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Imágenes del Caribe

1 octubre, 2012

El Caribe en el imaginario occidental evoca a mulatas, bucaneros, dictadores, guerrilleros, galeones embrujados, daikiris, mojitos, Reggae, Salsa, Cohiba, y para terminar la fiesta un atardecer de aquellos en ese mar de siete colores. Pero al Caribe lo definen y circundan realidades a veces no tan amables: ciclones, terremotos, crisis, invasiones y el dif’ícil camino de la integración cultural.


En el mar de las Antillas,
que también Caribe llaman.

Nicolás Guillén

A través de las imágenes, a través del cine,
creo que los antillanos ganarán
mayor confianza en sí mismos.

Aimé Césaire

La región sufre serios inconvenientes para lograr su unidad; su conformación física e histórica así lo determinan: físicamente hablamos de un archipiélago que se extienden en abanico desde Bahamas hasta la costa venezolana, en un mar que abarca 2.415 km de este a oeste y entre 640 y 1.450 km de norte a sur. Su constitución histórica convierte a la realidad antillana en un complejo yacimiento étnico y cultural. Varias potencias europeas siguieron a España en la conquista.

Durante los siglos XVII y XVIII se instalaron factorías francesas, inglesa, holandesas y en los últimos años de siglo XIX, cuando no, los Estados Unidos, trayendo, todos ellas, sus costumbres, su lengua y sus variantes religiosas. A esto, obviamente, hay que sumarles las naciones aborígenes que lo habitaban antes de la llegada de los españoles como los Caribes, Tainos, Arauacos.

Otro elemento fundamental es la exportación de un ignorado pero gigantesco número de africanos que fueron acarreados como esclavos a la región, trayendo también sus dioses, sus ritos y, en definitiva, su vigorosa cultura que ha generado religiones como la Santería, expresiones musicales, y sus lenguas originarias tienen una fuerte presencia en el creole, lengua que a partir de la deformación del francés y elementos del castellano, holandés e ingles tiende a unificar la región.

A esta variedad de razones que diversificaron la cultura del Caribe se le deben sumar el aporte de dos importantes colectividades: la china y la hindú, con fortísimas presencia, la primera en Cuba y la segunda en Trinidad.

Dadas estas circunstancias, es casi imposible hablar de una cultura Caribe o Antillana; sí, quizás, de algunos elementos en común; aunque estrictamente hablando no haya una literatura que unifique y mucho menos, un cine que distinga ese archipiélago, pero hacia ello se navega.

El guadalupano Christian Lara, uno de los cineastas más importantes de la región, dice “Para que un film sea caribeño el director debe ser del Caribe, el tema y la historia deben ser caribeños, el actor o la actriz protagonistas deben ser de aquí, se debe emplear el creole como idioma, y la unidad de producción igual”. Quizá este sea un buen punto de partida para que emerja del mar Caribe un cine propio.

Con esta categorización se reducen en mucho las producciones netamente caribeñas; incluso la primer película de Christian Lara, Une glace avec deux boules, filmada en Francia, cae en la categoría de negropolitanos, una conjunción que define al cine de negros (caribeños) hecho en las metrópolis,  sea Londres, Paris o Hollywood, como las películas de Willy Rameau, francés de padres martiniqueños.

Si bien resulta difícil definir el cine del Caribe, no lo es cuando se trata de encontrar realizadores, esencialmente caribeños. Euzhan Palcy, de Martinica; Felix de Rooy y Norman de Palm, de Curazao; Perry Henzell, de Jamaica; Jacobo Morales, de Puerto Rico; Raoul Peck y Arnold Antonin de Haití y Agliberto Meléndez dominicano, son sin duda los más importantes.

En esta estructura de isla-nación se destaca obviamente Cuba, que, dada la importancia y cantidad de su producción, merece un tratamiento más exhaustivo: Es importante señalar que apenas transcurridos unos pocos meses del triunfo de la Revolución, después de las leyes de Reforma Agraria, y la constitución de Casa de las Américas, el 24 de marzo de 1959 se crea el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos (ICAIC), que dotaría a los realizadores de una excelente batería de leyes que les permitiría lanzarse a filmar como pocas veces se vio en latinoamericana.

El resto de las naciones no han corrido, en modo alguno, suertes parecidas y la construcción de una cinematografía propia se torna difícil, por momentos imposible.

El cine de Puerto Rico, que por esa extravagante condición de Estado Asociado a los Estados Unidos -recuérdese la invasión a Bahía de Guánica en 1898- uno de los pocos beneficios que conlleva el “arreglo” es la llegada de algunos dineros para producciones locales. Jacobo Morales (1934) es sin duda el nombre clave de esta cinematografía que había empezado en 1910 con Rafael Colorado que rodó varios documentales: El 4 de Julio, Baile de Bomba en Cangrejos, Botadura del Josefina, Labor day y Llegada del Gobernador Colton a Puerto Rico y en 1916 Por la hembra y el gallo, El milagro de la Virgeny Mafia en Puerto Rico. En 1912 se realiza Un Drama en Puerto Rico, la primera película de ficción filmada en la isla. En los años cuarenta Emilio Viguié producirá algunos documentales científicos, incluso mandó fabricar a la Eastman Kodak una película que pudiera captar al mosquito anofeles durante el desove.

