Ensayos Escogidos: Juan Goytisolo o La Lucidez de los Náufragos

1 octubre, 2007

En su libro de crónicas La ruta de Hernán Cortés, el escritor mexicano Fernando Benítez dedica unas líneas a Gonzalo Guerrero, marinero español sobreviviente de la malhadada expedición de Diego de Enciso, quien hacia 1511 encabezó a un grupo de conquistadores para explorar la región de la península de Yucatán y Centroamérica. Esclavizado por los mayas, Guerrero devino en unos cuantos años en cazador, constructor, militar, matrimoniado con la hija del cacique regional. En palabras de Bernal Díaz del Castillo, él mismo se definió así: “Yo soy casado y tengo tres hijos, y tiénenme por cacique y capitán cuando hay guerras…” Gonzalo Guerrero es un verdadero mestizo, hecho por voluntad propia. Casi desconocido, obviado en varias historias de la conquista española, Gonzalo Guerrero sin embargo persiste.

Casi desconocido, obviado en varias historias de la literatura española, Juan Goytisolo (España, 1931) pertenece a la tradición de náufragos a la que pertenece Guerrero. Como el cacique y capitán, Goytisolo ha sobrevivido a varios naufragios de la historia española, de la Guerra Civil y la dictadura franquista, que lo hizo objeto de censura, al Pacto de la Moncloa y la instauración de la democracia con su fascinación irresponsable por los conquistadores financieros del neoliberalismo.

La labor crítica respecto de España y de Hispanoamérica que ha ejercitado Goytisolo en su extensa y prolífica carrera literaria, le convierte en uno de los principales hispanófilos contemporáneos. Ensayos escogidos (Selección y página liminar de Adolfo Castañón. Colección Tierra Firme. Fondo de Cultura Económica. México, 2007. 429 pp.) reúne treinta y cinco ensayos, veinte dedicados a la literatura española, quince a la literatura hispanoamericana. Treinta y cinco ensayos que abarcan del medioevo al siglo XX, del legado andalusí a los escritores cubanos disidentes de la revolución de Fidel Castro. Ensayos que se despliegan como un ágil retablo retrospectivo del rigor crítico, no exento de malicia creativa, del autor barcelonés.

Escritos entre las décadas de 1960 y 1990, los textos de Ensayos escogidos revierten la tirantez de la erudición academicista en favor de una erudición gozosamente contestataria, deliberadamente excéntrica pero no autocomplaciente ni exhibicionista. Juan Goytisolo, como bien apunta en su página liminar Castañón, es un autor que “…ha tenido que aprender a palos y censuras la historia…” Muy cierto, y tanto así que en sus ironías y desconfianzas hacia las panaceas del sistema capitalista o hacia el totalitarismo “benefactor” del llamado socialismo real, Goytisolo trasluce el escepticismo de un ser humano desencantado de la “magia” de las utopías institucionalizadas.

Digo escepticismo y desencanto y encuentro que ambos términos deben matizarse al referirnos al novelista. En alguna entrevista, el narrador alemán Günter Grass se autodefinía como un “pesimista lleno de optimismo”, en tanto el deterioro social del mundo actual le obligaba a la decepción, pero que aun así no le hacía perder la fe en la maduración existencial del ser humano. Esta autodefinición de Grass bien se aplica al hispanófilo Goytisolo.

La lectura de los Ensayos escogidos de Goytisolo impele a señalarlo como revuelto, inconcesivo, fiero. Sin embargo, hay que tener cuidado. Goytisolo, quien fuera entusiasta del comunismo, no cayó, como otros escritores, en la trampa de cambiar fanatismo por fanatismo y condenar una hoguera mientras encendía otra. Tampoco, como también ha sucedido con otros escritores, ha transitado del encantamiento a la amargura. En la agudeza de sus argumentaciones, en la distinción clara que concibe entre libertad y locura, entre orden y opresión, en la precisa traza de su discurso ensayístico, pleno de solidaridad y juicio respecto de la soledad del individuo en sociedades que lo marginan, se filtra imperecedero un amor tozudo por la vida humana como fuerza creativa en toda la extensión de la frase.

