La subversión del género. Los Poemas-memorias de Pablo Antonio Cuadra
26 enero, 2015
Nicasio Urbina
– “Poeta mayor de la literatura nicaragüense” denomina Nicasio Urbina a Pablo Antonio Cuadra (PAC) en este sentido ensayo: La subversión del género Los Poemas – memoria de Pablo Antonio Cuadra (El Hilo Azul. Año III. No. 6. Verano 2012), en el que introduce el concepto memoria como venero de conceptos, para, a partir de los versos narrativos – versos metafóricos de PAC, configurar una semblanza más allá del aspecto físico, vivencial, y del recuerdo, colocando como premisa la problematización del género autobiográfico –“Ficciones del ego”, dice PAC-, a modo de relacionar vida y obra del poeta con “la realidad histórica y la representación de la historia” en el ámbito literario nicaragüense, habida cuenta, así se percibe, el implícito reconocimiento al creador pez-serpiente, por su poesía y por sus “Más de setenta años… de labor literaria dedicado no a cultivar una imagen sino a cultivar una poética”.
Los “Poemas/memorias” como les llama Pablo Antonio Cuadra, son una mezcla de versos narrativos y versos metafóricos, que importan una novedad interesante al género autobiográfico, modalidad que no habíamos visto desde el siglo XVI. El epígrafe de estos poemas reza: “Las memorias son ficciones del ego, mejor que sean poemas, invenciones más puras” (II, 256)¹. Epígrafe sumamente significativo para una de las premisas de mi propuesta. PAC en esta sentencia está desarticulando desde el principio el presupuesto del que parten casi todas las memorias, al reclamar verosimilitud, fidelidad y desinterés en el acto creador. Recuerden los títulos cada vez más enfáticos de las Crónicas de Indias: Verdadera historia…. Verdadera relación… Real y verdadera historia… Todos clamando tener la verdad, asegurando escribir sinceramente, sin interés personal, para salvar del olvido los hechos heroicos e importantes. Nadie afirma estar inventando nada, nadie acepta que lo que en realidad les interesa es relatar su participación en esos eventos. Que el mundo sepa lo que él o ella hicieron por la nación. “Ficciones del ego” dice Pablo Antonio Cuadra. Ahora bien, sus biopoemas o poemas-memorias son también ficciones de su ego, son creaciones que generan una realidad donde él es el epicentro de revolución, donde los grandes poetas y escritores latinoamericanos entran y salen de escena, hablan con Pablo Antonio y entretejen la historia literaria del siglo XX. Quiero aquí hacer una lectura rigurosa de sus memorias y ofrecer algunas posibilidades de lectura de uno de los poetas mayores de la literatura nicaragüense.
Es claro que el acto narrativo autobiográfico importa una serie de problematizaciones de la situación narrativa que media entre la ficción y la no-ficción, y que depende del valor, referencias del texto, su veracidad, y la forma de la representación. La bibliografía sobre este tema es bastante copiosa y extensa. Desde los trabajos de Phillip Lejeune en su ya clásico Le pacte autobiographique (1975) y los tres libros que le sucedieron sobre este tema, hasta el libro de Jacques Derrida, Without Alibi (2002). Problemas de punto de vista narrativo, de intentio autoris como dice Umberto Eco en The limits of Interpretation (1990), de focalización, de memoria, falta de memoria, o memoria selectiva. Los comentarios sumamente iluminadores de Sylvia Molloy en At Face Value (1991) nos demuestran que en América Latina se ha dado un sincretismo entre la historia personal, la escritura de la historia, la historia de la nación y la escritura de la nación. En fin, toda autobiografía presenta un problema de representación ideológica y problemas de interpretación de los hechos narrados, que como hemos visto, no siempre son fáciles de establecer y dilucidar. La escritura de memorias y autobiografías por parte de personalidades de cualquier campo, representa un acto simbiótico de acumulación y reproducción de capital cultural. Los autores aprovechan su experiencia, su protagonismo, su talento, para realizar un acto escritural que a su vez va a producir más capital intelectual y cultural. Este acto nunca es desinteresado. De hecho, mientras más insiste el autor o autora en el desinterés de su acto, más sospechosa me parece a mí su intención. Representarse a sí mismo es siempre difícil y siempre generará suspicacias. Bien sea una persona que participó en política y luego quiere exonerarse de toda culpa, o un escritor y escritora que quiere revelar secretos y detalles de su vida para explicar de alguna forma su itinerario, su importancia; estamos siempre, como diría Pierre Bourdieu, ante un acto de explotación del capital cultural e intelectual en el campo de la producción cultural. La escritura autobiográfica se puede ver como el acto más descarnado del capitalismo intelectual, por medio del cual el autor o autora le saca la última gota de plusvalía a su capital cultural. No pretendo afirmar que esto sea malo o bueno. Yo creo en el capitalismo y no intento dar lecciones morales. Simplemente quiero señalar lo que me parece es la naturaleza de la escritura autobiográfica y su relación con el campo de la producción cultura.
