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Historia del cine en 25 carteles – Octavo Cartel. Los aplausos del paraíso de Marcel Carné: El amor al arte como elemento subversivo

1 febrero, 2012

Franklin Caldera, en su historia del cine en 25 carteles, nos regala esta vez Les enfants du paradis de Marcel Carné. Demostrando que el arte del cartel refleja la magia y encanto del cine, acompaña cada cartel con una crónica de la película en menos de 500 palabras y nos brinda una rápida mirada a la historia del cine. El uso en la revista de estos carteles es exclusivamente cultural y educativo y en ningún momento se espera obtener beneficios comerciales.


Con influencia de la novela naturalista del siglo XIX (La bestia humana de Jean Renoir está basada en Zola) y el expresionismo alemán, la escuela cinematográfica del realismo poético francés (1930-45) se benefició de la descentralización generada por la crisis de los grandes estudios, Pathé-Natan y Gaumont,  y del triunfo electoral del izquierdista Frente Popular, que permitió una mayor experimentación ideológica.

Si bien Francia quedó en el bando de los triunfadores, la Primera Guerra mundial (1914-18) dejó esa secuela de fatalismo propia de toda guerra («Sólo una batalla perdida puede ser más triste que una batalla ganada» dijo Wellington), reflejada en el lirismo trágico de los filmes del movimiento, con personajes automarginados: prostitutas (Janie Marèze en La Chienne de Renoir, 1931; con Michel Simon); maridos celosos (Jean Dasté en L’Atalante de J. Vigo, 1934); esposas infieles (Ginette Leclerc en La mujer del panadero de Marcel Pagnol, 1938); desertores (Jean Gabin en El muelle de las brumas) o prófugos (Gabin en Le jour se lève), ambas dirigidas por Marcel Carné en 1938.

Figura emblemática del realismo poético es la femme fatale, concepción masculina de la mujer como extensión de la naturaleza: nutriente, idílica, caótica, destructiva. Ninguna más fatal que Mireille Balin en Gueule d’Amour (1937) de Grémillon o Pépé le Moko (1937) de Duvivier, con Gabin como víctima en ambas ocasiones.

Del realismo poético francés surgió en Hollywood el llamado film noir, rama del cine policial con dramas urbanos poblados por antihéroes y mujeres fatales (Retorno al pasado, de Tourner, con Robert Mitchum y Jane Greer. 1947; y Pacto De sangre de Billy Wilder, 1944, son títulos imprescindibles).

Ambientada en el mundo del teatro decimonónico y dirigida por Carné (con guión de Carné y el poeta Jacques Prévert), Les enfants du paradis (Los aplausos del paraíso) relata los trágicos amores de la actriz Garance (Arletty) y el mimo Baptiste Deburau (Jean Barrault), creador e intérprete de Pierrot; y cómo el destino, representado por el actor Frédérick (Pierre Brasseur), el ladrón Lacenarie (Marcel Herrand), el conde de Montray (Louis Salou) y la actriz Natalie (interpretada por la española María Casares), interfieren en su camino.

Su naturaleza subversiva dentro de las circunstancias en que se filmó (durante la ocupación) se refleja en la exaltación del alma francesa con la pasión por el arte y el interés por el amor como asunto sumamente importante. Carné y su equipo prolongaron el rodaje permitiendo que el filme fuera estrenado en la Francia liberada (marzo del 45).

De la época del realismo poético son: ¡Viva la libertad! de René Clair; La kermesse heroica (1935) de Jacques Feyder; el filme pacifista La gran ilusión (1936), Las reglas del juego (1939), ambas de Renoir; y la trilogía escrita por Pagnol: Marius (31), Fanny (32) César (36).

Michele Morgan, cuya imagen con boina en El muelle de las brumas es icono del realismo poético, continuó de reina del cine francés hasta pasar la corona a Catherine Deneuve, su coprotagonista en Benjamín, aventuras de un joven inocente (1968) de Michelle Deville.

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Poeta, ensayista, traductor y crítico de cine. Es abogado. Desde 1968 publica en La Prensa Literaria poemas, críticas literarias y de cine y traducciones de poesía en lengua inglesa. Fue uno de los asiduos de la cafetería La India, el emblemático sitio de reunión de los poetas y pintores de la Generación del 60 y leyó sus poemas en La tortuga morada, la primera discoteca de la Managua de antes del terremoto.
Desde temprana edad tuvo gran afición por el cine y junto con Ramiro Arguello es uno de los auténticos y últimos cinéfilos y contadores de películas de nuestro tiempo. Ha escrito numerosas críticas y crónicas en revistas nicaragüenses e internacionales y ha participado en seminarios junto a cinéfilos de la talla de Guillermo Cabrera Infante y Manuel Puig.
En 1983 escribió con a Ramiro Arguello, Datos útiles e inútiles sobre cine; en 1996, Luces cámara acción: cien años de historia del cine. Guarda un libro de poesía a la espera de publicación. Es co-editor, con Ligia Guillén, de la revista “Poesía Peregrina”. Reside en la Florida desde 1985, donde goza de los constantes reestrenos de películas noir. Es miembro del equipo de Carátula y colaborador permanente de su sección de \”Cine\”.