Cuando he querido explicarme la hondura crítica de Goytisolo –explicación insatisfactoria, pero que me aventuro a compartir- he pensado que de suyo busca la univocidad de lo equívoco, quiero decir, que en sus exploraciones por la vasta historia de la literatura española e hispanoamericana, libera de vetustez y reanima a los autores y libros reducidos al nicho de “clásicos”, y revalora con certeza y gracia los libros y autores abandonados a la erosión del olvido.

Hacia 1963, año en que la dictadura franquista aplastó los últimos reductos de resistencia guerrillera –y no como pretenden los historiadores pro falangistas cuando aducen que España se “pacificó” a mediados de la década de 1940-, la obra de Goytisolo fue censurada por el régimen. Para entonces el barcelonés se había exiliado en Francia, y alternaba su quehacer literario con una profusa y dinámica vida académica, la que le condujo a universidades europeas y estadounidenses. Comienza en 1963 el mestizaje de Juan Goytisolo, un mestizaje continuo que llega a nuestros días, en los que el escritor fecha muchos de sus ensayos y reflexiones críticas desde la ciudad de Marrakech, Marruecos, donde se quedó a residir a raíz de la muerte de su esposa, Mónica Lange, a mediados de la década de 1990.

Antes he apuntado que para mí Goytisolo es un hispanófilo, uno de los más grandes de nuestro tiempo, de todos los tiempos. Su crítica acerba de la ignorancia, la cerrazón y la indolencia españolas respecto de su cultura, no la rubrica el rencor o la pena. Como el naufragio a Guerrero, el exilio a Goytisolo lo acerca a España, lo entraña en ella. Del medioevo al siglo XX, el autor de Señas de identidad se arriesga por grutas, ríos subterráneos, bosques ignotos y valles hostiles, acertadamente convencido de que en esos paisajes retraídos deben hallarse los otros cimientos de España.

Las celebraciones que hace de Francisco Delicado y La lozana andaluza y de Fernando de Rojas y La Celestina tienen el doble mérito de ubicar y leer las obras dentro de su contexto histórico y de ubicarlas y leerlas dentro de nuestro propio contexto. En los ensayos sobre La lozana… y La Celestina el barcelonés celebra la sensualidad carnal y emocional, los sentimientos de la carne y la carnalidad de los sentimientos, el cuerpo embrutecido por la sensibilidad y la sensibilidad cohibida por los castigos físicos que acechan al cuerpo. Un mundo humano, hermoso y deplorable, que le hace a Goytisolo concluir: “… una cala profunda en el universo de La Celestina nos golpea con un duro e inexorable negativismo: la naturaleza y sus leyes ciegas nos reducen a mera mercancía desechable en un mundo inicuo y sin Dios.”

Cervantes, Larra, La Regenta, merecen páginas memorables en los Ensayos escogidos, pero, en lo personal, creo que si un ensayo capta y proyecta a plenitud la energía cinética lúdica, mordaz, sensual y humanista de Goytisolo, ese es el que versa sobre la escatología en la obra de Francisco de Quevedo.

“Quevedo: la obsesión excremental” supera por mucho la presencia anecdótica de lo excrementicio y de la muerte en la obra del padre del Buscón, y revisa lo intrínsecamente humano en la escatología quevediana, que bajo la lectura de Goytisolo se transfigura en una expresión extrema y vívida del cuerpo humano, obligado por siglos de tradición culpígena a negar las características naturales de su fisiología.

