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Historias en la palma de mi mano, de Kawabata

1 febrero, 2012

De la observación destilada que Yasunari Kawabata realiza de algunas actitudes humanas como la vejez, la soledad, el amor, el regreso a la infancia, pero sobre todo la mirada aguda y recreadora en detalles existenciales de mujeres jóvenes, casi niñas, se desprende este libro de relatos Historias en la palma de la mano, Corea Torres se interna en sus páginas y desgaja algunos elementos contenidos en el libro para avizorar la siempre concisa y sutil literatura de este enorme escritor oriental del siglo XX,  quien en cada una de sus obras deja constancia de su hondura, sencillez y brevedad para provocar las fibras sensuales de sus lectores. 


Para Yasunari Kawabata, el japonés Premio Nobel de Literatura en 1968, la esencia de su arte deberá ser escudriñada y focalizada en esa saga de relatos cortos, que dio por llamar Historias en la palma de la  mano.

Emecé Editores reunió en un volumen una buena parte de esos textos, al que tituló con ese nombre, para sacarlo a la luz el pasado 2006. Y efectivamente, después de leerlo descubrimos, cargas intensas de profundidad sicológica en los personajes, anécdotas narradas con extrema sencillez sin menoscabo alguno del contenido, ambientaciones embebidas de un esteticismo capaz de remitirnos a la relectura, para solazarnos en sus descripciones, pero también una penetrante visión de la naturaleza humana, con lo cual refrenda la complejidad de su ars poética y su aguda mirada, ya conocida por sus muchos lectores.

Encabalgado en la contemplación, una de las tradiciones orientales por antonomasia, Kawabata posa sus ojos literarios, avituallado con la mayor cantidad de recursos que posee el curioso sobre las cosas sencillas que acontecen alrededor y dentro de los ciudadanos, y entonces concentra su penetración, indagando de manera detallista en los gestos, en las miradas, en aquellas pequeñas situaciones que se suscitan, en tanto dos o más personas entran en juego para relacionarse, y así lo escribe, economizando palabras, como si después de la observación dedicara gran parte de su tiempo creativo en tamizarlas para desde ahí escoger y sopesar con las que relatará lo recién visto. El texto desde esa perspectiva se circunscribe exactamente a la anécdota seleccionada, sólo que con el  empecinado rigor poético implícito.

Ahito de recursos, particularmente me llama mucho la atención, la delicadeza con que trata sus expresiones, hasta las situaciones más trágicas o dolorosas, tal vez aquellas que llaman al enojo por cuanto destilan misoginia y un acendrado sabor de machismo, las presenta con ese su matizado y sutil estilo, sin levantar la voz, prescindiendo de la vulgaridad y del impacto que se logra con escenas de alto voltaje, diluyendo así la carga de tensión generada.

Sus palabras y descripciones, más bien ingresan en el espíritu desde esa posición de delicadeza, y sólo después de habernos endilgado a su modo el asunto, nos deja perplejos, dotados de sensaciones, pero sobre todo alertas para descubrir sus verdaderas intenciones: reflexionar.

Mucho más allá de la intensa observación destilada en los relatos, nos engañamos pensando que Kawabata sólo estaba interesado en la textura, y en la percepción visual que pudiera conseguir a través de sus construcciones literarias, levantadas, y esto es puramente personal, como si siguiera el arquetipo de los haikús: dibujar con pocos y precisos trazos, el bosquejo, la sugerencia de las distintas experiencias humanas, tal como lo definiera el estudioso de la cultura japonesa André Bellesort: “Exactitud disfrazada de ensueño; poesía de resplandores y de escalofríos, pequeñas chispas que comunican a los sueños vibraciones infinitas; preciosos abanicos que, en el mismo instante en que los despliega y se los cierra, hacen pasar ante nuestros ojos el milagro de un gran paisaje”, y creo que sí, es cierto, por un lado Yasunari Kawabata busca, por principio de cuentas, sentarnos cómodamente para contemplar el bello y a veces terrible espectáculo que pudiera ofrecer tanto la naturaleza como los seres humanos, pero por otro, ofrecernos, después de la lectura, y aquí esto será la interpretación única de cada quien, la idea toral del sabio maestro Lao Tse fundador del taoísmo: el principio del universo en el que confluyen una serie de opuestos como la vida y la muerte, el bien y el mal, el todo y la nada, desde donde se derivan dos conceptos contrapuestos pero a la vez complementarios, no puede vivir el uno sin el otro: el hombre y la mujer, la tierra y el cielo, algo que los griegos en nuestra civilización occidental lo propusieron en las concepciones del eros y thanatos: opuestos y complementarios.

