatemala el órgano de divulgación de su doctrina en la misma medida que fue Patria para El Salvador.(15) Sirvieron además con su participación activa a las actividades y trabajaron con él para fundar la Sociedad vitalista de Guatemala.

Los intelectuales guatemaltecos que trabajaban a favor de un proyecto social y educativo lograron influir en el gobierno de Lázaro Chacón e hicieron un intento muy serio de poner en práctica sus propuestas, aunque finalmente no hayan logrado establecer la mayoría de ellas, en buena medida por la falta de dinero y la proximidad de la crisis financiera de los años 1930.(16)

Masferrer y el teósofo hindú Jinarajadasa, fueron los extranjeros que más influyeron en este esfuerzo. Aunque Masferrer viajaba constantemente a Guatemala, hizo un viaje en 1929 muy importante por el apoyo que recibió del gobierno guatemalteco que le dio la posibilidad de fundar la Sociedad Vitalista de Guatemala y difundir su pensamiento y doctrina de manera muy amplia. Durante ese viaje Masferrer le escribió:

el vitalismo ha nacido aquí con vigor extraordinario, y si está destinado a vivir, será por el impulso recibido aquí. Me solicitan conferencias aquí, en Mazatenango y en Quetzaltenango. Los diarios hasta “Nuestro Diario” del señor Hernández de León me han tratado bien. “El Tiempo” reprodujo todo “El Dinero Maldito” y “El Buitre que se tornó Calandria”.(17)

Recorrió el occidente de Guatemala, acompañado de los periodistas Eduardo Mayora, Adolfo Pérez Menéndez y José A. Miranda. Dictó conferencias sobre temas educativos y fue recibido oficialmente también en Quetzaltenango, donde la Municipalidad hizo una publicación del libro Dinero Maldito mientras el gobierno central costeó la publicación de cinco mil ejemplares de Leer y escribir La cultura por medio del libro. Durante este viaje también dictó conferencias en asociaciones obreras, en la Universidad Popular, etc. A solicitud del “Sindicato de Empleados del Comercio de la República de Guatemala” dictó en el salón de actos del edificio de la Sociedad del Seguro de Vida del Gremio Obrero, la conferencia titulada “Economía del Mínimum Vital” y en la Universidad Popular “La misión de América”.

Si se analiza el proyecto educativo guatemalteco es evidente la influencia masferreriana en sus planteamientos. Curiosamente en muy pocos años Masferrer llegó a ser un completo desconocido en la historia de Guatemala como lo fue en líneas generales el proyecto social y en particular el educativo de los intelectuales de 1920 en el que en forma considerable participó e influyó. Las razones, como ya lo hemos tratado en otro lugar, fueron probablemente que las corrientes hegemónicas tanto liberales como marxistas y religiosas acabaron por ocultar la participación de los teósofos y espiritualistas en este proyecto y el intento de llevarlo a la práctica durante el gobierno de Lázaro Chacón.(18) Pero fue un proyecto fundamental que fue retomado y llevado a la práctica por Juan José Arévalo en 1945, los movimientos políticos eran distintos y la influencia marxista terminó por ocultar su origen y presupuestos iniciales, pero el peso de estas políticas es innegable en la historia guatemalteca.

Rescatar el pensamiento de este insigne salvadoreño es indispensable también para la construcción de la historia intelectual del istmo centroamericano. Leerlo desde otra óptica puede develar importantes elementos que sirvan de base, además de para la narración histórica, para la construcción de nuevos planteamientos en la siempre pendiente construcción de las naciones centroamericanas.


NOTAS

(1) Marta Casaús Arzú, “La disputa por los espacios públicos en Centroamérica de las redes unionistas y teosóficas en la década de 1920: la figura de Alberto Masferrer”, Marta Casaús y Manuel Pérez Ledesma (eds.), Redes intelectuales y formación de naciones en España y América Latina, 1890-1940, Madrid: UAM, 2004, p. 167.

(2) Alberto Masferrer, “El mínimum vital”, Alberto Masferrer, El mínimum vital y otras obras de carácter sociológico, Guatemala: Ediciones del Gobierno de Guatemala, Colección Clásicos del Istmo, 1950. (Primera edición, San Salvador: Editorial Helios, 1929).

(3) Correspondencia entre Matilde Elena López y Teresa Masferrer de Miranda publicada en parte en La Prensa Gráfica, San Salvador, septiembre de 1968.

(4) Véase Luis Melgar Brizuela, “De cómo y por qué Roque Dalton llamó «Viejuemierda» a Don Alberto Masferrer”; en Revista Humanidades, No. 2, Enero-febrero-marzo de 2003.

