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Los compromisos de un escritor

1 febrero, 2014

Considerado un narrador referente por su calidad escritural, Sergio Ramírez es abordado por diferentes ensayistas y académicos, a modo de establecer la crítica por demás sana y necesaria de sus novelas en el libro: Sergio Ramírez: acercamiento crítico a sus novelas, de José Juan Colín. El prólogo de dicha publicación estuvo a cargo de este otro escritor importante en las letras nicaragüenses: Nicasio Urbina y en sus palabras se encuentra un significativo punto de vista que devela además de la admiración, una profunda y lúdica lectura de las narraciones del novelista centroamericano. Merced a la generosidad de Urbina aquí se muestra dicho texto introductorio.


El presente volumen contiene artículos de calidad sobre la obra entera de Sergio Ramírez Mercado, una obra que se extiende a lo largo de 40 años y narra momentos de suma importancia y significativos de la historia de Nicaragua. En Centroamérica probablemente no hay en estos momentos un narrador más diestro y destacado que Sergio Ramírez, y es posible que sea el novelista más influyente después de Miguel Ángel Asturias. Sus novelas demuestran un dominio completo de los artificios narrativos, desde la estructuración compleja y la yuxtaposición de planos como es el caso de ¿Te dio miedo la sangre?, hasta la utilización de diferentes intertextos y metaficciones como se puede apreciar en Sombras nada más. Este es a mi juicio el compromiso de mayor valor en un escritor: compromiso con su obra, con su trabajo literario, con la realidad que lo alimenta en su trabajo escritural y con la representación de esa realidad en su obra. Por supuesto que el compromiso de un escritor no se limita al reino de su creación, y Sergio Ramírez ha demostrado a lo largo de su vida que sus compromisos con la política nicaragüense han sido tan importantes como su compromiso con la literatura. Sus adhesiones, sus rechazos han sido siempre claros y se han guiado por el respeto a la democracia y a los derechos humanos, por el respeto a justicia y a la independencia de opiniones y criterios.

Para todo intelectual debe ser motivo de preocupación cuando los gobiernos se inmiscuyen como jueces en asuntos culturales, se apoderan de la obra literaria de un poeta, y se convierten en árbitros de quién puede o no puede prologar la obra de un escritor. Por desgracia esa es una situación que se ha dado en América Latina en muchas ocasiones, donde gobiernos de derechas o de izquierdas se han atribuido funciones de censores. Como si los problemas del país fueran pocos, como si la miseria no estuviera afectando directamente a la gran mayoría de la población, como si la democracia no estuviera ya tan amenazada después del fraude electoral del 9 de noviembre del 2008; en tiempos recientes Sergio Ramírez ha tenido que enfrentar a un gobierno que determina quién puede prologar la obra poética de Carlos Martínez Rivas, y en su reacción Ramírez ha demostrado su compromiso con la libertad de expresión.

No hay duda que la decisión de quién puede o debe prologar un libro es una decisión del autor o sus herederos, de las personas naturales o jurídicas que posean los derechos de la obra. En el caso de Carlos Martínez Rivas los derechos después de su muerte han sido tema de debate judicial. Según tengo entendido Martínez Rivas dejó sus derechos a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Después su familia interpuso un juicio y los recuperó; y luego su viuda, Esperanza Mayorga los cedió al Instituto Nicaragüense de Cultura. Eso quiere decir que legalmente el INC puede decidir sobre la publicación, edición y distribución de la obra de Carlos Martínez Rivas. Sin embargo, la pregunta no radica en la legalidad del hecho, sino en su ética y su significación.

José Manuel Caballero Bonald es el editor de la colección de poesías que publica el diario El País de Madrid, donde se imprime y se distribuye semanalmente antologías de los mejores poetas del mundo. La publicación de la antología de Carlos Martínez Rivas estaba programada para el 27 de mayo del 2009, y se le pidió a Sergio Ramírez un artículo para prologarla. Todo estaba marchando sobre ruedas hasta que el Instituto Nicaragüense de Cultura, al darse cuenta que Sergio Ramírez era la persona que iba a prologar el libro, retiró los derechos de publicación. El alegato es que debía ser Pablo Centeno Gómez, estudioso de la obra de Martínez Rivas, o un español, el prologuista del libro. Pablo Centeno Gómez, ha dedicado los últimos nueve años de su vida a recoger la obra poética de Carlos Martínez, a ordenar los textos y preservarlos, y según declaraciones de él mismo no tiene ninguna objeción a la participación de Ramírez, y por el contrario, piensa que es un “film de la labor del poeta en el momento de creación, de la concepción de la poesía”.  Pablo Centeno Gómez es hoy por hoy la persona que mejor conoce la obra de Martínez Rivas y un prólogo suyo a las Obras Completas del poeta es algo que todos los lectores de Carlos estamos esperando. El desacierto fue del gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo quienes no sólo han censurado a Sergio Ramírez, sino que han puesto en entredicho a Pablo Centeno Gómez.

