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Las mareas. Mauricio Orellana Suárez

1 octubre, 2011

La historia de la literatura, hablo de la historia tejida por las obras publicadas, sin duda alguna no sólo se construye por la disciplina, el tesón y el amor al oficio, sino también por la suerte del escritor y los momentos determinados donde terceras personas, ya sean editoriales, premios, agentes literarios o amigos, intervienen para que el texto no se congele en el anonimato y cruce las líneas y hasta continentes necesarios para que la obra, más allá del autor, cumpla su cometido.

Pocos pueden negar que la misma panacea de los escritores consagrados puede equipararse al Olimpo de los héroes griegos donde un enclenque mortal como París, por algún capricho divino, salió ileso y alcanzó la exigua popularidad de su época, luego de una cruenta batalla donde luchadores casi invencibles como Aquiles y Héctor simplemente no la libraron.

La historia de la literatura es, podríamos decir, injusta para unos y afortunada para otros. Existen aquéllos a los que les tupen la coronilla de laureles en vida y existen otros, menos conocidos en su momento, que se les reconoce, muy de lejos, con laurel. La obra de Roberto Bolaño, por nombrar un ejemplo, no habría sido la obra de Roberto Bolaño si no hubiera llegado a las manos de Herralde. Moloy de Beckett, más de 40 veces rechazada por editoriales irlandesas e inglesas, no habría salido a luz si Joyce, algo moroso, no hubiera movido sus piezas.

El caso del salvadoreño Mauricio Orellana Suárez mantiene cierto parecido con los anteriores. Su obra, poco difundida pero leída y valorada por varios escritores del medio, está compuesta por más libros inéditos que publicados y ha ganado premios importantes en El Salvador, incluso ha sido finalista del Premio Planeta de Novela en el 2002, año en el que Bryce Echenique se vio reconocido.

¿Las razones? Podrían ser muchas.

Poca atención de las editoriales salvadoreñas en un autor que por la temática y estilo que aborda en sus novelas puede ganar fácilmente lectores y que, más allá de eso, se está enmarcando en el canon literario de su país. Poco interés del autor en que su obra trascienda a la publicación y difusión. O se trata, acaso, de la eterna batalla entre autores, como se refería Pierre Bourdieu en los campos literarios, donde gana más el instinto de supervivencia y no la formación y el talento.

Cierta o falsa alguna de las tres respuestas, la obra de Orellana Suárez se sostiene por sí misma y podría trascender el nombre del autor si su difusión y distribución lo permitiera. Ofrece, si me apuran, una calidad indiscutible y goza de una propuesta literaria poco común. Pues la historia narrativa de una de sus novelas, hablo específicamente de Las mareas, se construye gracias al juego de las estructuras para nada lineales, los fragmentarios monólogos narrados por epístolas y las innumerables reflexiones sobre la condición humana, el vacío, la estética física, el amor y el desamor.

Las mareas muestra una serie de personajes que, por sus continuas confesiones, van cambiando, aparentemente, hasta ser uno solo, como si de una mutación se tratara. Pues esos soliloquios construidos por epístolas desde una habitación cerrada, como alarido de cambio, un golpe de marea, van rompiendo amarras con su entorno, las emociones y las costumbres humanas, hasta llevar al lector de la obra a una retahíla de preguntas que bien podrían urdir la trama: ¿quién nos cuenta esto?, ¿por qué no lo cuenta?, ¿es aquella mujer adolorida que se hace llamar Érika, Margarita, Frida, Rigoberta? ¿Se trata de la que escribe cartas a Willi  y a Ignacio?, ¿acaso es Ignacio que busca reconocerse en ella mientras escribe? ¿O no es nadie y sólo se trata de una sola historia, una declaración íntima, donde la escritora de las cartas y el lector son el mismo?

Puedo apresurarme a decir que se trata, en un primer momento, de una novela que indaga sobre las razones humanas de vivir, las preguntas básicas de la existencia y del género hombre/mujer, hasta llegar a la desaparición de ambos.

Otro de los elementos que hace a Las mareas una novela peculiar es el cómo está dispuesto el andamiaje narrativo. Estructura caótica, hilos de trama confusos, monólogos que se disparan, unen y desunen como si de un espiral se tratara, la obra fija honestamente sus objetivos en el artificio y Orellana Suárez sale bien librado. Pues es poco común que, un autor que centra todo su aliento narrativo en experimentar con el cómo decir y no con el qué decir, no descuide la tesis central de la historia. Orellana logra que forma y contenido se unan indivisiblemente, sin tropezones, sin que le dejemos de poner atención.

Las cartas que la protagonista de Las mareas escribe, se van inclinando, sin que el lector lo note del todo, en el mensaje fragmentario, ágil, digital, del correo electrónico o el chat. Y conforme avanza la historia, el autor de los mensajes y quien los recibe se va haciendo humo, y su soliloquio se funde en los diálogos que entablan los personajes, como si de una confesión frente al espejo. Quien habla, quien escribe, en este caso, es una voz que se convierte en todas las voces.

Sin duda alguna Las mareas, tengo fe, llegará a más lectores y con ello las otras novelas, aquéllas que Orellana Suárez guarda, aquellas que ha escrito y escribirá, formarán parte fundamental del canon literario de El Salvador. No tengo la menor duda.

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Zacatecas, México, 1984.
Es pasante de la licenciatura en Letras, por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Ha trabajado como corrector de estilo, docente para varias escuelas privadas y consejero editorial de varias revistas de circulación nacional. También ha impartido talleres literarios. Sus artículos, ensayos y cuentos se han publicado en distintos medios electrónicos e impresos, tanto de Brasil, España, Nicaragua y México.

Tres antologías han recogido su trabajo: Son de marzo (Universidad Autónoma de Guanajuato), Antología de Letras, Dramaturgia y guión cinematográfico, Jóvenes Creadores 2006-2007, (CONACULTA FONCA) y Sensational Gourmets, (Nostromo Editores).

Ha obtenido los reconocimientos: premio Estatal Artista Joven Nueva Generación 2004 y el Artista Joven 2010; las becas FECAZ 2004-2005 y 2009-2010, el FONCA para Jóvenes Creadores 2006-2007 y la residencia Antonio Gala para Jóvenes Artistas 2008-2009, en Córdoba, España; y el Premio Ensayo Científico XI Nacional y I Iberoamericano “Leamos la Ciencia para Todos 2006”.

Ha escrito dos libros, El amor nos dio cocodrilos (cuento), Plaza de Armas (relato). En la actualidad finaliza su primera novela y escribe en su blog Bunker84.blogspot.com