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» Homenaje a Francisco: Las llamadas y el frío

1 abril, 2011

Los teléfonos del primero de enero, acostumbrados desde siempre a colapsar las comunicaciones trayendo y llevando los mejores y a veces inverosímiles deseos para el año que empieza,  dejaron de replicar el sonido de las campanas que anuncian llamadas o mensajes cuando un amigo llamó y comunicó con voz entrecortada la inesperada noticia del viaje que Francisco acababa de emprender. A la incredulidad inicial siguieron las preguntas inevitables, y a la falta de respuestas siguió el deseo de estar en otra parte, de no haber respondido esa llamada, de no querer saber. Lo inevitable después -en este mundo de comunicación instantánea que a veces sugiere la peor de las incomunicaciones- fue acudir al cuarto de trabajo, encender la computadora y rastrear la noticia como si uno quisiera contradecir lo que acababa de saber a través de la llamada recibida. La noticia era tan cierta como inevitable, y en la lejanía de esta Granada que Fran compartió con nosotros hace unos meses, sus amigos de acá nos abrazamos en silencio y en silencio compartimos un ron nicaragüense como único homenaje posible en ese día que de repente dejó de ser festivo.

La mejor manera de recordar a un poeta es leerlo, volver a leerlo. Releo días después el libro que el propio Fran me regaló en mi primer viaje a Nicaragua, después de que yo hubiera comprado otro ejemplar de Alguien me ve llorar en un sueño alentado por Daniel Rodríguez Moya y Claribel Alegría. Esa misma noche de febrero de 2009, como digo, llevaba yo el libro sabiendo que Fran estaría con nosotros, y él apareció con un ejemplar que me dedicó y regaló, diciéndome -al ver el mío- que yo lo regalara en Granada a quien  creyera que pudiera interesarle. Ahora, dentro del libro, encuentro las breves notas que tomé en una segunda lectura más reposada, ya de regreso en casa, y que están fechadas en marzo de ese dos mil nueve y que reproduzco a continuación, pues reflejan las sensaciones que la poesía de Francisco Ruiz Udiel me provocaron, sin el apasionamiento que las actuales circunstancias pudieran poner en mis palabras.

Granada, marzo de 2009

     El libro de F. Ruiz Udiel aborda una visión del mundo un tanto pesimista, desgarrada en algunas ocasiones, pero plantea al mismo tiempo preguntas inteligentes, no sólo por la construcción de la imagen con que son enunciadas, sino por su significado. El brevísimo poema dedicado a Víctor Jara duele como la herida que menciona. “Sería una lástima” destila un humor negro que retrata con acidez el ambiente meta-literario que rodea a algunos escritores. “El cuarto bar” me recuerda a algunas de mis mudanzas y a mi poema “La caja de los sueños”, aunque él trata el tema con más humor. “Nada” desmonta en cuatro versos tantas mentiras de la iglesia y de la historia. ¡Fantástico!

Fran conoció estas notas mucho tiempo después, cuando Daniel le hizo llegar un libro mío en uno de sus viajes a la Granada de allá y él me escribió una larga carta contándome qué le había parecido mi poemario, a la que respondí a mi vez con mis comentarios sobre el suyo. Nos volvimos a ver en el Festival de poesía de Granada, en mayo de 2010, al que vino como invitado, y en el que tan buenos momentos disfrutamos. Acompañó a nuestra querida Claribel durante el largo viaje hasta aquí, y hablamos de lo que hablan los amigos al calor de la noche y de las copas: ¡hablamos de la vida!. Supe después de sus proyectos, de sus colaboraciones, de sus “memorias del agua” y de todo lo que ya no podrá ser, salvo su poesía.

Esa primera noche de enero, fría como son las noches granadinas en invierno, supe que este poema escrito hacía poco no podía ser para nadie más que para Francisco, y así será publicado, en su recuerdo.

LAS CUATRO ESTACIONES

A Francisco Ruiz Udiel

Me acuna y adormece
ver florecer un verso.

Se refresca la tarde
si te guarda la sombra
de unos pocos poetas.

Veo caer palabras de los árboles
e intento que al juntarlas
te digan lo que siento.

¿Tú también tienes frío
al final del poema?

     Javier Bozalongo

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Tarragona, España, 1961.
Poeta, residente en Granada (España) desde hace más de veinte años. En esta ciudad publicó sus primeros libros, Líquida nostalgia (2001) y Hasta llegar aquí (Cuadernos del Vigía, 2005). En 2007 obtuvo el Premio Surcos de Poesía por Viaje improbable (Renacimiento, 2008), y en 2009 Visor Libros publicó La casa a oscuras (Accésit del Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma).