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La «ruptura» de Roque Dalton con Casa de las Américas. ¿Una carta falsamente olvidada?

1 octubre, 2011

En el no. 44 (1 de febrero al 15 de marzo de 2003) de la revista colombiana “El malpensante” (www.elmalpensante.com), el escritor y editor salvadoreño Miguel Huezo Mixco difundió una extensa carta de Roque Dalton, en la que ese autor y revolucionario tomaría distancia de los postulados de la revolución cubana y, más específicamente, de Casa de las Américas, ante la que presentaría su renuncia como trabajador e integrante. Ocho años después, el también escritor salvadoreño Dr. Luis Alvarenga aborda aquella carta y la revisa a la luz de otros datos biográficos y de un contexto político cubano matizado. Este texto es el resultado de ese “diálogo” remoto entre dos posturas y dos visiones acerca de un mismo autor y una misiva.


En los archivos documentales de Roque Dalton que están al cuidado del Museo de la Palabra y la Imagen de El Salvador está una carta fechada en La Habana el 7 de agosto de 1970 y dirigida a los “compañeros de la Dirección del Partido Comunista de Cuba”. En ella, el autor habla de una serie de acontecimientos que constituirían el fondo real de su renuncia al Comité de Colaboración de la revista cultural cubana, desmintiendo otra carta dirigida con anterioridad al director de la publicación, el poeta Roberto Fernández Retamar, en la cual Dalton reitera su renuncia en buenos términos.

En la carta se dice que una serie de hechos orilló al poeta salvadoreño a renunciar del Comité de la revista, llegando a episodios sumamente tensos a nivel personal entre Dalton, Retamar y Mario Benedetti —sobre todo con el primero— y que “estas ocurrencias en el interior del Consejo de Dirección de Casa de las Américas andan de boca en boca en los famosos medios culturales de La Habana”.1 Si nos atenemos a esta última afirmación, se habría tratado de un escándalo público.

Sin embargo, tenemos razones para sospechar de algo que parece arrojar evidencias tan palmarias acerca de la supuesta ruptura de Dalton con Casa de las Américas y en particular, con Fernández Retamar. Una serie de elementos complican la interpretación de esta carta, ya de suyo inquietante.

El texto y el contexto

La carta consta de diecisiete folios mecanografiados y calzados con el nombre de Roque Dalton. Sin embargo, en esta carta, al contrario de otra que envió a Fernández Retamar, en la cual renuncia oficialmente al Comité de Colaboración de la revista, que fue publicada con una reproducción facsimilar en el número 200 de Casa de las Américas, aparece el nombre del poeta, pero no está firmada por el mismo. En rigor, podríamos hablar de la carta como un documento atribuido a Roque Dalton, quedando, por tanto, un margen de duda sobre su autoría. Por supuesto que el hecho de que el documento figure en el archivo del poeta salvadoreño subsana este escollo. Pero plantea otros.

Si bien no se puede poner en duda la existencia de la carta, sí se puede cuestionar su destinatario real. Si lo que motivó la renuncia del poeta fue un problema interno de la institución, ¿por qué razón habría de enviar una misiva nada menos que al CC del Partido Comunista de Cuba? ¿No parece una reacción exagerada, por mucho que el asunto “anduviera de boca en boca en los medios culturales habaneros”? ¿No habría bastado con una carta dirigida a Haydée Santamaría, la cual aparece como exenta de las complicaciones descritas en el texto? ¿No será que el destinatario efectivo de la misiva sería otro y no el CC del Partido Comunista de Cuba?

Hay un contexto biográfico que no podemos pasar por alto. En 1970 Dalton ha renunciado a su militancia de años en el PCS y está incorporándose a la lucha armada en El Salvador. Tiene, por lo tanto, un problema práctico bastante grande. ¿Cómo pasar a la clandestinidad tras haber sido una figura pública en los medios culturales cubanos? ¿Cómo salir de escena tras haber ganado un premio internacional y tras años de formar parte del Comité de Colaboración de Casa de las Américas, lo cual le otorgaba una visibilidad internacional, siendo un personaje ampliamente conocido por los artistas extranjeros que visitaban La Habana?

