» Homenaje a Claribel: Una fundación inspirada en Claribel Alegría
1 agosto, 2010
Nuestra clásica viva Claribel Alegría inauguró, el pasado 27 de julio en El Salvador, a la fundación que lleva su nombre y que difundirá su legado y el de Darwin Flakoll.
Claribel Alegría es Claribella, Claribud, La Jefita. Alborota a más de cinco generaciones de escritores y lectores en El Salvador que se avocan a verla cada vez que nos visita y es la madrina de la fundación que lleva su nombre: Fundación Claribel Alegría.
La Fundación está interesada en incentivar el desarrollo de las expresiones vinculadas a la literatura, la comunicación y el lenguaje, con énfasis en la promoción y difusión del legado de Claribel Alegría y Darwin Flakoll.
Después de dos años, la escritora «salvanica» volvió a El Salvador para encontrarse con un enjambre de admiradores y la conmovedora noticia —dijo– del lanzamiento de la fundación y la creación del Instituto Darwin Flakoll, dedicado al periodismo cultural y ciudadano.
En el edificio de la antigua penitenciaría de la ciudad de Santa Tecla, que durante los años 70 y 80 fue la última parada de los presos políticos salvadoreños, Claribel leyó la receta de los «Tamalitos de cambray» y dio por oficializada el debut cultural e intelectual del organismo fundado por Susana Reyes, Carlos Clará, Manuel Velasco, Luis Angulo, Jorge A. Hernández, Kenny Rodríguez, Erick Rivera, Alfonso Fajardo y Rebeca Elisa Calderón de Curlin, todos jóvenes, entusiastas y vinculados al estudio y la creación con la palabra.
La Fundación llenará un vacío que por generaciones ha sido necesario en la historia de la literatura salvadoreña: la sistematización y difusión del conocimiento, el aprendizaje de la literatura, la edición y publicación de jóvenes talentos y, sobre todo, la fe.
El debut académico de la Fundación fue el seminario «Palabras mayores. Edición y redacción para la comunicación efectiva», a inicios de julio, impartido por Alberto Gómez Font, Antonio Martín Fernández, Jorge de Buen Unna y Xosé Castro Roig, financiado por el Centro Cultural de España en El Salvador y apoyado por Índole Editores y la Cátedra Libre Roque Dalton. Precisamente Índole Editores canalizará los estudios y las investigaciones realizadas por la Fundación. A la fecha, Índole ha rescatado la memoria literaria del monumental cuentista Álvaro Menen Desleal, del polémico intelectual Waldo Chávez Velasco, y publicado una investigación sobre el asesinato de Roque Dalton, entre otros. Además, publicará próximamente, una antología sobre los ocho años de producción del taller de la Casa del Escritor.
La Fundación logró tener una enorme convocatoria en redes sociales, como el Facebook, y el martes 27 recibió a centena de admiradores que transformó a la antigua cárcel en un centro cultural vivo y vibrante, donde el poeta Rafael Mendoza López «El viejo» dedicó un soneto a la escritora nacida en Nicaragua en 1924 pero que pasó su infancia en la salvadoreña y entonces de esplendor cafetalero ciudad de Santa Ana; y poetas de la nueva generación (nacidos en los 80) leyeron «Datos personales», «Lamentaciones de Ariadna», «Día de lluvia», «Hoy es tiempo de sombras», «Noche de amor» y «Ars poética», que condensan los 60 años de carrera literaria de Alegría.
El homenaje incluyó la donación de ejemplares de Mágica Tribu, las memorias de Alegría sobre sus amigos escritores, a la Casa Alegre, de Alegría, Usulután, dirigida por los artistas Guillermo Araujo y Paola Lorenzana y al Programa de actualización y especialización docente en educación media, especialidad de lenguaje y literatura del Ministerio de Educación.
A Claribel se la ha visto en Washington, cuando era alumna del Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez; en Nicaragua después de la Revolución Sandinista; en mercados managüenses con Julio Cortázar; en festivales poéticos en España, escoltada por el editor Chus Visor; en los opuestos Estados Unidos y Cuba al recibir premios internacionales como el Neustadt de Literatura (2006) y el Casa de las Américas (1978); y en estampas eternas con los grandes Juan Rulfo (1955) y Derek Walcott (2010). Su carrera literaria comienza en la poesía, pasa por el testimonio literario, la novela y la crónica llega a la posteridad; tiene un pie hincado en la denuncia social y en la dura historia Latinoamérica de la segunda mitad del XX, y su obra es objeto de estudio en universidades del orbe.
En El Salvador siempre se espera su regreso. Siempre se espera a Claribella, Claribud, La Jefita; al símbolo de una fundación y una generación que tiene esperanza en la literatura y el conocimiento como motor de vida.
Elena Salamanca, San Salvador, 1982.
Escritora e historiadora. Ha publicado La familia o el olvido (2017 y 2018), Peces en la boca (2013 y 2011), Landsmoder (2012) y Último viernes (2008). Sus libros más recientes, Claudia Lars: La niña que vio una salamandra (2020) y Prudencia Ayala: La niña con pájaros en la cabeza (2021) son los primeros dos volúmenes de su "Colección Siemprevivas", una serie dedicada a las historias de más de 40 mujeres que nacieron o vivieron en El Salvador entre los siglos XVIII y XX. Su trabajo ha sido traducido al inglés, francés, alemán y sueco. Desde 2009, ha combinado literatura, performance, memoria y política en el espacio público. Es candidata a doctorado en Historia por el Colegio de México, y su tesis investiga las relaciones entre la unidad centroamericana, ciudadanía y exilio. Obtuvo su maestría en Historia por el Colegio de México (2016) y por la Universidad de Huelva, España (2013).