Las controversias sobre los Prólogos son muy antiguas. El Prólogo de Las leyendas de Canterbury de Geoffrey Chaucer ha sido ampliamente discutido y debatido. El Prólogo de Don Quijote sigue siendo tema de discusión en los centros cervantistas y las academias. Tenemos el famoso prefacio de William Wordsworth a sus Lyrical Ballads, o el de Walt Whitman a Leaves of Grass. Cualquiera que lea el artículo de Sergio Ramírez que iba a encabezar la antología, se dará cuenta que es un escrito de primera categoría, que presenta un perfil balanceado de la vida y el talento de Carlos Martínez Rivas.  El horno al rojo vivo es una texto de gran calidad literaria, que utiliza la metáfora del panadero para representar al poeta, y que demuestra un conocimiento profundo y un cariño sincero hacia Martínez Rivas. Entre Ramírez y Martínez Rivas se fraguó una profunda amistad, y Sergio Ramírez fue de las personas que más ayudó a Martínez Rivas cuando era vicepresidente de Nicaragua. No hay por tanto en el texto ninguna razón literaria para que sea censurado. Es un prólogo ejemplar que presenta al poeta de una forma muy humana, con admiración y justicia. Sin embargo Luis Morales Alonso, Presidente del Instituto Nicaragüense de Cultura, dice que “es una obra de ficción, donde se mezclan asuntos biográficos con creaciones literarias. Hay mucha ficción en esta obra. Es como un cuento el que está presentando el Dr. Ramírez”.

La verdad es que las únicas razones para censurar el prólogo son de orden político. Daniel Ortega y Sergio Ramírez gobernaron Nicaragua y trabajaron juntos por muchos años. En 1994, cuando Sergio Ramírez era jefe de la bancada sandinista en la Asamblea Nacional se dio la división que luego llevó a ataques personales y virulentos por parte de Ortega. Todo esto ha sido narrado por Sergio Ramírez en su libros Adiós muchachos (Aguilar 1999).

“Yo había entrado a formar parte de la Dirección Nacional del FSLN a raíz del Primer Congreso celebrado en julio de 1991. […]  La mayor oposición a mi ingreso vino del lado de Daniel. No sólo porque estábamos ya en campos adversos, sino porque en él seguía pesando el criterio ideológico de que aquella debía seguir siendo una Dirección Nacional compuesta de manera exclusiva por los sobrevivientes de las catacumbas, entre los que yo no estaba”.

“La fidelidad ideológica a un mundo que ya no existía seguía siendo una obsesión de la vieja guardia. Nació entonces la tendencia renovadora dentro del FSLN, encabezada por mí, y como contraparte la tendencia ortodoxa, encabezada por Daniel. El buscó la convocatoria de un Congreso Extraordinario para dilucidar la disputa; y en ese congreso, que tuvo lugar en mayo de 1994, fuimos derrotados por la maquinaria burocrática y resulté defenestrado de la Dirección Nacional”.

“No tardaría en perder mi cargo de jefe de la bancada sandinista, que Daniel reclamó para sí, y me vi puesto bajo las baterías que el partido reservaba para sus peores enemigos. El Padre Miguel de Escoto, ahora un ortodoxo encendido, compareció cinco días seguidos en la Radio Ya para cubrirme de vituperios escogidos. Después, por la misma radio empezaron a atacar con insidia de pandilleros a mi hija María… Había llegado la hora de decir adiós”. (287-288).

Desde entonces Sergio Ramírez se ha dedicado a su obra literaria con los éxitos que ya todos conocemos. Como intelectual sin embargo ha seguido opinando ocasionalmente sobre la situación política y social del país. Fernando Valerio-Holguín aborda este tema en su artículo incluido en este volumen. Desde el regreso de Daniel Ortega al poder en enero del 2006 Sergio Ramírez ha sido crítico de los abusos de poder del Presidente, y a partir del fraude electoral del 9 de noviembre del 2008, donde su voto y el de toda la Junta Receptora de Votos de su barrio desapareció por obra y magia del Consejo Supremo Electoral, Sergio Ramírez ha levantado su voz para denunciar el atropello que ha sufrido el pueblo de Nicaragua. Esta es la verdadera razón por que «El horno al rojo vivo» fue censurado.

