»Homenaje a Claribel: Anillo de silencio

1 octubre, 2010

“Tienes un librito, ahora debes encontrar dónde publicarlo”, le dijo el Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez a Claribel Alegría, entregándole el manuscrito de lo que sería su primer libro de poemas.


Tensión y armonía destacan en Anillo de silencio, primer poemario de Claribel Alegría, publicado en 1948 con prólogo de José Vasconcelos. El libro inicia  con el  poema “Son altas”, que indica la ruta del destino “continental y mundial” de la autora, como visionara el escritor mexicano. Son altas las columnas de mis sueño, / van hacia el canto con los pies descalzos.

Dicha tensión está definida por sus opuestos, el silencio personificado que tiene su asidero en la soledad y que busca el canto de la poesía, y el dolor, simbolizado en la sombra que amenaza con ganar territorio. El silencio es descrito a veces desde una voz mística y el canto pareciera el legado que quiere manifestarse contra la angustia.

La transgresión poética sucede con el silencio que adquiere luego una sustancia erótica: Es  hondo mi  silencio / Él y yo. Los dos solos esta noche de mayo. / Los árboles dorados nos miran con asombro / (…) Una emoción inmensa se escapa de mis labios.

En ocasiones las palabras se pierden, forman una espiral cual anillo de vértigo. Cuando eso ocurre, Claribel utiliza su voz reflexiva que la devuelve a sí misma y la deja nuevamente expuesta: Aquí estoy, otra vez, / encerrada en mi anillo de silencio, / queriendo adivinar la voz del mundo.

Luego se presenta una extraña metamorfosis que salta de la tristeza y el miedo hacia la emancipación radical que busca una unión con la naturaleza, la alegría por las pequeñas cosas, el descubrimiento del agua, la luz y la noche en que resuelve seguir adelante:  Todo lo he dejado, / la soledad me acompaña. // En su manto azul, como un pájaro atrevido, tiembla a veces la esperanza.

A su vez, este poemario representa el primer testimonio por la vida de Claribel, sin sospechar lo que vendría después, aunque Vasconcelos ya la anunciara como la “estrella que comienza a irradiar”.

La obra fue publicada cinco años después de que la poeta se instalara en Estados Unidos para estudiar la licenciatura en Filosofía y Letras en Washington D.C. Es sabido que durante aquellos años su mentor fue el nobel de literatura Juan Ramón Jiménez, de quien recuerda Claribel, era un hombre muy culto, solidario, exigente y extravagante.

En su libro de crónicas, Mágica tribu (Editorial Berenice, España, 2007), la autora dice que una tarde fue donde Juan Ramón para recibir clases. Él y Zenobia, su mujer, la esperaban con una sonrisa “alegre y maliciosa”. Había un misterio en todo aquello. El nobel había elegido los mejores poemas que juntos habían ido trabajando. “Tienes un librito, ahora debes encontrar dónde publicarlo”, dijo, entregándole el manuscrito.

La obra fue publicada en México por Ediciones Botas, de José Vasconcelos, el mismo que sugirió una tarde calurosa de finales de 1930 cambiar el nombre de Clara Isabel por el de Claribel. Desde entonces la poeta esteliana ha recorrido el mundo con ese nombre.

Selección poética de Anillo de silencio

Son altas

Son altas las columnas de mi sueño,
van hacia el canto con los pies descalzos,
del fondo de mí misma se levantan
y suben por el viento en espirales.

A veces las sorprendo entre las nubes,
en la tarde dorada, en las estrellas;
en todo lo que es bello se detienen
y siguen en su viaje iluminadas.

¡Qué finas las columnas de mi sueño!
Casi se me confunden con la niebla,
no las puedo ver más, angustia, sombra…
¡Qué miedo de que caigan y se quiebren!

¡No, no pueden caer, van hacia el canto,
hacia el canto que es suyo y las espera!
¡Del fondo de mí misma se levantan
y suben por el viento en espirales!

Silencio

En la playa infinita del espacio,
corre el silencio como un río.
Yo lo he visto saltar.

Su palabra sin voz tiembla en mis labios
y se arrodilla el alma a su presencia.

Cuando viene la noche,
refugio en él mi soledad inmensa
que se convierte en canto.
Lleva luz en sus aguas el silencio.
Ciudades de luz blanca, sin fronteras.

Déjame entrar

Déjame entrar a tu dolor,
no romperé el silencio.
Llevaré rosas frescas que lo aromen
y mi amor como una lámpara.

Para tu cielo oscuro
guardo fuego de estrellas,
pájaros encendidos
y reinos de nubes blancas.

Déjame entrar;
esperaré hasta que me abras.
Estoy sola en la sombra
y la ronda del viento muerde.

Arrodillada

Salí a ver el cielo.
No había astros en la noche,
gradas de sombra subían en el aire.

Todo estaba oscuro,
el silencio era de piedra y me llamaba.

Llegué hasta él,
abrí sus muros
y me encontré a la luz arrodillada.

Mi canto

Mi canto como un árbol
tiene raíces hondas.
Ya no le basta el cuerpo.

Son de fuego sus ramas
y quiere florecer,
estallar en el aire.

