vitrina-lvazquez

La imaginacion liberada. Lourdes Vázquez

1 diciembre, 2011

La obra literaria más interesante suele ser aquella que suscita en el lector una sensación de  extrañeza. Tal sucede en el puñado de relatos que componen el libro La mujer, el pan y el pordiosero (México: Eón, 2010), de Lourdes Vázquez. En estos la experiencia sufre un proceso de destilación a través de la memoria; la realidad se reorganiza de manera inaudita, adquiriendo el filo inquietante de la poética neofantástica. La voz narradora se convierte en demiurgo y el proceso creativo se torna inverso: la ficción no hunde sus raíces en la realidad. Más bien la literatura funda la realidad, un universo donde el milagro es posible, liberado de todas las trabas de la física. Así, hay momentos como en “El turismo apacible” que la prosa alcanza su cima y adquiere vida autónoma, sometiendo lo referencial a sus leyes; la convierte en materia dúctil que concreta el mundo a través del poder de las palabras. Por eso hay textos paralelos, cartas, grabaciones magnetofónicas, fragmentos de narraciones escritas por los personajes, que irrumpen y se imponen como buscando quebrar el monopolio de la voz narradora. Todo parece tener vida propia, negando el reino de la racionalidad.

Barcelona, Nueva York, Florida son lugares donde las escenas surgen como hongos alucinógenos; se arman y desarman y parecen piezas autónomas de un collage que se ilumina de vez en cuando con las luces de un proyector. Pero siempre como trasfondo están las islas del Caribe con su belleza equívoca y sus pequeños infiernos, ya sea el Haití pesadillesco o Puerto Rico la isla natal.  Cada secuencia puede tener fisuras que develan otra dimensión, otros paraísos, como indica el epígrafe de Slajov Zizek que abre las compuertas del microcosmos de este libro. Los personajes de Lourdes Vázquez habitan en un ámbito propio, rodeados de su soledad donde las palabras parecen signos inútiles, fuegos artificiales, que intentan una comunicación no siempre efectiva. Al final hay algo amenazante, al acecho, como los cocodrilos, dioses insomnes en “Feeding Habits”, que el lector percibe entre el escalofrío y la sorpresa. Igual  que en los cuadros de Edward Hopper,  a quien se menciona en “Acertijos”, los personajes de Lourdes Vázquez son seres que moran junto a las ventanas, mirando una vida que se les escapa; mujeres desnudas y perplejas en medio  de dormitorios inhóspitos. O pueden haber llegado de una tela festiva de Bruegel el Viejo. El texto mismo es una habitación inmensa que el impulso comunicativo va poblando de objetos abigarrados de arte deco o modernista; de tiendas, hoteles, salones de bellezas, cuadros… Es una realidad gobernada por el absurdo, y guardada por ángeles con corazón de  caucho. En los trece relatos la expresión “multicultural” adquiere sentido pleno.

En fin, este es un libro para aquellos que aún puedan recordar que el sueño de la razón produce monstruos si no está gobernado por la lucidez imaginativa: en este caso, de Lourdes Vázquez. 

*Miguel Aníbal Perdomo(RD). Ph.D CUNY. Poeta y teórico. Obtuvo la beca Fullbright  y el Premio Nacional de Poesía. Trabajó como columnista en los espacios La Noticia, Isla Abierta y Hoy. Hoy día se desempeña como profesor en CUNY-Queens College.  

Comparte en: