Estudios del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA-UCA): Descripción y normatividad en la escritura de los documentos coloniales
1 octubre, 2014
Entre los documentos coloniales que merecieron la atención de la investigación nacional contemporánea, se encuentra uno titulado Un documento excepcional: El Realejo, Chinandega y el Viejo a finales del siglo XVIII.
Desconocemos si éste es el título original de dicho documento, o si así fue bautizado por una tradición reciente, que le añadió el adjetivo a fin de realizar una investigación en torno al pasado Provincial tan asistemática como interesada. Escrito al parecer en 1790 y publicado en 1976, el texto proporciona una información que nos interesa comentar.
Una lectura no especializada nos sitúa frente a un conjunto de encabezados dispares, utilizados por el autor, suponemos, para ir ordenando el material percibido. En el sentido más simple del término, esos encabezados constituyen el contenido del texto, tanto como su disparidad, la forma. Se trata, en resumidas cuentas, de una percepción (visión, impresión), del lugar—ahí comprendidas las tres poblaciones señaladas en el título—en sus aspectos naturales, sociales, productivos. Tenemos, gracias a él, una descripción que nos permite ahora conocer cómo se organizaba la vida en ese momento, cuáles eran los recursos naturales accesibles e innacesibles, cuál la productividad. Toda esta información desorganizada, sin embargo, está ordenada a partir de un interés, por una cierta conciencia enunciatoria y con una connotada función. Estamos entonces en obligación de señalar no tanto el material del contenido, accesible al lector, sino más bien el principio ordenador, no explicitado pero accesible al analista. Sobre una lectura a partir de dos ejes diferentes, uno que busca el dato y otro la estructura, es que vamos a tratar de explicar el documento.
Los datos, dijimos, pueden ordenarse a partir de tres series: la natural—aspecto geológico del suelo, las plantas, los animales (aves, peces); la social—habitantes, casas, costumbres; la productiva—la industria, la agricultura. Todo lector informado reconocerá en ellas los tópicos de la época, cuya convencionalidad responde a un interés o preocupación vigente. No dejamos de notar, sin embargo, la ausencia de un elemento clave de esta descripción informada de fines del siglo XVIII, y esa es la del comercio. Aunque indirectamente se ofrezca una explicación al hablar del «poco numerario», la escasez del «giro de dinero» y cómo «cada vecino posee lo necesario y si toma algo ajeno es por la vía del cambio.» Por otro lado, connotan una economía de muy bajo y escaso rendimiento, que no deja margen al comercio. Las anotaciones sobre «la bien proporcionada repartición de terrenos,» que explicita una producción de autoconsumo y unos «Hacendados..que logran pocas ventajas porque los jornales alquilados (aunque crecido para este país por el poco numerario es talvés el mas bajo de la América) les absorben las ganancias,»unido a una lista de precios bajos: «6 huevos 1/2 r1. Una vaca 9 a 10 pesos…4 panecitos…med.r (1)…» y al reiterado trueque.
Por este hilo se saca la hebra. Postulamos en primer término un narrador que no parece habitar la región. Su tono distanciado, su despreocupación, la presunción con que asume el estado de cosas, sugiere un extranjero—ni criollo, ni peninsular—al cual, en resumidas cuentas, la economía no le afecta nada, puesto que está ahí de paso. La materia narrada, entonces, no es vivida como experiencia, sino experimentada como conciencia y transmitida como ciencia.
Quién es este sujeto que por tales temas se interesa, no podemos saberlo a ciencia cierta, pues el documento carece de firma; pero sí podemos inferirlo a partir de los datos de una estructura narrativa normativa, que codifica una inclinación descriptiva, clasificatoria y ordenadora de un entorno ajeno. El documento informa—a quien?—desde un punto de vista formado e informado. Veamos.
El carácter de la descripción es panorámica, es un escenario, una especie de mapa regional observado in situ y denominado paraje (a veces, simple sinónimo de lugar; otras, connotando yermo y desolado).
El sujeto que observa y narra no está en ningún lugar. El impersonal va dando cuenta de lo que «se ve», «se hallan,» «está adornado,» «se crian,» «se ha labrado»…»
La ausencia del sujeto tiende a sugerir una generación espontánea, reproducción que se produce sin el concurso humano. El narrador evanescente—sin duda voz metropolitana, tanto menos excepcional cuanto más normativa—subraya no sólo la precariedad y pobreza de una economía de autoconsumo, sino una inercia humana una inactividad, que mimetiza lo social a lo natural y lo humano a lo animal. Y esta es la estructura mental que queremos dejar documentada.
