cine-yuma-0136

La Yuma

1 junio, 2010

La Yuma, película dirigida por Florence Jaugey, cineasta francesa radicada en Nicaragua desde 1989, abre las puertas hacia una nueva cinematografía nacional, pero deja entrever sus desaciertos con “fallas de actuación” y con un final no tan convincente, según información recogida por la escritora Karly Gaitán, miembro directivo de la Fundación para la Cinematografía y la Imagen (FUCINE). El filme, sin embargo, se constituye en un largometraje aceptado y  aplaudido por la audiencia.


Nicaragua esperó veintiún años para volver a tener en sus salas de cine un largometraje de ficción nicaragüense. La Yuma, exhibiéndose desde el 6 de mayo pasado, ha llenado de expectativas al gremio cinematográfico, teatral, televisivo, periodístico, universitario y del público general, porque antes de presentarse en el país había ganado nueve premios en distintos festivales internacionales de cine, tanto en América como en Europa, y recibió una publicidad bien lograda en los medios de comunicación más influyentes.

La historia de La Yuma trata sobre una joven pandillera que vive en un barrio marginal de Managua, su hermano le roba una mochila a un estudiante universitario, ella lo ve todo desde la acera de enfrente y se decide a entregar a su dueño un disco compacto con información importante, que estaba dentro de la mochila. Ernesto, como se llama el muchacho, le agradece el gesto, la invita a salir y se hacen novios. Al mismo tiempo que Yuma se enfrenta a la violencia y al estilo de vida decadente que se desarrolla en su barrio y en su hogar, decide entrar a una escuela de boxeo con el objetivo de algún día pelear profesionalmente. Alrededor de la historia principal otras historias se tejen, como la del bailarín streap-tease y entrenador de gimnasio con la dueña de la tienda en donde Yuma trabaja, la de su madre con un marido haragán y violento, la de su amiga, un travesti que se prostituye, la de la pandilla con sus planes de asaltos y otros hechos vandálicos, la de Ernesto con su novia de la universidad, la de sus hermanos menores, y otras más de tercer orden. Todas ellas están unidas en el argumento con una continuidad dramática compuesta de acción y humor, tan bien lograda que desmitifica la creencia popular de que el cine nicaragüense está lleno de problemas sociales y de dramas, los que ya no se quiere ver en una pantalla de cine.

Entre los comentarios más importantes recibidos por espectadores entrevistados a la salida de varias funciones de La Yuma, encontramos positivos y negativos. Los negativos: que es inverosímil que un muchacho fino de clase media vaya a enamorarse a primera vista de una muchacha pandillera, mal vestida, mal hablada y de personalidad agresiva; que el final no se entiende totalmente porque es muy subjetivo; que no ven que sea una historia de éxito el hecho de que Yuma termine peleando en un circo pobre de barrio, que hubiese sido más creíble si ganaba un premio importante de boxeo y se decidiese a pelar en campeonatos reconocidos; que no gusta la actuación de Ernesto (interpretada por Gabriel Benavides). Los positivos: no creían ver un film de esa calidad en el cine nacional si éste sólo habla de temas sociales tristes; esperan más producciones nacionales y que mientras sean buenas las van a apoyar en la taquilla; que en Nicaragua hay talento y las instituciones pueden verlo con La Yuma y sería bueno que se animaran a apoyar el arte; que si los cineastas quieren apoyo deben hacer obras buenas que valga la pena financiar y apoyar en todos los aspectos de su producción.

La Yuma, además de revivir la cinematografía nacional y provocar una franca reconciliación entre un público reacio que no cree en el cine nicaragüense y la producción fílmica del país – hecho que se ha sentido en sus semanas en cartelera -,  rompe con un esquema que a lo largo de la historia del cine nacional ha procedido de una forma obediente con su tiempo porque lo que en Nicaragua se ha filmado de ficción ha estado ligado a una escuela, a una época o a una corriente exclusiva. Por ejemplo, en los años veinte se filmaba películas de producción extranjera cuyos argumentos trataban sobre cosas que ocurrían a campesinos; en los años treinta la ficción norteamericana filmada en tierra nicaragüense muestra a los marines de la US. Corp o temas de guerra mezclada con romance, muy al estilo hollywoodense; en 1957 Benjamín Zapata filma el primer largometraje de ficción realizado por un nicaragüense, con un tema cultural del momento: el abuso de poder de los terratenientes o de las autoridades hacia el pueblo.

