Estela de los Poetas Meones

1 octubre, 2013

La indefinible Poesía es puesta ante los ojos inquisidores de Rubí Arana, quien en su intensa búsqueda por ponerle nombre, afirma que para ella “la Poesía es la presencia de la belleza”, con tal aseveración Rubí no hace más que aproximarse a aquella expresión del poeta francés Mallarmé, cuando pregonaba que la Poesía es la expresión sabiamente concertada de un esfuerzo intelectual hacia la belleza pura. Pero también, la poeta de origen nicaragüense, hace algunos guiños a Platón, no en balde el filósofo griego concedía a la Poesía ciertos rasgos de sacralidad aduciendo: es de inspiración divina y el poeta intérprete de los dioses, el poeta en cierta medida es el vínculo entre lo celestial y lo terreno. Rubí Arana en este breve y rotundo texto provoca, roza el intelecto del lector, en el afán de colocar a la Poesía literaria como creación artística preponderante del ser humano.


En las décadas ochenta y noventa aparecieron en la ciudad de Miami legiones de mujeres y hombres arriba del meridiano de la edad: cincuenta años, las bodas de oro con la vida, cuando del destino quedan retazos a llenar con hobbies porque los hijos crecieron y se marcharon del hogar. Decimos, entonces, que la mayoría en este fenómeno eran abuelas y abuelos, que ya estaban cumplidos. Nunca logré adivinar el porqué a esa generación, o generaciones, les dio impulso de querer ser poetas a esa edad ridículamente tardía. Yo, tampoco sé por qué, les di el nombre de poetas meones. Así quedaron estigmatizados en un bautismo entre risible y estupefacto.

La actitud de quienes desarrollan un potencial (o lo fabrican) en cualesquiera de las bellas artes, a semejantes alturas de la existencia, casi siempre es agresiva: esto puede relacionarse con el deseo, en sus profundidades subconscientes, de recuperar el tiempo perdido y que, entre ensoñaciones y frustraciones, desequilibra su realidad objetiva, el sentido lógico racional. Sucede algo similar que con los nuevos ricos y no existe una mejor comparación.

Demonios soñadores he conocido. Demonios trepadores y trepadoras. Su maledicencia siempre la llevan a perjudicar el éxito del escritor que ha cultivado el oficio desde su juventud, o desde la adolescencia, los menos, (muy pocos) desde esa angustiosa infancia que habita el ser de un poeta orgánico.

La poesía no es una entidad social como tal. Es sagrada desde el punto de inicio que enlaza al pensamiento con la creación entera, el cosmos y lo indescriptible. Y esto lo intuimos –poetas o no- aunque a nivel equivalente a la evolución espiritual de cada quien, o de acuerdo a su capacidad de revelación (que, sospecho, son formas parecidas del entendimiento humano).

Hablando de ella (poesía) no creo estar representada por reglas académicas impuestas en centurias anteriores al siglo XX. Rubén Darío (1867-1916) revolucionó e hizo evolucionar estas reglas insinuando la libertad poética absoluta que ejercieron los maestros Cesar Vallejo y  Pablo Neruda y  todos los  poetas  representativos, desde esa libertad que no debe ni puede retroceder, nos iluminan desde el siglo XX y lo que va del alba de nuestra era redentora. En la lengua inglesa ese gran espíritu libertario: Walt Whitman, padre de poderes.

Le llamo: cuerpo estático de la poesía, a esas reglas-barrotes (cuarteto, décima, alejandrino, soneto y un largo etcétera), sin embargo, obligación es conocerlas, como a la gramática: piedra energética a labrar. Practicar las reglas académicas, pero (únicamente) al equivalente de los ejercicios en la barra que se realizan religiosamente en el estudio como la disciplina del ballet: la práctica hace al maestro: regla de diamante.

Letra y melodía es ella. Melodía y letra personales en el poema. Libertad absoluta en su ritmo. Y en sus silencios. Vocación y rigor, disciplina en el oficio: un oficio terrible que tiene que ver con todas las cosas y es al mismo tiempo ingrávido y desposeído. En virtud (desde antes) de la pre-existencia de las cosas. Florecer el verbo desde el pálpito celular en rutina persistente sin olvidar el pan nuestro de cada día que representan la lectura, la meditación, y la observación de cada día.

Los siglos presentes necesitan de verbos sinceros en bocas y manos sinceras: a esto se refiere el místico José Martí cuando habla de sinceridad con tanta sinceridad.

*…‘ser sincero es ser potente’… (1) sentencia uno de los genios universales de la poesía, nativo de nuestra América, en su fase de iluminación. Él mismo es: …‘crepúsculo que da la pauta/ que los celestes éxtasis inspira’… hay mucho silencio aquí, en esta inmensidad. Y un engranaje de metapoesía. Hay mucha soledad también, la soledad del ser. La soledad de la belleza. La rendición del ser a la belleza, la fe en la plenitud.

