» Homenaje a Claribel: Conociendo a Claribel, Universidad de Oklahoma, 29 de septiembre de 2006
1 febrero, 2011
De sensibilidad a sensibilidad, de poetisa a poetisa, de mujer a mujer, así, con esas connotaciones, Daisy Zamora nos entrega en esta semblanza, su propia percepción sobre la personalidad y obra de Claribel Alegría. Voz encendida por la luz de la poesía, la de Daisy, magnifica, porque así lo demanda la creación de la poetisa de Estelí, Nicaragua, y ya de la lengua española, resaltando sobre todo la sencillez y equilibrio entre «lucidez y armonía» del lenguaje de Claribel, pues a decir de Daisy, Claribel Alegría posee esa rara cualidad de escritor: ser igual a lo que escribe.
¿De cuál Claribel Alegría les hablaré hoy? ¿De la novelista, la cronista de la historia, la escritora de cuentos, la activista política, la traductora, o la poeta? Como lectora asidua de su obra (un vasto paisaje literario que incluye poesía, ficción, testimonio histórico, traducciones, y antologías) y teniendo el privilegio de conocerla personalmente por muchos años, puedo decir con alguna autoridad que una rara, extraordinaria simbiosis existe entre Claribel Alegría y lo que escribe ─es decir, entre su vida y sus palabras.
El gran poeta nicaragüense José Coronel Urtecho cierta vez dijo que, ya fuese leer su obra y conocerla después, o conocerla primero y luego leer su obra, es como presenciar un milagro. Nos damos cuenta tanto en uno u otro caso, que Claribel y sus escritos son una sola cosa y lo mismo, y que ese hecho inusitado y milagroso nos provoca una sensación de maravilla, el sentimiento de que alcanzar tal rango de perfección debe ser imposible, o al menos una ilusión, y esto es porque la cualidad de que un escritor o escritora sea igual a lo que escribe es, en verdad, rara. Pero en Claribel Alegría, la ética de su trabajo y la energía y belleza de sus palabras representan lo que ella es, sus actos como persona, y la manera en que su vida coincide con su obra. Siendo este el caso, centraré mis observaciones en la simbiosis particular entre Claribel Alegría y su poesía.
A primera vista, y juzgada superficialmente, su poesía puede parecer sencilla por sus versos breves y su lenguaje, que le confieren una cualidad rápida y pulsátil, un ritmo mercurial (incluso cuando la poeta misma los lee en voz alta) que suena casi como el canto de un ruiseñor. Pero tal aparente simplicidad es un espejismo. El examen minucioso y la lectura atenta de su poesía revelan una eficaz y exacta destilación del lenguaje, verso tras verso, hasta alcanzar, como el ruiseñor, su máximo potencial de compleja expresión. El peso exacto que la poeta extrae de la aparente simplicidad de cada palabra, y la complejidad que realmente contiene y expresa, le confiere a su poesía un balance perfecto. Cada poema contiene en si mismo una brújula que lo guía por el camino correcto, de tal manera que nunca divaga, jamás se pierde o se equivoca en su ruta hacia la lucidez y la armonía.
Lo mismo puede decirse de Claribel como persona, como ser humano. Quien lea su poesía puede fácilmente imaginarse cómo es ella, y si acaso el lector o lectora llega a conocerla personalmente, se convierte en testigo del milagro que mencioné antes, asombrado ante la evidencia de cuán similares son la poeta y su poesía, cómo ambas comparten la misma substancia.
En 1989 el poeta José Coronel Urtecho, a quien mencioné antes (fundador del Movimiento de Vanguardia y uno de sus dirigentes principales, cuya obra seminal ha influenciado a varias generaciones de poetas en Nicaragua), escribió un libro extraordinario titulado Líneas para un boceto de Claribel Alegría. En ese libro, él dice que la poesía de Claribel está “como pasada a través de su ser, pasada toda a través de ella”. Que uno nunca sabe dónde se tocan los límites entre ella y su poesía, dónde está la zona o la línea en que la luz y la sombra se encuentran o se funden, porque la poeta y su imaginación y sus palabras se combinan en una sola realidad. Palabra por palabra, verso por verso, poema por poema, Claribel es su poesía, y su poesía es ella. Coronel Urtecho también dice que cada vez que lee los poemas de Claribel se asombra de cómo es posible que sea una poeta tan grande aun en sus textos más breves, porque cada una de sus palabras está intensamente cargada de vida y sentido. Todos sus poemas son milagros, afirma Coronel.
