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Historia del cine en 25 carteles – Cartel No.20. Andréi Rubliov: Socialismo, realismo, surrealismo y la búsqueda de la verdad

1 febrero, 2014

Franklin Caldera, en su historia del cine en 25 carteles, nos regala esta vez Andréi Rubliov de Andréi Tarkovski. Demostrando que el arte del cartel refleja la magia y encanto del cine, acompaña cada cartel con una crónica de la película en menos de 500 palabras y nos brinda una rápida mirada a la historia del cine. El uso en la revista de estos carteles es exclusivamente cultural y educativo y en ningún momento se espera obtener beneficios comerciales.


En 1956, Nikita Jrushchov, Primer Secretario del Partido Comunista de la URSS, inició un proceso de desestalinización con reformas políticas en lo interno y deshielo con Occidente. Pero el derribamiento de un avión espía estadounidense sobre la URSS (mayo 1960) y la crisis de los misiles en Cuba (octubre 1961) recrudecieron las tensiones con EE.UU.

El intercambio cultural con Occidente permitió que algunos filmes soviéticos con énfasis en la psicología de los personajes (enmarcados en conflictos histórico-políticos) impactaran al mundo:

Cuando vuelan las cigüeñas (1958; Palma de Oro en Cannes) de Mijaíl Kalatózov (con Tatiana Samóilova y asombrosos desplazamiento de cámara de Serguéi Urusevski); El cuarenta y uno (1956), novela de Boris Lavreniov (fotografía en Sovcolor de Urusevski) y La balada de un soldado (1959), ambos dirigidos por Grigori Chújrai. 

En la década de 1960 hubo muchas películas sobre la reintegración de los soldados a la vida civil (Alas, 1966, de Larisa Shepitko; con Maya Bulgakova) y basadas en grandes novelas decimonónicas, como la monumental Guerra y Paz (1966) de Serguéi Bondarchuk (según Tolstói; con Ludmila Savélyeva).  

Paralelamente, cineastas vanguardistas ampliaron con inquietudes metafísicas las fronteras de lo permisible. En Andréi Rubliov (1966), Andréi Tarkovski (1932-1986) aprovechó la figura del célebre pintor de iconos (siglo XV) para ilustrar las relaciones de los artistas con el poder y su entorno.

El guión (de Tarkovski y Andréi Mijalkov Konchalovski) sigue a Rubliov (Anatoli Solonitzyn) y dos monjes en un largo recorrido que comienza y concluye en el Monasterio de Andronikov (Moscú), durante el cual son testigos de los sufrimientos de los campesinos (invasiones, hambrunas, enfermedades, vejaciones por las autoridades, etc.).

La cámara de Vadim Yúsov enfoca constantemente los iconos religiosos, haciéndonos reflexionar sobre el aparente silencio de Dios y la responsabilidad existencial de cada individuo.

En su siguiente largometraje, Solaris (1972), Tarkovski exploró la dificultad del ser humano para reconciliar sus temores con las posibilidades ilimitadas del conocimiento científico.

En Suecia realizó su última película, El sacrificio (1986), denuncia poético-surrealista de la falta de espacio en el mundo contemporáneo para una auténtica experiencia espiritual.

Otro vanguardista, Serguéi Paradjanov, realizó Sombras de nuestros antepasados olvidados (1964) y El color de las granadas (1969). Cumplió cuatro años de trabajos forzados en Siberia (por homosexualidad y otros cargos). Fue liberado (1977) por presiones de intelectuales europeos sobre Brezhnev (sucesor de Jrushchov, depuesto en 1964).  

Moscú no cree en lágrimas (1979) de Vladimir Menshov (con Vera Aléntova), reflejó un cierto desencanto con el socialismo soviético que, eventualmente, produciría el proceso de perestroika (reestructuración) y glásnot (apertura), impulsado por Mijaíl Gorbachov (1986). Pero la descentralización del poder político en un sistema rígidamente estructurado desembocó sorpresivamente en la disolución de la URSS (1991).

De la producción rusa más reciente destacan: Siberiade (1979) de Konchalovski; Ven y mira (1985), filme antibélico de Elem Klimov (con Aleksei Kravchenko); Quemado por el sol (1994) de Nikita Mijalkov y El arca rusa (2002) de Alesandr Sokúrov: filmada en un solo travellling (usando el sistema Steadicam) por el museo del Hermitage (San Petersburgo).  

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Poeta, ensayista, traductor y crítico de cine. Es abogado. Desde 1968 publica en La Prensa Literaria poemas, críticas literarias y de cine y traducciones de poesía en lengua inglesa. Fue uno de los asiduos de la cafetería La India, el emblemático sitio de reunión de los poetas y pintores de la Generación del 60 y leyó sus poemas en La tortuga morada, la primera discoteca de la Managua de antes del terremoto.
Desde temprana edad tuvo gran afición por el cine y junto con Ramiro Arguello es uno de los auténticos y últimos cinéfilos y contadores de películas de nuestro tiempo. Ha escrito numerosas críticas y crónicas en revistas nicaragüenses e internacionales y ha participado en seminarios junto a cinéfilos de la talla de Guillermo Cabrera Infante y Manuel Puig.
En 1983 escribió con a Ramiro Arguello, Datos útiles e inútiles sobre cine; en 1996, Luces cámara acción: cien años de historia del cine. Guarda un libro de poesía a la espera de publicación. Es co-editor, con Ligia Guillén, de la revista “Poesía Peregrina”. Reside en la Florida desde 1985, donde goza de los constantes reestrenos de películas noir. Es miembro del equipo de Carátula y colaborador permanente de su sección de \”Cine\”.