Estudios del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA-UCA). Re)asentamientos coloniales/imperiales: La distinción entre el viajero y el migrante en El pasaje intermedio de V.S. Naipaul

1 octubre, 2014

“Supongo que reasentar significa renombrar” dice Ileana Rodríguez en su ensayo “Desorientaciones geográficas, extrañamientos lingüísticos, deposiciones desarticuladas, rediseño de tierras, reescritura de leyes, conversiones fingidas. Culturas en pugna, historias sin fin.” Ella hace tal declaración en su análisis de las obras enciclopédicas de fray Domingo Juarros Compendio de la Historia de la ciudad de Guatemala (1808-1810) y Cronicón del Reino de Guatemala (1818). Las obras de Juarros describen la geografía y la topografía guatemalteca y, al mismo tiempo, establecen y definen la nomenclatura hispano-indígena de las mismas regiones y poblaciones. Las obras, también, notan y detallan el desarraigo y traslado de las poblaciones indígenas. Rodríguez emplean los textos de Juarros para mostrar la relación entre el poder, la geografía, la identidad y el lenguaje, llegando a la conclusión que “relocalizar poblaciones significa cambiar o transferir nombres pero también habla de una confrontación constante entre los grupos” (Rodríguez 44). Es dicha observación de Rodríguez de la cual me embarco en este ensayo. Ella nos ayuda a darnos cuenta de que renombrar significa rearticular o reterritorializar la relación entre, en términos semióticos, el significante y el significado. Su análisis es revelador porque el lenguaje, y de igual importancia, la sistematización del conocimiento—como la enciclopedia—, se vuelven aparatos de poder. Los libros se vuelven asentamientos efectivos para almacenar el reordenamiento y el renombramiento de las geografías y subjetividades locales. Desde una perspectiva eurocéntrica, colonias como Guatemala eran sencillamente geografías, tierras vacías cuyos anteriores nombres locales podían ser borrados y luego reinscritos. En otras palabras, la epistemología europea podía reemplazar lo que quisiera y estas reinscripciones construían diferencias coloniales. Por ende, los libros son archivos en y de los cuales se puede construir la diferencia colonial.

Mi objetivo en este ensayo es emplear lo que nos dice Rodríguez en cuanto al poder de renombrar y reordenar y usar tal marco para analizar un relato de viaje de V. S. Naipaul. Aunque el ensayo de Rodríguez usa Centroamérica para llegar a su conclusión, el mío se expande de la región al Caribe. Lo que examina Rodríguez cae dentro de un marco más amplio que une geografías, subjetividades y experiencias. Su trabajo concuerda bien con el de Aníbal Quijano, cuyo concepto de la colonialidad del poder y la colonialidad del saber intenta explicar la relación entre la colonización de América Latina, el eurocentrismo, el capitalismo global y la clasificación a través de la raza. Encuentro útil su concepto porque nos permite comparar la experiencia latinoamericana con las de otras regiones alrededor del mundo. Tengamos en cuenta que la colonización sucedió en todo el mundo, en Asia, África, Australia, América y el Caribe, por ejemplo. Este ensayo, también, dialoga con el trabajo de Quijano.

Mi objeto de estudio es el relato de viaje de V. S. Naipaul The Middle Passage [El pasaje intermedio]. Es una narrativa de su experiencia durante un viaje al Caribe en 1960 y 1961. A la sugerencia del primer ministro de Trinidad Eric Williams, Naipaul viaja a Trinidad, Guyana, Surinam, la Martinica y Jamaica. Empezando con el viaje desde Inglaterra hasta el Caribe, su relato de viaje es un recuento de sus encuentros y sus evaluaciones de cada lugar. Para este ensayo, analizo el primer capítulo: su descripción del viaje transatlántico a su lugar de nacimiento, Trinidad. Aunque salgo de Centroamérica en este ejemplo, el capítulo de Naipaul metaforiza bien el pensamiento eurocéntrico y el papel que (re)nombrar juega en (re)asentar la diferencia colonial. Mi argumento principal es que Naipaul, como un sujeto colonial/imperial, utiliza la narrativa como aparato de poder que establece la desigualdad a través de la distinción entre el ‘viajero’ y el ‘migrante.’ En este sentido, Naipaul sigue una lógica discriminatoria que itera una jerarquía colonial a través de la pluma, es decir, nombrar.