La inusitada y extraordinaria habilidad de Claribel de ser una y la misma con su poesía brota de su auténtico y profundo sentido de humanidad. Ella es capaz de imaginar, de visualizar al “otro”, de ir hacia el otro, de entenderlo como ser humano. También, comprende perfectamente el significado de su propia dignidad como persona y de la dignidad de los otros, todo lo cual involucra también un entendimiento compasivo del mundo entero. Esta cualidad fundamental y auténtica que distingue a un humanista verdadero, está presente siempre en toda su obra.
El excelente y prestigioso escritor Sergio Ramírez, que también fue Vice-Presidente de Nicaragua, la ha llamado “la mítica Claribel Alegría”, rodeada desde su primera infancia por muchos y eminentes personajes de la literatura latinoamericana, como Salvador Salazar Arrué (Salarrué), José Vasconcelos, y Joaquín García Monge. Más adelante, Claribel estudió con el poeta español Juan Ramón Jiménez quien la llevó a conocer a Ezra Pound, para entonces ya encerrado en el Hospital de Saint Elizabeth. Y tiempo después, Miguel Ángel Asturias la visitó en Santa Ana en El Salvador. En Santiago de Chile conoció a Augusto Monterroso, y con Miguel Ángel Asturias fue a conocer a Pablo Neruda en Isla Negra. Y además está la prolongada amistad de ella y su esposo Darwin J. Flakoll (Bud) con Robert Graves, con Juan Rulfo, con Julio Cortázar, y con tantos otros escritores del boom latinoamericano, de los cuales Claribel y Bud fueron sus tempranos traductores anticipándose en años a la fama que muchos de ellos alcanzaron después. Juntos editaron New Voices of Hispanic America, antología publicada por Beacon Press en Boston, en 1962, donde están incluidos Julio Cortázar, Augusto Monterroso, Juan Rulfo, Blanca Varela, Juan José Arreola, Ernesto Cardenal, Augusto Roa Bastos, y otros. Por lo tanto, dice Sergio Ramírez, Claribel nació para la literatura, que es parte substancial de su existencia, de su vida.
Podría seguir hablándoles interminablemente sobre la impresionante obra de Claribel Alegría, de la cual ella nunca habla porque su viva curiosidad está puesta siempre y todo el tiempo en los demás y en el mundo que la rodea. Pone tanto interés y empeño en aprender cada vez más de la vida y de todos nosotros, sus prójimos y semejantes humanos, que se olvida hablar de ella misma. Pero cuando Claribel entra en algún lugar, o dondequiera que ella vaya o esté, de inmediato se siente su presencia. Sólo puedo explicarlo así: Cuando ella aparece, es como si de pronto pusieran una rosa en una habitación. Si yo trajera una rosa a este auditorio y la colocara sobre esta mesa, su sola presencia, no obstante quieta y silenciosa, se haría sentir en nuestro ánimo. No podríamos ignorarla aunque quisiéramos, porque esa rosa, con su belleza, su forma, su color y su fragancia nos obligaría a prestarle atención, aunque ella no nos esté diciendo: Oigan, aquí estoy, véanme.
Claribel Alegría es esa rosa.
Poeta y escritora nicaragüense. Su libro más reciente El encuentro absoluto (Visor Libros, Madrid, 2024), obtuvo el XXIII Premio Casa de América de Poesía Americana 2023. Su poesía ha sido publicada internacionalmente en antologías de más de treinta idiomas y en The Oxford Book of Latin American Poetry (2009). Su obra ha recibido reconocimientos. Ha dado recitales y conferencias en diversos países. Enseña en la Universidad Estatal de San Francisco. Fue viceministra de cultura de su país.