En la década de 1970 vemos dos películas, también obedientes con su tiempo, pero dirigidas hacia dos temáticas distintas: el fanatismo religioso, con el film Milagro en el bosque (1972) y la rebeldía de la juventud ante las imposiciones de sus familias y de la Iglesia Católica, con Señorita (1973). En los años ochenta, el tema se dividió en dos líneas: la histórica-bélica con producciones extranjeras como El señor presidente (1983), Walker (1987) y Sandino (1989); y la bélica-política con Manuel (1984), Que se rinda tu madre (1985), El esbozo de Daniel (1985), El centerfielder (1986), Mujeres de la frontera (1987), El hombre de una sola nota (1988) y El espectro de la guerra (1989)todas dirigidas por nicaragüenses. Después de 1990, la producción documental como la de ficción, mayoritariamente abordó el asunto social, cuyos temas estaban dirigidos hacia los sectores de riesgo, que eran apoyados y atendidos por los organismos no gubernamentales. Estos organismos regían la corriente cinematográfica, ya que financiaban proyectos de cineastas sólo si éstos producían obras que tocasen los temas que tenían que ver con sus proyectos filantrópicos, por los que concebían su razón de ser, como la violencia familiar, el SIDA, el embarazo adolescente, el abuso sexual, la desnutrición, el aborto, el cáncer, etc. Por otra parte fue diversa, entre los que encontramos La canción de Carla (1996), Cinema Alcázar (1997) y Blanco Organdí (1998).

En la década del 2000 encontramos una serie de cortometrajes de ficción que se pueden entender como ensayos dirigidos hacia lo que Nicaragua busca, es decir, el rompimiento con una temática y una línea esclavizada a temas que los espectadores en general no quieren ver ya más en el cine, pues el cine es concebido en estos tiempos como un medio de diversión y entretenimiento, no como un sistema para sufrir por la realidad social, y cada vez que el público estudiante y profesional joven –sector fuerte que mantiene la taquilla nacional- ha ido a ver cine nicaragüense, siente que no ha sido precisamente para divertirse. Esto ha creado en ellos una mala imagen y cierto escepticismo hacia el audiovisual nicaragüense. Entre estos cortometrajes están: Los gallos no lloran (2004), Brisa Nocturna (2006), Orión (2007), Historia de amor con final anunciado (2007), La arrabalera (2007), El ladroncito (2008), Corre (2008) y otros. La Yuma rompe de manera definitiva todas esas barreras y abre las puertas hacia una nueva cinematografía nacional que aspire a premios internacionales, éxitos de taquilla, el llamado de atención de la crítica seria y objetiva y el financiamiento tan deseado. Así con sus desaciertos de fallas de actuación, un final no tan convincente para la mayoría de su público y otros elementos artísticos que no a todos les gusta y lo ven como defectos, este largometraje ha sido aceptado, aplaudido y comprendido. La cinematografía nacional ha inaugurado un punto de partida hacia un nuevo tiempo y un nuevo cine nicaragüense: en temáticas, estilo, corrientes artísticas y comerciales.  

Fotografías tomadas de http://www.la-yuma.com/blog/ y www.la-yuma.com

Comparte en:

Managua, 1980.
Comunicadora social con énfasis en prensa escrita y cuenta con postgrados en periodismo online y en marketing. Como periodista ha sido editora de revistas digitales e impresas como La investigación y Espacio Vital Magazine, jefa de sección literaria y de cultura de periódicos universitarios, articulista de suplementos culturales nicaragüenses como La Prensa Literaria, Nuevo Amanecer Cultural y la sección Voces del diario La Prensa.
Como escritora ha publicado poesía y narrativa breve. Ha recibido premios y reconocimientos interuniversitarios por su trabajo literario y un premio de fotografía. También se ha dedicado a la investigación histórica, la crítica y producción cinematográfica y a la gestión y desarrollo de proyectos y consultorías con organismos como Plan Internacional, CINEX, la UNESCO y el Instituto Nicaragüense de Cultura.

Es miembro de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE), del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE) y de la Junta Directiva de la Fundación para la Cinematografía y la Imagen (FUCINE).

En el año 2012 publicó su libro Cita con Sergio Ramírez. Entrevistas, Artículos, Crónicas (Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México) presentado durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en noviembre de 2012 con su presencia y la de Ramírez, y posteriormente presentado en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en Ciudad de México en marzo de 2013, y en la Feria Internacional del Libro de Miami de 2013. Además, la obra se encamina a una reedición con Uruk Editores en Costa Rica y traducciones al francés y alemán. Actualmente la autora prepara otros libros de periodismo, historia y narrativa para su pronta publicación.