La primera vez que supe de estos poemas fue bajo el título de Biopoemas, aparecidos en el número 41 de El pez y la serpiente, mayo-junio 2001, p. 73-108. Luego fueron publicados en las Obras completas bajo el título de Poemas-memoria. En estos textos la palabra poética y la memoria se juntan para dar cabida a un acto poético-narrativo, que recreando la vida del poeta, recrea a la vez un universo, una historia y una poética. Más de setenta años de labor literaria, de silenciosa y humilde labor literaria, dedicado no a cultivar una imagen sino a cultivar una poética, es el legado histórico de Pablo Antonio Cuadra. Las biografías literarias y las memorias son a menudo mentirosas, el poema dice más de los poetas que su biografía en varios tomos. Recuerdo ahora el poema penúltimo de Cantos de Cifar y del Mar Dulce que dice: “Un remo flotante/ sobre las aguas/ fue tu solo epitafio” (II, 119). PAC nos deja por epitafio una de las obras más importantes de la literatura nicaragüense, en donde los Poemas-memoria son sólo una pequeña parte.
La relación entre ficción y realidad es problemática en todo género de discurso literario, en todo acto de enunciación, pero esta relación es conflictiva especialmente cuando se trata de textos que pretenden tener una referencialidad concreta y anclada en la realidad. Esta es la situación cuando examinamos autobiografías, memorias, y/o testimonios, géneros que aunque nada nuevos, han tenido una importancia central en las últimas décadas de la historia de América Central. En el caso de Nicaragua, la transición entre el siglo XX y el XXI vio la publicación de al menos cuatro textos de corte autobiográfico, de autores importantes, que de una forma u otra problematizan la definición del género y su relación con la(s) realidad(es) histórica(s), y la(s) representación(es) de la historia. Los textos a los que me refiero son Vida perdida. (Barcelona: Seix Barral, 1999; Managua: Anamá, 1999), de Ernesto Cardenal, con dos volúmenes más publicados: Los años de Granada. Continuación de vida perdida (Managua: Anamá, 2002) y Las ínsulas extrañas. Memorias 2 (Madrid: Editorial Trotta, 2002). Adiós muchachos. Una memoria de la revolución sandinista (México: Aguilar, 1999) de Sergio Ramírez Mercado; El País bajo mi piel. Memorias de amor y guerra de Gioconda Belli (México: Plaza & Janés, 2000), y Sueños del corazón. Memorias. La autobiografía de una mujer excepcional de Violeta Barrios de Chamorro, publicada en colaboración con Sonia Cruz de Baltodano y Guido Fernández en inglés, por Simon and Schulster en 1996, y luego en español en 1997. Frente a esta tetralogía se sitúan los poemas de Pablo Antonio Cuadra titulados, Biopoesía (El pez y la serpiente, 41 (mayo-junio 2001): 73-108. Cinco textos de cinco figuras importantes de la vida intelectual y política de Nicaragua. Cinco textos que de alguna manera significan y señalan el fin de una era revolucionaria en Nicaragua, el fracaso de una de las gestas más hermosas y románticas de América Latina. Cinco textos que parecen poner fin a unas vidas que giraron en torno a esos eventos, y que de cierta forma (con)formaron esos eventos, que los vivieron, los protagonizaron, vivieron en, por, y a través de esos eventos. Esto nos lleva al primer problema heurístico que presentan las memorias. ¿Es el ser humano/autor el que se (re)presenta en el texto a través de los eventos, o son los eventos los que (re)presentan al ser humano/autor? Estamos ante un dilema hermenéutico donde la representación de los hechos es particularmente individual, “perspectivista” y subjetiva, donde el sujeto se apropia de una colectividad y pretende hablar por ella, y donde la colectividad se disuelve en la “univocidad” del sujeto que habla.