Un paso lógico era dejar la institución que en buena medida le posibilitó dedicarse profesionalmente a la literatura. Sin pasar abruptamente a la sombra, porque eso también podría resultar sospechoso, Dalton baja su perfil público como escritor y sus publicaciones en revistas cubanas o de otros países son menos frecuentes que en el pasado y tocan, ante todo, temas políticos. Su paradero se vuelve enigmático. Se dice que está en Vietnam o en Corea del Norte, o que simplemente está preparándose para la lucha clandestina en algún lugar de Cuba.

Meses después del supuesto encontronazo con Retamar y Benedetti, Casa de las Américas publica su libro ¿Revolución en la revolución? y la crítica de derecha. En 1973, la revista Casa publica su artículo “El Salvador: represión fascista contra el pueblo y la cultura nacional”. ¿Cómo se explica esto, si los supuestos hechos alcanzaron proporciones públicas y habría un aire de sospecha con relación a las cualidades revolucionarias de Dalton?

Podría decirse: esto se debió al dogmatismo cultural, al Quinquenio Gris que ya venía perfilándose, etc. Aparte de colocarnos en una situación que no queremos —la de ver con microscopio los defectos de la experiencia cubana y obviar que hay y ha habido un constante debate sobre el Quinquenio Gris y otros temas espinosos—, esto revela una visión muy simplista del asunto, aparte de toparse con que Roque Dalton dista de ser recordado en Cuba como sospechoso o “disidente”, palabra, por cierto, muy mal vista por ciertas connotaciones monetarias que posee. Al contrario: a Dalton se le conoce ampliamente en Cuba y se le asocia inmediatamente con Casa de las Américas, institución que, durante el llamado Quinquenio Gris, fue una de las abanderadas de posturas antidogmáticas contra aquellos que pretendieron implementar esquemas de dirigismo cultural.

Un lugar para una carta

¿Dónde queda, entonces, la carta que nos ocupa? En un lugar muy útil para quien busque pasar a la clandestinidad. La carta explicaría contundentemente por qué alguien abandona una situación beneficiosa en una institución que le da proyección continental, dando lugar a especular, incluso, que su supuesto autor habría perdido no solamente la confianza de los responsables de Casa de las Américas, sino también del entorno político e intelectual cubano, obligándolo, prácticamente, a un retorno desesperado a El Salvador, en el seno del grupo guerrillero que terminaría asesinándolo.

Esto, como me lo hacía ver el poeta Iván Castro, se asemeja mucho al contexto en el cual el Che deja sus cargos públicos y pasa a la clandestinidad para abrir frentes guerrilleros en África y posteriormente en Bolivia. Hay un período nebuloso en el cual se sueltan las más variadas conjeturas, incluyendo la de una supuesta ruptura con Fidel Castro, conjeturas que, por lo demás, eran beneficiosas para el clandestinaje del otrora Ministro de Industrias del gobierno cubano. Más similitudes: se llegó a rumorar que fue por esta ruptura, que el Che se habría ido a pelear a Bolivia.

La carta aparece, entonces, como una cortina de humo que podría emplearse para distraer la atención de lo que Roque andaba haciendo realmente. No andaba poniéndose en pleitos con nadie, sino, como también hay abundante documentación sobre esto, preparándose para integrarse a la guerrilla en El Salvador, para lo cual viajó a Chile y a Corea del Norte. Si Dalton era ya un sospechoso, ¿cómo podría haber hecho estos viajes teniendo como base de operaciones La Habana? No olvidemos, incluso, que uno de los cargos que le imputaron sus asesinos del ERP, fue que el poeta era un agente cubano enviado por Fidel Castro a infiltrar el movimiento guerrillero. Cosa absurda, pero que igualmente evidencia que Roque no se fue de Cuba en malos términos.

