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La revolución perdida, de Ernesto Cardenal

1 junio, 2011

El registro de los acontecimientos durante la revolución nicaragüense desde la perspectiva del poeta, ahora narrador Ernesto Cardenal, es la memoria de una acción, por demás épica y aleccionadora en la historia americana moderna. Más allá de los resultados y las consecuencias que se han generado, el poeta de los Salmos, del Canto Cósmico, de los Epigramas, del Estrecho dudoso, de la Hora 0, del Evangelio en Solentiname, entre otros enormes poemas, no quiso quedarse sin contarlos y los refiere en este libro titulado La Revolución Perdida. Corea Torres emprende un breve escudriñamiento de sus palabras en el contenido, después de una detenida lectura y araña, en cierta medida, trazos de esta historia que aún se continúa desarrollando en una Nicaragua con las heridas abiertas ante la vista del poeta mayor Ernesto Cardenal.


Nada está perdido si se tiene el valor
de declarar que todo está perdido y que
hay que comenzar de nuevo.

Julio Cortázar

El poeta Ernesto Cardenal, es una voz moralmente autorizada para narrar, desde su perspectiva, los acontecimientos involucrados en la lucha sandinista de la Nicaragua de 1979. Su libro La Revolución Perdida registra esos hechos con sobrada autenticidad porque él, siendo uno de sus protagonistas, la trabajó, la cuidó y ayudó a realizarse.

Un decir reconocido por propios y extraños, el de Cardenal enriquece este tramo de la historia latinoamericana encapsulada en las décadas de los setentas y ochentas, cuyo desarrollo ejerció influjos en el mundo entero, y sus consecuencias dejaron abiertas las ventanas por donde pudieron observarse las atrocidades, latrocinios, y verdaderos actos de terrorismo de estado a los cuales acuden las potencias económicas en el afán de demostrar su hegemonía. No tenemos reticencia alguna en aceptar la veracidad de los relatos de Ernesto, por cuanto atendemos al entendido que obedece y hace honor a su vocación de sacerdote y de revolucionario.

Luce López Barralt, doctora en literatura romántica por la Universidad de Harvard, y por la Universidad Complutense de Madrid, además profesora de Español y Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico, le ha dicho a Ernesto después de la lectura de La Revolución Perdida: “Has relatado estos momentos históricos de tu país con gran dramatismo y a la vez con gran ternura y candor”. Y son estas dos últimas calificaciones las que siento más precisas cuando trato de valorizar el libro. Ternura, por cuanto todo el fenómeno revolucionario es tratado por Ernesto con su característica esperanza e idealismo, como aguardando que la utopía fructifique, aún en terrenos extremadamente escabrosos y pese a las distintas aristas de que está conformado el oscuro poliedro de la naturaleza humana. Ingenuidad, por aquello de aguardar como algo cierto, casi acto de fe, lo que sucederá en el contexto del alma de los afectados, es decir, la tierra prometida, el cambio por el que se luchó hasta la muerte, y ese generalizado sentimiento a lo largo de todo el volumen campea sin transigencias en lo que Cardenal expresa.

Para quienes desconocíamos detalles íntimos de los avatares de la Revolución Sandinista, La Revolución Perdida, como testimonio vivencial de primera mano, engrosa las anécdotas que, a lo lejos, permiten tentar nuevamente, la textura de los esfuerzos solidarios y las posibilidades manifiestas en todos los actos heroicos de los muchachos de esa generación, a la que le tocó experimentar, y no sobra decirlo, una de las acciones de mayor envergadura que pudiese tener un individuo: la de acceder a un estadio de conciencia por él mismo construido, aún a sabiendas que el costo de sus decisiones le podían llevar a la pérdida de su juventud, en muchos casos su infancia, y hasta la desaparición física.

La memoria de Ernesto Cardenal en La Revolución Perdida, ayuda en todo caso, a reivindicar estos actos, pero también a replantear las líneas de nuestros pensamientos, esta revolución en tierra nicaragüense no está tan lejos en el tiempo, y pareciera que sus frutos de algún modo fueron infectados por la putrefacción generada desde el poder omnímodo de la yankesía reaganiana, por intermedio de la CIA y sus ejecutores, los mercenarios de la contrarrevolución, pero por otra parte hubo en esa siembra de minas en el territorio fértil de la post revolución, un andamiaje construido desde adentro por una burguesía local, que coadyuvó en gran medida a aprovecharse del hartazgo de la población hacia la carestía, a la pérdida de vidas y a la falta de oportunidades, elementos tales magnificados y mantenidos como arma por el cerco criminal que el gobierno gringo impuso a rajatabla al gobierno sandinista.

En cualquier sentido La Revolución Perdida contribuye a rememorar, a recuperar valores confundidos en tanta desinformación sembrada alrededor del movimiento, da cuenta de una cantidad de héroes anónimos que sólo avistados por una mirada desprovista de egoísmo podría darse y Cardenal les rinde sentido homenaje al ocuparse de ellos, puesto que ellos fueron, en gran parte, importantes piezas en la consecución del triunfo.

