Ella en mis sueños

1 junio, 2010

Considerada por la crítica como figura singular y renovadora en el vasto panorama de las letras brasileñas, la escritora Maria Alzira Brum Lemos se dio a conocer en Latinoamérica cuando en 2009 la edición de su A Ordem Secreta dos Ornitorrincos (Amauta Editorial) fue publicada en español por Borrador Editores (Perú). Sobre esta novela, recientemente celebrada por Enrique Vila-Matas (“tiene un estilo divertido, como Historia abreviada de la literatura portátil que escribí”), se ha comentado que “podemos hablar de un híbrido literario, incluso de una novela transgénero. Lo cierto es que en el mundo de La Orden Secreta de los Ornitorrincos, la narrativa deja de ser tal, para convertirse en algo que nadie sabe lo que es, y es en esa incertidumbre donde nos podemos ver reflejados”.

En esta ocasión, Maria Alzira Brum Lemos comparte con Carátula un cuento inédito.


Maté. No tuve otra salida. Entenderá todo si me permite explicarle. A mí me gustaba, estaba loco por Ella. No de la manera que está pensando, ni estoy loco ahora. Todavía no. Aunque quedaré si no me comprende. Sé que usted está acostumbrado a oír todo tipo de historias y que no me podrá ayudar si yo no relato lo que sucedió de verdad. Y la verdad es que soy inocente. Sé que todos lo dicen, pero lo entendería si supiera de lo que Ella era capaz. No digo que no era buena. Lo era, y esta fue una de las razones por la que enloquecí por Ella. No es lo que usted piensa. No estoy loco, si lo hubiese estado también dejé de estar loco por ella. Fui yo quien terminó. ¿Si ella me amenazó? Nunca, sólo lloró una vez, sollozando. ¿Por qué? Qué sé yo. No fui grosero, usted habría hecho lo mismo en mi lugar. Sé que esto no viene al caso, pero vea, era Ella o yo. Amenazar no, Ella me agredió, me intentó matar. Pero no de la manera que puede imaginar. Sé que usted no me podrá defender si no cuento todo. Es lógico que no quiera pasar el resto de mi vida en prisión. No soy ningún bandido. Si piensa que lo estoy queriendo engañar, mejor busco a otro abogado. ¿Cómo estaría tranquilo? Usted se queda allí, insinuando cosas, queriendo que mienta, hablando mal de ella… ¿cómo no va a estar insinuando nada? Está queriendo que diga una cosa que no es verdad. La verdad es que yo no lo lograba controlar el poder de ella en mis sueños. Me explico: si yo soñaba, por ejemplo, que Ella me estaba matando, yo moría de verdad. Quemado, ahogado, envenenado, desangrado, sabrá Dios. Pero soy demasiado joven para morir, doctor. Todavía más, de forma tan horrible. Usted debe saber que estas cosas pueden suceder. ¿Cómo, no lo sabe? ¿No le interesa? Claro que importa que me entienda para poder defenderme. Si fuera tan buen abogado como dicen conseguirá probar mi inocencia. ¿De qué manera? Pues contando la verdad. Estoy colaborando, sí. ¿Qué historia es ésta de acuerdo con la Fiscalía, siquiatra? ¿Por qué no puedo ir a juicio? Voy, digo la verdad y listo. El jurado tiene que creerme. Maté para defenderme. Haga su parte y coloque ahí: “legítima defensa”. Ya sé que el abogado es usted, no tiene que decírmelo. No soy burro. Bueno, antes yo pensaba como usted. Yo le decía a Ella: sueño es sueño, realidad es realidad y punto. No le daba tanta importancia por causa de su enfermedad. Ah, había olvidado mencionarlo, Ella sufría del corazón. Le hicieron tres operaciones, casi se muere en una de ellas. ¿Ya lo sabía usted? ¿Todo el mundo ya lo sabe? ¿Está en los periódicos? ¿Cómo empeora eso la situación? ¿Están pensando que también soy responsable de su dolencia? Sólo faltaba eso. ¡Gente más terrible! Me da náuseas. Vea cómo son las cosas. Si hubiese escuchado a los amigos esto no hubiera pasado. Cuando dije que me mudaría con Ella, hablaron directo: capaz enviuda antes que eso. Pero yo no pensaba en su enfermedad. ¿De qué está hablando? Puede preguntarle a su familia, a sus amigas, si alguna vez yo actué mal. Nunca. ¿Si Ella era fiel? Creo que sí. Soy alguien civilizado, doctor, moderno. ¿Es que usted no comprende que era Ella o yo? Esto es lo que tengo para decir. Para usted, para el jurado, para el juez, para los periódicos, para Dios si fuera necesario. ¿Qué si creo en Dios? No sé, pienso que no. Aunque si él existiera y me preguntase yo le diría lo mismo que estoy diciendo ahora. Claro que tengo miedo de pasar el resto de mi vida en prisión. Miedo no, estoy aterrado. ¿Qué es lo que necesito hacer para que usted me crea? ¿Cuántas veces tendré que repetir mi inocencia? ¿Si alguna vez pensé en matar a alguien? Nunca. Dios me libre. Es