(5) Hemos entrecomillado «fracaso» porque no nos parece que el proyecto de Masferrer realmente fracasara. Si bien es cierto no pudo ser puesto en práctica como proyecto político ni en El Salvador, ni en Guatemala, su obra perdura.

(6) “Protesta Animadversión Roja contra Masferrer”; en La Prensa Gráfica, 13 de Septiembre de 1968, p. 18.

(7) Marta Casaús Arzú, “La disputa por los espacios públicos…”, p. 159.

(8) Marta Casaús Arzú, “El vitalismo teosófico en la obra de Alberto Masferrer”, El libro de la vida de Masferrer, Guatemala: F&G editores, 2011 (en prensa).

(9) Alberto Masferrer, “Vino nuevo en odres nuevos”, Patria, 10 de diciembre de 1928.

(10) Masferrer, El mínimum vital…,  p. 25.

(11) Ibíd. pp. 29 y 30.

(12) “Importante Iniciativa de la mujer guatemalteca”; en Orientación, 4 de Agosto de 1929 p. 1.

(13) “La Sociedad Vitalista dará una velada. Se trata de fundar una Biblioteca Pública”; en Orientación, 3 de agosto de 1930, p. 1.

(14) “Petición de los Vitalistas de Guatemala a la Asamblea Nacional Legislativa Como parte de su campaña antialcohólica”; en Orientación, 18 de mayo de 1930.

(15) El semanario Orientación inicia sus publicaciones el 1º de diciembre de 1927 bajo el nombre de Orientación Social, a partir del 15 de marzo de 1929 el nombre se reduce a Orientación. El 27 de octubre de este mismo año cambia la coletilla de «Periódico Semanal de doctrina y Combate» por «Periódico Vitalista de Doctrina y Combate». Véase Regina Fuentes Oliva, El proyecto social y político durante el gobierno de Lázaro Chacón a través del estudio de un fragmento de redes sociales, Tesis de grado, Guatemala: USAC, 2007.

(16) En realidad lograron permear los tres gobiernos de la década, Carlos Herrera (8 abril 1920 – 5 diciembre 1921); José María Orellana (6 diciembre 1921-26 de septiembre 1926); pero fue en el de Lázaro Chacón (26 septiembre 1926 – 12 diciembre 1930) en el que el proyecto eclosionó y en donde se hicieron los esfuerzos más serios por ponerlo en práctica.

(17) Cartas a Hortensia Madrid, 16 de mayo de 1929, San Salvador: Archivo General de la Nación.

(18) Marta Casaús Arzú, “La creación de nuevos espacios públicos a principios del siglo XX: la influencia de redes intelectuales teosóficas en la opinión pública centroamericana (1920-1930), Marta Casaús Arzú y Teresa García Giráldez, Las redes intelectuales centroamericanas: un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920), Guatemala: F&G editores, 2005. Fuentes Oliva, El proyecto social y político….

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Guatemala, 1968.
Es máster en filosofía por la Universidad Rafael Landívar de Guatemala y licenciada en historia por la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Miembro del equipo de investigación coordinado por la Dra. Marta Casaús Arzú, ha tenido participación en distintos proyectos de investigación en Guatemala y España, como Red temática sobre historia cultural de la política en España y América Latina. 2008-2010 y Algunos conceptos vertebradores de la modernidad en América Latina (2005-2008).

Es catedrática en la Universidad Mariano Gálvez y anteriormente trabajó en la Universidad Rafael Landívar, ambas en la capital guatemalteca.

Algunas publicaciones suyas son:
“La escuela vitalista. El proyecto educativo de Masferrer”, El libro de la vida de Masferrer, Guatemala: F&G editores, 2011.

“Repensar el concepto de historia desde Heidegger”, Revista Intuición¸ Vol. 2, No. 2:2011
“La sociedad literaria “El Porvenir”: ambiente intelectual de José Martí a su llegada a Guatemala”, en Martí en América. El viajero ante la ruta de la dignidad, Guatemala: Armar editores, 2011, pp. 27-44.
“Cómo hemos pensado «Guatemala» hasta hoy. Algunos elementos históricos”, en “Repensarnos. Guatemala 2012, capital mundial de la filosofía”, Guatemala: UNESCO, 2011, pp. 17-25.
“Espiritualismo, Vitalismo y Teosofía en el pensamiento de una red de intelectuales de 1920”, en Marta Casaús (Ed.), El lenguaje de los «ismos»: Algunos vocablos vertebradores de la Modernidad, Guatemala: F & G editores, 2010, pp. 331-358.