A pesar de que Trinidad es su lugar de nacimiento, Naipaul critica severamente el país, como John Thieme observa en su ensayo “Authorial Voice in V. S. Naipaul’s The Middle Passage” [“La voz del autor en El pasaje intermedio de V. S. Naipaul”]. “Los primeros dos capítulos contienen las observaciones más hostiles de la obra sobre los antillanos contemporáneos, incluyendo una referencia racista a los antillanos y los negros siendo ‘como los monos suplicando la evolución’ (87) en sus aspiraciones hacia la blancura” (Thieme 144). Thieme continúa diciendo que Naipaul tienen una “tendencia de presentar el Caribe como un mundo estático, invariable,” y “él da subsecuentemente instancias numerosas de un Caribe detenido en el tiempo, condenado a repetir las mismas experiencias una y otra vez, sin nunca aprender las lecciones de la historia” (144-145). Coincido en la evaluación de Thieme de la obra de Naipaul.

Si Naipaul niega cualquier atributo positivo a Trinidad y sus habitantes, no nos sorprende entonces que él deshumanice a los caribeños en su descripción del viaje de Inglaterra a Trinidad en el primer capítulo, titulado “El pasaje intermedio.” Como agente colonial/imperial, Naipaul establece la diferencia colonial entre los pasajeros del barco a través de su distinción ‘viajero/migrante.’ Él crea lo que yo nombraría re-constituciones bio-económicas de las subjetividades caribeñas. Walter Mignolo examina la relación entre la vida y lo económico en su ensayo “Dispensable and Bare Lives: Coloniality and the Hidden Political/Economic Agenda of Modernity” [“Vidas desechables y desnudas: La colonialidad y los fines políticos y económicos oscuros de la modernidad”].

El punto de partida de Mignolo es la matriz de poder constituida por el racismo, el capitalismo y el cristianismo. Para él, la intersección entre el cristianismo y el racismo establece la jerarquía social y ontológica que fue instituida con el nacimiento del sistema colonial/moderno y que ha continuado bajo los auspicios de la colonialidad del poder y del saber. Por ejemplo, Mignolo atribuye el anti-semitismo en Alemania nazi y la cosificación de la vida humana en el sistema-mundo capitalista a “la matriz racial del mundo moderno/colonial” (Mignolo, “Dispensable” 74). Para Mignolo, ambos el Holocausto y la cosificación de la vida son instancias donde la vida se vuelve desechable, de ahí su término, “la vida desechable.” Delinea dos entendimientos del término; el primero se refiere a la relación entre la vida humana y los paradigmas económicos mientras que el segundo encapsula la correlación entre la vida humana y los paradigmas jurídicos/políticos. “Entonces, las vidas desechables son tales para o razones económicas (mercancía) o razones legal-estatales (vida desnuda)” (Mignolo, “Dispensable” 79).  Para mi propósito de ilustrar las consecuencias y el poder de nombrar, quiero recapitular un poquito del argumento de Mignolo y emplear algunos ejemplos de la vida desechable en la obra de Naipaul.

Mignolo argumenta que la cosificación de la vida humana ocurre en el siglo XVI después de la colonización de las Américas. Para él, la esclavitud es el ejemplo más sobresaliente de esta forma de vida desechable. El eslavo es desechable como mercancía “porque cuando un cuerpo esclavizado particular ya no es productor de trabajo, puede ser reemplazado por otro cuerpo esclavizado” (Mignolo, “Dispensable” 74). El cuerpo esclavizado se transforma de sujeto en objeto en cuanto su captura.  Mignolo ejemplifica este punto usando Thoughts and Sentiments on the Evil of Slavery [Pensamientos y sentimientos sobre el mal de la esclavitud] de Ottobah Cugoano. Un esclavo emancipado, Cugoano escribe sobre una experiencia grotesca en un barco negrero destinado para el Caribe en 1780. Los esclavistas decidieron deshacerse de 132 esclavos enfermizos para prevenir potenciales pérdidas financieras. Entonces, para asegurarse de que podían recuperar su inversión inicial, los esclavistas los tiraron por la borda y presentaron una demanda a los aseguradores (Mignolo “Dispensable” 74).  ¿Qué más puede ser el ejemplo de Cugoano que una ilustración de la objetivización y la cosificación de la vida? No es coincidencia que la esclavitud emergió como práctica de gran escala en el siglo XVI porque, como Mignolo nos dice, “la esclavitud, como una forma particular de la explotación del trabajo, es consubstancial al capitalismo” (“Dispensable” 75). La división del trabajo y la explotación impulsaban y todavía impulsan el sistema-mundo colonial/moderno. El paradigma actual de poder sigue siendo uno que convierte la vida en la vida desechable.  Entonces, mi pregunta es: ¿usa Naipaul el poder de nombrar y ordenar para crear vidas desechables?