Por un momento el libro podría prestarse a interpretaciones equivocadas, como en mi caso, que de inicio me planteé expectativas prejuiciadas antes de terminar la lectura, pensé encontrar sesudas explicaciones que justificaran, o acaso, analizaran críticamente las causas de la pérdida, para descubrir después, en un rato a solas, rumiando el relato en una suerte de iluminación de la conciencia, que sencillamente La Revolución Perdida, era ni más ni menos que la historia de las interioridades y génesis, sin aliños de profundas y enmascaradas reflexiones, exenta de ditirambos psicológicos y filosóficos del movimiento popular, cuya vanguardia estuvo representada en el Frente Sandinista de Liberación Nacional, que destronó una de las tiranías más nefastas que se tenga memoria.
Ernesto Cardenal, una de las glorias de la poesía en lengua española, ahora devenido en narrador aquí en esta saga, da el justo colofón a sus memorias iniciadas desde Vidas Perdidas, pasando por Los años de Granada e Ínsulas Extrañas para terminar con La Revolución Perdida, en donde desemboca, con la ternura que ya aludimos, en el repaso sobre la verificación honesta del accionar de tantos protagonistas, para bien o para mal, que confluyeron en el movimiento.

Los personajes retratados han sido cuidados de la manera que sólo un creador puede hacer, con generosidad, sin resabios ponzoñosos, mostrando las características y valores por los que han sido objeto de la atención focalizada del autor, considerado en su tiempo y desde siempre, baluarte y paradigma del proceso, al igual que otros de su misma estirpe, mencionados en el transcurso de la narración. Libro digno, La Revolución Perdida contiene detalles de los andares y vicisitudes de escritores e intelectuales nicaragüenses mientras recolectaban fondos para su empecinada lucha contra el régimen dictatorial somociano, la incansable lucha de la iglesia de los pobres en la innovadora teología de la liberación, con el episodio tristísimo del regaño infringido por al Papa a Ernesto, dizque por estar al servicio de una agrupación –por muy revolucionaria que se considerase- fuera de la ley, el trasiego de armas y víveres, la recepción de los amigos en Solentiname, las distintas conversiones de jóvenes provenientes del burguesato criollo, la lucha denodada en el programa sin par de la alfabetización, que llegó prácticamente al 100 por ciento, la indomable decisión de sus mujeres y otras batallas libradas al amparo de una mística y vocación libertaria de quienes ahora son auténticos referentes, libro y memoria de dicho espacio histórico, con una prosa impregnada de la poética cardenalicia, fluida, sencilla, dándole importancia al anecdotario, a las percepciones y sensaciones personales sin detrimento alguno al fruto del relato, que a fin de cuentas parece ser la intención: emprender la historia tal como la vio y la sintió.

Solentiname, isla situada en un archipiélago del Gran Lago de Granada, lugar ya mítico de la literatura (al igual que los Macondos, Comalas, Santa María…), visitado por Cortázar, García Márquez, Galeano entre algunos escritores importantes de América, amigos de la Revolución, también aparece en el libro como otro personaje de la saga, con su carga de fascinación y esperanza, pero además con el dibujo de los tintes trágicos originados en la familias al integrarse a la lucha.

La Revolución Perdida, de Ernesto Cardenal, es entonces la sentida referencia de un poeta y revolucionario acerca de los hechos y circunstancias que lo rodearon, en tanto daba lo mejor de sí para embarcarse en el vuelo de la utopía libertaria, con el agregado de poseer en sus entrañas, las inigualables voluntades femeninas, verticalidades estudiantiles, la innegable templanza campesina, el oscuro sentido del deber militar para con el tirano, concienzudas decisiones empresariales, profundidades del intelecto, dudas eclesiásticas, innovadoras y arriesgadas posiciones políticas, pero más alto aún, el valor profundo de las madres de la Revolución y los distintos desmembramientos familiares.

¿Qué sigue siendo la Revolución Sandinista en Nicaragua y sus repercusiones? me parece una historia que aún continúa desarrollándose, aunque claro, este libro representa con todo y las posiciones y obsesiones del autor, un verdadero testimonio de lo que puede realizar el hombre cuando es solidario y lucha por el bienestar de la humanidad.

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Chichigalpa, Nicaragua, 1953.
Poeta, escritor, crítico literario. Reside en Puebla, México, donde estudió Ing. Química (BUAP). Mediador de Lectura por la UAM y el Programa Nacional Salas de Lectura. Fue editor y colaborador sección de Crítica, de www.caratula.net. Es Mediador de la Sala de Lectura Germán List Arzubide. Ha publicado: Reconocer la lumbre (Poesía, 2023. Sec. de Cultura, Puebla). Ámbar: Espejo del instante (Poesía, 2020. 3 poetas. Ed. 7 días. Goyenario Azul (Narrativa, 2015, Managua, Nic.). ahora que ha llovido (Poesía, 2009. Centro Nicaragüense de Escritores CNE y Asociación Noruega de Escritores ANE). Miscelánea erótica (Poesía colectiva 2007, BUAP). Fue autor de la columna Libros de la revista MOMENTO en Puebla (1997- 2015).