un modo de decir, ya dije que no sé si creo. Ni a una cucaracha consigo matar. No la mato, tengo un método: la empujo a la calle con la escoba. Esto lo cuento sólo para usted, sino qué van a pensar de mí. ¿Ya están pensando? ¿Qué soy un asesino a sangre fría? ¿Un monstruo? ¿Piden cadena perpetua? Es aquí donde les da a todos por decir la verdad. Pero yo no puedo mentir. No puedo decir que Ella estaba loca. ¿Por qué? Mire, es que no lo estaba. Estaba enferma del corazón, pero no de la cabeza. ¿Qué qué? ¿Decir que yo soy el loco? ¡De ninguna manera! Estaba loco por Ella, pero sólo al comienzo. ¿Por qué no debo seguir diciendo estas cosas? Respéteme. No soy el Maníaco do parque. Soy normal. Calma, que ya llegaré a eso. ¿No fue usted mismo quien me pidió que le contara hasta los mínimos detalles? ¿Entonces? Terminé después de algunos meses. No sé, no tuve un motivo específico. Con el tiempo me fue dejando de gustar. Es verdad, antes tuve varias mujeres, ¿y qué? Sé que usted no está aquí para juzgarme, que quien lo hará es el jurado. Ya dije que no soy un burro. ¿Pero qué tiene esto que ver? A ver, terminé porque no funcionó. ¿Por qué usted no les pregunta a ellas? Yo siempre traté muy bien a las mujeres. No pueden hablar nada mal de mí. ¿Por qué cree que no van a hacer eso? ¿Qué culpa tengo si no funciona? Pensaba que Ella era diferente, pero no. Bueno, diferente era. Pero si hubiese sabido de qué manera hubiera huido como si me llevara el demonio. Usted sale con cada cosa, preguntarme si creo en el diablo. Como ya dije, es sólo una forma de hablar. Ahora sí mencionó algo correcto. Me sentía preso. Sé que ahora estoy preso, pero por lo menos libre de ella. No soñé más con Ella. Disculpe que hable de esta manera, pero fue santo remedio. Volví a dormir sin problemas. Estoy insistiendo en esta versión, como dice usted, porque es la verdad. ¿Quiere que mienta? ¿Piensa que es correcto mentir bajo juramento? Yo sé, usted no está aquí para pensar qué es correcto o errado. Pero si escucha hasta el final de mi historia me dará la razón. No es que necesite que me de la razón, porque tengo la seguridad que no estoy loco. Mire, hasta entiendo que no me crea. También antes yo hubiera pensado así. Si hubiese pasado por lo que pasé, usted pensaría de otra manera. Entonces, como estaba diciendo, Ella no me deseaba mal, sólo que no conseguía controlar su poder. Los sueños comenzaron cuando terminé con Ella. No le estoy tomando el pelo, no, por lo menos usted crea en mí. No, no eran pesadillas, porque las pesadillas no suceden. Si usted sueña que alguien le está apuñalando, se despierta y ya, todo está bien. Pero si yo soñaba que Ella me estaba apuñalando o envenenando, eso era. Me iba a morir de verdad. Fue por esto que tuve que matar. Nadie puede quedarse sin dormir. Sabe, leí en una revista que unos científicos obligaron a un gato a estar despierto en un experimento para ver hasta cuando aguantaba. Es claro que yo nunca maltraté ningún gato, ¡usted sale con cada cosa! Ya dije que ni siquiera mato a una cucaracha. Pero los científicos sí. El gato murió loco después de siete días sin dormir. Yo aguanté seis días sin dormir. No tuve otra solución. No, no fue porque ella quisiese regresar conmigo. Si fuese por eso ya hubiera matado a varias. No terminé enfurecido, únicamente harto, pero de ahí a matar por eso… no, no estoy cambiando el tema. Ya dije mil veces que no me amenazó. Ella no haría una cosa así. Podía ser hasta pesada, pero no malvada. Sólo hacía cosas horribles en mis sueños. ¿Qué ahí puedo tomarle el pelo? Usted no debería pensar eso de mí. Lo voy a repetir cuantas veces sea necesario, porque es la verdad. Los primeros días hablaba conmigo mismo que los sueños eran porque me sentía culpable. Pensaba: “ya pasará”, “este ardor es sólo imaginación”. Pero no lo era, doctor. Ella me quemaba, me enterraba agujas… ok, intentaré ser más objetivo. El caso es que usted me tiene que sacar de aquí, o sino terminaré loco. Sé que usted lo está intentando. Sí, estoy colaborando. Es usted quien no se está esforzando en creer. Disculpe, pero debería, a usted le pagan para defenderme. ¿De qué forma quiere que colabore? ¿Mintiendo? Como es abogado, usted puede hasta saber mucho de mentir. ¿Pero que es lo que sabe de los sueños? Más o menos no es suficiente. Es lo mismo que no saber. Si no tiene seguridad, ¿cómo puede afirmar que estoy mintiendo? Por supuesto que he oído de Freud. No soy ignorante. Ni mentiroso. Este asunto del sueño es muy serio. Si usted me quiere ayudar, ponga ahí: “legítima defensa”.