Nuestro autor continúa la práctica colonial de devaluar la vida humana, transformándola en la mercancía. La distinción entre la vida humana y la vida desechable se manifiesta a través del uso de Naipaul de los términos ‘viajero’ y ‘migrante,’ términos que el autor usa para distinguir entre las poblaciones presentes en el barco. Los migrantes en el barco son descritos como bestias de carga no domesticadas mientras que los viajeros son, en su mayor parte, representados como individuos civilizados. De la primera frase de El pasaje intermedio, los lectores ven cómo Naipaul se distancia del migrante caribeño. “Había tal multitud de antillanos de tipo inmigrante en la plataforma del ferrocarril-barco en Waterloo que yo estaba feliz que viajaba de primera clase al Caribe” (Naipaul 1). ¿Quiénes son estos tipos inmigrantes caribeños?  ¿Cómo se ven? ¿Cómo se comportan? En el texto, Naipaul intenta describirlos, pero, como Wimal Dissanayaje y Carmen Wickramagamage muestran en su libro Self and Colonial Desire: Travel Writings of V. S. Naipaul [El yo y el deseo colonial: los relatos de viaje de V. S. Naipaul], “la imagen es ciertamente negativa… palabras como ‘lento,’ ‘negligente,’ ‘desplomado’ y ‘babeado’ muestra claramente la negatividad de la percepción y establecer un espacio psicológico para su análisis de Trinidad más tarde” (27). Tales adjetivos no representan de una manera positiva a los caribeños. Vemos mejor la representación de los migrantes cuando Naipaul describe sus encuentros con los pasajeros en el barco, el Francisco Bobadilla.

A bordo, Naipaul se hace amigo del señor MacKay, otro caribeño que, como Naipaul, está viajando desde Inglaterra hasta su lugar de nacimiento. A pesar de que MacKay es un individuo contradictorio—como Naipaul nota—, MacKay es el consumado sujeto colonial. Él muestra su hostilidad hacia los caribeños y los negros. Por ejemplo, cuando MacKay se refiere a la agitación racial en Inglaterra durante los sesenta del siglo pasado, dice esto: “‘Ves cómo estos negros yendo a Inglaterra y armando un escándalo,’… ‘Digo, si un negro quiere enojarse, podría quedarse en casa y enojarse allí’” (Naipaul 8). MacKay culpa a los negros por la agitación en lugar de la raíz del problema, el racismo. Hasta, no puede aceptar completamente los llamados a la tolerancia durante la época. Dice que “‘toda esta habla sobre la tolerancia está bien,’” pero sigue diciendo que “los ingleses se olvidan de que hay un tipo de negro—como el jamaiquino—que es un animal” (Naipaul 10). Otra vez, siguiendo la lógica de MacKay, la discordia entre las razas es la culpa de los no-europeos.

Para nuestro autor, MacKay es viajero. Como Naipaul, MacKay viaja; no emigra. La diferencia entre el viajero y el migrante tal vez parece pequeña, pero es la diferencia entre la vida humana y la vida desechable, entre el sujeto colonial/imperial y el objeto colonizado y entre el yo y el otro. El tropo del viaje, y los relatos de viaje mismos, han jugado un papel importante en establecer la diferencia colonial. Coincido con Dissanayake y Wickramagamage cuando dicen que “por cierto, la colonialidad es el código dominante del relato de viaje” (15). Su postulado es que el relato de viaje es parte del proyecto colonial. Es el método por el cual la colonialidad se ejerce y se establece. Para ambos estudiosos, el autor de viaje tiene el poder de re-ordenar, distorsionar, simplificar, domesticar y crear ‘el otro.’ Esta última habilidad—establecer la otredad—es fundamental en establecer la colonialidad.  Dissanayake y Wickramagamage tienen razón de destacar que la otredad depende principalmente de lo que ellos llaman “binarismos” (16). Estos binarios incluyen yo/otro, civilizado/primitivo, privado/publico, humanidad/animalidad, madurez/inmadurez, razón/emoción, etc. (Dissanayake y Wickramagamage 16-19). Todo esto suena familiar si hemos leído el trabajo de Quijano. Por eso, hay que destacar que la narrativa de viaje es un aparato colonial. Es el vehículo por el cual el conocimiento se ordena y se construye; en otras palabras, es el sitio de poder. “El relato de viaje necesita ser percibido como un discurso donde los imperativos de conocimiento y poder se intersecan de una manera constitutivamente recíproca” (Dissanayake y Wickramagamage 7).  Entonces, el autor de viaje es el agente colonial, viajando para evaluar, ordenar y territorializar según su lugar de enunciación. El viajero (o el turista, si quieres) es el agente colonial/imperial.