La teoría sobre las memorias y las autobiografías es bastante extensa, y cuando sumamos a ella la teorización que sobre el testimonio se ha dado en los últimos treinta años, nos encontramos con un corpus teórico formidable. Desde San Agustín y sus Confesiones hasta nuestros días, la autobiografía y las memorias han sufrido una serie de transformaciones en los propósitos del/a autor/a, en las intenciones textuales y los propósitos de los lectores. La vida tormentosa de Benvenuto Cellini demostró en el Renacimiento que una vida interesante era digna de contarse, y que la gente la compraba y la leía. La novela picaresca le sacó partido a la narración autobiográfica, ficcionalizando la primera persona narrativa. A partir de ahí, las líneas divisorias entre ficción y (auto) biografía/ memoria será muy difícil de establecer. A la ficcionalización de la escritura planteada en Tristam Shandy o en Ulysses, podríamos oponer el afán ejemplificador de la Autobiografía, de Benjamin Franklin o The Education of Henry Adams. ¿Dónde situar en este marco teórico Speak, Memory de Vladimir Nabokov, o qué valor testimonial tendría por ejemplo Armies of the Night, de Norman Mailer? ¿Podemos decir que todos estos textos son “narraciones de transformación”? como lo ha analizado Carolyn A. Barros en Autobiography: narrative of transformation, o debemos plantearnos con Sylvia Molloy la no-referencialidad del género autobiográfico, ya que la autobiografía no descansa sobre los eventos narrados, sino sobre la articulación de esos eventos almacenados en la memoria y reproducidos a través de la rememorización y la verbalización de esos eventos (5). Las memorias de PAC difieren de los anteriores en cuanto a la sustancia de la expresión, en el sentido hemlsleviano de la palabra. No es un texto en prosa sino en verso, no está compuesto de capítulos sino de poemas. El primer poema es El abuelo (II, 257-259), rememoración estilizada de su niñez, de sus paseos con el abuelo por la calle La Calzada, la vida de su abuelo comerciante, la vida de su padre “…agricultor como Hesíodo” (v. 35) y la vida de sus antepasados, de los abuelos de sus abuelos. Este poema tiene influencias bíblicas del Libro de los jueces. Es el poema que establece la genealogía. Dos elementos dominan el poema: los libros y el mar. Uno de los objetivos del poema es demostrarnos cómo estos dos elementos llegaron a PAC con una referencia que nos viene de Rafael Alberti.
“…De tu madre te viene el gusto por las aguas.
Yo soy marinero en tierra” (II, 258).
El segundo poema es La tribu, poema en el que convoca a los poetas de la espiritualidad. Este poema demuestra claramente que para PAC la poesía era comunión, era el ágape, era la creación. La tribu es también una genealogía, pero una genealogía literaria. Es la formación espiritual y poética de un poeta que se crea a partir de las lecturas, así como el poema se crea a través de las alusiones y las citas. Hay dos búsquedas y dos llegadas (o dos esperas) para ser más precisos: Jesucristo y la poesía. La poesía es la purificación de la palabra de la tribu. Desde Rubén Darío empieza el llamado de la poesía y de la fe. La necesidad de belleza y de espiritualidad. Una no puede ir sin la otra en el ideario intelectual de PAC. La pléyade de poetas que pueblan los versos de La tribu van de François Villon a Paul Claudel, de Charles Peguy a Jean Cocteau, de Gerard Manley Hopkins a Thomas Merton. Llama la atención la ausencia de poetas españoles en La tribu. Hay carencias notables como la de San Juan de la Cruz o la de Sor Juana Inés; es sorprendente que no circule Machado ni el gran humano Cesar Vallejo. No se espera que las memorias sean exhaustivas. Nunca lo han sido, especialmente unas tan concentradas como las de PAC. Una característica del género es que es siempre una selección de la vida donde se privilegian ciertas cosas que en el momento de la escritura parecen más importantes.
Quiero hablar un poco de la forma de la expresión. El verso de La tribu es verso de arte mayor, largas tiradas que agotan a veces la extensión de la página, como para significar la extensión de la vida y del sufrimiento. Veamos como empieza La tribu.