El gobierno de Daniel Ortega se ha equivocado repetidamente atacando y violando de los derechos de los nicaragüenses, y sobre todo los de algunos artistas destacados. Los acosos al Padre Ernesto Cardenal y el juicio que le entablaron por un hotel en el archipiélago de Solentiname, le costó al gobierno las críticas de un gran número de personas e instituciones de izquierda. La violación a los derechos de autor de Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy, autores de las canciones más importantes y reconocidas de la Revolución Sandinista, y los ataques al periodista Carlos Fernando Chamorro, conductor de uno de los mejores programas de comentario político en la televisión nacional, han demostrado la falta total de respeto de este gobierno por los derechos intelectuales y por la libertad de expresión. La censura por el prólogo de Sergio Ramírez provocó que un grupo de escritores e intelectuales emitieran el “Comunicado de Guadalajara” donde se condena la censura ejercida por el gobierno. Fue firmado por escritores de la talla de Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Fernando Savater, Tomás Eloy Martínez, Juan Gelman, y Gonzalo Celorio entre muchos más. Igualmente un amplio grupo de escritores nicaragüenses emitieron un comunicado condenando la censura del prólogo, y la intervención del gobierno en asuntos de índole literaria.

La posición del gobierno frente a las libertad de expresión puede ser considerada a la luz de las declaraciones que diera su Procurador General de Justicia, Hernán Estrada, cuando a raíz del fraude lectoral del 9 de noviembre del 2008 dijera: “Si el Comandante Ortega dispusiera llamar a las calles a sus seguidores, no quedaría piedra sobre piedra sobre este país y sobre ninguna emisora y sobre ningún medio de comunicación que lo confronta. Gracias Dios no lo ha hecho”. La intimidación, el pandillerismo, el terrorismo judicial y la censura, son los métodos que está usando el gobierno para controlar y responder a sus críticos. Desde la llegada del actual gobierno al poder se recortó la publicidad gubernamental en los medio de comunicación que no apoyaran a Ortega. Esa medida tuvo un efecto económico directo tanto en los medios escritos La Prensa y El Nuevo Diario, como en los canales de radio y televisión. Al día siguiente del fraude electoral Radio Darío fue atacada por un grupo de choque que destruyó las instalaciones y el equipo. Radio Corporación ha sido saboteada varias veces y ha tenido que transmitir a través de teléfonos celulares y unidades móviles. Este tipo de actitudes frente a los medios de comunicación refleja la posición del gobierno frente a la libertad de expresión.

Para terminar de zanjar la controversia el Instituto Nicaragüense de Cultura convocó a un concurso de prólogos invitando a todos los escritores de Nicaragua a escribir un prólogo para La Insurrección solitaria que ahora planean publicar. Este hecho recuerda el desafortunado incidente del Presidente Chávez de Venezuela, cuando a propósito de los 40 años de la publicación de Cien años de soledad, propuso comprar a Alfaguara un millón de ejemplares de la edición conmemorativa de El Quijote, siempre y cuando no llevara el Prólogo de Mario Vargas Llosa, con el que se había publicado la obra en Madrid el mismo año. Jesús Polanco le pidió un Prólogo a José Saramago y así se imprimió la versión venezolana del Caballero de la triste figura. Daniel Ortega que en todo quiere imitar a Hugo Rafael Chávez Frías, encontró en la publicación de La insurrección solitaria una oportunidad para censurar a Sergio Ramírez, y demostrarle a su jefe que había aprendido la lección. Ya sabe el Grupo Prisa a que atenerse cuando de dictadores y prólogos se trata.

Como dijo Sergio Ramírez en un artículo publicado en La Prensa, diciembre 11 del 2007, titulado El cuchillo en la lengua: “No es sólo mi voz, ni mi lengua, ni son sólo mis libros, sin embargo, es la voz y la lengua del país la que está en juego. Está en juego si Nicaragua será en adelante un país silencioso, de ciudadanos sometidos al miedo, o si será un país democrático, donde todo el mundo pueda expresarse, decir lo que quiere, en público y en privado, escribir sin miedo, salir a las calles a protestar sin temor a palos y pedradas. Un país donde el voto de los ciudadanos sea contado con transparencia, o un país donde la regla sean los fraudes electorales”.