Al aludir a la España quevediana, atrapada en un proceso de fanática persecución y destrucción del otro –judíos, árabes, negros, indios- originado por los Reyes Católicos, Goytisolo asienta: “La ideología monolítica y su criatura, el Estado totalitario, prescinden de la realidad física del hombre, le metamorfosean en cuerpo glorioso, lo deshumanizan: mera cifra o entidad incorpórea cuya salvación o bienestar requiere la eliminación de quien se proclama distinto, marginal o inasimilable: simple instrumento al servicio de la intangibilidad del credo o de la doctrina.”

La obsesión excremental quevediana deviene en la obsesión de Goytisolo por la crítica como enunciado intenso de la libertad, pero sobre todo como enunciado creativo, capaz de remozar con luces nuevas y nuevas sombras nuestra percepción de la experiencia de la lectura, tan ajena de y al tiempo tan unida a la experiencia de la escritura.

Durante la década de 1960, se desenvolvió el boom novelístico, generación de escritores que dio frescura y respiración a la literatura hispanoamericana. Juan Goytisolo, en España, fue por varios años el único que supo contestar, con una voz singular, a los escritores del boom. El español Goytisolo es también el hispanoamericano Goytisolo, y así como se expone a ser judío, cristiano nuevo y firmante de las Cortes de Cádiz, se expone a ser mexicano, cubano, argentino y lascasiano, disidente de la imagen martirológica y autocompasiva que algunos intelectuales y líderes sociales promueven como la más fidedigna del subcontinente, entendido como una región de explotados y marginados per se, imagen que contrasta con el denuedo de nuestras luchas sociales, la verbosidad calibrada y aplastante de nuestras literaturas y las innovaciones encendidas de nuestras artes.

Sin esa verbosidad retadora, fiel a la emancipación y no al dogma, no se podría concebir la obra de Guillermo Cabrera Infante, Severo Sarduy y Reynaldo Arenas, tríada de cubanos exiliados, a los que Goytisolo admira por su condición de escritores tangibles, autores de “… ese texto multiforme en el que léxico, ritmo y entonación desempeñan un papel primordial”, como señala en un texto sobre Tres tristes tigres, obra mayor de Cabrera Infante, autor de obras mayores. Es el hispanoamericano Goytisolo bien plantado ante la raigambre de su otra literatura, a despecho de tergiversaciones, cerrazones políticas y apreciaciones extraliterarias encaminadas a descalificar de facto, que no a evaluar, a los escritores.Reflexiona Benítez en su libro ya citado, que Gonzalo Guerrero tenía “espíritu de náufrago”, es decir, que tenía talante para perdurar a las adversidades. Era, pienso para mí, un hispanófilo que supo verse como fundador, hombre que evoluciona, y no que involuciona. Español e hispanoamericano, exiliado y sedentario, Juan Goytisolo ostenta espíritu de náufrago, no derrotado por los vientos contrarios ni las mareas desfavorables, sino impulsado por éstas y aquéllos a la creación evolutiva. Los Ensayos escogidos lo corroboran cumplidamente.  

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Managua, Nicaragua, 1972.
Poeta y ensayista nicaragüense . Licenciado en lengua y literaturas hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam). Ha colaborado en diversas revistas culturales de su país (Cultura de Paz, Decenio, El Pez y la Serpiente), así como de México (Diturna, Alforja de Poesía, Cuadernos Americanos). Publica artículos y ensayos de crítica literaria y de cine en el periódico El Nuevo Diario, de su país, y en la revista virtual Carátula, del escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Ha participado en el 4º Encuentro Internacional de Poesía Pacífico-Lázaro Cárdenas (2002), en Michoacán, en el Primer Encuentro Internacional de Escritores Salvatierra (Guanajuato, 2004), en el 8º Encuentro Internacional de Escritores Zamora (2004), en Michoacán, en el Libro Club de la Fábrica de Artes y Oficios de Oriente (2004), como invitado especial en el Tercer Encuentro Regional de Escritores Salvatierra (Guanajuato, 2004), y en el Segundo Encuentro Internacional de Escritores Salvatierra (Guanajuato, 2005). Radica en México, D.F.