Pero el cine boricua encontrará recién en Jacobo Morales a su gran realizador, dramaturgo y actor. Filma su primer largo en Dios los cría, que se convertirá en una pieza de culto, no sólo en su país, ya que se encuentra catalogada entre las veinticinco películas más importantes de la historia del cine latinoamericano. Le sigue Nicolás y los demás (1985) y será Lo que le pasó a Santiago (1990) la película que lo consagre internacionalmente, al resultar nominada al Oscar como mejor película en idioma extranjero, y quedando en segundo lugar después de la producción italiana Cinema Paradiso del italiano Giuseppe Tornatore.

En 1998, Jacobo Morales es convocado junto a otros diez directores entre ellos Fernando Birri, Andrés Marroquín, Juan Carlos Tabio, Edmundo Aray, Julio García Espinosa y María Novaro, por Gabriel García Márquez para realizar Enredando Sombras, donde cada uno filmó un cortometraje en conmemoración de los cien años del Cine Latinoamericano. El capítulo de Morales, Jugando en serio,  vincula a los niños con el cine del futuro. Otra figura que merece recordarse en la cinematografía borinquen es Marcos Zurinaga con Muerte en Granada, (1997)  con E. James Olmos y Andy García, Siempre Estuvimos Aquí (1979) y A Flor De Piel (1992).

En Jamaica Perry Henzell dirige The Harder They Come (1973), la película más exitosa en la historia en su país, sin embargo, la noche de su estreno en Londres resultó un estrepitoso fracaso, al que no asistieron ni siquiera los cronistas cinematográficos. En The Harder They Come, Henzell describe la problemática de la clase negra, simbolizada en la historia de Iván, un joven que llega a Kingston, desde el interior de la isla buscando triunfar como estrella de reggaeThe Harder… ha inspirado a otros films jamaiquinos como Dance Hall Queen Third World Cop y el extraño film de Gary Altidos The Lucnatic.

En Guadalupe, Chistian Lara, periodista, actor y director de teatro, que logra su máxima realización cinematográfica con Azúcar amarga (1997), su más importante realización, que refiere a uno de los grandes temas de la región: la esclavitud. En 1802, l’épopée guadeloupéenne.(2003) Lara repasa la expedición de mariscal Antoine Richepance, enviado a la isla, por la metrópoli, para terminar el movimiento independentista. Otro guadalupano, Alejandro Gamero, se destaca con El Botuto en 1992.

La martiniqueña Euzhan Palcy (1958) rueda su primer film La Calle de las cabañas negras (1983) basado en la novela Shack Alley (1953) de José Sobel, cuyo guión lo trabajó nada menos que junto a François Truffaut. Este film narra la vida en las plantaciones cañeras de Martinica de los años 30 y le va a proporcionar a su directora más de 14 premios internacionales, incluyendo el León de Plata en Venecia. Le seguirán Una árida estación blanca (1989) con Marlon Brando, inspirado también en una novela, esta vez, de André Brink. Comment vont les enfants (1990) Simeon (1992) Aime Cesaire, una voz para historia (1995) y las producciones para televisión Ruby Bridges (1998) y The Killing Yard (2001) son el resto de su trabajos. Euzhan es la primera directora negra en ser llamada por Hollywood para trabajar en la industria. También de Martinica es Guy Deslauriers quien filmó en 1995 The Exile Of King Behanzin.

El cine en Santo Domingo se inaugura en 1915 con el español Rafael Colorado, al que ya hemos visto en Puerto Rico con Excursión de José de Diego en Santo Domingo. El primer film sonoro dominicano fue un noticiero sobre la inauguración de Ciudad Trujillo en 1930. Otro de los pioneros, Francisco Arturo Palau, en 1922 rueda La Leyenda de Nuestra Señora de Altagracia.

La Silla (1963) de Franklin Domínguez, será la primera película hecha enteramente en la República Dominicana y que se atreverá a analizar la dictadura de Trujillo. Agliberto Meléndez,  quizá el más destacado entre los realizadores dominicanos filma Un pasaje de ida (1984), su realización más importante, inspirada en el trágico suceso que involucró a la nave Regina Express en la que perdieron la vida, ahogados en su tanque de lastre más de una veintena de polizones dominicanos.

