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Historia del cine en 25 carteles – Cartel No.15: La pop-ularización del cine del Reino Unido. Tom Jones, de Tony Richardson

1 abril, 2013

Franklin Caldera, en su historia del cine en 25 carteles, nos regala esta vez Tom Jones, de Tony Richardson, demostrando que el arte del cartel refleja la magia y encanto del cine, acompaña cada cartel con una crónica de la película en menos de 500 palabras y nos brinda una rápida mirada a la historia del cine. El uso en la revista de estos carteles es exclusivamente cultural y educativo y en ningún momento se espera obtener beneficios comerciales.


Durante el período 1930-1960, dominaron el cine británico las productoras London Films, de Alexander Korda, y la Organización Rank, bajo cuya cobertura Michael Powell y Emeric Pressburger realizaron joyas del Technicolor (con fotografía de Jack Cardiff) como Narciso negro (1947; con Deborah Kerr) y Las zapatillas rojas (1948; con Moira Shearer).

A finales de la década de 1950 surgió la Nueva Ola británica (Free Cinema), ligada al movimiento literario de los jóvenes airados.

Los jóvenes cineastas se centraron en la clase obrera, pero no enfocada desde los conflictos laborales, sino a través de problemas personales de sus protagonistas.  

Filmes emblemáticos del movimiento (en blanco y negro) son: Almas en subasta (Room at the Top, 1958) de Jack Clayton; Pasiones sin freno (Look Back in Anger; 1959), pieza de John Osborne (con Richard Burton);  Sabor a miel (1961), pieza de Shelagh Delaney (con Rita Tushingham), y La soledad del corredor del fondo (1962; con Tom Courtenay), las tres dirigidas por Richardson; Sábado por la noche, domingo por la mañana (1960) de Karel Reisz (con Albert Finney), escrita, como la anterior, por Alan Sillitoe; y El llanto del ídolo (This Sporting Life; 1963) de Lindsay Anderson (con Richard Harris, especie de Marlon Brando irlandés).

Aunque surgida del Free Cinema, Tom Jones (1963) de Richardson, sobre novela picaresca de Henry Fielding, fue una superproducción caracterizada por su meticulosa reconstrucción de época (en Eastmancolor) y agudo sentido de la ironía y la experimentación formal.

Con un reparto que parecía arrancado de la novela (encabezado por Finney) y una actitud más franca ante el sexo (la cena con mensajes eróticos entre Finney y Joyce Redman), el éxito del filme globalizó el cine británico.  

El auge de la contracultura pop impuso un giro hacia la comedia “anti-establishment”: A Hard Day’s Night (1964) de Richard Lester (con los Beatles); Darling (1965) de John Schlesinger (con Julie Christie como mujer inglesa liberada); y la trilogía de Anderson con Malcolm McDowell (If…, 1968; O Lucky Man!, 1973; Hospital Britannia, 1982).  

 Kenneth More fue el último astro exclusivo del cine británico. Desde la década de 1960, el Reino Unido comparte directores y estrellas con Hollywood: Schlesinger dirigió Midnight Cowboy (1969) en Nueva York (con Dustin Hoffman y John Voight); y Jack Clayton, El Gran Gatsby (1974; con Robert Redford).

Peter O’Toole protagonizó Lawrence de Arabia (1962), producción Columbia dirigida por David Lean; Richard Harris y Vanessa Redgrave estelarizaron Camelot (1967) de Joshua Logan; Finney acompaño a Audrey Hepburn en Un camino para dos (1967) de Stanley Donnen; y Alec Guinness fue Obi-Wan Kenobi en La guerra de las galaxias (1977) de George Lucas.

Junto a las superproducciones de Ismael Merchant y James Ivory (Una habitación con vistas, 1982; con Helena Bonham Carter y Daniel Day-Lewis; Howard Ends, 1992; con Emma Thompson y Anthony Hopkins, ambas sobre novelas de E.M. Forster), surgieron en el Reino Unido directores contestatarios como Neil Jordan (El juego de las lágrimas, 1992), Mike Leigh (Secretos y lágrimas, 1996) y Danny Boyle (Trainspotting, 1996; con Ewan McGregor).

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Poeta, ensayista, traductor y crítico de cine. Es abogado. Desde 1968 publica en La Prensa Literaria poemas, críticas literarias y de cine y traducciones de poesía en lengua inglesa. Fue uno de los asiduos de la cafetería La India, el emblemático sitio de reunión de los poetas y pintores de la Generación del 60 y leyó sus poemas en La tortuga morada, la primera discoteca de la Managua de antes del terremoto.
Desde temprana edad tuvo gran afición por el cine y junto con Ramiro Arguello es uno de los auténticos y últimos cinéfilos y contadores de películas de nuestro tiempo. Ha escrito numerosas críticas y crónicas en revistas nicaragüenses e internacionales y ha participado en seminarios junto a cinéfilos de la talla de Guillermo Cabrera Infante y Manuel Puig.
En 1983 escribió con a Ramiro Arguello, Datos útiles e inútiles sobre cine; en 1996, Luces cámara acción: cien años de historia del cine. Guarda un libro de poesía a la espera de publicación. Es co-editor, con Ligia Guillén, de la revista “Poesía Peregrina”. Reside en la Florida desde 1985, donde goza de los constantes reestrenos de películas noir. Es miembro del equipo de Carátula y colaborador permanente de su sección de \”Cine\”.