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Formas de volver a casa. Alejandro Zambra

1 diciembre, 2012

Supe recientemente sobre Alejandro Zambra, porque en un artículo —que pretendía ser una lista—, lo incluían como a uno de los escritores jóvenes más prometedores de Latinoamérica en la actualidad. Me llamó mucho la atención porque en ese escrito, daban muy buenas críticas a su primera novela, Bonsái (2006). Terminé leyéndola y desde ahí, he tratado de consumir todo lo que él escribe. Para mis lecturas ha sido un muy certero descubrimiento. Él escribe sobre literatura en diversos medios de prensa y suplementos literarios, a demás, es profesor en una universidad de su país.

Mi percepción es que, el estilo de Alejandro Zambra es sutil y hábil, a veces con rabia y melancolía, y su extrema habilidad para estar pendiente de su alrededor parece aprendida en la escuela de Hemingway.

Su muy esperada tercera novela Formas de volver a casa (2011)  —aunque no es una novela política—, habla de la generación de quienes, como dice el narrador, aprendían a leer o a dibujar mientras sus padres se convertían en cómplices o víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet. El libro muestra un Chile de mediados de los años ochenta a partir de la vida de un niño de nueve años.

Formas de volver a casa no es una historia de amor, y sin embargo, un discreto idilio es parte de su argumento. No es una novela de formación, y sin embargo el personaje central crece, expone su ingenuidad y reflexiona sobre el teatro adulto que va desentrañando a medida que avanza la trama. La magia de Zambra en esta novela, se encuentra en el clima, en la sobria belleza de su escritura, y en una extraña modestia literaria que encanta al lector.

La novela desnuda su propia construcción, a través de un diario en que el escritor registra sus dudas, sus propósitos y también cómo influye en su trabajo, la inquietante presencia de una mujer. Acaba siendo, pese a su brevedad, total: un juicio político, y un hermoso retrato de un niño que mira el mundo y busca su lugar. A demás Zambra juega al límite con la posibilidad de ser autobiográfica.

Una novela que habla sobre cómo una cadena de hechos —la dictadura, sus prácticas represivas y el clima de silencios, omisiones y secretos— influyó en la generación que comenzó su educación formal en esos años. Los niños que espiaban a los adultos y no entendían nada de lo que sucedía a su alrededor. Los niños que aprenden, unos más prontos que otros, a procesar las diversas formas de la culpa, de la sospecha y del miedo; y de cómo esas marcas biográficas influyen en sus decisiones de adultos.

Formas de volver a casa,  es el regreso a la memoria, al recuerdo, a la pieza de la infancia, pero ya desde una distancia irrecuperable, la distancia de la mirada adulta.

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