No hay constancia, hasta donde he podido investigarlo, de que los supuestos hechos narrados en la carta se hayan dado efectivamente, ni mucho menos que hubieran llegado a cobrar un carácter público, lo cual fácilmente hubiera sido aprovechado para desprestigiar a Cuba. ¿Quién, entre las voces rivales de la revolución cubana, no hubiera despreciado ese bocado que, prácticamente, se les estaba sirviendo en-bandeja-de-plata?
Esto no niega que Dalton efectivamente sí discutió, sí discrepó, sí tuvo diferencias y conflictos con posturas que iban encaminadas a pretender copiar el realismo socialista (cosa que, al fin y al cabo, no se dio en Cuba) o con posturas de dirigismo político, e incluso en situaciones como las represalias con Heberto Padilla, cosa que podría haberle costado no solamente su puesto en Casa de las Américas, sino su desprestigio como intelectual revolucionario por parte de sectores dogmáticos. De esto último sí hay documentación. Léase, por ejemplo, el libro de memorias de Lisandro Otero, Llover sobre mojado y la carta dirigida a Claribel Alegría reproducida en el número 89 de la revista Cultura de El Salvador.

Conclusión

Vayámonos a la segunda mitad de 1975, cuando ha ocurrido el asesinato de Roque Dalton. Inmediatamente después de mayo, corrían noticias extrañas: que el poeta había sido ejecutado por sus propios compañeros de armas. Es interesante traer a cuenta cómo manejó Casa de las Américas estas noticias en su revista.

Cuando la noticia era incierta y el inquietante rumor de la ejecución del poeta corría casi a la par del no menos enemigo rumor de que éste era un infiltrado de la CIA, apareció la siguiente nota en Casa de las Américas:

«Al empezar a imprimirse este número […], distintas agencias de prensa están trasmitiendo la noticia de la muerte en su patria, en condiciones no aclaradas, de nuestro compañero Roque Dalton. Confiamos en que esta noticia sea falsa, y nos sea dable seguir contando por mucho tiempo con su magnífica presencia creadora. Pero si fuera cierta, el haber conocido íntimamente y durante largos años a Roque Dalton, autor de una obra combativa, brillante y hermosa, nos permite asegurar que hasta el final tiene que haber sido fiel a su vida: una vida al servicio de la Revolución, al servicio de los pueblos de América, que él defendió y expresó sin cansancio.»2

Meses después, cuando la dirigencia del ERP emitió un comunicado admitiendo la autoría del crimen y justificándolo al acusar a Dalton de ser un agente de los servicios de inteligencia de la CIA infiltrado en sus filas, el editorial de la revista, correspondiente a la edición de los meses de septiembre y octubre de 1975, dice:

«Roque Dalton ha muerto como vivió: fiel a su patria, a la Revolución Latinoamericana, al marxismo-leninismo. Precisamente esta fidelidad es la que no pudieron perdonarle quienes, inficionados con los gravísimos errores de un seudoizquierdismo antisoviético, anticubano, antirrevolucionario, han prestado al enemigo un servicio impagable. La historia los considerará como simples criminales que pretendieron aniquilar, en la persona de un luchador incansable, una limpia y abnegada postura; y conservará el nombre de nuestro querido compañero Roque Dalton, revolucionario consecuente, intelectual brillante y combativo, hombre generoso y cordial, amigo inolvidable, entre los nombres de los héroes, mártires y creadores de nuestra América.»3

Cinco años más tarde, la institución cubana publicaría un volumen dedicado al análisis de su obra, que recoge también entrevistas con el autor, en la serie Valoración múltiple, que constituye una referencia obligada para quien quiera conocer a profundidad el pensamiento daltoniano.

Todo lo anterior —y muchas cosas más que no enumeramos, como el apoyo a la campaña internacional por la liberación de los hijos mayores de Roque, presos en las cárceles de la dictadura salvadoreña durante la guerra— no alcanza a encajar si aceptamos la hipótesis de que Dalton se fue enemistado de Casa de las Américas y que esto generó un escándalo público en La Habana.

