hojaderuta-ecardenal-humboldt2-foto

Humboldt: poema inédito

1 febrero, 2013

El próximo 17 de febrero dará inicio en Granada, Nicaragua, el IX Festival Internacional de Poesía 2013, que este año se realiza en homenaje al poeta Ernesto Cardenal, recientemente galardonado con el Premio Reina Sofía 2013. En el marco de ese homenaje, Caratula tiene el honor de presentar el último poema (inédito) de éste gran poeta nicaragüense de dimensión universal, poema dedicado al científico, humanista y explorador alemán, Alexander von Humboldt (1769-1859).


En el jardín del castillo dos niños jugando
            llega un viejito
las dos manos temblorosas en el bastón
“¿Cuando crezcáis seréis soldados?
                 -es Federico el Grande-
con la cabeza él y su hermanito
                        dicen que NO
                  “Yo quiero viajar y ver el mundo”
                  Alejandrito Humboldt de 8 años

Desde un altillo en un cuarto piso
mirando al Sena cerca de Pont Neuf
frente al Hôtel des Monnaies
recuerda la primera llegada a América
                        Cumaná
            nuevos olores y nuevos colores
las inmensas hojas de plátanos y palmeras
            aun las estrellas eran extrañas
más brillantes en el trópico que en Europa
            por primera vez la Cruz del Sur
            en vez de la Estrella Polar
                        También lo feo de América
la primera venta de esclavos
            de 12 a 20 años
la piel negra brillante
sacado el brillo con aceite de coco
                        los dientes blancos
examinados como en el mercado de caballos
            todavía algunos son herrados
pero el domingo bailan toda la noche
            con guitarra monótona
fogatas de fiesta encendidas por los negros
su humo revolotea sobre las palmeras
enrojeciendo la luna
y en el suelo las luciérnagas
                              un cielo estrellado

Ahora en el altillo con vista al Sena
le llegan las noticias de Bolívar
y recuerda a aquel muchacho de 20 años
            melena negra y ojos brillantes
            en el salón de Fanny de Villars
cuando él regreso de América
preguntándole por la independencia
de los países explorados
y él contestó: “La fruta está madura
pero no veo nadie capaz”
                        Al principio le pareció frívolo
nunca pensó que liderara la independencia
pero ese muchacho hizo el milagro

Mirando al Sena desde un altillo
cerca de Pont Neuf
                                   frente al Hôtel des Monnaies
                  recuerda el Orinoco
multitud de caimanes
pegados unos con otros sin socializar
                        lanchitas de vela lentas
                                               remontando el Orinoco
la lluvia poco antes del amanecer
y antes las golondrinas a ras de agua
bandadas de coloridos papagayos
perseguidos por pequeños azores
                        la noche llena de meteoros
                        con estelas fosforescentes
El mundo que había anhelado desde niño
y ahora ya anciano quería volver a ver

La larga piragua con pieles de jaguar
y sus cuadrantes sextantes cronómetros
barómetros grafómetros termómetros
                        y monos y tucanes
Un hombre que amamantaba con sus pechos
el Palo-vaca que da leche como de vaca
            y los otomacos que comen tierra
            grandes bolas de tierra
                        Sabrosas las pirañas
                        y el caimán delicioso
Un banco con espátulas flamencos y garzas
tan apretados que parecen no poderse mover
bandadas de pájaros como nubes negras
capibares chapoteando junto a la lancha
y delfines de agua dulce jugando al costado
            Más allá caimanes dormitando al sol
superpuestas sus colas escamosas
las garzas paseando sobre ellos
                        como si fueran troncos

Todo tranquilo hasta la medianoche
de pronto rugidos de jaguar y puma
y el grito del pecarí y el perezoso
junto con chillidos de hoco y parracua
y el perro corre a meterse bajo las hamacas
un rato de silencio y otra vez el escándalo
“festejan la luna llena” según los indios