Por ejemplo, dice que los «desembarcaderos son todos incómodos—en comparación con cuáles?—y se asciende por una escalera natural quese ha labrado a continuación del piso sin que la industria humana (esto es, el ingenio, el trabajo y la técnica) haya puesto cosa alguna de su parte.» (Pág.64); y más adelante asegura, con un tono ingenuo y natural, que la industria de los tigres no es «inferior a la de los hombres de esta parte,» por lo menos—para darle al narrador el beneficio de la duda—en lo que a procurarse la comida (peces) concierne—itálicas mías.
El nombre de natural que distingue a los indios, negros y zambos de los habitantes, no es gratuito y sin intención. Por el contrario, codifica una visión iluminista europea sobre la condición social humana de estas regiones, que se verá reforzada en un perfil clasificatorio de esos naturales, de acuerdo a criterios descriptivos análogos a los que se utilizan para las especies biológicas, como ya veremos más adelante.
Esta observación nos permite ya clasificar a este ojo y a esta conciencia del período de la Ilustración, que así nos ve, piensa, pone en circulación y da a conocer allá, del otro lado, en aquélla frontera. Según toda la apariencia, se trata de un estudioso investigador—geólogo o naturalista—o de un coleccionista educado en la ciencia clasificatoria de Lineo, a quien cita. El vocabulario especializado que matiza y precisa su prosa en la serie natural habla de acsinias, sinegecias, tantalus algus, Piscis thoracious capite amplo, corpore cuneiformi, dorso dipterigio…» (Pág. 67), valida la descripción y autoriza a partir de esta serie, la otra, la social, que ve y mide a las mujeres con la misma vara: “Delgadas, derechas, facciones menudas: pechos muy bien conformados recogidos, semiglobosos, con los pezones horizontales y crecidos, y es talvez el carácter que más distingue a estos naturales”—itlálicas mías (72). Los hombres mulatos «son morenos, barba cerrada, facciones bien repartidas, buenos ojos y fornidos», y los indios, «llevan el indeleble carácter de barba limpia, suelen tener buen color» y en los de El Realejo, «colores caídos, carnes floxas y hábitos poco sanguineos,» son del «color cobre, poca estatura, pelo lacio, caras anchas, pies pequeños, genio humilde y apocado.» (Pág.72).
A todas luces no es un hombre que ve a una mujer y a otros hombres, sino un naturalista a una especie. La descripción de animales se ajusta a los mismos criterios clasificatorios: carácter, tamaño, forma, figura, color. Los ingleses que escribieron sobre la Costa Atlántico-Caribe tienen parecido estilo.(2)
Nuestro informador fija una descripción a partir de una norma, ya sea esta la del desarrollo económico, la de la ciencia, pero también estudia y reporta; para eso recoge especies que dice «se cerraban al acercarse la mano amenazadora,» «en tocando a estas…se sienten al punto las vibraciones, y se pegan con tal fuerza que es necesaria gran diligencia para desprenderlas.» Viajero este que nos visita más de una vez, pues cuenta haber descrito algunas especies «en sus precedentes estaciones.»
Descripción y normatividad son principios ordenadores, el primero, obvio; el segundo, soterrado, perdido en una buena porción de datos, que catalogan aves, peces, frutos, productos, estilos de casas, tipos de entretenimiento y ocupación. La norma es el desarrollo, ese estadio que marcha vertiginosamente hacia la industrialización, que requiere el concurso, la industria humana acelerada. Pero el referente no está explicitado y por tanto el carácter descriptivo prima.
Recogemos de él los datos que nos significan conocimiento: riquezas naturales potencialmente explotables—y exportables?; despoblación: según las cifras que da, toda la región cuenta con 5,572 habitantes, siendo el Viejo el pueblo principal; circulación comercial‑monetaria practicamente paralizada; industria precaria—telares sumamente sencillos, que no abrevian el trabajo, ni se prestan a la fábrica de muchas telas, empleando además toda la fuerza del cuerpo.