“En aquel tiempo nuestra juventud regresaba de una temporada en el infierno”
Verso de 19 sílabas, inusual en la métrica española. Su inicio es el inicio clásico del género narrativo, in illo tempore. Es el comienzo de la novela y de la biografía, es el comienzo de la historia, tanto en el sentido de “History” como en sentido de “story” que en lengua romance designamos equívocamente con la misma palabra. La “temporada en el infierno” nos remite a Arthur Rimbaud y su famoso poema en prosa, esa juventud que regresa del desahogo y del pecado, la locura de la adolescencia, aunque nunca hemos tenido evidencia que PAC haya vivido una juventud de excesos como Rimbaud. Observemos este otro verso:
“Comenzaban las Grandes Palabras, temidas por Joyce a desenvainar sus homicidios”
Verso de 25 sílabas que nos pone en el centro de la narrativa del siglo XX, justo frente al horror de la Segunda Guerra Mundial, ante el Ulises, la obra capital de la novela moderna y la gran alusión a La Odisea y su Ulises mitológico. ¿Cuáles pueden ser esas Grandes Palabras en mayúscula, temidas por Joyce? ¿Se está refiriendo al sexo o al pecado, a la lujuria de la que tanto habla Joyce? El poema inicia así una serie de referencias literarias, de diálogos intelectuales y espirituales.
Los Poemas-memorias son un catálogo de versos con los que se podría hacer una cartilla de métrica española, desde los monosilábicos hasta los versos de veinticinco sílabas. Encontramos endecasílabos bellos como:
“Fue entonces que llegó a nosotros Azarías” (II, 267, La tribu v.38)
O hacia el final del poema, después de trabajar a Eliot, y a Merton, hace un juego de versos de arte menor sobre la Virgen, termina con un alejandrino en honor de los ojos de la Señora:
“Los que devuelven a la fe la certidumbre” (v. 340).
Los Biopoemas o Poemas-memorias de PAC son una autobiografía enteramente literaria, una vida dedicada a la literatura, vivida en y por la literatura. A diferencia de las otras autobiografías publicadas en la misma época, la de PAC no se demora mucho en asuntos políticos, no nos habla de su vida sexual, ni de los avatares de la cotidianidad. Su épica es poética y espiritual. Importa el lugar del alma y del estro, lo demás es contingente. Aún cuando se pregunta en los versos 26 y 27 de La tribu,
“Si una revolución no se hace para la amistad del hombre
¿para qué mierda sirve?… ¡Freres humaine…!”
Thállassa –memoria y navegaciones es el tercer poema de la colección (II, 271-281). La cercanía del Gran Lago Cocibolca, ese mar que PAC llevaba entre las venas desde pequeño, la influencia de La Odisea, el viaje eterno que es la literatura, todo se junta para producir este poema maravilloso de seis jornadas. El grado cero de la narración es la cantina La perla del Gran Lago donde se reunían los jóvenes poetas a conversar de literatura y a tomar. Joaquín Pasos, Louis Downing, Octavio Rocha y PAC están en la cantina una noche de noviembre. Desde ese modesto y recóndito lugar de Granada, PAC va a recorrer la geografía literaria de América. Los tumbos del lago, las gaviotas y las cervezas burbujeantes en sus vasos son el escenario contra el cual se desarrolla esta lectura.
Abríamos la noche con la llave de Huidobro:
“Un verso sea como una llave que abre mil puertas.”
La literatura como un viaje, la literatura como un laberinto lleno de puertas cuyas claves hay que conocer. Recordemos la etimología de clave y llave, e inmediatamente se ilumina la metáfora.
Y cada poeta escribía un verso en una carta de naipe -barajábamos- y una secreta musa nos dictaba el oráculo del poema.
De aquí surge una concepción de la literatura que viene del surrealismo y su concepción azarosa y accidental de la escritura y del arte. También podemos ver la concepción lúdica de la literatura, la idea que el poema es un juego, una conjunción del talento y del azar. El verso es una clave y es un destino, es un punto de partida y una destinación. Aquí hay ya una visión mística de la poesía que va a terminar con un cuarteto de Francisco Luis Bernárdez que nos remite a un final totalizador, a un pacífico apocalipsis de sombras y de oscuridades, donde “todas las formas del olvido están presentes” (II, 280).
Todos somos animales políticos. Nadie puede sustraerse a esa suerte o esa maldición. Como quiera que se le vea. Pero todos podemos escoger sobre qué escribimos, cuál es nuestra última página, a quién estamos leyendo en nuestro lecho de muerte. PAC escribe sus memorias poéticas, sus memorias literarias. Como dice en la sección IV de Thállasa:
“En todos los países busqué la poesía de mi generación
y encontré a los poetas sin insignias ni melenas
inaugurando la normalidad.
No hablábamos de renovar la lengua.