El francés que había olvidado su lengua
dejó su patria hacía 40 años
y no sabía de la Revolución Francesa
Y la espantosa cantidad de mosquitos
atraviesa la ropa su trompa como aguja
Se hablaba del Dorado que se creía cerca
                        y la gran ciudad de Manoa
                        y el lugar de las mujeres sin hombres

El río como el Sena en el Louvre
            la noche fresca y serena
            las estrellas tan dulces
miles de insectos de resplandor rojizo
y en el suelo las luciérnagas plateadas
olor a vainilla y festones de bogonias
arriba colinas con palmeras meciéndose
Las mujeres trajeron chicha
y estaban todos borrachos
Pintura roja su único vestido
En el estado en que los encontró Colón
            todas las tribus de mirada triste

El jaguar hembra cerca del campamento
llevando a su cría a beber al río
su cría maullando como un gato
                        los dos lindos monitos
                        pelaje negro azabache
                        en lo alto de un árbol

Toda una tribu desaparecida
su lengua ya nadie la entiende
sólo una lora vieja la quedó hablando

La soledad de las noches sin habitantes
Se hacían más raros los helechos
de lugares umbrosos y penumbras húmedas
y ahora más frecuentes las palmeras
las mariposas grandes más numerosas
            el aullido lastimero de los araguatos
            anunciando tormenta
            su rostro verdeazul
            velludo con poco ángulo facial
            pero mucha humanidad en su mirada

En más de 100 leguas a la redonda
                                                 ningún alma
                        plátano arroz y yuca
                        nuestra única comida
insectos picadores oscurecían el cielo
            pero tan habituado al clima
como si nunca hubiera estado en Europa
            he nacido para el trópico
El Río Negro largo como el Danubio
con piedras verdes contra la fiebre
y las mordeduras de serpientes
comimos pan de casabe y hormigas ahumadas
tres noches casi en vela esperando
que una estrella pasara por el meridiano
            sin sol sin luna sin estrellas
            Paisajes de Ticiano y Poussin
                        Peñascos pelados
con grandes iguanas de gruesas escamas
y lagartijas y salamandras estáticas
cabeza levantada y boca abierta
aspirando el aire con delicia

Un indio de nuestra piragua
dice a través del intérprete
que la carne de momanimoda
es tan sabrosa como la de gente

            Ya casi al fin del Casiquiare
            donde se bifurca el Orinoco
            tras el velo de la niebla
            brillantes estrellas fugaces
orines de las estrellas para los indios
            y el rocío su saliva
A medianoche dijeron los indios
que se oían los rugidos del jaguar
en las copas de los árboles cercanos
            y el can bajo las hamacas

La gran variedad de razas indígenas
            todos libres
                                        autogobernándose
Los caribes pintados de achiote
con tristeza en la mirada
pero fríos y desdeñosos
como gente distinguida de Europa

                        Perdida casi toda esperanza
                        de que lleguen mis cartas

Las picaduras en rostros y manos
sin poder cazar por la pólvora mojada
por la madera mojada sin poder cocinar
peor aún sin poder espantar los jaguares
que rugían a nuestro alrededor

Caimanes semihundidos en el agua
al fondo de las selvas inundadas
            los delfines de agua dulce
            echando chorros de agua

En el Casiquiare tuvo un sueño
imagina allí futuros lectores
extasiados ante populosas urbes
atestadas de mástiles y carruajes
altas chimeneas entre las palmeras
y campos cultivados por hombres libres
donde él sólo vio selvas impenetrables
y tierras inundadas

Ninguna carne más que mono aullador
los indios remando y remando
mosquitos hormigas y avispas
los amos de aquel territorio
el río cada vez más desolado
            5 canoas en un año
                        en un mes ni una persona
            en 200 millas del Casiquiare
            dos seres humanos solamente
y otra vez la visión de un Rin tropical
bulliciosos muelles llenos de mástiles
fábricas ululantes tumultuoso tráfico
                        cruzado de puentes el Casiquiare
                        que une el Orinoco con el Amazonas
                                   lo que no creían en Europa
                                   y ahora él descubrió
pero ahora el sueño se disipa
más avanzan y más opresiva la selva
que pareció un paraíso al comienzo

