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Plática con Javier Arguello: A propósito de la desaparición del físico Ettore Majorana

30 marzo, 2015

Javier Sancho Más

– Hoy era el día indicado. El de la presentación de la nueva novela de Javier Argüello en Barcelona. Porque hoy exactamente, hace 77 años, el físico italiano Ettore Majorana desapareció misteriosamente, dejando un brillante porvenir interrumpido y un desafío para la Física Cuántica. Y además…, bueno, mejor dejo que la novela de Argüello cuento los hechos reales:


La física cuántica y la literatura. A propósito de Majorana

“Mediterráneo occidental, algunos días antes

“La tarde del 25 de marzo de 1938, Ettore Majorana abandonó su habitación en el hotel Albergo Bologna y bajó hasta el puerto de Nápoles para embarcarse con destino a la ciudad de Palermo, en Sicilia. Antes de hacerlo redactó dos cartas, una dirigida al director del Instituto de Física en el que impartía clases –el profesor Carrelli- y otra destinada a su familia. En ambas dejaba traslucir claras intenciones de acabar con su vida. La primera era más específica… a las once de la noche saltaría por la borda del ferry en el que viajaba y se perdería en el mar”.

El misterio es que al día siguiente de que Majorana informase de su intento de suicidio, el director del Instituto de Física recibió un telegrama desde Palermo en el que el propio Majorana se disculpaba y le pedía olvidar todo lo dicho en la carta anterior. “El mar me ha rechazado”, explicó. Después, todo parece indicar que, efectivamente, tomo el ferry de vuelta. Pero esta vez, nunca llegó. Nadie sabe a ciencia cierta lo que fue de él. Todas las posibilidades están abiertas. Lo más importante sin embargo es por qué desapareció de tan extraña manera.

Hoy, 77 años después de ese hecho, converso con Javier Argüello, nacido en Chile en 1972, de padres argentinos y residente en Barcelona, donde hoy por la tarde presentará la novela. En Barcelona, Javier da clases de narrativa en el Ateneu. Cuando nos encontramos aún es de mañana.

A propósito del escritor Javier Argüello

La primera vez que vi a Javier fue en un bar cerca de la Iglesia del Mar en la capital catalana. “Ahí viene mi amigo el escritor”, dijo la fotoperiodista Susana Oñoro, quien nos presentó. Y efectivamente, su imagen era la de todo un escritor: bufanda al cuello, la barba corta apuntando canas, el peinado a lo antiguo, y un acento porteño inconfundible. El tono de voz, sus gestos, se parecen a su escritura, tanto la de los relatos (Siete cuentos imposibles, Lumen 2008, como la de sus novelas, El mar de todos los muertos, Lumen 2009, y esta última, A propósito de Majorana): al principio parece que te va a contar una sola historia, más bien humilde, pero te dejas llevar por su voz, por su escritura, y de pronto la cosa adquiere una dimensión vertiginosa. Ya no es una sola historia, sino varias, ya no se trata de algo sencillo, sino de la profundidad de todo lo que somos.

En gran parte se trata de una obra mística. Un periodista de nuestros días, muy parecido a Argüello, se va en busca del rastro de Majorana a la ciudad de Nápoles. La idea del editor del periódico barcelonés para el que trabaja es complementar las noticias que se dan en el Centro Europeo para la Investigación Nuclear sobre la aceleración de partículas en busca del bosón de Higgs, “o la partícula de Dios”.

A propósito de Majorana. La Física Cuántica y la Mística

Majorana fue uno de los miembros del equipo más prometedor de científicos italianos de las primeras décadas del siglo XX expertos en Física Cuántica. Para Majorana, el error de la Física era estudiar las partículas por separado. Según se nos va explicando durante episodios muy lúcidos de la novela, el hallazgo del físico italiano es cuasi literario: que todas las cosas sólo cobran realidad si alguien las contempla en el conjunto. De nada sirve separarlas de su conjunto y aislarlas. Al separarlas se crea una violencia, la fisión nuclear, la bomba atómica. ¿Era de eso de lo que Majorana tenía miedo? ¿Por eso desapareció? ¿Tal vez se suicidó en un segundo intento? Esa es la teoría del escritor italiano Leonardo Sciascia que estudió el caso de Majorana en los años setenta.

“Lo más extraño de todo”, explica Javier Argüello, “es que hace unos años, cuando andaba interesado en el tema de la Física Cuántica, mi madre me enseñó un artículo donde se mencionaba a mi tía abuela, Blanca Mora de Araujo, la segunda y última esposa del Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias, con quien vivió muchos años en París. Y en ese artículo mi tía Blanca comentaba que el tal Majorana vivía en Buenos Aires desde hace muchos años. Aseguraba que frecuentaba su grupo de amigos. Todo eso aumentó aún más el misterio”.