Miremos cómo Naipaul describe el viaje con y sin los emigrantes. Para él, la salida de Inglaterra tiene su ventaja. “En este viaje de ida, había pocos pasajeros, y la mayoría de ésos que se colocaba en las barras de la cubierta mientras nos bajábamos el estrecho Solent era turistas viajantes… Sólo había nueve pasajeros de primera clase, y nos sentábamos en tres mesas en la esquina de uno de los grandes comedores desgastados” (Naipaul 5). Notemos que Naipaul no usa ningún término que conote la migración. Son viajeros/turistas de viaje. Mucha gente que Naipaul conoce en el barco no es necesariamente caribeña. Por ejemplo, la señorita Tulls, una mujer de Inglaterra, está de vacaciones, habiendo comprado el pasaje pensando que el Francisco Bobadilla—el barco—era un crucero. Otro pasajero es un joven misionero baptista que está viajando para evangelizar. El caribeño, no obstante, es el migrante. Esta distinción se hace lo más evidente cuando el barco llega al Caribe y los pasajeros caribeños empiezan a abordar para la vuelta a Europa. Naipaul describe la llegada al primer puerto de esta manera: “Una conmoción, y unos gritos, nos avisaron que los emigrantes habían llegado” (Naipaul 16). Son la interrupción, el desorden y el ruido que nuestro autor asocia con los emigrantes.
Luego, el racismo abierto emerge dentro de la oscuridad. Naipaul escribe: ‘“¡Pues!’ alguien dijo enfáticamente. Me volteé para ver a un turista. No nos habíamos hablado durante el viaje. ‘Las vacaciones se acaban,’ dijo. ‘Las vacas salvajes están subiendo a bordo’” (Naipaul 18). El viajero deshumaniza al migrante; la vida humana se reduce a la vida desechable—una práctica que sucede desde la introducción de la esclavitud. Y Naipaul nota este hecho. El viaje desde Inglaterra hasta el Caribe sigue, en su mayor parte, el mismo pasaje intermedio. La clasificación y el eurocentrismo usados para sostener el capitalismo global continúan siendo la narrativa dominante que determina relaciones sociales. El migrante reemplaza al esclavo como fuente de trabajo desechable; el barco migrante reemplaza el barco negrero como fuente de transporte.

La razón por la cual es difícil decir de donde viene la diferencia es que, como Quijano señala en su artículo “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina,” la colonialidad del poder y del saber se esconde en la naturalización supuesta de la jerarquía basada en la diferencia (222-225). La paradoja es que la diferencia colonial emerge del sujeto no-europeo. El sujeto alguna vez colonizado se convierte en el sujeto colonial/imperial. Es decir, Naipaul todavía es el otro. Es el no-europeo; no es blanco. No obstante, él se identifica con Europa; perpetúa la colonialidad. Naipaul reproduce un lugar de enunciación europeo. Ya no se ve como emigrante; él es viajero. En este sentido, el viajero es eufemismo para el sujeto colonial/imperial.  La dualidad ‘viajero/migrante’ es otro modo de clasificar y ordenar a sujetos/objetos dentro de la matriz colonial del poder.  El pasaje intermedio de Naipaul es una iteración de la colonialidad, por ende, un sitio de la violencia.