* * *

De las anotaciones de la Defensa: El titular de Etnosiquiatría de la Facultad de Medicina acuerda testificar a favor del reo. Relató precedentes de homicidios semejantes en una tribu de Alaska. Los hombres, acometidos por pesadillas, consideran que sus mujeres se transforman en alces gigantes y furiosos que los atacan. Por causa de esas alucinaciones terminan matándolas durante el sueño, sin conciencia de sus actos. El jurado entendió, contemplando parcialmente la tesis de la Defensa, que el reo actuó en legítima defensa putativa, la cual favorece a aquel que obre convencido que está siendo agredido por un tercero sin que haya, de su parte, culpa en esta suposición.


(Traducción de portugués: Ulises Juárez Polanco)

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São Paulo, Brasil, 1959.
Es escritora, traductora, idealiza y diseña actividades en arte y literatura. Doctora en Comunicación y Semiótica por la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo. Ha publicado, entre otros, A ordem secreta dos onritorrincos (Sáo Paulo, Amauta), publicada en español por Borrador Editores (Lima, Perú: La Orden Secreta de los Ornitorrincos), Novela suvenir (México: Fonca-Santa Muerte), el ensayo O doutor e o jagunço (Sao Paulo: Arte&Ciência) y la biografia Aleijadinho: homem barroco, artista brasileiro (Rio de Janeiro: Garamond). Ha participado en varias antologías en Brasil y el extranjero y publicado artículos y ficción en revistas electrónicas e impresas, entre otras Big Sur y def.ghi (Argentina), Triplov (Portugal), La Tempestad (México). Vive entre Brasil y America Latina.

Fotografía de autor: Eder Chiodetto.