Entonces se deja entrever que, Kawabata de algún modo propone en estas Historias en la palma de la mano, ver la vida como un camino, quizá a no marcarnos con la consecución de inalcanzables objetivos y buscar la forma de seguir una senda más vinculada a la internación de lo espiritual.

Al igual que los demás poetas japoneses cultivadores del haikú quienes con sólo tres puntos de observación fueron capaces de manifestar su vinculación con la realidad, Yasunari Kawabata, con su obra en general, pero específicamente aquí en Historias en la palma de la mano, narrativamente sin prisa, sin aspavientos, acotado en lo preciso, señaladamente breve, hace lo mismo en un intento por buscar el sentido eterno de las cosas.

Los relatos escogidos (70 según el índice), porque supongo hay otros (146, contabiliza la traductora Amalia Sato), platican además de un recorrido por la edad de Kawabata (escritos de 1921 a 1972). El cuento que inaugura el libro: Lugar soleado –Hinata-, data de 1923 y el que cierra Apuntes sobre País de Nieve-Yukigunisho-, está fechado en 1972. La vitalidad de autor se expresa sin ambages desde el primero hasta el último de los relatos, en ellos, además, los cambios observados en el estilo y la estructura de creación no son tan profundos como pudiera pensarse, es notorio por cuanto los recursos literarios y conceptos de su arte se mantienen siempre renovados, con lo cual se afirma una congruencia expresiva y creativa llevada a través del tiempo dando cuenta de una amarrada posición con su manera de sentir la literatura.

Siempre atento a la forma breve, Kawabata demuestra con creces la posibilidad latente del arte literario en el sentido de apretar el significado de las palabras para dotarlas de mayor potencia expresiva, una de sus obras mayores País de nieve, por ejemplo, escrita antes de su muerte (Kawabata se suicidó), fue reducida al tamaño de los cuentos de Historias en la palma de la mano, en un afán de establecer su gusto por los textos concentrados.

Las temáticas abordadas están vinculadas con el sueño, la soledad, los distintos modos de las relaciones humanas, el regreso a la infancia, pero sobre todo la mirada aguda y recreadora en detalles existenciales de mujeres jóvenes, casi niñas, como si hubiera en él una suerte de obsesión por penetrar el alma puberta de las féminas, así los nombres Yukiko, Taeko, Nagako, Michiko, Kinuko, Yoshiko, Kotoko, Rango, O-Kayo, Yuriko suenan a pétalos desprendidos de una flor muy cara para Yasunari.

Este conjunto de relatos compilados en Historias en la palma de la mano, dan cuenta de una pluma sensitiva, que captura con delicadeza y rigor estético las pulsaciones terrenas, oníricas y fantásticas de personajes tratados con la ambigüedad y el espíritu poético de un autor por demás significativo de la cultura oriental.

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Chichigalpa, Nicaragua, 1953.
Poeta, escritor, crítico literario. Reside en Puebla, México, donde estudió Ing. Química (BUAP). Mediador de Lectura por la UAM y el Programa Nacional Salas de Lectura. Fue editor y colaborador sección de Crítica, de www.caratula.net. Es Mediador de la Sala de Lectura Germán List Arzubide. Ha publicado: Reconocer la lumbre (Poesía, 2023. Sec. de Cultura, Puebla). Ámbar: Espejo del instante (Poesía, 2020. 3 poetas. Ed. 7 días. Goyenario Azul (Narrativa, 2015, Managua, Nic.). ahora que ha llovido (Poesía, 2009. Centro Nicaragüense de Escritores CNE y Asociación Noruega de Escritores ANE). Miscelánea erótica (Poesía colectiva 2007, BUAP). Fue autor de la columna Libros de la revista MOMENTO en Puebla (1997- 2015).