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Historia del cine en 27 Carteles: No. 25 – «Adios a mi concubina» de Chen Kaige

5 noviembre, 2014

Franklin Caldera

Franklin Caldera, en su historia del cine en 27 carteles, nos regala esta vez un cartel de «Adios a mi concubina» del director Chen Kaige. Demostrando que el arte del cartel refleja la magia y encanto del cine, acompaña cada cartel con una crónica de la película en 500 palabras y nos brinda una rápida mirada a la historia del cine. El uso en la revista de estos carteles es exclusivamente cultural y educativo y en ningún momento se espera obtener beneficios comerciales.


 Adiós a mi concubina La Ópera de la Revolución

El cine chino tuvo su primer centro de desarrollo en Shangai. El entierro de la estrella suicida Ruan Lingyu (1910-1935), protagonista de La Diva (1934), fue tan apoteósico como el de Valentino (1895-1926) en Nueva York. La hongkonesa Maggie Cheung Man-yuk interpretó a Ruan en La actriz (1992) de Stanley Kwan.

Tras varias décadas de lucha, Mao Zedong (1893-1976) derrotó en 1949 al gobierno nacionalista de Chiang Kai-Shek y proclamó la República Popular China. Posteriormente impulsó la revolución cultural, un proceso de radicalización contra la cultura y el pensamiento antiguos.

En 1978, el viceprimer ministro Deng Xiaoping proclamó la segunda revolución o etapa de liberalización económica (socialismo con características de mercado) que ha convertido a China en superpotencia mundial.

La rehabilitación del realizador Xie Jin (Dos hermanas de escena, 1965), purgado durante la revolución cultural, abrió el espacio político necesario para el surgimiento de la llamada «quinta generación» de cineastas (egresados de la Academia Cinematográfica de Pekín / Beijing).

Zhang Yimou, realizador de Sorgo Rojo (1987) y Ju Dou (1989), ambas con Gong Li (la actriz china de mayor renombre mundial), fue el primer cineasta del grupo que logró reconocimiento internacional.

En 1993, Adiós a mi concubina de Chen Kaige, compañero de generación de Zhang, obtuvo la Palme d’Or en Cannes. Según novela de Li Pi-Hua, el filme narra, a lo largo de un período de 53 años (1924-77), la amistad accidentada de dos artistas varones, Duan Xiaolou (Zhang Fengyi) y Cheng Dieyi (Leslie Cheung), especializados en interpretar respectivamente a un rey y su concubina en el teatro chino.

Durante la revolución cultural, Dieyi y Xiaolou son obligados a acusarse mutuamente de incorrecciones políticas. El filme (coprotagonizado por Gong Li) deja entrever cómo las raíces culturales de una nación se infiltran en los procesos de liberación, dando origen a nuevas formas de opresión. Invita a mirar al pasado (simbolizado por el teatro de ópera de Pekín) como fuente de sabiduría para construir un futuro mejor.

La influencia viscontiana, asimilada por el cine chino cuando Bernardo Bertolucci rodó El último emperador (1987; con John Lone y Joan Chen / Chen Chong) en la ciudad prohibida (sede del palacio imperial), se hace evidente en la majestuosidad de la puesta en escena.

El maestro de marionetas, del taiwanés Hou  Hsiao-Hsien, fue uno de los filmes nominados en Cannes en 1993.

En Hong Kong (colonia británica hasta 1997), los estudios Shaw Brothers (de Run Run Shaw) y Golden Harvest popularizaron internacionalmente los filmes de artes marciales, con actores-atletas como Wang Yu (protagonista y director de El boxeador chino, 1970), Bruce Lee (1940-73) y Jackie Chan.

En 2001, El tigre y el dragón (coproducción China, Hong Kong, Taiwán, EE.UU.; con Chow Yun-Fat, Zhang Zity y Michelle Yeo) obtuvo el Oscar de Hollywood. Otro éxito internacional, El Gran Maestro (2013; coproducción China / Hong-Kong) de Wong Kar-wai, sobre la vida del maestro de artes marciales Ip Man (Tony Leung Chiu-Wai), combinó la violencia del cine de acción con la elegancia visual del cine de autor chino.


 

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Poeta, ensayista, traductor y crítico de cine. Es abogado. Desde 1968 publica en La Prensa Literaria poemas, críticas literarias y de cine y traducciones de poesía en lengua inglesa. Fue uno de los asiduos de la cafetería La India, el emblemático sitio de reunión de los poetas y pintores de la Generación del 60 y leyó sus poemas en La tortuga morada, la primera discoteca de la Managua de antes del terremoto.
Desde temprana edad tuvo gran afición por el cine y junto con Ramiro Arguello es uno de los auténticos y últimos cinéfilos y contadores de películas de nuestro tiempo. Ha escrito numerosas críticas y crónicas en revistas nicaragüenses e internacionales y ha participado en seminarios junto a cinéfilos de la talla de Guillermo Cabrera Infante y Manuel Puig.
En 1983 escribió con a Ramiro Arguello, Datos útiles e inútiles sobre cine; en 1996, Luces cámara acción: cien años de historia del cine. Guarda un libro de poesía a la espera de publicación. Es co-editor, con Ligia Guillén, de la revista “Poesía Peregrina”. Reside en la Florida desde 1985, donde goza de los constantes reestrenos de películas noir. Es miembro del equipo de Carátula y colaborador permanente de su sección de \”Cine\”.