Rompe mi carne, canto.
Qué importa si yo muero.
Escaparé a la angustia de saberme cárcel
y subiré en un tallo a escucharte.

Él y yo

Es hondo mi silencio.
Él y yo. Los dos solos esta noche de mayo.
Los árboles dorados nos miran con asombro.
El viento estremecido baja a mi pecho y canta.

Una emoción inmensa se escapa de mis labios.
Soy dueña de la tierra y del cielo sin nubes.
Siento el misterio claro que palpita en el agua
y un vuelo de alas blancas se adivina en mis manos.

Todo es hondo esta noche.
Las estrellas parecen ciudades de cristal.
Mi corazón insomne oye girar el mundo.
Y la sombra de encaje arrodillada reza.

En una tarde gris…

En una tarde gris perdí tu canto.
Quise verlo un instante
y se escapó.

Hasta el fondo del mar bajé a buscarlo,
no lo pude encontrar.

En las noches de insomnio,
cuando escucho su eco,
como una flecha aguda lo persigo
sonámbula de llanto y esperanza.

¿Dónde está tu canto de silencio?
(Lo guardaba en el alma).
Las estrellas me miran con tristeza.

Noche

Todo lo he dejado,
la soledad me acompaña.

En su manto azul,
como un pájaro atrevido,
tiembla a veces la esperanza.

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Estelí, Nicaragua 1977 - Managua, 31 de diciembre de 2010.
Realizó estudios de poesía bajo la tutela de su mentora, la poeta nicaragüense Claribel Alegría, discípula del Nobel español Juan Ramón Jiménez.

Ha publicado el poemario “Alguien me ve llorar en un sueño” (Premio Internacional Ernesto Cardenal de Poesía Joven 2005). También publicó “Retrato de poeta con joven errante”, antología poética de su generación con prólogo de Gioconda Belli. Su poesía aparece en las antologías “La poesía del siglo XX en Nicaragua” (Editorial Visor, España 2010); Antología de poesía nicaragüense: Los hijos del minotauro (1950-2008) (Revista TRILCE, 2009) y en la Antología del IV Encuentro Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer (Trilce, Villahermosa, 2008). Poemas suyos aparecen además publicados en las revistas “Karavan” (Suecia, 2006); Revista Oliverio (Argentina, 2005); Revista Maga (Panamá, 2005); Revista “Lichtunten” (Alemania, 2009); Revista Nómada dirigida por Jorge Boccanera (Argentina, 2008); Revista Prometeo (Medellín, Colombia, 2008) y en la memoria poética del Encuentro “El vértigo de los aires”: Poesía Iberoamericana (México, 2009) y las memorias del I, II, III, IV y V Festival Internacional de Poesía de Granada (Nicaragua).

Asistió como invitado a diversos Encuentros y Festivales poéticos internacionales, entre los que figuran: V Festival “La poesía tiene la palabra”, Casa de América (Madrid, España, 2005); IV Festival Internacional de Poesía de El Salvador (San Salvador, 2005); XXII Festival Internacional de Poesía de La Habana (Cuba, 2007); Fiesta Literaria de Porto de Galinhas, Estado de Pernambuco (Brasil, 2007); XVIII Festival Internacional de Poesía de Medellín (Colombia, 2008); IV Encuentro Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer (Villahermosa, México, 2008); Festival Internacional de Poesía de Costa Rica (San José, Costa Rica, 2009); Encuentro Iberoamericano de poetas en el Centro Histórico 2009: El vértigo de los Aires (México, 2009); VII Festival Internacional de Poesía de Granada (España, 2010).

Su poesía ha sido elogiada por célebres poetas y escritores como Jorge Boccanera, Waldo Leyva, Sergio Ramírez y Ernesto Cardenal. Según el crítico peruano Julio Ortega, Ruiz Udiel se cierne como uno de los herederos de la poética latinoamericana y según el crítico francés Norbert-Bertrand Barbe, "de todos los nuevos poetas de Nicaragua, Udiel es sin duda uno de los que tiene mayor voz propia".

En 2004, junto al escritor nicaragüense Ulises Juárez Polanco, fundó Leteo Ediciones, proyecto sin fines de lucro que promueve la literatura joven de su país. Entre las publicaciones como co-editor se encuentran: Memoria poética: Poetas, pequeños Dioses (Managua, 2006); Sergio Ramírez: Perdón y olvido, Antología de cuentos (1960-2009), (Managua, 2009); Claribel Alegría: Ars Poética (Managua, 2007); Missael Duarte Somoza: Líricos instantes (Managua, 2007) y Víctor Ruiz: La vigilia perpetua (Managua, 2008).

Antes de su prematura muerte trabajó como editor de Caratula, revista cultural centroamericana dirigida por Sergio Ramírez.

También era periodista colaborador de la sección Variedades de El Nuevo Diario, de Nicaragua, y laboró como relacionista público del Centro Nicaragüense de Escritores.

Era miembro de la Red Nicaragüense de Escritores y Escritoras (RENIES); miembro de la Red Internacional de Editores y Proyectos Alternativos (RIEPA) y miembro del PEN INTERNACIONAL por el capítulo de Nicaragua.