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La imaginación posible (Entrevista con Gioconda Belli)

1 octubre, 2010

En El País de las Mujeres sus protagonistas logran cambiar la naturaleza del poder y eso es lo que les permite llevar a cabo un gobierno con un enfoque integral que rompe la separación entre lo público y lo privado.


De las diversas sensaciones que me provocó la lectura del País de las Mujeres, la que permanece con más claridad en mi mente es la ingeniosa posibilidad de que varias de las ideas concebidas y ejecutadas por las protagonistas tienen una aplicación práctica en el ámbito de algunas de nuestras comunidades, como los concursos de salubridad en los barrios y la incorporación de clases de maternidad, para hombres y mujeres, en algunos centros educativos, entre otras ideas todavía más audaces.

La capacidad persuasiva de estas ideas consiste en la realización literaria de lo que muchas mujeres, a lo largo y ancho de América Latina y el mundo, han pensado necesario alcanzar: el poder político. Y aunque esto todavía no acontece en nuestra realidad, sí sucede en esa otra realidad que es la imaginación, sí sucede en El País de las Mujeres. Una vez que leemos los planteamientos y observamos las prácticas del PIE (Partido de la Izquierda Erótica) en el poder, sentimos que sus propuestas son factibles.

A partir de estas impresiones surgen algunas inquietudes acerca de la concepción y el argumento de la novela que Gioconda Belli nos responde en la siguiente entrevista.

¿Cuándo vislumbró que es posible y necesario que un Gobierno sólo de mujeres tome el poder para resolver los problemas más urgentes de la administración pública en un país latinoamericano?

Debo aclarar que lo que vislumbré no fue sólo un gobierno de mujeres, sino el  gobierno de unas mujeres muy particulares, las del PIE, cuya característica especial es que se proponen aplicar la sabiduría y experiencia femenina al ejercicio del poder.

La novela propone que el poder, como ha sido ejercido por los hombres, no ha logrado resolver los problemas que la gente encuentra en su vida cotidiana y que determinan el grado de felicidad de las personas. En El País de las Mujeres, sus protagonistas logran cambiar la naturaleza del poder y eso es lo que les permite llevar a cabo un gobierno con un enfoque integral que rompe la separación entre lo público y lo privado.

La novela propone que un poder distinto cambiaría los énfasis del modo de gobernar para permitir que tanto mujeres como hombres participaran tanto en la vida del hogar y la crianza de los hijos, como en el mundo del trabajo y de las decisiones políticas. Así la sociedad aprovecharía el potencial de las mujeres, y la vida del hogar y los hijos contarían con una mayor participación de los hombres. Un mundo mucho más equilibrado en realidad, con una división del trabajo más justa y más feliz.

¿Cree usted que las mujeres están exentas de los vicios que practican los hombres en el poder político?

No creo que se puedan hacer generalizaciones de este tipo. Uno no es más o menos bueno dependiendo del género. Lo que yo planteo es que la mujer, por su experiencia vital, podría aplicar saberes como la empatía, el cuido, la conciliación que practica en la familia a un tipo de gobierno que convirtiera estos aspectos en ejes centrales de su política.

¿Cuál fue el mayor problema que tuvo, y cómo lo resolvió, en la elaboración argumental de las condiciones para que el PIE (Partido de la Izquierda Erótica) alcanzara el poder en su ficción?

Resolví el problema de la resistencia de los hombres haciendo que se les bajaran los niveles de testosterona y como era de suponer que se darían conflictos, partí de que habría un atentado contra la presidenta. También, al hacer a Viviana Sansón un personaje “famoso” por su programa de TV le suministré al personaje el perfil que le permitió captar la simpatía de las mujeres que votaron por ella y lanzarse a la palestra política no desde el anonimato, sino desde una posición visible dentro de la sociedad.

Cree usted que es posible que la realidad se atreva a imitar a El País de las Mujeres, ¿por qué?

Bueno, mirá, la realidad nos ha dado sorpresas terribles: la bomba atómica, por ejemplo. ¿Quién iba a creer que la humanidad crearía una capacidad de destrucción semejante? O el apartheid, en el caso de Sudáfrica. ¿Cómo no creer entonces en algo bueno, en que el poder podría feminizarse y ser más igualitario y proponer un mundo más equilibrado donde tanto hombres como mujeres pudiesen realizar plenamente su potencial, tanto profesional como personal? Hay que soñar y lo que hace la ficción al proponer realidades utópicas es hacer que esas realidades empiecen a existir como posibilidad en la mente de quienes pueden llegar a hacerlas realidad. Yo espero que muchas mujeres se contagien de esas ideas y se unan al PIE, visitando nuestra página web: www.partidoizquierdaerotica.com y leyendo El País de las Mujeres.

» Leer adelanto de El País de las mujeres.

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Masaya, Nicaragua, 1978.
Poeta, ensayista y periodista. Ha publicado en las revistas El hilo azul (Nicaragua) e Hispamérica (Estados Unidos), y en las antologías Retrato de poeta con joven errante (2005), Poetas, pequeños Dioses (2006), Cruce de poesía (2006) y en La Nación Generosa: 111 rutas al lado del mar (2015), antología de poesía hispanoamericana, publicada por la revista española La Galla Ciencia. También ha publicado en Babelia, suplemento cultural de El País. Colabora para Carátula, revista cultural centroamericana. Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas (UNAN-Managua).