Dominicano, controversial y documentalista, René Fortunato estrena en 1988 Abril: La Trinchera del Honor (1988), donde se cuenta la rebelión militar encabezada por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deño y la posterior intervención militar norteamericana en Santo Domingo en abril de 1965, realizado con imágenes y sonidos de la época y ganador del Premio Pitírre al mejor documental de la región del Caribe en el II Festival de Cine San Juan, en octubre de 1990.  El Poder del Jefe (1991) también de Fortunato presenta las causas que permitieron el surgimiento de la dictadura de Trujillo, y fue construido empleando material de archivo desde 1916 a 1937. Fortunato es uno de los pocos cineastas caribeños que exploran el documental, junto a la haitiana Christiane Succab-Goldman Cuentos de ciclones (1991). El 16 de septiembre de 1989, Guadalupe fue azotada por el ciclón Hugo, uno de los más violentos de la historia de las Antillas. La cámara trabajará sobre los rastros que ha dejado Hugo en la memoria y el imaginario de los habitantes. Charles Najman, otro documentalista haitiano rodó  Las visiones de la Señora Nerval (1999) hablada en creole. La Señora Nerval, es una curandera vudú,  un trabajo sobre lo fantástico y lo concreto.

Entre las últimas producciones dominicanas podemos mencionar  La Cárcel de La Victoria,.. el cuarto hombre (2004) de José Enrique Pintor, un film sobre este sombrío penal y el de la realizadora Leticia Tonos Hija Natural (2011) sobre el problema de los hijos no reconocidos.

Trinidad Tobago presenta algunos cortos de disímiles facturas como Musique De La Rue, (1995) y Atiba Williams: Pan Prodige, (1999) Christopher Laird y Bruce Paddington And The Dish Ran Away With The Spoon, (1993) Bruce Paddington.

El cine haitiano tiene como máximos representantes,  sin duda por su presencia internacional en la región y el continente a Raoul Peck (1953). Educado en el Congo y Francia ha desarrollado una gran carrera; algunos de sus films son Haití arrinconada (1987-1988), Hombre en la orilla (1993)Lumumba – muerte de un profeta (1991), Desounen – diálogo con la muerte (1994), Haití – silencio de los perros (1994), Lumumba  (2000), y el prolífico Arnold Antonin Duvalier accusé (1974), Duvalier condamné (1975). Ayiti, men chimen Libète, Le chemin de la Liberté (1975), Le Manioc  est la vie de Maréchal (1988): Port-au-Prince, la 3ème Guerre Mondiale a déjà eu lieu (1993), Courage de Femme (2000), Piwouli et le Zenglendo (2002), Jeunes, sexualité et Sida: trois capsules de 2 min (2003), Souvenance, Communauté dahoméenne du Vaudou (2003). Quizá el más interesante de los films de este último, Un Tonton Macoute peut-il être un poète? (1981) sirvió para romper el silencio sobre la compleja realidad en tiempos de los Duvalier, planteando distintos temas que motivan el debate sobre la cultura latinoamericana. Intervienen en el film importantes intelectuales, entre ellos el venezolano Luis Brito García, Julio Cortázar, el peruano Manuel Scorza y el haitiano René Audain.

Y en esta enumeración ligera,  nos resta nombrar en Curazao al artista plástico Felix de Rooy, que junto a Norman de Palm como director y productor, ha realizado filmes importantes como Desiree Almacita de Desolato, Ava y Gabriel.

El cine caribeño es todavía un proceso de búsqueda y definición. Muchos de los países de la región alcanzaron su independencia en los años ochenta, y todavía falta un largo trecho para la ansiada unidad cultural; como dijo uno de los más grandes poetas que ha dado América, el martiniqués Aimé Césaire “El antillano es un ser humano privado de su propio ser, de su historia, de sus tradiciones, de sus creencias. Es un ser abandonado en una cáscara de nuez. Creo que el tipo de filmes extranjeros que hemos visto ha contribuido grandemente a crear este estado de cosas.

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Buenos Aires, Argentina, 1955.
Escritor, periodista y crítico de cine, especializado en problemáticas (violencia social, política, migraciones, narcotráfico) y cultura latinoamericana (cine, literatura y plástica).

Ejerce la crítica cinematográfica en diferentes medios de Argentina, Latinoamérica y Europa. Ha colaborado con diversas publicaciones, radios y revistas digitales, comoArchipiélago (México), A Plena Voz(Venezuela), Rampa (Colombia),Zoom (Argentina), Le Jouet Enragé (Francia), Ziehender Stern(Austria), Rayentru (Chile), el programa Condenados al éxito en Radio Corporativa de Buenos Aires, la publicaciónCírculo (EE.UU.) y oLateinamerikanisches Kulturmagazin (Austria).

Realiza y coordina talleres literarios y seminarios. Es responsable de la programación del ciclo de cine latinoamericano "Latinoamericano en el centro" , uno de los más importantes del país, que se realiza en el Centro Cultural de la Cooperación de Buenos Aires.

Ha publicado la colección de cuentos El Guerrero y el Espejo(1990), la novela Señal de Ausencia(1993) y La guerra de la sed (2009),con prólogo de Sergio Ramírez.

Es colaborador de la sección de "Cine" de Carátula.