Ficción: Los inmortales

1 abril, 2023

Soy un dibujo perdido, una sombra proyectada en el vacío, una pieza que nunca encontró su camino de vuelta. Llevo años infinitos encerrado en esta mazmorra. Sin más compañeros que las ratas que pululan entre la suciedad y los despojos. La única muestra de que me recuerdan son los mendrugos asquerosos que pasan a través de una pequeña abertura en la puerta de mi celda y que apenas sirven para alimentarme. El agua, -aún más escasa-, es racionada de manera diabólica apenas para satisfacer las necesidades mínimas de mi cuerpo deforme. En esa realidad me he ido deteriorando hasta el punto de no reconocerme, poco a poco me he ido convirtiendo en una representación absurda y repudiable del hombre que fui, soy una masa repulsiva que solo se puede describir desde el horror en el que me han convertido. 

He entendido mi condena como inevitable. Desde el principio de mi calvario comprendí que mi secreto era demasiado peligroso para ser revelado a los malvados hombres que me hicieron prisionero. He guardado silencio de manera devota, casi me he convertido en un monje de clausura sometido al tormento y la soledad.  Esto que ahora me atrevo a relatar no es más que una confesión ante los antiguos Dioses que me han abandonado sometiéndome a esta dura prueba que me ha llevado al borde de los límites humanos. Me he transformado en un animal nocturno que habita esta habitación maldita. He preparado una oración para la despedida, una oda sobre las horas inagotables que han transcurrido desde que estoy aquí. En este sitio el tiempo transcurre con una lentitud pasmosa, un segundo puede resultar eterno. No sé si he estado aquí cien años o cien siglos. Construyo, -digo-, un relato para el consumo de los fantasmas que habitan esta habitación donde he sido sometido a tormentos insidiosos y degradantes. Contaré esta historia, que he repasado tantas veces en mi cabeza, como si de un acto de contrición se tratase. Intento transformar en palabras este tejido complejo de líneas discontinuas que me han permitido no perder la razón durante este largo trayecto de sombras y oscuridad.

He permanecido aferrado a estos retazos de humanidad que me acompañan y que están presentes incluso en las noches más oscuras y obscenas en las cuales, desde los rincones de mi inconsciencia salvaje y fiera, acecho a mis presas y les doy caza en las extensas espesuras que constituyen mis sueños. Referiré esta historia como el último acto memorable del que soy capaz. No sólo es esta la única manera que tengo de burlarme de los hombres que quebraron mi humanidad y me transformaron en la bestia que habita mis profundidades y clama por escapar; pero que, más allá de eso, se trata, además, de un requerimiento previo a mi transfiguración final. Este es, sin duda, un paso imprescindible en el camino de mi liberación absoluta. Me dispongo a confesarme ante las paredes vacías, le proporcionó a la Nada y a los abismos, la información que pretendían arrancarme mis captores de la misma manera brutal y despiadada como antes me arrancaron los ojos y las uñas y me fueron reduciendo a esta expresión minúscula y putrefacta que hoy se encuentra al inicio de una última transición. Mi cuerpo ha sido destazado, machacado, descoyuntado sin piedad. Sobrevivo como una idea distorsionada, como una concha a punto de convertirme en polvo, soy el eco del conjuro que ahora sale de mi voz y se derrama sobre estos muros disolviéndolos. 

El bosque se devela maravilloso y febril; oscuro y lleno de encantamientos. Hombres y mujeres semidesnudos danzan en círculos frente al fuego mientras entonan cantos antiguos en un ritual de adoración que se inició con mis invocaciones. He esperado durante una eternidad siguiendo el movimiento de las estrellas. El giro cósmico que abre puertas intangibles dejándonos trascender los límites del tiempo y el espacio. ¡Es el momento! Ya se acerca la confluencia de las lunas rojas. Las gitanas lanzan cartas y conjuros a la espera de un nacimiento: ¡el mío! Los cantos son rítmicos pero llenos de paroxismo, los cuerpos se contorsionan adoptando formas inverosímiles. Los hombres han respondido al llamado. El aullido se ha desplegado en la misma medida en la cual va cayendo la noche. Extrañas bestias hacen acto de presencia: Brujas, ogros, duendes, quimeras, cíclopes y arpías se acercan blandiendo sus pecados ancestrales en lo que esperan sea un acto de redención que les permita, una vez más, dominar al mundo.

Yo espero dentro del capullo que he construido con los restos humanos que he coleccionado en mi dolorosa obsesión, los he unido con los rastros de un hongo pegajoso que crece en las paredes de mi celda y una extraña savia que repentinamente empezó a exudar mi cuerpo. ¡Los tambores se acercan! Mis hermanos vienen a cobrar venganza, no quedara piedra sobre piedra, después de todo, ¡no puede haber perdón en los campos de la muerte! Las lunas se acercan mientras la sangre empieza a derramarse. Dentro del capullo se inicia mi transformación: mi pobre cuerpo destrozado cambia de manera violenta. Mi joroba se aplana mientras en mi pecho despierta un fuego antes desconocido. Mi piel y mis huesos se reconstituyen con una fortaleza desconocida para mí, y mi rostro se redefine siguiendo diversos patrones cosmológicos. Mis extremidades se alargan, mis manos se convierten en garras, mientras de mi espalda brotan alas luminosas y fieras. Mi metamorfosis es total. Salgo a la luz y remonto el vuelo, mientras rujo de manera abominable. Las lunas se han convertido en una sola y se derraman sobre el mundo abriendo puertas a todas las dimensiones metafísicas. He renacido una vez más, al amparo de viejas tradiciones anteriores al diluvio universal. 

***

La luna carmesí se reflejaba pálida sobre el río. En una de las pequeñas y endebles cabañas de aquella aldea, un hombre cuenta una historia sobre seres extraordinarios que alguna vez poblaron la tierra y la dominaron usando ritos terribles e invocando seres malvados con los cuales dominaron a los hombres hasta que estos pudieron liberarse. Los antiguos los llamaban “Los Inmortales”. 

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1971, venezolano. Escritor, poeta. Ha sido colaborador de revistas literarias como Letralia, Efecto Antabus, Enclave. Ha sido colaborador de la Revista Cultural The Wynwood Times y de varios diarios en Venezuela y en el Exterior. Fue ganador del Segundo lugar del Concurso Latidos del Exilio Venezolano con el cuento “Mi país Fantasma” publicado en 2020. Además, es Dr en Cs Políticas y Profesor Universitario.