Entrevista a Luis Manuel Pérez Boitel

1 octubre, 2014

Luis Manuel Pérez Boitel, es ganador del concurso Manuel Acuña de poesía en Lengua Española, con su libro “Artefactos Para Dibujar una Nereida”.  Su obra fue elegida entre 732 participantes de más de 15 países. El premio, con motivo del CXL aniversario luctuoso del poeta mexicano, le fue otorgado por el jurado conformado por los poetas: Eduardo Lizalde (Mexico), Rodolfo Hinostroza (Peru), y Miguel Casado (España).


P.- Luis, cuál es tu nombre completo y donde naciste?

R. Mi nombre es Luis Manuel Pérez Boitel, y nací en una pequeña ciudad denominada San Juan de los Remedios, poblado ubicado al centro y norte de la isla de Cuba, el 10 de agosto de 1969.

P.- ¿Cuándo despertó tu poesía?

R.– Creo que la poesía surge antes de que uno se percate del acto.  Es como una energía, un soliloquio con el que se puede dibujar el mundo.  Cada instante está lleno de poesía.  El árbol del patio es poesía.  El amanecer es poesía. La luz del verano.  El cielo mismo es poesía.  El viento también.  Lo hermoso y efímero. Nada escapa. Nada. El modo en que uno descubre las primeras letras o se percata que es el día de cumpleaños. Caminar por la ciudad es poesía.  Perdonar es también poesía.  Sentarse en un parque, en cualquier lugar del mundo y no saber qué sucede en otro lugar, es también una forma de asumir la poesía. Dios mismo. Lo intangible y lo tangible.  Definitivamente uno se percata de que la poesía existió antes, que está latente y uno sólo llega a esa casa milenaria y descubre que uno puede dibujar en esos predios de la palabra tu ciudad, tus verdades,  y todo lo que te haga falta anclar en ese justo instante.  Así murió mi padre,  el día de su cumpleaños lo dejé en el campo santo y me percaté que algo me acompañaría en el camino de regreso.  Esa pudiera ser una razón muy poderosa para descubrir en uno de los bolsillos de la camisa que llevaba en su cuerpo, segundos después que ya había traspasado la finitud humana, un pequeño recorte de periódico con una simple noticia.  Había yo ganado hace unos meses el primer premio literario y eso estaba en aquel cuerpo sin vida que yo trataba de explicar, o quizás trataba de salvar, pero la poesía también no te permite salvar lo que está en su propio territorio, en su dominio.

Volví a la casa, despertaba todos los días con un libro que había leído durante la noche.  La soledad también te impone un refugio, una mirada diferente.  Tenía yo claro que en los predios del Derecho, especialidad que había estudiado unos dos años antes, no quería yo alcanzar la felicidad, y era la poesía la que quizás me guió por esos tiempos.

A duras penas, puedo recordar cuándo fue que despertó la poesía en mí.  No te pudiera decir cuál fue el primer poema escrito.  Digo siempre que la poesía me ha salvado de este tiempo, de tanta ciudad y de tanta isla, pero un día también me pudiera matar, es como si la poesía reclamara lo suyo.

Hedónicamente la poesía me despierta todos los días y me obliga a volver sobre ella, como ruego de Sísifo.  Es un signo.  Una vitalidad necesaria que salva y mata, incluso infiero que esa dualidad es constante.  Es una mirada diferente, pienso.  Un acto de destierro, infiero.  Dejemos las cosas en su tiempo necesario, y estaremos haciendo algo que nos despertará siempre.

P. – ¿Cómo fue tu infancia?

R.- Pudiera decirte que normal.  Pero ¿…Y qué cosa es normal? Acaso sería residir en una isla como dijera Virgilio Piñera “rodeada de agua por todas partes”… Acaso sería vivir bajo las limitaciones económicas de un país, aparentemente siempre en guerras, lleno de carteles rusos y de tribunas.   Yo prefiero quedarme con lo hermoso. Recuerdo mejor cómo me bañaba en los aguaceros de mayo o cómo escuchaba a mi padre pulir la madera y después irse a un comedor escolar, en la madrugada, cada día.  Sentir el ajetreo en un pequeño pueblo donde casi nada sucede.  Ir a la escuela y a los antiguos cines que han quedado en desuso.   Jugar con mis hermanas y ver a mis padres hablar de cualquier cosa.  Es algo maravilloso descifrar que uno va creciendo y ya no te celebran el cumpleaños cuando tienes cuatro años de edad o cinco porque eres varón y no hay muchos recursos para picar un cake y ser feliz.
En ocasiones cierro los ojos y voy a esos lugares de la infancia a los que no pude asistir.  La mejor infancia es esa para que lo eterno te abra las puertas.