Buscábamos la alegría de la lengua
-no las palabras ´en estado de diccionario´
Sino ´en estado de gracia´-”
Esto me parece hermoso y revelador del tipo de búsqueda poética de PAC. Por un lado se distancia de la politización de la poesía, esa poesía de militancia y de insignia, poesía partidista que para 1930 estaba en boga y apogeo. Por el otro se distancia de la poesía de melena, de la poesía romanticona, poesía de salón y de pose. Y finalmente, lo más importante, se desmarca del Modernismo y del Posmodernismo. Se distancia de la renovación de la lengua castellana que había sido el lema más importante del Modernismo. Esa inauguración de la normalidad es muy importante, es lo que habrá de definir casi toda su obra. Búsqueda de la belleza en la cotidianidad, sin cisnes, sin golondrinas, sin altazores.
El último poema de la colección es El exilado, un poema de ciento sesenta y un versos, muchos de arte mayor como en los poemas anteriores, y siempre con sus versos de largo aliento, como queriendo recoger en sus acentos la mirada nostálgica de exilado. Este poema nos puede hacer pensar que resume una etapa postrera de la vida de PAC, los años del exilio en EEUU. Sin embargo el análisis detenido del poema me lleva a hacer otra lectura, una interpretación que surge de poner el poema en el contexto de la obra completa de PAC, de leerlo como una sinécdoque de todos sus libros. En el principio el poeta, el exilado por antonomasia, sube a la cumbre y mira. Como Moisés en Deuteronomio, de donde viene el epígrafe que abre el poema, el exilado sube al monte y ve “…desde su altura el cuerpo de mariposa / de su Patria con sus dos alas inmensas y azules” (II, 282). A partir de ahí PAC trabaja el poema elaborando un maravilloso canto a Nicaragua, conjugando el pretexto bíblico con la geografía física, humana y cultural de Nicaragua. El poeta que habla en este poema no está en el exilio nicaragüense, no es el poeta de su otro libro Exilios, está probablemente en la isla de Ometepe, en el Concepción o el Maderas, viendo desde ahí toda la geografía de Nicaragua. “…a su derecha el ancho territorio de Chontales” (v. 8), “…hacia el Norte vio las Segovias” (v. 19), “…hacia Occidente miro un rebaño de volcanes” (v. 43), “Luego volvió los ojos al Sur / y vio las tierras del cacao, / las ferales tierras rivenses con sus ríos y quebradas.” (vs. 97-99). Ahí encontramos al poeta, en las inmediaciones de la isla de Ometepe, la isla que en sus escritos ha sido idealizada, que en más de una ocasión la declaró como la cuna de la cultura nicaragüense, y ahí está el poeta, como dice en el último verso del poema, escuchando ahora la voz de Dios, “suspirando por la Tierra Prometida” (v. 161). Este es un poema magistral, es un poema bello ante el que todo nicaragüense debe quitarse el sombrero y leerlo en alta voz. Esta no es una biografía de un poeta ensimismado, hablando de sus recuerdos y de sus avatares, este poema es una herencia que nos deja PAC, es un recuento de una Nicaragua que él conoció y amó, y que de alguna manera sabe que perderá. Puedo ofrecer una lectura política y decir que PAC pensaba, cuando escribió este poema, en los años de la presidencia de Arnoldo Alemán, en una Nicaragua corrupta y despiadada con el pobre. Hay varios versos que podrían sustentar esta interpretación, especialmente sus referencias a la pobreza. Se podría hacer una lectura relacionada con la esencia de la revolución, con la traición que ha sufrido la democracia y la integridad de la soberanía nacional que soñaba Sandino, pero sería a mi juicio mal-leer el poema. El exilio del que nos habla PAC es un exilio interior, es el exilio espiritual y estético del hombre en la modernidad. Es la condición humana de exilado de sí mismo, donde Nicaragua representa esa plenitud del ser que se busca y se complementa en la comunión con Dios, con el Hijo de Dios, tal y como lo afirma la última estrofa. PAC o la voz poética, para no confundir las personas, está al borde de la muerte, el Señor le dice que no volverá a ese país. “He querido que lo veas por última vez con tus propios ojos” (v.155) y esa es la visión que nos ha ofrecido en el poema. Si antes afirmé usando un GPS (Global Positioning System) literario, que PAC estaba en el Concepción observando desde esa atalaya la geografía nicaragüense, ahora quiero postular usando un CLR (Closed Literary Reading) que el exilio del que nos habla PAC es el de Nicaragua como tierra prometida. Recordemos su gran poema de Poemas nicaragüenses: Introducción a la tierra prometida: “Portero de la estación de las mieses” (I, 97) y tracemos un arco geométricamente bello hasta este poema que termina suspirando por la tierra prometida, Nicaragua como metáfora, la tierra prometida como poema. La consistencia de la obra de PAC, poeta mayor de Nicaragua, se ve limpia y bellamente en esta proposición. Desde 1930 al 2000, 70 años de trabajo poético, espiritual y humano. Pensando a Nicaragua, sintiendo por Nicaragua, escribiendo sobre Nicaragua, suspirando por Nicaragua. En sus poemas-memoria PAC propone un género que le llama bio-poesía. En este artículo he tratado de ofrecer una semblanza de las múltiples subversiones que implica esta obra. En otros artículos y capítulos de libros expando muchas de las cosas que he aventurado como hipótesis. Que quede solamente por ahora la demostración que con sus “Poemas-memoria” PAC ha hecho avanzar a la poesía del siglo XXI, ha tomado la tradición y la ha devuelto enriquecida, que es la labor principal de todo artista. Que permanezca siempre su canto y su ejemplo para las generaciones futuras de nicaragüenses. Cuando ya todo lo que somos hoy y lo que nos gobierna sea polvo y olvido, los poemas-memorias seguirán vigentes.