Este año apareció el libro Materiales de la revista Casa de las Américas de/sobre Roque Dalton, en cuyo lanzamiento público estuvo Aída Cañas, viuda de Roque.4 Por cierto, el editor del libro es el intelectual Aurelio Alonso, amigo del poeta salvadoreño, quien, para 1970 dirigía la revista Pensamiento crítico, revista de estudios marxistas desde una perspectiva antidogmática, que, por cierto, fue la primera en publicar un adelanto del libro Miguel Mármol.

Si este artículo empezó con una epístola, es justo que termine también con otra, aunque la misiva en cuestión sea un correo electrónico. Se trata del texto de un correo electrónico enviado a Fernández Retamar en 1999, con motivo de los cuarenta años de la revolución cubana y que figura en el libro al que nos referimos líneas arriba:

San Salvador, abril de 1999
Roberto Fernández Retamar
Presidente de “Casa de las Américas”.

Estimado y Querido Roberto:

Vaya con este saludo todo el cariño, la admiración y el agradecimiento 
eterno que la familia Dalton tiene con Casa de las Américas.

Fue esta institución la que permitió en gran medida la creación poética y literaria de
Roque Dalton. No por gusto se dice que en Cuba la obra de Roque se conoció primero y de forma más amplia.

La realidad actual nos permite hacer los esfuerzos necesarios por 
difundir la obra de Roque Dalton en El Salvador y Centroamérica; y como 
herederos del patrimonio que nos dejó Roque Dalton: sus esperanzas, a 
ellos dedicamos gran parte de nuestra voluntad y tiempo.

Pero queremos reconocer en “Casa” a la institución cubana que la 
Revolución puso al servicio de la cultura latinoamericana y que permitió que 
intelectuales, entonces perseguidos y reprimidos en sus países, pudieran darle vida a sus obras artísticas, que vinieron —como el caso de Roque 
Dalton— a darle más sustento y brillo a la inteligencia de nuestro 
continente, de nuestra América, como la llamó José Martí.

No por gusto, Roque tuvo el atrevimiento de parafrasear unos versos de Martí para confirmar su amor por Cuba: “Dos patrias tengo yo, Cuba y la mía”.

Un fuerte abrazo, Roberto y que este aniversario sea para recobrar 
energía, sabiduría y creatividad.

Aída Cañas de Dalton, Juan José Dalton Cañas, Jorge Dalton 
Cañas, Karen Dalton Ceballos y Camila María Dalton Pohl.5

Notas

1 Carta dirigida supuestamente por Roque Dalton a la Dirección del Partido Comunista de Cuba, La Habana, 7 de agosto de 1970, p. 16. Archivos del Museo de la Palabra y la Imagen. Puede consultarse en: http://es.scribd.com/doc/32388896/Carta-de-Roque-Dalton-al-Comite-Central-del-Partido-Comunista-Cubano

2 “Al pie de la letra”, en Casa de las Américas, Nº 91, julio-agosto de 1975, p. 221.

3 Editorial de Casa de las Américas, Nº 92, septiembre-octubre de 1975, p. 134.

4 Cfr. http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/05/15/presentan-en-cuba-compilacion-sobre-roque-dalton-video/

Reproducido facsimilarmente en Materiales de la revista Casa de las Américas de/sobre Roque Dalton, La Habana, 2011, p. 271. Aparece junto a la reproducción facsimilar de la carta de renuncia de Roque al Consejo de Colaboración de la revista Casa, fechada el 20 de julio de 1970.

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San Salvador, El Salvador, 1969.
Poeta y ensayista, es doctor en filosofía iberoamericana por la Universidad Centroamericana de San Salvador, adonde desempeña labores docentes y editoriales.

Ha publicado los poemarios Otras guerras y Libro del sábado; El ciervo perseguido (biografía de Roque Dalton); Roque Dalton y el ensayo La radicalización de las vanguardias.

Prologuista y articulista de medios impresos y digitales de El Salvador y otros países latinoamericanos, ha investigado y editado compilaciones de autores como Claribel Alegría, Roberto Armijo, entre otros.