Film: una joya cinematográfica

1 febrero, 2011

En FILM: Una joya cinematográfica, Flora Velásquez nos hace una reseña de este inusual corto donde se juntaron el dramaturgo Samuel Beckett y el actor Buster Keaton para crear lo que podría ser «cine del absurdo». Siga los vínculos y podrá descubrir, junto con Flora, esta rara obra de los años 60. La reseña viene acompañada con vínculos de Youtube.


Una joya cinematográfica es el epíteto con el que nombraría al corto “Film”, una obra única –y me refiero a este adjetivo a propósito de su ambigüedad–,  escrita por Samuel Beckett en 1963, dirigida por Alan Shneider en el verano de 1964, y con la actuación del gran cómico del cine mudo Buster Keaton.

Este filme fue un gran acierto para Beckett (Dublín, 1906 – París, 1989), un novelista, ensayista, crítico, poeta, destacado dramaturgo del teatro del absurdo y pieza fundamental en el nacimiento de la experimentación literaria del s. XX. Su obra era sombría y llena de pesimismo, acompañada con un oscuro humor, que reflejaba la angustia de ser humano.

Ganó el premio nobel de literatura “por su escritura, que —en las nuevas formas de la novela y el drama—la miseria del hombre moderno adquiere su elevación”.

Viajó por primera y única vez a Nueva York para el rodaje de su obra cinematográfica, la cual ganó varios premios, incluidos el Premio de la Crítica en el Festival de Venecia en 1965, el Premio Especial del Jurado en el Festival de Tours (Francia) en 1966 y el Premio Especial del Festival de Oberhausen (Alemania), también, en 1966.

Y precisamente fue Alan Shneider (1917 –1984), un ruso nacionalizado estadounidense, quien se encargó de la dirección. Schneider acostumbraba dirigir  la mayoría de las obras de teatro que Beckett llevaba a la puesta en escena. Es a él que se le debe la última representación que el actor Buster Keaton realizara para una pantalla de cine.

Según Schneider, Beckett mostró un inusual interés por ser parte del rodaje de “Film”, cuando nunca antes se había interesado en participar en sus obras de teatro, ni siquiera en los estrenos. El Director especula que Beckett viajó hasta la Gran Manzana motivado por la actuación de Buster Keaton, además, que se inspiró en una película de Keaton llamada “The Loveable Cheat” para hacer la obra de teatro “Waiting for Godot” y que la creación artística de Buster y su tradición burlesca contribuyeron a su decisión de hacer una película sin palabras.

Joseph Francis «Buster» Keaton (Kansas, 1895 – California, 1966) fue uno de los grandes directores, guionistas y actores de la “era del cine silencioso” estadounidense. Como les sucede a muchos artistas su obra fue ignorada por mucho tiempo y sólo después de su muerte fue motivo de gran interés.  Su actuación  se caracterizaba por la inexpresividad del rostro –lo que le ganó el apelativo de “cara de piedra” –, y así logró un fascinante desarrollo de la expresión corporal.“Film” tiene como paradigma la filosofía de George Berkeley conocida como idealismo subjetivo, resumida en la afirmación “esse est percipi” -ser es ser percibido-, y en la cual Beckett se basa para crear el relato de un protagonista que huye de todas las miradas posibles.

Son dos los personajes que alimentan la obra: O (Object) –interpretado por Buster Keaton– y E (Eye) –la mirada/cámara que permanentemente sigue a nuestro Objeto–. Keaton huye de todas las maneras posibles de las percepciones ajenas: humanas y hasta animales, pero de la única que no puede liberarse es de la suya, me refiero a la auto percepción.

Bastante teatral me parece la interpretación de O, y es que por la falta de palabras en la historia es necesario crear otro signo, otro código: la fuerza corporal. Keaton, rompe una tradición de no expresividad y al final de la película explota la kinésica de su rostro, especialmente sus ojos, para denotar el asombro que le provoca enterarse que nunca ha dejado de existir.

La pregunta que surge al ver el filme es ¿quién ve a O? Los personajes secundarios se sorprenden al ver una especie de voyerista que persigue sin mesura a Keaton, y no es de sorprenderse que pensemos: “¡soy yo!”. Se produce una sensación indescriptible por el  cruce entre los mundos cine y realidad que nos hace pensar en la siguiente cuestión meta-cinematográfica: ¿a quién vemos? Y la respuesta está en la auto percepción.

Minimalismo y silencio –excepto por un shhh– en 22 minutos que producen en el espectador una especie de suspenso, alimentado por los muy a propósito impredecibles movimientos de la cámara, que nos llevan a través de esta historia contada en blanco y negro.

Comparte en:

Managua, Nicaragua, 1986.
Estudia V año de Filología y Comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua).

Debido a su interés en el arte y la cultura, en el 2010 participó
Voluntariamente en el equipo de apoyo del Festival Ícaro 2010. Después de esta experiencia empezó a escribir comentarios de cine, utilizando en sus escritos, herramientas como semiótica, crítica literaria y de comunicación.

Ha publicado artículos en La Prensa Literaria y La Brujula.