NOTAS
1. Todas las citas vienen de la Obras Completas de Pablo Antonio Cuadra. Managua: Fundación Vida, 2003-2004. 7 vols.
BIBLIOGRAFIA
Adams, Henry. The Education of Henry Adams. Boston, 1918.
Barrios de Chamorro, Violeta. Dream of the Heart. The Autobiography of President Violeta Barrios de Chamorro of Nicaragua. Sonia Cruz de Baltodano y Guido Fernández, co-autores. New York: Simon & Schuster, 1996; Sueños del corazón. Memorias. La autobiografía de una mujer excepcional. Madrid: Editorial Acento, 1997.
Barros, Carolyn A. Autobiography: narrative of transformation. Ann Arbor: University of Michigan Press, 1998.
Belli, Gioconda. El país bajo mi piel. Memorias de amor y guerra. México: Plaza & Janés, 2000.
Cardenal, Ernesto. Vida perdida. Barcelona: Seix Barral, 1999; Managua: Anamá, 1999.
— Los años de Granada. Continuación de vida perdida. Managua: Anamá, 2002.
— Las ínsulas extrañas. Memorias 2. Madrid: Editorial Trotta, 2002.
Cellini, Benvenuto. Vitta de Benvenuto Cellini. Orefice et scultore fiorentino. Firenze: Presso Guglielmo Piatti, 1829.
Cuadra, Pablo Antonio. Obras completas. 7 vols. Managua: Fundación Vida, 2003-2004.
— “Biopoemas”, El pez y la serpiente, 41 (mayo-junio 2001): 73-108.
Derrida, Jacques. Without Alibi. Stanford: Stanford University Press, 2002.
Eco. Umberto en The limits of Interpretation. Bloomington: Indiana Universiy Press, 1990.
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Joyce, James. Ulysses. Paris: Sylvia Beach, 1922.
Lejeune, Phillip. Le pacte autobiographique. Paris: Seuil, 1975.
Mailer, Norman. Armies of the Night. New York: New American Library, 1968.
Molloy, Sylvia. At Face Value. Autobiographical Writing in Spanish America. Cambridge: Cambridge University Press, 1991.
Navokov, Vladimir. Speak, Memory. London: Victor Gollancz, 1951.
Ramírez Mercado, Sergio. Adiós muchachos. Una memoria de la revolución sandinista. México: Aguilar, 1999.
San Agustín de Hipona. Las confesiones de San Agustín. Burgos: Pedro Gómez de Valdivieso, 1654.
Sterne, Laurence. The Life and Opinion of Tristam Shandy, Gentlemen. London:
Ann Ward, 1759.
Es escritor, catedrático y crítico nicaragüense. Ha publicado 18 libros de poesía, cuento, y ensayos. En 1995 ganó el Premio Nacional Rubén Darío. Ha recibido becas de investigación de la Mellon Foundation y Taft Research Center. Ganó el Reieveschel Award en 2015. Ha publicado más de 100 artículos en revistas académicas y ha dictado más de 130 conferencias en congresos y universidades. Actualmente es catedrático de literatura hispanoamericana en la Universidad de Cincinnati.