Liternatura, ahora sí
25 noviembre, 2023
Las numerosas alertas medioambientales han evidenciado la urgente necesidad de articular un relato sólido en el que la naturaleza sea protagonista. La búsqueda de ese relato ha propiciado que ahora esté cobrando una nueva relevancia la durante muchos años denominada, también por hablantes del español, nature writing: literatura sobre naturaleza. El hecho de utilizar un término inglés cuando aludimos a ese espacio narrativo resume lo lejos que la lengua española se ha situado de elaborar un pensamiento a propósito. Sin embargo, el interés por volver a ritmos más naturales, por revisar ciertas dinámicas, está provocando cambios y estimulando iniciativas que ya permiten identificar con una palabra cercana el relato que también nosotros deseamos contar: liternatura.
Desde luego que la literatura acepta mal la jaula de cualquier género, pero hay términos que ayudan a introducir un “campo” literario, y por eso en 2018, en Barcelona, propusimos liternatura como posibilidad. El neologismo se explica por sí solo y, desde su aparición, ha contribuido a situar y a reivindicar a los autores y autoras que enfocan a la naturaleza como si fuera, para entendernos, un personaje.
Estanterías exclusivas en librerías y bibliotecas, residencias de escritores, espacios radiofónicos o clubes de lectura de liternatura se reproducen espoleando reflexiones sobre cómo usar sustantivos hasta hace poco familiares y ahora casi ignorados; sobre por qué se ha concedido tan poco espacio a los seres vivos no humanos en las historias locales; sobre dónde está nuestra Moby Dick -inspirada por una ballena “chilena” que conocían bien los pueblos indígenas-, nuestros lobos a lo Jack London, nuestras chinches acuáticas al estilo de Annie Dillard; sobre la enorme calidad de una literatura que durante décadas ha soportado el estigma de asociarse a lo infantil o a lo bucólico y primitivo cuando en realidad está abordando los temas más candentes del momento; sobre las agresiones brutales e incesantes que sufren millones de hectáreas americanas y el peligro de muerte que ronda a quienes revelan los abusos, aún más si lo hacen con arte; sobre las profundas implicaciones que tiene en el imaginario colectivo el hecho de narrar ecosistemas no urbanos.
No es obligatorio escribir sobre manatíes, huemules o el coirón, claro que no, pero si el manatí y el coirón no aparecen nunca bien explicados en las obras literarias de un país, de un continente, significa que sus narradores no los ven o no saben contarlos porque viven conceptualmente alejados de las selvas, ríos, cordilleras, lagos… de las formidables reservas naturales, en fin, que literalmente los rodean.
Pero algo está cambiando. Los últimos años han empezado a publicarse libros que abordan a ajolotes, ombúes o jaguares de frente, en español y de manera no científica, ocupando un espacio que estaba casi vacío y ya permite organizar festivales de liternatura americanos. Los dos primeros sucederán este otoño. El Instituto Cervantes de Los Angeles dedicará una primera jornada a la liternatura para anunciar el gran festival previsto el año que viene mientras que la localidad colombiana de Honda ha programado tres días de presentaciones, charlas y talleres en una apuesta que prevé sostenerse en el tiempo. Además, hay varios países latinoamericanos interesados en trabajar a fondo la liternatura, festivales que inauguran espacios para que se hable de ella, y, sobre todo, campea la certidumbre de estar sembrando (metáfora singularmente oportuna) para que en un futuro próximo menudeen las historias que plasmen la biodiversidad alrededor, no como telón de fondo, sino como protagonista o atmósfera decisiva.
Historias escritas, también, por indígenas. Los guardianes durante siglos del relato de naturaleza latinoamericano.
Un 64 por ciento de la selva amazónica está habitada por comunidades indígenas. De las 47 lenguas existentes en Perú, 43 se hablan en la selva. “Somos la selva”, han dicho algunos de sus hablantes. Es posible que nadie pueda comunicar tan bien la selva como las personas que se comunican en y con ella. Y algunas de estas personas han aparcado su tradición oral para contarla por escrito y a menudo incluso en español, convirtiéndose en puentes capaces de asomarnos a otras lógicas, proponiendo un pensamiento mestizo que abre vías a narrativas imprevistas. Esta América, por ejemplo, tiene claro que el humano no se entiende sin el animal. Pero no es la América que ha escrito la Historia, las novelas. De modo que, al margen del jaguar, el cóndor y unos cuantos seres venenosos, los animales salvajes latinoamericanos casi no han tenido quien los escriba… en español.
Ahora sí.
Los autores que presenta este número de Carátula insinúan el potencial de una liternatura que viene a reconectarnos con el planeta de un modo más íntimo, añadiendo vibraciones e interlocutores a nuestras alegrías y dramas, sugiriendo los universos que nos quedan por explorar y por cuidar exactamente aquí, en este globo, sin necesidad de viajes interestelares. Las historias que plantean y los debates sugeridos resultan imprescindibles en un siglo en el que se va a decidir como nunca antes el futuro de nuestra especie. Otro motivo, quizás el mejor, para leer liternatura.
Barcelona, 1971.
Su obra ha sido publicada en diez lenguas, adaptada a diversos formatos y recibido numerosos reconocimientos internacionales. Acaba de publicar Delta. Sus libros Sudd, Sólo para gigantes, En la Barrera, Las defensas y Un cambio de verdad fueron seleccionados entre los mejores libros publicados en lengua española en sus respectivos años. Otras obras de referencia son Voy, Los mares de Wang, Diablo de Timanfaya, Una España inesperada, Animales invisibles y Naturalmente urbano. Siempre atento a las relaciones de las personas con su entorno natural, varios de sus libros han intentado ser prohibidos. Algunos lo han sido. Colaborador habitual de National Geographic, Altaïr y The Ecologist. Protagonista de un episodio de la serie Finding Encanto, ganadora de un Delfín en el festival de Cannes. Miembro fundador de la Asociación Caravana Negra en defensa de la cultura y la naturaleza, y de la Fundación Ecología Urbana y Territorial. Codirector del proyecto Animales Invisibles. Director del Festival Liternatura.