Este volumen ofrece una gran variedad de acercamientos a la obra narrativa de Ramírez Mercado, sirviendo de esta manera no solo como un libro de referencia, sino también como modelo de estudio de la literatura y de la narrativa en particular. La diversidad de temas y acercamientos, la riqueza de las miradas, y la dispersión de sus preguntas representan el amplio espectro de la crítica literaria contemporánea. El artículo inicial del compilador José Juan Colín estudia Tiempo de fulgor en el contexto del surgimiento de la novela moderna en Centroamérica.

Las múltiples voces y perspectivas, la estructura laberíntica, la desestabilización temporal y espacial, son algunas de las características que Colín analiza para presentar a esta novela como una de las fundamentales en el desarrollo del género. Huei Lan Yen y José Juan Colín analizan la representación de los exiliados nicaragüenses en Guatemala en ¿Te dio miedo la sangre? considerando detenidamente las relaciones de dominación y resistencia que se presentan en la novela. Eduardo Santa Cruz hace un estudio comparativo interesante entre Castigo divino y la película Payment Deffered que le da título en su traducción española a la novela. Leonel Delgado Aburto posa su mirada sobre Un baile de máscaras para teorizar sobre la posmodernidad y la época posrevolucionaria en Nicaragua, relacionando lúcidamente los diferentes subgéneros presentes, con elementos de la cultura popular y la cultura de masas. William Clary estudia el valor simbólico e ideológico de figuras como Rubén Darío y Rigoberto López Pérez en Margarita está linda la mar, relacionando estos personajes históricos con los movimientos culturales e ideológicos de Nicaragua. El artículo de José Juan Colín y Martha Galván Mandujano sobre Adiós muchachos, estudia el papel de los personajes femeninos desde el punto de vista de la crítica feminista marxista. El magnífico artículo de Magdalena Perkowska sobre ¿Te dio miedo la sangre? Y Sombras nada más establece una arqueología de las dos novelas, estableciendo los diálogos, las afirmaciones y las contradicciones que se observan en ambos textos. Mientras la primera es una novela pre-revolucionaria, que abre una serie de caminos y esperanzas, la segunda se plantea como una novela post-revolucionaria, donde se ventilan los errores y las desilusiones de la revolución.  Fernando Valerio-Holguín presenta un análisis de Sombras nada más desde el punto de vista de los usos del poder y la corrupción, la política y la poética de la novela. Liciana Namorato nos ofrece un análisis de Mil y una muertes desde el punto de vista de la relación entre ficción e historiografía, recreación textual y fotografía. Namorato desarrolla un análisis teórico de lo que Ramírez plantea como problema de la representación. Emiliano Coello Gutiérrez nos brinda un estudio de El cielo llora por mí desde el punto de vista del género policíaco, y la novela negra, demostrando la simbiosis genérica que lleva a cabo Ramírez en su novela más reciente.

Así como el crítico literario tiene un compromiso ético e intelectual con el material que está estudiando, y el marco teórico que lo guía, el escritor tiene un compromiso ineludible con su escritura. La ficción o la poesía, el teatro o el ensayo, el prólogo o la antología, nos llevan a una toma de posición frente a los hechos, y esas posiciones pueden a veces tener consecuencias insospechadas. En el epílogo que cierra este volumen Sergio Ramírez nos brinda su propia y breve historia de sus novelas, y en cada una de las evocaciones que hace se puede ver la motivación intelectual, la preocupación estética, y las lecciones que rigen cada uno de sus libros.

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Buenos Aires, Argentina, 1958.
Escritor, catedrático y crítico nicaragüense. Es profesor de literatura hispanoamericana de la Universidad de Cincinnati, donde ha sido jefe de departamento y director de estudios de posgrado. Ha publicado El libro de las palabras enajenadas (cuento, 1991), La significación del género: estudio semiótico de las novelas y ensayos de Ernesto Sábato (1992); Sintaxis de un signo (poesía, 1995, 2000), El ojo del cielo perdido (cuento, 1999), Viajemas (poesía, 2009), Caminar es malo para la salud (cuento, 2011). Ganó el Premio Nacional Rubén Darío 1995 con su libro La estructura de la novela nicaragüense: análisis narratológico (1996). Su Poesía reunida 1984-2014 ha sido publicada en México y en España. Ha publicado más de 100 artículos críticos en revistas especializadas y ha dictado 120 conferencias académicas.