cine-fcaldera-loquelvientosellevo

Historia del cine en 25 carteles. Sexto Cartel: Lo que el viento se llevó (1939) de David O. Selznick

1 octubre, 2011

Franklin Caldera, en su historia del cine en 25 carteles, nos regala esta vez un cartel de Lo que el viento se llevó, producida por David O. Selznick, en español. Demostrando que el arte del cartel refleja la magia y encanto del cine, acompaña cada cartel con una crónica de la película en menos de 500 palabras y nos brinda una rápida mirada a la historia del cine. El uso en la revista de estos carteles es exclusivamente cultural y educativo y en ningún momento se espera obtener beneficios comerciales.


El período clásico de Hollywood (1924-1968) se caracterizó por el predominio de las grandes productoras, Metro Goldwyn Mayer, Paramount, Warner Bros., 20th Century Fox, RKO, Comubia y Universal, con sus propios estudios y personal atado por contratos exclusivos de larga duración.

Además de los poderosos jefes de estudio (Louis B. Mayer, Jack Warner, etc.), los productores ejecutivos (Irving Thalberg) eran especies de gerentes de proyectos encargados de proteger los aspectos económicos y la calidad estándar de las películas.

Existían los productores independientes (Sam Goldwyn, Walt Disney…), que dependían de los grandes estudios para distribuir sus películas.

David O. Selznick, que produjo de forma independiente la emblemática Lo que el viento se llevó (1939), según novela de Margaret Mitchell, representa la figura del productor como auteur (creador). Personalmente se encargó de todos los aspectos de ese filme, que llegó a tener tres directores (George Cukor, Victor Fleming y Sam Wood). La MGM le cedió los servicios del actor Clark Gable (para el rol de Rhett Butler), a cambio de los derechos de distribución.

Con la Guerra de Secesión (que puso fin a la esclavitud) como telón de fondo, la película narra la historia de Scarlett O’Hara (interpretada por la actriz inglesa Vivien Leigh), hija de un terrateniente sureño. Viuda y sin padres después de la guerra, emprende partiendo de cero la reconstrucción de la plantación («Tara»).

Elementos maximalistas han criticado la supuesta exaltación de un personaje esclavista, pero Scarlett, ambiciosa y amoral, no está presentada como personaje ejemplar. Las simpatías del filme descansan en el progresista Ashley (Leslie Howard), amor imposible de Scarlett.

Parte del éxito del filme se debe a la fuerza arrolladora de sus protagonistas, que nunca son absorbidos por el gran despliegue de realización. Esto no ocurrió en 1965 con Dr. Zhivago (el filme que más se acerca a Lo que el viento se llevó) de David Lean, cuyos protagonistas (Omar Shariff y Julie Christie) son arrastrados por lo acontecimientos.

El guión de la producción de Selznick integra hábilmente todos sus elementos (la guerra está ligada a los conflictos de los protagonistas). En El árbol de la vida (1957), con el que la MGM pretendió repetir el éxito de 18 años atrás, la locura progresiva de la protagonista (Elizabeth Taylor) nada tiene que ver con la guerra de secesión que ocupa parte del filme.

Películas como Por siempre Ámbar (1947) de Otto Preminger, combinaron con menos éxito los elementos básicos de la producción de Selznick (protagonista femenina, dimensión épica, contexto histórico), pero el filme indio, Mother India (1957) de Mehboob Khan, con Nargis, superó el modelo original.

1939 fue año mítico para Hollywood, con Cumbres borrascosas de William Wyler, La diligencia de John Ford, El mago de Oz de Fleming, Caballero sin espada de Frank Capra y Mujeres de Cukor, entre muchas otras. Pero a nadie extrañó que Lo que el viento se llevó arrasara con los premios Oscar, incluyendo el de Hattie McDanield como mejor actriz de reparto, la primera persona de raza negra premiada por la Academia.

Comparte en:

Poeta, ensayista, traductor y crítico de cine. Es abogado. Desde 1968 publica en La Prensa Literaria poemas, críticas literarias y de cine y traducciones de poesía en lengua inglesa. Fue uno de los asiduos de la cafetería La India, el emblemático sitio de reunión de los poetas y pintores de la Generación del 60 y leyó sus poemas en La tortuga morada, la primera discoteca de la Managua de antes del terremoto.
Desde temprana edad tuvo gran afición por el cine y junto con Ramiro Arguello es uno de los auténticos y últimos cinéfilos y contadores de películas de nuestro tiempo. Ha escrito numerosas críticas y crónicas en revistas nicaragüenses e internacionales y ha participado en seminarios junto a cinéfilos de la talla de Guillermo Cabrera Infante y Manuel Puig.
En 1983 escribió con a Ramiro Arguello, Datos útiles e inútiles sobre cine; en 1996, Luces cámara acción: cien años de historia del cine. Guarda un libro de poesía a la espera de publicación. Es co-editor, con Ligia Guillén, de la revista “Poesía Peregrina”. Reside en la Florida desde 1985, donde goza de los constantes reestrenos de películas noir. Es miembro del equipo de Carátula y colaborador permanente de su sección de \”Cine\”.