franklin caldera

Historia del cine en 27 Carteles: No. 26 – La Trilogía de Kóker: La realidad del cine y la fantasía de la realidad

1 febrero, 2015

Franklin Caldera

Franklin Caldera, en su historia del cine en 27 carteles, nos regala esta vez un cartel de La Trilogía de Kóker del director iraní Abbas Kiarostami. Demostrando que el arte del cartel refleja la magia y encanto del cine, acompaña cada cartel con una crónica de la película en 500 palabras y nos brinda una rápida mirada a la historia del cine. El uso en la revista de estos carteles es exclusivamente cultural y educativo y en ningún momento se espera obtener beneficios comerciales.


Los inicios del cine iraní se remontan a comienzos del siglo XX. A finales de la década de 1960, películas como La vaca (1969) de Dariush Mehrjui, dieron inicio al desarrollo de un cine de arte y ensayo paralelo al tradicional cine comercial.

El gobierno fundamentalista del ayatolá Ruhollah Jomeini, que tomó el poder tras el derrocamiento del Shah Reza Pahlavi (1979), reorientó toda forma de arte como instrumento para islamizar el país.

El sorprendente desarrollo del cine iraní en la década de 1990 se explica por las complejas interacciones del Estado, la sociedad civil, la clase política y los artistas (Irán es una teocracia con democracia parlamentaria y economía mixta).

Destacan en la Nueva Ola del cine iraní, Mohsen Mahkmalbaf, su esposa Marzieh, y sus hijas Samira y Hana; y la cineasta Rakhshan Bani-E’Temad (1954).

La célebre trilogía de Koker, de Abbas Kiarostami (Teherán, 1940), arranca con ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987), sobre un niño que intenta desesperadamente devolverle a un condiscípulo el cuaderno que se llevó por error.

En Y la vida continúa (1992), el realizador (Kiarostami, interpretado por Farhad Kheradmand), busca a los niños-actores de su filme anterior entre las ruinas del terremoto que destruyó la aldea de Koker en 1990 (los niños reaparecen en la tercera entrega).

La tercera película, A través de los olivos (1994), reconstruye el rodaje de la segunda, tomando como punto de partida la filmación de una conversación de Y la vida continúa, entre el director y un joven recién casado, cuya esposa riega geranios desde un balcón.

La acción se centra en los intentos del realizador (Ali Keshavarz) por lograr actuaciones realistas de los jóvenes Hossein Rezai y Taheré Ladanián, como los recién casados del segundo filme (en la realidad del tercer filme, Kheradmand es el actor que interpreta al realizador dirigido por Keshavarz).

El plano final (en picado) de los jóvenes actores (Hossein y Taheré) convertidos en puntos blancos en medio del verdor circundante, es de los más imponentes de la historia del cine.

Con esta compleja red de matrioskas argumentales, Kiarostami reflexiona sobre las relaciones entre el ser humano y su entorno (los habitantes de las aldeas son los verdaderos protagonistas del filme), exponiendo, junto a la realidad cotidiana, la realidad del cine, la fantasía del cine y la fantasía de la realidad.

Kiarostami obtuvo la Palma de Oro en Cannes por El sabor de las cerezas (1997).

En la década de 2010, ocupó la atención del mundo, la condena a 6 años de cárcel y 20 de inhabilitación para hacer cine, del multi-laureado Jafar Panahi, cuyos filmes han denunciado la situación de desventaja de la mujer iraní (El círculo, 2000), por «actuar contra la seguridad nacional y hacer propaganda contra el Estado». Confinado a su apartamento, Panahi ha continuado haciendo cine semi-clandestinamente (con cámara digital y su iPod).

Una separación (2011) de Asghar Farhadi obtuvo el Oscar y el Oso de Oro en la Berlinale (donde fueron premiados sus protagonistas: Leila Hatami y Peyman Moaadi).

Comparte en:

Poeta, ensayista, traductor y crítico de cine. Es abogado. Desde 1968 publica en La Prensa Literaria poemas, críticas literarias y de cine y traducciones de poesía en lengua inglesa. Fue uno de los asiduos de la cafetería La India, el emblemático sitio de reunión de los poetas y pintores de la Generación del 60 y leyó sus poemas en La tortuga morada, la primera discoteca de la Managua de antes del terremoto.
Desde temprana edad tuvo gran afición por el cine y junto con Ramiro Arguello es uno de los auténticos y últimos cinéfilos y contadores de películas de nuestro tiempo. Ha escrito numerosas críticas y crónicas en revistas nicaragüenses e internacionales y ha participado en seminarios junto a cinéfilos de la talla de Guillermo Cabrera Infante y Manuel Puig.
En 1983 escribió con a Ramiro Arguello, Datos útiles e inútiles sobre cine; en 1996, Luces cámara acción: cien años de historia del cine. Guarda un libro de poesía a la espera de publicación. Es co-editor, con Ligia Guillén, de la revista “Poesía Peregrina”. Reside en la Florida desde 1985, donde goza de los constantes reestrenos de películas noir. Es miembro del equipo de Carátula y colaborador permanente de su sección de \”Cine\”.