P.- Háblanos de tus primeras lecturas.

R.- Cuando niño recuerdo un libro de Dora Alonso que no lo leí pero jugaba con él desde la cama.  También fueron mis juguetes otros libros más sagrados, ya no recuerdo bien… En 1980 logré ser el mejor lector infantil del año en la biblioteca pública de Remedios, acudía allí para las actividades de pintura que hacían con los niños y también leía lo que estaba en el área juvenil.  Qué maravilla, llevar siempre un libro a la casa cuando salía de la escuela. Era como un regalo en un país donde sólo le daban tres regalos a uno en el año.  Ya en la universidad comencé leyendo libros prohibidos por el régimen.  Unos amigos que estudiaban filología me lo hacían llegar forrados en papel periódico o en cualquier otra cosa.  Tuve la suerte de encontrar en la universidad central de Las Villas, un arsenal muy interesante en su biblioteca.  Hasta nos atrevimos a leer los libros del curso délfico que recomendaba Lezama.  Había decidido estudiar Derecho y era una especialidad que me permitía darme el lujo de leer de modo incansable. La lectura para mí siempre ha sido un gran divertimento. 

P.- ¿Quiénes fueron tus maestros inspiradores?

Definitivamente en el legado literario cubano están esas fuentes primarias pero fundacionales: Martí, Casal, el Padre Gaztelu, Lezama, Gastón Baquero… también desde el referente del continente americano te menciono a Borges, Octavio Paz, Alejandra Pizarnik. En la actualidad leo mucha poesía.  Vuelvo siempre a Rilke W.H. Auden,l Ezra Pound, Ajmátova, a Yeats, Rimbaud, Stevenson, Pavese, Emily Dickinson, Baudelaire, en fin, muchos que son una especie de compañía necesaria por este largo viaje en solitario.  No puedo dejar pasar un día sin escuchar el aliento de estos raros amigos.

P.- ¿Tienes una idea de la Divinidad?

Toda idea es un acto inacabado.  Un ejercicio es siempre un modo de asumir algo que puede reiterarse, en mi opinión.  Así veo los conceptos como un extraño algoritmo temporal que uno supera.  Uno como creador asume siempre la propuesta de un sofista, pero yo también le temo a las palabras, ellas tienen siempre un extraño fondo, como un traspatio.  Pero siempre tengo una idea de todo, incluso de las cosas que no he visto… la divinidad, lo eterno, lo imposible, por ejemplo.

P.- Viviendo en Cuba Marxista: ¿Pensaste alguna vez que la religión es opio de los pueblos?

R.- Lo único que estimo pudiera ser el opio de los pueblos es no enfrentar la verdad, es no sentirse con la libertad personal, para decidir, para dar un primer paso, para despertar.  Además le temo a esas sentencias monolíticas que estigmatizan, nos inducen al error.

P.- ¿Qué estás leyendo en el presente?

R.- Leo cosas muy diversas, generalmente poesía. Te confieso que he logrado una gran biblioteca con libros que me regalan y otros que adquiero.  Prefiero incluso releer.  Leo de todo lo que pueda tener en las manos, no importa si es un autor conocido o poco divulgado. En todos encuentro grandes verdades.

P.- ¿Cuándo estas creando te vinculas a lo sagrado o sientes que hacer poesía es un ejercicio puramente intelectual?

R.- No he pensado en ello.  Me enfrento a la página en blanco y prefiero la paz, sentarme por ejemplo bajo un árbol del patio de mi casa.  Mirar hacia el cielo.  Escribo poesía como si dibujara una historia personal.  No logro, te confieso, escribir más de un poema, en un instante.  Pero queda allí el poema, dispuesto a esa página donde cada línea es como una gota de sangre sobre un cuerpo tendido a lo fugaz. Después siento que el cuerpo no me pertenece, que ya no está en su lugar, porque dice las cosas por mí, que tiene su propio modo de existir.

P.- ¿Cómo defines tu escritura?

R.- Cambiante siempre.  Experimento con sueños y realidades.  Una escritura que para mí me ha permitido justificar muchas cosas y justificarme.  También es el punto de partida para otras escrituras.  Una gran batalla esta.

P.- ¿Quién es tu autor favorito?

R.- Siempre destaco a Rimbaud.  Uno cuando abre los ojos descubre a Rimbaud en su barco ebrio.  He leído mucho sobre él.  Me asusta pensar cómo fue su vida…

P.- ¿Conoces a los autores cubanos de Miami?

R.- Conozco a algunos escritores cubanos que han emigrado a los Estados Unidos.  Jóvenes como yo, claro… personas que admiro y admiraré siempre.