¿O sea que es posible que Majorana abandonara Italia y la Física para vivir otra vida en Buenos Aires? “Así es, pero sólo es posible. La otra posibilidad es que se suicidara nuevamente dejando todas las hipótesis abiertas”, dice Argüello.

Javier Arguello _ foto

A propósito de Javier Argüello, el mar y Dios

Dejamos por un momento el caso de Majorana. Ahora nos interesa el periodista ficticio de la novela, Ernesto Aguiar y el gringo Ross. Los dos navegan en un velero hacia Nápoles. Javier Argüello, el periodista y autor real, colabora con artículos de viaje en El País y es un navegante aficionado.

“El mar me ha enseñado muchas cosas y también los navegantes. Uno de ellos me dijo una vez que si alguien proclamaba no tener miedo en el mar eso era mentira, y que el miedo había que llevarlo al lado, ni delante ni detrás de uno, sino al lado. Nunca se me olvida”.

¿Ha experimentado Argüello, el escritor, ese miedo, y esa sensación de unidad con el todo, como parece apuntar la experiencia del protagonista de la novela? “Sí, una vez viniendo de las islas de las Azores hacia Barcelona. Éramos sólo dos en el barco. Cuando uno dormía, el otro hacía guardia. Allí me di cuenta de lo solo que estaba. Y de que yo era parte de una cosa inmensa”.

A propósito de Majorana no sólo es una búsqueda de un misterioso físico que desapareció a finales de los años treinta, sino la búsqueda de la identidad del que lo busca, el periodista Aguiar, que por lo poco que sé, tiene mucho de Argüello. El tipo se redescubre mediante un viaje espiritual. ¿Ha pasado Argüello por algo así?

“He convivido con monjes en el monasterio de Poblet. Soy creyente pero no soy religioso (no sé si esto se va a entender), pero lo que me descubrió que yo soy quien soy, ha sido el mar. Y ese descubrimiento es que no sólo soy un neutrón independiente y separado sino que soy parte de algo más grande y he de responsabilizarme con el lugar y con las personas con las que estoy”.

Eso suena mucho a postcrisis de los cuarenta, bromeo. Pero Javier no está de acuerdo totalmente. “Es verdad que tengo 43 años y que he cambiado varias cosas en mi vida” ¿Qué cosas, le pregunto? “Cosas pequeñas quizá, pero importantes. Descubrí que todo no era pasárselo bien. He dejado de beber…”

Y también se ha hecho vegetariano. ¿Quizá como resultado de toda esa experiencia que se novela ahora?. “Eso me ocurrió navegando. Después de lo que había sentido, y de estar limpiando mucho pescado, le dije a mis compañeros que ya no podía comer más de eso”.

Argüello tiene razón. La novela no es sólo para cuarentones, sino para todo aquel que esté en un momento de su vida en el que tiene que tomar la decisión de ser quien debe ser. Esto, le digo bromeando puede sonar muy místico o muy de Paulo Coelho. A Javier no le disgusta la idea de que se le tache de autor místico.

Se trata de una obra muy trabajada. Las lecturas de Borges, de Pirandello y Shakespeare completan una atmósfera de esa especie de relato policíaco y religioso, parecido a El nombre de la Rosa. Para investigar sobre la desaparición de Majorana, Argüello no fue a Buenos Aires siguiendo la pista de su tía abuela, la señora de Asturias, sino al mismo Nápoles.

“Fue increíble, porque los personajes que aparecen en la novela y que acompañan al periodista que hace la investigación están basados en gente real. Cuando llegué allí hasta la misma policía me llevaba en moto a los lugares, y me abrieron todas las puertas”. Pero entonces, por qué no seguir las pesquisas, tratar de encontrar a Majorana en Buenos Aires. “Lo que tenía”, me dice Argüello, “era suficiente material literario”.

Tanto en su libro de relatos, aplaudido por autores como Vila-Matas, como en su novela anterior, ese juego borgiano de la realidad y la ficción confundiéndose caracteriza su estilo. Pero aquí ese juego se torna más profundo.

“Yo lo veo así: las preguntas de quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos, son preguntas de la infancia. Luego las olvidamos y vivimos fingiendo que ya las hemos respondido. Y después de los 40, a veces, volvemos a esas preguntas, que es como volver a nosotros… En eso sí es una novela para los cuarenta”.

Javier Argüello, sobrino de Miguel Ángel Asturias. Shangri-la, y la “República de los niños”.