(El Casiquiare ahora más solitario si cabe
            que en tiempos de Humboldt
los misioneros se han ido y sus indios
            los zancudos igual de grandes
            rugen los mismos jaguares
y es como alguien dijo
 “uno de los sitios más desolados del mundo”)

Volvió a la Europa de la Restauración
el Viejo Orden y las testas coronadas
                        en el altillo que da al Sena
                        tan aislado como en el Orinoco
Peor que los mosquitos del Casiquiare
el despilfarro de sangre y de riqueza
el mundo civilizado caído en despotismo
Francia en vez de República un Imperio
                                               Napoleón lo detesta
                        ya ninguna revolución
y él hablando un lenguaje olvidado
como la lora del Orinoco

Aunque más famoso que él sólo Napoleón
            “El segundo Colón” como le llamaron
            el descubridor científico de América
            no para la opresión sino liberación
                        puso a América en el mapamundi
                        y preparó la independencia
                                   Su amigo Goethe decía
que aprendió de él más que de nadie
            y para Jefferson:
el hombre más sabio que había conocido

Y él tenía gran respeto por Jefferson
                        Jefferson le había hablado
en la Casa Blanca en construcción
de tres grandes repúblicas unidas
la del Norte Brasil y América Española
                        la del Norte seguía unida
                        expandiéndose que daba miedo
                        medio México ya era de ellos
y Brasil unido pero no América Hispana
¿Escogerán la libertad los nuevos países?
            se preguntaba
y Jefferson:
“Las rivalidades traen el despotismo”

La vez que entró en la Casa Blanca
            sin anunciarse
y Jefferson estaba en cuatro patas en el piso
jugando al caballo con sus nietos
El césped de la Casa Blanca todavía potrero
Todo Washington entonces en construcción
                        una ciudad en la frontera
la comida exquisita y sin ningún brindis
                                   Estados Unidos un hermoso sueño
            Su amada república
                        el único país con democracia
Una espina para él la esclavitud
y también para Jefferson
Ambos con la misma fe en el futuro de América
que era el futuro de las artes y ciencias
                        para Schiller y Goethe
Goethe soñaba con el canal interoceánico
                        -descrito por Humboldt-
seguro de su construcción
y lamentando que él ya no lo vería

Para Humboldt la prosperidad de América
era compartir la civilización con los indios
y que no haya la monstruosa desigualdad
Al altillo frente al Sena llegaban las noticias
                        de las glorias de Bolívar
                                   y su colapso
“Lo traté mucho a mi regreso de América”
            dijo Humboldt
“Sólo conocía Venezuela y me pareció iluso
            el iluso era yo”

En el altillo junto al Sena se preguntaba
¿Escogerán la libertad?

Más tarde diría a un visitante
“Usted ha viajado mucho y visto muchas ruinas
                        Aquí está otra”

En las soledades del Casiquiare arriba del Orinoco
                        que comunica con el Amazonas
la visión de barcos cargados de mercancías
que parten a los puertos de todos los océanos
            persiste todavía
Y la América unida de Humboldt y Bolívar aún está por verse.

Comparte en:

(1925-2020), poeta, escritor, escultor y sacerdote nicaragüense nacido en Granada, cuya vasta obra poética ha sido reunida en Poesía completa (Editorial Trotta, Madrid, 2019), ofreciendo “una visión integral de lo humano que no excluye ninguno de sus perfiles: junto al poeta hallamos al historiador, al antropólogo, al místico, al revolucionario”. Cantor de un proceso cósmico evolutivo que converge hacia el amor, Cardenal ha sido una de las voces poéticas más influyentes de Hispanoamérica. Merecedor del Premio de la Paz de los libreros alemanes (1980), del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2009) y del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2012). Su poema Hijos de las estrellas figura en su obra póstuma En el camino de Emaús. Poemas de resurrección (Managua, Anamá Ediciones 2020).