P.- ¿Es cierto que vamos a tenerlo aquí en Miami para noviembre en la Feria Internacional del libro de la ciudad?

R.- Se me había realizado una propuesta por una editorial, ya resulta muy perentorio pensar que estaré en noviembre para la venidera Feria del Libro.  Ojalá y un día logre publicar mis poesías en esa ciudad.  Dejemos todo al tiempo como dijeran los romanos Tempus et tempus.

P.- ¿A qué edad recibiste el primer premio a tu trabajo poético?

R.- Estuve vinculado desde los 8 ó 9 años a un taller literario que conducía Yolanda Melillo, desde la Casa de la cultura de la ciudad.  Después escribí algunas cosas aisladas, eso que uno llama “los primeros poemas…” y que nunca uno vuelve a enseñar… en la Universidad Central de Las Villas logré muchos premios en el marco de los encuentros debate de los talleres literarios, hasta que me aislé un poco de ello.  En 1997, presenté mi poemario Unidos por el agua, al premio fundación de la ciudad de Santa Clara y tuve suerte en obtener dicho lauro, pues en ese evento siempre participan autores reconocidos de todo el país y nunca imaginé poder ganar con el primogénito de mis libros.

P.- ¿Cuáles de los galardones recibidos te dejó más satisfecho?

R.- El de los juegos florales de Tegucigalpa, obtuve el premio con un poemario que titulé Hay quien se despide en la arena.  Lo destaco, entre otros premios internacionales, porque me impuse en una polémica contra ese evento, sin decir yo una palabra, sin hacer ninguna declaración pública. Trataron de que no aceptara el premio por las circunstancias que existían en Honduras.  No sólo algunos “intelectuales” de Honduras, sino ciertos escritores oportunistas de la isla, al final escritores de muy mala calidad.

Me enviaron correos muy mal intencionados, y hasta me amenazaron… Definitivamente lo que no pensaron esas personas es que yo apostaba por la poesía y nada más.  Te confieso que conocí nuevos amigos, personas muy amables e inteligentes que fueron mis anfitriones una vez que llegué a recibir ese lauro.  Llegué a las comunidades de Tegucigalpa, a diferentes universidades y centros de educación en el país. Fue un premio que siempre distinguiré de otros.  Hay gente buena que cree en la poesía y no utilizan la poesía para decir que es de izquierda o de derecha, en un momento como este donde la izquierda no sabe lo que está defendiendo.

Desde ese año estoy preterido de los escenarios literarios del país, y eso hasta me consuela. Algún día escribiré una posible novela biográfica y escribiré sobre ello. Explicaré algunas cosas y pondré nombres y apellidos, o quizás no los ponga. Esas personas que arremetieron contra mí, yo hasta las perdono.

P.- ¿Qué nombres de la literatura cubana, tu ámbito nacional, nombres nuevos y vivos, sin contar a Reina María, dirías que son excelentes? ¿Y por qué?

R.- Creo en Lina de Feria, que es una escritora extraordinaria y ese otro poeta y amigo que es Delfín Prats.  Hay en sus poéticas un verdadero canto a la libertad de los seres humanos. 

P.- ¿Qué piensas de la doble canonización en que uno de los presuntos santos es el pontífice que encubrió el estupro cometido por sacerdotes católicos a niños inocentes en los Estados Unidos de América y luego se negó a recibir a las madres de estos niños  cuando ellas buscaban consuelo estando Wojtyla n New York ?

R.- Pienso cada día que Dios es el único que no se equivoca.

P.- ¿Qué mensajes le envías al mundo?

R.- Ya está algo escrito en esos 19 poemarios publicados, que para mí es suficiente.

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Poeta y promotora cultural. Nació en Masaya, Nicaragua en 1941. Realizó estudios de Arqueología en Mérida, Yucatán, México.

Publicó por primera vez en 1962 en la revista universitaria Ventana (León, Nic.) y posteriormente en revistas y suplementos culturales en Nicaragua, México y la Florida donde reside desde 1974.

Actualmente coordina el Programa de Autores Nicaragüenses para tener presencia en la Feria Internacional del Libro de Miami el cual promueve desde 1992 cuando fue la primera poeta nicaragüense invitada. También es coordinadora del círculo de lectura y taller “Proyecto II” en Books & Books, Coral Gables.

En esa ciudad ha publicado 4 poemarios: Emmanuel, In nomine filii, Príncipe Rosacruz y Homenaje a la tierra. Emmanuel mereció un Seminario en la ciudad de Miami; fue traducido al húngaro por Eva Toth y presentado en la Universidad de Viena en 1989.

Su poesía ha sido calificada de esotérica por la crítica. Ella se define como una “poeta integrada al plano universal”.

*Cortesía de ANIDE