Aprovechamos entonces el dato económico, social, natural, objetivo y coincidente con el de aquellos documentos más comprometidos con la realidad provincial, angustiosos, que vienen de la experiencia de los habitantes, hacendados y comerciantes que sufren las consecuencias de esta economía a baja presión.
Identificamos aunque descartamos el juicio normativo ineficaz, improductivo e inconsecuente como elemento de análisis, como criterio de estudio para la historia de ese momento de la vida provincial, vista por los europeos ilustrados a veces como un paraje, como la isla de Cardón: «abandonada de mucho tiempo, toda cubierta de escombros,» tierra toda pobre que «con la sequía…formaba grietas,» con «tigres que infestan las inmediaciones, «con vientos impregnados de «miasmas insalubres,» que «ocasionan fiebres,» con «enjambres de langostas que perjudican…a los algodones»; donde abundan «los hermosos y pintados pecesillos»; donde el «manglar se deleita entre las aguas salobres.»
Paraíso natural, encanto y atracción del espíritu mercantil; horror económico‑social, que quizás pueda ser transformado con la fuerza de la iniciativa, la inversión y el dinero, basados en el conocimiento regional contenido en esta información.
NOTAS
1) Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación del Banco Central, No.7, pp. 64-84, Enero-Marzo, 1976.
2) Revista Cultural Nicarauac, Octubre 1982, pp. 42-46; 32-36; 77-95.
Jinotepe, Nicaragua. Licenciada en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México. BA. Philosophy and Ph.D. en Literatura Hispánica de la Universidad de California, San Diego La Jolla, California,es profesora en The Ohio State University donde ejerce como Humanities Distinguished Professor of Spanish. Sus áreas de especialización son la Literatura y Cultura Latinoamericana, la Teoría Postcolonial, los Estudios Feministas y Subalternos con énfasis en Literatura Centroamericana y del Caribe.
Su último libro publicado se titula Hombres de empresa, saber y poder en Centroamérica: Identidades regionales/Modernidades periféricas: Managua: IHNCA, 2011. Títulos anteriores son:Debates Culturales y Agendas de Campo: Estudios Culturales, Postcoloniales, Subalternos, Transatlánticos, Transoceánicos(Santiago de Chile: Cuarto Propio, 2011).
Es autora de Liberalism at its Limits: Illegitimacy and Criminality at the Heart of the Latin American Cultural Text.(University of Pittsburgh Press, 2009); Transatlantic Topographies: Island, Highlands, Jungle. (Minneapolis, London: University of Minnesota Press, 2005); Women, Guerrillas, and Love: Understanding War in Central America (Minneapolis, London: University of Minnesota Press, 1996);House/Garden/Nation: Space, Gender, and Ethnicity in Post-Colonia Latin American Literatures by Women (Durham: London: Duke University Press 1994); Registradas en la historia: 10 años del quehacer feminista en Nicaragua (Managua: Editorial Vanguardia, 1990); Primer inventario del invasor (Managua: Editorial Nueva Nicaragua, 1984).
Ha editado los volúmenesEstudios Transatlánticos: Narrativas Comando/ Sistemas Mundos: Colonialidad/ Modernidad. With Josebe Martínez. (Barcelona: Anthropos, 2010); Convergencia de tiempos: Estudios Subalternos/Contextos Latinoamericanos—Estado, Cultura, Subalternidad(Amsterdam: Rodopi, 2001); Latin American Subaltern Studies Reader ( Durham: Duke University Press, 2001); Cánones literarios masculinos y relecturas transculturales. Lo trans-femenino/masculino/queer (Barcelona: Anthropos, 2001); Process of Unity in Caribbean Society: Ideologies and Literature (con Marc Zimmerman. Minneapolis: Institute for the Study of Ideologies and Literature, 1983); Nicaragua in Revolution: The Poets Speak. Nicaragua en Revolución: Los poetas hablan (con Bridget Aldaraca, Edward Baker, and Marc Zimmerman. 2nd ed. Minneapolis: Marxist Educational Press, 1981); Marxism and New Left Ideology (con William L. Rowe, Studies in Marxism. 1 Minneapolis: Marxist Educational Press, 1977). En la actualidad trabaja sobre abuso—en particular incesto, pedofilia y violación—tal como estos casos son reportados en los medios de comunicación.