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Historia del Cine en 25 carteles: Séptimo Cartel. El ciudadano Kane: genio y figura

1 diciembre, 2011

Franklin Caldera, en su historia del cine en 25 carteles, nos regala esta vez un cartel de El ciudadano Kane, dirigida por George Orson Welles (1915-1985). Demostrando que el arte del cartel refleja la magia y encanto del cine, acompaña cada cartel con una crónica de la película en menos de 500 palabras y nos brinda una rápida mirada a la historia del cine. El uso en la revista de estos carteles es exclusivamente cultural y educativo y en ningún momento se espera obtener beneficios comerciales.


Con poco más de veinte años de edad, (George) Orson Welles (1915-1985) causó sensación como director de teatro experimental en Nueva York y por su transmisión radial de La guerra de los mundos (de H.G. Wells) tan realista que provocó pánico en las calles.

Con la esperanza de salir de una crisis, la RKO Radio Pictures (King KongSombrero de copa) contrató al joven genio (Welles diría: «Fui el niño prodigio más viejo del mundo») para dirigir una película de tema libre, dándole una autonomía creativa inusual en aquellos tiempos de estricto control por las compañías productoras.

El resultado fue El ciudadno Kane (con guión de Welles y Herman Mankiewicz), que revitalizó el cine hablado, retomando la elocuencia visual y el espíritu de experimentación de los grandes maestros del cine mudo (Griffith, Stiller, Eisenstein, Pudovkin, Lang).

Cuando el magnate William Randolph Hearst constató que el argumento del filme (sobre un poderoso hombre de prensa, interpretado por Welles, que reflejaba la mentalidad imperialista de Estados Unidos) estaba basado a grandes rasgos en su propia vida, amenazó con imponer un boicot publicitario a las cadenas que lo exhibieran. Pero gracias al respaldo del productor George Shaeffer el filme fue estrenado en 1941 en unos pocos cines. La asociación de Welles con la RKO (que incluyó Soberbia) hundió más a la compañía (en 1948 la compró el multimillonario Howard Hughes).

Se ha especulado que la marcada influencia del expresionismo alemán en El ciudadano Kane (ambientación con efectos sicológicos, deformación del espacio real por la iluminación) se debe a su director de fotografía, Gregg Toland (especialista en la composición con profundidad de campo), que había trabajado bajo las órdenes de Karl Freund (figura clave del expresionismo alemán) en Las manos de Orleac (1935). 

Sin embargo, en los muchos filmes de Toland como director de fotografía (Viñas de iraLo mejor de nuestra vida), no se nota el estilo enfático y barroco de El ciudadano Kane, evidente en todos los filmes de Welles (su sello personal), incluyendo Sombras del mal (1958), Otelo (1952) y Campanadas a medianoche (1966), los tres protagonizados por el director.

Welles es uno de los grandes creadores cinematográficos, inscrito en la corriente de los innovadores, empeñados en explotar los recursos expresivos del cine (Méliès, Keaton, Fellini, Godard, Tarkovski, Tarantino), paralela a la de los contenidistas (Edwin S. Porter, Chaplin, Wyler, DeSica, Truffaut, Allen) que supeditan el trabajo de cámara a las necesidades del argumento (planificación lógica).

Para financiar sus filmes como director, Welles actuó en películas de otros directores, enriqueciendo con su teatralismo y enorme presencia títulos como El tercer hombre (1949) de Carol Reed, Las raíces del cielo (1958) de Huston, Compulsión (1959) de Fleischer o La estrella del Sur (1970).

Solía decir que todo lo que sabía sobre el uso de la cámara se lo enseñó Toland en un par de horas. Con esos conocimientos hizo un filme infaltable en las listas de las 5 mejores películas de todos los tiempos. Sin duda llevaba el cine en la sangre.

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Poeta, ensayista, traductor y crítico de cine. Es abogado. Desde 1968 publica en La Prensa Literaria poemas, críticas literarias y de cine y traducciones de poesía en lengua inglesa. Fue uno de los asiduos de la cafetería La India, el emblemático sitio de reunión de los poetas y pintores de la Generación del 60 y leyó sus poemas en La tortuga morada, la primera discoteca de la Managua de antes del terremoto.
Desde temprana edad tuvo gran afición por el cine y junto con Ramiro Arguello es uno de los auténticos y últimos cinéfilos y contadores de películas de nuestro tiempo. Ha escrito numerosas críticas y crónicas en revistas nicaragüenses e internacionales y ha participado en seminarios junto a cinéfilos de la talla de Guillermo Cabrera Infante y Manuel Puig.
En 1983 escribió con a Ramiro Arguello, Datos útiles e inútiles sobre cine; en 1996, Luces cámara acción: cien años de historia del cine. Guarda un libro de poesía a la espera de publicación. Es co-editor, con Ligia Guillén, de la revista “Poesía Peregrina”. Reside en la Florida desde 1985, donde goza de los constantes reestrenos de películas noir. Es miembro del equipo de Carátula y colaborador permanente de su sección de \”Cine\”.