» Homenaje a Francisco: A Francisco in memoriam

1 febrero, 2011

Francisco tenía muchos amigos y de muchos lugares, pero estaba solo. Lo dejó dicho en su libro Alguien me ve llorar en un sueño, que le prologué hace un par de años. Si no era efusivo, nunca pensé en un desamparo tal que lo llevara a quitarse la vida. Nos vimos varias veces. Desde ese primer libro mostraba su valía en base a un coloquio urbano regado con imágenes inquietantes, muchas de ellas relacionadas con la soledad (“mi soledad es mi madre impresa en un puñal”). Se me hacía un tipo muy despierto, cálido y calmo, por lo menos eso percibí. Los poetas somos carne de paradoja: mientras leo el último email que me mandó hace unos días solicitándome poemas para la revista Carátula, veo de soslayo en la pantalla un texto que acabo de borronear tironeado por la pena: habla de su muerte. Siento que esta clase de poemas no llegan siquiera a rozar aquello que queremos comunicar. Impotencia y preguntas: “¿Por qué abriste esa puerta?/ ¿La compañía de nadie te devolvía ninguno?/ ¿Quién trenzaba orfandad con dedos que dicen adiós?”. Algo pedía Francisco, que alguien lo recibiera en su andar, en su estar, en su hacer. Leo de nuevo su libro donde campea la muerte: “Somos luz muerta restregada/ con pequeños trozos de cielo/ sobre sonámbulos espejos”. Allí está todo. En mi prefacio hablé entre otras cosas de la atmósfera de su poesía en relación a “un estado de pérdida” en un tiempo de asfixia y “aquello que es succionado por la nada”. También de lo fantasmagórico, un aire de pesadilla y un personaje “Andrés” (¿Francisco?) cercado por los “álguienes” (según el poeta) que intentan “comer de sus despojos, rociar su soledad con ácidos y metales fundidos” (según yo). Ya no puedo dialogar con Francisco de estas y otras cosas. ¿Sería de algún consuelo pensar junto al verso de Luis Cardoza y Aragón que sólo la muerte conoce el camino a casa? No me cabe duda de que Francisco era una persona querida, pero quién puede mensurar el afecto, sus amputaciones, sus trasiegos. ¿Alguien sabe para qué muerte trabaja?

Si llegase a terminar ese poema para Francisco, me gustaría  terminarlo con este verso: “¿Desayunaste esa mañana?”.

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Argentina, 1952. Publicó, entre otros libros: Noticias de una mujer cualquiera, Contraseña, Música de fagot y piernas de Victoria y Los ojos del pájaro quemado. En 2006 el sello Arlequín editó sus libros Polvo para morder, Sordomuda y Bestias en un hotel de paso, agrupados en un solo volumen bajo el último título citado. Figuran entre sus antologías personales: Marimba, Zona de tolerancia, Servicios de insomnio, Libro del errante, Labios de ramas quebradas y Jadeo del viaje, CD/ selección de poemas en su voz. Su libro Palma Real obtuvo el Premio Casa de América de España en 2008. Otros galardones: Premio Nacional de Poesía Joven de México, Casa de las Américas de Cuba, Internacional «Camaiore» de Italia y Premio Iberoamericano «Ramón López Velarde», México.