Sin duda, Naipaul es un escritor excelente. Sólo hay que leer una o dos de sus obras y se hace evidente su talento de idear y contar historias. Sabe ordenar las palabras y frases de una forma lírica y hermosa, una belleza literaria que seduce al lector. Mas, como hemos visto en este ensayo, una seducción que puede ser peligrosa. Para concluir, yo quisiera volver a una de las ideas de Rodríguez que incluí al principio de este ensayo. Para acordarnos de lo que dice, resumo lo que plantea. Explica que el reasentamiento de las poblaciones indígenas no sólo implicaba un cambio de nombres sino también confrontaciones constantes entre grupos. Especula las causas probables de los conflictos pero, como nota ella, es difícil saber exactamente las razones; “la prosa colonial todo lo confunde y enmaraña” (44). Una vez más, volvemos a la literatura, a la escritura, al acto de nombrar; la narrativa puede ordenar y, al mismo tiempo, enmarañar. El pasaje intermedio involucra ambos. El relato de viaje está enredado en una lógica de la colonialidad—una lógica que diferencia, discrimina y jerarquiza el mundo según un solo lugar de enunciación privilegiado—y, a la vez, nombra y ordena a los sujetos en flujo. Los reasienta dentro de una matriz colonial y discriminadora, una que engendra conflicto. Los (re)nombra o ‘viajero’ o ‘migrante.’ Antes de que el barco llegue al puerto, los que están a bordo ya están reasentados y el lugar de su asentamiento lleva una carga enorme ya que es la distinción entre el sujeto/objeto colonial y el sujeto imperial, entre la vida desechable y la vida humana y entre la colonialidad y la modernidad.


Obras citadas

  • Dissanayake, Wimal y Carmen Wickramagamage. Self and Colonial Desire: Travel Writings of V.S. Naipaul. New York: Peter Lang Publishing, 1993.
  • Mignolo, Walter. The Darker Side of Western Modernity: Global Futures, Decolonial Options.
  • Durham: Duke University Press, 2011.
  • –. “Dispensable and Bare Lives: Coloniality and the Hidden Political/Economic Agenda of Modernity.” Human Architecture: Journal of the Sociology of Self-Knowledge 7.2 (Spring 2009): 69-88.
  • Naipaul, V. S. The Middle Passage. Reprint Edition. Vintage, 2002.
  • Quijano, Aníbal. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina.” La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Ed. Edgardo Lander. Buenos Aires: CLASCO, 2000. 202-246.
  • Rodríguez, Ileana. “Desorientaciones geográficas, extrañamientos lingüísticos, deposiciones desarticuladas, rediseño de tierras, reescritura de leyes, conversiones fingidas. Culturas en pugna, historias sin fin.” Estudios transatlánticos postcoloniales: I. Narrativas comando/sistemas mundos: colonialidad/modernidad. Eds. Ileana Rodríguez y Josebe Martínez. Barcelona: Anthropos, 2010. 7-46.
  • Thieme, John. “Authorial Voice in V.S. Naipaul’s The Middle Passage.” The Art of Travel: Essays on Travel Writing. Ed. Philip Todd. London: Frank Cass & Co., 1982. 139-150.

Notas

Para Walter Mignolo, en su The Darker Side of Western Modernity: Global Futures, la diferencia colonial se refiere a los métodos que se usan par establecer la diferencia entre los sujetos colonizados y los europeos. La clasificación social y luego su jerarquización jugaban un papel fundamental en construir una diferencia cuyo objetivo era establecer una jerarquía que relegaba a los sujetos no europeos a una posición inferior a la europea.

La colonialidad del poder y la colonialidad del saber es un modelo de poder que implica articulaciones heterogéneas entre la raza, el trabajo, el capitalismo global, el eurocentrismo, la clasificación social, el conocimiento y el poder. Según Quijano, tal constelación se instaló debido a la colonización de América y sigue siendo el modelo actual. Véase el siguiente de Quijano para leer más sobre su formulación: “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina.”

Las traducciones de las citas de obras publicadas originalmente en inglés son mías.

En el texto, Naipaul alude que el barco se parece a un barco negrero. Notando que el viaje de Inglaterra a Santa Kitts dura cinco días, él escribe que el viaje en un barco negrero duraba generalmente tres meses (Naipaul 377).

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Es profesor de español en Doane College en Nebraska (Estados Unidos). Obtuvo su B.A. de Augustana College (Illinois, Estados Unidos) en 2006 y su Ph.D. de la Universidad Estatal de Ohio en las literaturas y culturas latinoamericanas en 2013.

Su investigación y publicaciones incluyen temas acerca de los flujos globales de gente, productos y pensamiento que fluyen por, desde y sobre América Latina.

Su investigación actual examina las conexiones coloniales/ modernas entre América Latina y otras partes del mundo anteriormente colonizadas.

Sus áreas de especialización incluyen la colonialidad, la decolonialidad y los estudios subalternos.