Es curioso, porque precisamente hablamos de la infancia hace un momento. Era a raíz de sus recuerdos de la tía abuela. “Eran varias tías, Blanca entre ellas. Locamente divertidas. Contaban unas historias tan increíbles que yo le preguntaba a mi madre si aquello que contaban era verdad. Y resultaba que justamente los detalles más increíbles eran los verdaderos. Mentían en las cosas pequeños, ¿puedes creerlo?”

De las cosas de Miguel Ángel Asturias y la tía Blanca, lo que Argüello recuerda es una casa de veraneo que compraron en las orillas del Paraná. Allí iba toda la familia. Asturias bautizó la casa como Shangri-La, ese lugar mítico de la felicidad, y dijo que era la “república de los niños” porque allí se hacía todo lo que los pequeños querían”.

Doña Blanca, la esposa de Miguel Ángel Asturias aparece en un documental antiguo de la televisión española y su forma de expresarse, aunque ya estaba mayor, era el de una mujer de una vitalidad contagiosa, parecida a la descripción que hace de ella su sobrino nieto: http://www.rtve.es/alacarta/videos/mujeres-para-una-epoca/mujeres-para-epoca-20101020-1830/907441/

MajoranaEn la novela, se apunta la posibilidad de que Ettore Majorana se suicidase finalmente, pero siendo coherente con su teoría de la Física, escribió esos telegramas para dejar abierta la posibilidad de que quien quisiera pensar que estaba vivo, también tuviera sus razones. Estar vivo y muerto al mismo tiempo, las características de las partículas últimas de la Física Cuántica.

“¿Tú crees?”, me pregunta Argüello, y añade: “Yo sin embargo creo que Majorana se fue a Buenos Aires”. Eso me confunde, pero no sé si es un juego de Argüello o de la Física Cuántica. Bueno, al final, lo que cuenta es saber lo que uno es, no sólo como individuo sino como parte de algo más grande e interconectado. Bien, pero Argüello nació en Chile, y es argentino y español. Osea ¿qué o quién es?.

“Nací en Chile, porque mis padres eran socialistas y estaban muy ilusionados con Allende. Mi padre era funcionario de Naciones Unidas en ese tiempo. Con el golpe de Pinochet nos regresamos a Argentina y a otros países por el trabajo de mi padre. Después yo me trasladé a Barcelona. Soy hincha del equipo de fútbol del Boca Juniors a muerte. Una amiga me dice que soy hincha de Boca porque eso sí es fácil, está claro. Lo de la nacionalidad es algo mucho más complicado que me ha tocado resolver desde muy chiquito”.

En la novela todo desemboca en encontrarse a uno mismo en un sitio: el amor. El final produce escalofrío.

“Todo. La desaparición de Majorana, la búsqueda del periodista y su acompañante, la posibilidad de una accidente de avión donde hubiera desaparecido Ana, la pareja del periodista con quien se iba a casar; el mar, las incógnitas de la Física Cuántica, …. Todo lleva a esa final en que el protagonista…”

Vaya, la grabación se interrumpió justo antes de que el autor desvele el final del libro. Les pido disculpas y les encomiendo su lectura.


 

Para saber más de Javier Argüello: http://www.javierarguello.com/autor/
Para saber más del físico Ettore Majorana: http://www.historiasdelaciencia.com/?p=34

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Nacido en Andalucía, tiene la doble nacionalidad hispano-nicaragüense, países en los que ha trabajado en el mundo de la docencia, la cultura, el periodismo y la cooperación. Licenciado en Filología, y master en Periodismo y Derecho Internacional. Es consultor de comunicación y cooperación. Escritor, docente y colaborador en varios medios en España (como El País) y Latinoamérica (Gatopardo, La prensa, Confidencial, Etiqueta Negra, etc.) sobre temas literarios y de actualidad internacional, crisis, cooperación y desarrollo. Ha publicado, entre otros libros de antologías y colaboraciones, ensayos y relatos (Las cien Novelas para siempre del siglo XX y Si estuvieras aquí, de la editorial Icaria). Fundó con Sergio Ramírez la revista cultural Carátula www.caratula.net , de la que fue editor. Ha sido profesor de Comunicación y Humanidades, traductor y responsable de información de Médicos sin Fronteras. Ha conocido de primera mano numerosos conflictos y crisis humanitarias. Fue coordinador de la Campaña de Acceso a Medicamentos en América Latina. También ha coordinado proyectos que unen el mundo humanitario y el desarrollo con la Literatura como la serie Testigos del olvido de El País Semanal.