(Hago énfasis en el inicio de la interiorización del verbo poético. Una expresión cósmica individual. Recogimiento ante los cielos como tales. También como metáfora).

Por una estrecha vía de entrega absoluta, llega la bendición, el vuelo de ‘esa cosa liviana, alada y sagrada’ en decir de Platón, cita que también recoge Jorge Luis Borges en su ars poética que veo en la conferencia # 5 del libro Siete Noches. Pero luego añade: “como definición es falible ya que esa cosa liviana, alada y sagrada podría ser la música (salvo que la poesía es una forma de música). Platón ha hecho algo muy superior a definir la poesía: nos da un ejemplo de poesía”… Al examinar con lupa y luego con telescopio este más que interesante argumento, más bien, que mi punto de vista sale fortalecido. La definición platónica es, además de infalible: suprema, porque en el trasfondo claroscuro del allá cerca o del aquí lejos del ars poética borgiana casi miro esa pulsación a la que ya no alcanzan las palabras. Y a propósito transcribo otras líneas del texto de J.L.B. en cuestión: “aplicamos a los idiomas categorías estéticas, erróneamente, se supone que el lenguaje corresponde a la realidad, a esa cosa tan misteriosa que llamamos realidad. La verdad es que el lenguaje es otra cosa.”

Yo afirmo que la poesía es la presencia de la belleza en la palabra: es mí decir más frívolo y más cómodo. He dialogado con otras definiciones, mejor decir, contemplaciones, y entonces estamos en terrenos de la mística, niveles (o números), fusiones (o inspiraciones) etc., “el dominio profético de las analogías universales.”*(2)

Posible que así, o parecido, pensara Platón al definirla en lo aéreo de esa expresión pura, bella y espiritual. Y por tanto: no en las manos, ni en boca, ni en el ánima de un farsante.

¿Platón quería a los poetas? Se expresó con desprecio de ellos, sin embargo, elogió a Corina Safo. Regresando a las secuelas de los meones, a mis décadas en cuestión, a mis registros y meditaciones, ahora sí estoy segura de que también Platón sufrió las plagas de esa calaña. ¿Se murmuraron calumnias al filósofo, en secretos, en confianzas, en voz baja, de labios a oído como en las profundidades iniciáticas? Su vida en este planeta, tal vez, no se la hicieron placentera.

Recuerdo un libro antiguo rosacruz –yo estaba por cumplir trece años- se titulaba: En Vos Confío, una especie de los proverbios bíblicos que están entre los Salmos y el Eclesiastés. En su letra decía, dice para siempre (cito de mi recuerdo): “al prójimo puedes mirar de varias maneras. Míralo como menos te moleste para que así no intentes hacerle daño”. ¿Molestó la estatura del autor del Timeo* (3) a los meones helénicos? ¿Fueron ellos, soterradamente, impulsores de la cicuta que Sócrates apuró hasta la muerte? ¿La copa amarga del maestro es la llaga que en el discípulo ardía hasta el insulto, como desgarramiento?/ ¿Sería, quizá, el tal Melito* (4) uno de esos?: una mueca, una máscara: porque  con  la  envidia,  o  la  ambición, siempre  va  de  la  mano  la mentira y Melito, a mi entender, no dijo sino equivocaciones.

Ya hemos intuido que el mundo cae sobre los seres luminosos como rayos sobre los grandes árboles, nunca sobre la hierba. El rayo jamás corta la hierba. Es la evidencia histórica más antigua. Y muy moderna.

Platón tendría convicciones válidas para decir en voz alta conceptos abiertamente contradictorios. Irreductibles serán siempre sus conceptos: inalterables, poderosas razones. Muy válidas, por cierto.


NOTAS

  1. Rubén Darío
  2. Cita de Eliphas Levi.
  3. Diálogo sobre la Naturaleza: Platón.
  4. Acusó en los tribunales a Sócrates de corromper a la juventud.
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Poeta y promotora cultural. Nació en Masaya, Nicaragua en 1941. Realizó estudios de Arqueología en Mérida, Yucatán, México.

Publicó por primera vez en 1962 en la revista universitaria Ventana (León, Nic.) y posteriormente en revistas y suplementos culturales en Nicaragua, México y la Florida donde reside desde 1974.

Actualmente coordina el Programa de Autores Nicaragüenses para tener presencia en la Feria Internacional del Libro de Miami el cual promueve desde 1992 cuando fue la primera poeta nicaragüense invitada. También es coordinadora del círculo de lectura y taller “Proyecto II” en Books & Books, Coral Gables.

En esa ciudad ha publicado 4 poemarios: Emmanuel, In nomine filii, Príncipe Rosacruz y Homenaje a la tierra. Emmanuel mereció un Seminario en la ciudad de Miami; fue traducido al húngaro por Eva Toth y presentado en la Universidad de Viena en 1989.

Su poesía ha sido calificada de esotérica por la crítica. Ella se define como una “poeta integrada al plano universal”.

*Cortesía de ANIDE